A COSTILLAS DE MENDELSSOHN

Por JESÚS RUIZ NESTOSA

jesus.ruiznestosa@gmail.com

SALAMANCA, España. Hay cosas que no me resultan claras. El artículo 83 de la Constitución Nacional, bajo el título de “De la difusión cultural y de la exoneración de los impuestos” dispone: “Los objetos, las publicaciones y las actividades que posean valor significativo para la difusión cultural y para la educación, no se gravarán con impuestos fiscales ni municipales…”.

Acabo de descubrir –tarde, es cierto– que existe el pago de una cierta suma sobre las películas en formato DVD que es cobrado por la Dirección Nacional de Propiedad Intelectual (Dinapi) donde se acaba de descubrir un escandaloso despilfarro de dinero. Lo recaudado bajo la pomposa declaración de “fondo compensatorio por copia privada”, en lugar de destinarse a los objetivos propios de esa institución, ha sido desviado hacia los fines más bochornosos que uno se pueda imaginar:

La Auditoría General del Poder Ejecutivo, en un trabajo de control de la entidad, encontró que entre “2015 y 2018, la Dinapi recaudó un total de G. 75.342 millones por remuneración de copia privada” y la gran parte de ese dinero se utilizó “durante la administración de Patricia Stanley para comprar vehículos, pagar asados y hasta para adquirir conservadoras que luego sorteaban entre los funcionarios”. También se ha señalado que entre esta Dirección y Autores Paraguayos Asociados, destinada a administrar derechos de autor, hay un intercambio de funcionarios después que Stanley dejara una institución para pasar a dirigir la otra.

Disgustada por las publicaciones que se hicieron de estas irregularidades, la extitular de la Dinapi dijo que “No solo no se produjo un desvío de fondos, sino por el contrario, han aumentado los bienes del Estado y mejorado los servicios que se brindan a la ciudadanía desde la Dinapi hasta la fecha”, y aclaró que “en cumplimiento de varios decretos, durante su administración fueron incorporados bienes y servicios a la institución por valor de G. 14.959 millones”. Esta institución, como otras del Estado, no se miden como almacenes donde lo que se persigue es mayor ganancia. La señora Stanley no tendría que mostrarse orgullosa por haber “ganado” tanto dinero, sino tener que avergonzarse de no haber cumplido con sus objetivos de distribuirlo entre los afectados por las “copias privadas”.

Hace pocos años saltó a la luz un escándalo de proporciones mayúsculas en Autores Paraguayos Asociados y los miles de millones de guaraníes recaudados en concepto de derecho de autor que fueron a parar a… nadie sabe dónde. Lo que no fue nada nuevo ya que en la época de la dictadura se distribuía el dinero a manos llenas entre los músicos amigos, sobre todo aquellos que se dedicaban a cantarle al dictador, mientras figuras de primer nivel como José Asunción Flores y otros eran condenados a la pobreza.

Hace dos años, la Sociedad Filarmónica programó un concierto para conmemorar los 170 años del nacimiento de Félix María Mendelssohn. Unos días antes la secretaria de la filarmónica recibió un llamado preguntando a nombre de quién había que hacer el recibo para cobrar los derechos autorales de Mendelssohn. Cuando le dijeron que ya se había muerto, insistieron: “Sí, pero a lo mejor tiene hijos”. Sólo cuando le dijeron que había muerto en 1847, hacía 170 años dejaron de insistir. Es que a lo mejor los “recaudadores de impuestos” necesitaban algún dinero para pagar una cena, un viaje de placer o el cambio de vehículo de sus directores. Todo a costillas del pobre Mendelssohn.

Fuente: ABC Color (Online)

www.abc.com.py

Sección OPINIÓN

Viernes, 07 de Febrero de 2020

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