El celo judicial

  POLILLA AZUL

Por JESÚS RUIZ NESTOSA

jesus.ruiznestosa@gmail.com

Mientras los hijos de los corruptos, de los ladrones, de los grandes ladrones que usurpan altos cargos públicos, se pasean por el mundo con un pasaporte diplomático que no les corresponde, los chicos que componen la Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura no pueden salir del país en una gira de conciertos, porque el juzgado correspondiente les exige cumplir requisitos que no pueden llenar por sus especiales circunstancias. Quienes no tendrían que salir del país son precisamente los corruptos y los ladrones para que la justicia caiga sobre sus cabezas con la severidad que exige el caso. Pero no es así. Los hijos de los corruptos lo tienen todo permitido, hasta lucir en sus cuentas de las redes sociales las ropas de marca de precios inalcanzables que lucen con todo descaro. Y si alguien no cree que son así de caras, se cuidan de llevar tales prendas con la etiqueta del precio colgando en algún lugar bien visible.

El director de la orquesta Fabio Chávez está preocupado porque tienen invitaciones para actuar en el exterior con motivo de las fiestas de fin de año, pero no podrán acudir ya que la Dirección de Legalizaciones del Poder Judicial pone trabas que impiden que estos niños obtengan el permiso de menores correspondiente.

El Poder Judicial de nuestro país no se ha destacado en las últimas décadas por su eficiencia y está salpicado de una serie de escándalos por corrupción cuya sola mención sería suficiente para llenar páginas y páginas, tan numerosos son. Hace menos de una semana una fiscala declaraba que estuvo “investigando” durante seis meses, si la danza de un joven constituía o no un caso de exhibicionismo. Y culminó denunciándolo ante un juez que lo llevará a juicio público. Ahora se le suma esta situación bochornosa.

El año pasado, esta misma orquesta actuó en el Auditorio de Madrid, la sala más prestigiosa de la ciudad con la asistencia de la reina Sofía que, al término del programa, fue a saludar a los niños interesándose en todo lo relacionado a la orquesta y a los curiosos instrumentos musicales reciclados de restos del vertedero de basura de Cateura.

Para adornar la situación, al publicarse la noticia en nuestra edición digital, una despierta lectora escribió un comentario: “Bolaterapia. Es cosa de cumplir con los requisitos y punto. Tus padres van al juzgado de paz llevando la partida de nacimiento del menor y las fotocopias de cédulas de los padres y del menor, se completa un formulario autorizando el viaje del menor. Eso va luego a Legalizaciones donde en menos de media hora te entregan con todas las firmas”. Como se ve, todo es facilísimo: Los padres de estos niños que viven en Cateura, se van al juzgado, se bajan de su Mercedes Benz, presentan todos los documentos, se suben luego a su coche y se van a tomar un café a algún “shopping” de lujo. El único problema con que se tropieza es saber dónde se encuentra el padre, o la madre, o los dos juntos a la vez. Es que hay gente que piensa que Cateura es un barrio cerrado de lujo. Siempre he insistido: hay que reforzar la materia de lectura comprensiva.

El director Fabio Chávez se quejó diciendo: “Nosotros no vamos de turistas (...) vamos a mostrar todo el talento que tiene Paraguay, talento que sale de los que otros desechan”. Este es justamente el problema. Tendrían que imitar a los grandes capos que dicen que van a trabajar, pero se van de turismo y no se olvidan de llevar un buen viático. Por algo están donde están y nadie se atreve ponerle ninguna traba.

Fuente: ABC Color (Online)

www.abc.com.py

Sección OPINIÓN

Viernes, 07 de Diciembre de 2018

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