PROBLEMAS DE LA EVOLUCIÓN

Por JESÚS RUIZ NESTOSA

jesus.ruiznestosa@gmail.com

SALAMANCA. En más de una oportunidad conté una anécdota que me tocó vivir con una persona que ocupaba un alto cargo en la Cancillería en la época de la dictadura. A pesar de conocernos desde que éramos adolescentes, sistemáticamente me negaba el saludo por temor a que lo contaminara ante los ojos de sus correligionarios. Semanas después de derrocada la dictadura, al entrar en una cafetería le vi sentado en una mesa y decidí ignorarlo. “Compañero“, exclamó al tiempo que hacía un gesto de saludo con la mano. Yo miré atrás para ver quién venía pues era evidente que el saludo no podía ser para mí. “Compañero”, repitió dirigiéndose hacia mí. “¿Qué te parece? Fue el Partido Colorado el que trajo la democracia a este país”. Me encogí de hombros y seguí mi camino. Más de cuarenta años apoyando gobiernos dictatoriales y resulta ser que de pronto, era quien nos regalaba la democracia.

Viendo las reacciones después que se archivó el proyecto de enmendar la Constitución que le iba a permitir a Horacio Cartes quedarse, por lo menos, cinco años más en el poder, veo que la actitud sigue siendo la misma. Acabo de leer que el diputado Óscar Tuma dijo: “hoy llega la paz a la ciudadanía, en gran medida [gracias] a la posición del presidente”. Por su parte, el convencional por Capital del Partido Colorado, Yamil Esgaib, pidió severas sanciones para aquellos legisladores que no acompañaron el malhadado proyecto. Hasta llegó a exigir que pidan perdón por haber traicionado al partido. Y agregó: “Nosotros tenemos la Constitución de nuestro lado”. Son comprensibles estas reacciones y todas las otras que no menciono para abreviar, ya que ahora se tendrán que buscar pretextos (no razones) para explicar un proyecto que, desde el vamos, estaba condenado al fracaso. Los legisladores que se comprometieron en la violación de la Constitución dieron muestras de una total ausencia de olfato político y fueron incapaces de prever los alcances que tendría su apoyo a la famosa enmienda.

Por qué Horacio Cartes decidió renunciar a su desmedida ambición de poder, es algo que tardaremos en saber. Por qué sus adulones se empeñaron en seguir manteniendo su idea de la enmienda a pesar que el propio presidente ya hablaba de renuncia a la reelección, también es algo que tardaremos en saber. Lo cierto es que todo ilustra la chapucería de nuestro mundo político y ahora, con la mala fama ganada, el descontento de la ciudadanía que tardará en olvidarse de todo cuanto ha ocurrido, tendrán que buscar el camino –si es que existe– de la reivindicación pública. Mientras tanto se le puede aplicar a esta situación un dicho que es muy popular en España y se la utiliza con frecuencia porque es muy descriptiva de lo que está pasando: Cartes, con su renuncia, les dejó a sus seguidores con el culo al aire.

Solía mantener largas conversaciones con el padre de un amigo mío, médico, pero de “los de antes”. Un hombre sabio en el estricto sentido de la palabra. “Al comienzo de las teorías de la evolución, se pensaba que la vida salió del mar en un solo sitio y en un mismo momento. Hoy se sabe que salió en diferentes lugares y en diferentes momentos. Viendo a cierta gente pensamos que sus antepasados salieron del mar hace millones de años. Viendo a ciertos políticos pensamos que sus antepasados salieron del mar la semana pasada”. Lastimosamente falleció años atrás, pero cuánto me hubiese gustado escribirle un correo preguntándole en qué momento salieron los antepasados de estos políticos que pusieron en riesgo la institucionalidad de la república, el bienestar de los ciudadanos, la solidez de la democracia, la legalidad del Gobierno, el nombre del país ante los gobiernos extranjeros.

Quienes se embarcaron en esta codiciosa aventura tendrían que haber pensado antes de comprometerse que Horacio Cartes tiene su buen capital económico. Se asegura que es cuantioso. Pero quienes lo rodean (no sé si hoy serán tantos como fueron al principio) tienen nada más que su capital político y que en muchos de ellos es ridículamente exiguo. Por lo tanto, se hubieran cuidado de no malgastarlo. Poner esos nombres que se popularizaron en listas más que negras, vergonzosas, en cualquier fórmula electoral, es poco más o menos que tirarse al precipicio antes de comenzar la carrera. Como se demostró, la memoria de la gente dejó de ser corta y remisa.

Fuente: ABC Color (Online)

Lunes, 01 de Mayo de 2017

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