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HUGO RODRÍGUEZ ALCALÁ (+)
  HISTORIA DE LA LITERATURA PARAGUAYA, 1999 - Por HUGO RODRÍGUEZ – ALCALÁ / DIRMA PARDO CARUGATI


HISTORIA DE LA LITERATURA PARAGUAYA, 1999 - Por HUGO RODRÍGUEZ – ALCALÁ / DIRMA PARDO CARUGATI

HISTORIA DE LA LITERATURA PARAGUAYA

Por HUGO RODRÍGUEZ – ALCALÁ


Universidad de California, RIVERSIDE

Colección Studium-63 - México 1970

©  HUGO RODRÍGUEZ – ALCALÁ/ DIRMA PARDO CARUGATI

Editorial El Lector,

Diseño de tapa: Ca´avo-Goiriz

Asunción – Paraguay . 1999 (434 páginas) 



PRÓLOGO

Este libro hace hincapié en la literatura paraguaya del siglo XX, siglo en que se afirma el ensayo, se inician el cuento y la novela y se cultiva una lírica historiable.

Los siglos coloniales son, literariamente, un vasto desierto con algunas matas verdeantes sobra la arena estéril. El de la independencia, conquistada en 1811, comienza bajo auspicios favorables para la cultura. La Junta Superior Gubernativa, presidida por Fulgencio Yegros, el prócer poeta, crea en 1814 una Sociedad Patriótica Literaria, una Academia Militar, una biblioteca Pública, y ve en el desarrollo de la educación la tarea central de su gestión. Pero el Dr. José Gaspar de Francia se apodera poco después del poder absoluto. Bajo su régimen, que dura más de un cuarto de siglo, y durante el cual, según la frase famosa, "enmudece hasta la guitarra", se hace imposible la vida intelectual.

Por otra parte, la guerra exterminadora de 1864 a 1870, que estalla a los cinco lustros de la muerte del dictador Francia, malogra los frutos del renacimiento espiritual estimulado por el presidente Carlos Antonio López (1792-1862). El segundo López, que asume el poder al fallecimiento de su padre, sucumbe con sus últimos soldados el 1º de marzo de 1870.

El Paraguay esté aniquilado, Tal ha sido, en efecto, la catástrofe, que con razón se ha dicho que el país sólo tiene cien años de vida: la que penosamente se pone de pie después de 1870 y se afirma poco a poco, en el luto, en el desconcierto, en la humillación de la derrota y, a la vez, en el noble orgullo de haber caído con gloria deslumbrante en el remoto confín de Cerro Corá.

El siglo XX se inaugura orientado por una generación a la que cabe el honor de ser la verdadera fundadora de la cultura moderna del Paraguay. Gracias a ella -y a sus maestros- se acelera el proceso de reconstrucción nacional. Y eso que apenas puede hablarse de paz a lo largo de más de medio siglo de conjuras, de cuarteladas y revoluciones campales. En 1932 estalla otra guerra internacional. El Paraguay debe entonces hacer frente a Bolivia porque la república vecina amenaza con apoderarse de todo el Chaco. Es esta una dura prueba para un país devastado sesenta años atrás y cuyas instituciones no tienen aún la firmeza necesaria para encauzar más serena y creadoramente su vida pública. Pero en la hora del peligro se olvidan los antagonismos políticos merced a una "unión sagrada". Gobierna la nación un estadista clarividente, Eusebio Ayala, hombre enérgico y ejecutivo pero respetuoso de la ley; comanda el ejército en campaña un admirador de Foch y precursor de Rommel, el general José Félix Estigarribia, que gana sus batallas como partidas de ajedrez.

Durante esta guerra, que dura tres años, tanto en las trincheras como en la retaguardia se hace una revisión de valores. El resultado de esta revisión se concreta en el arte: el teatro, la poesía y, posteriormente, la narrativa. En política las cosas siguen como antes: pocos meses después del armisticio un movimiento militar derroca al presidente Eusebio Ayala y apresa al general vencedor.

Durante los años cuarenta se impone una lírica de vanguardia cuyo impulso renovador será decisivo estímulo para el despertar de una nueva conciencia artística en promociones siguientes. Durante el próximo decenio, desde 1951 a 1960, la novela y el cuento alcanzan un nivel de excelencia que los incorpora a la mejor narrativa continental. El teatro, que ya durante los años de la guerra con Bolivia adquiere un auténtico sentido nacional, pugna a lo largo de las últimas décadas por cumplir un desarrollo parejo al de otros géneros como el ensayo, la nueva lírica y última narrativa.

El vasto desierto con que comparamos al Paraguay literario en los siglos coloniales ha fertilizado mucho su aridez. Como el Chaco que a comienzos del siglo apenas oía un furtivo rumor de armas en pequeños fortines diseminados sobre su seca inmensidad, pero donde ahora se yerguen altos y copudos quebrachos a lo largo de caminos recién abiertos y en torno a ciudades recién fundadas hay hoy en el mapa literario del Paraguay algunos sotos de frondosos árboles. A su sombra se acogen, en nuevas promociones, el talento y la esperanza. Uno y otra han de cubrir alguna vez, quizás en no remoto futuro, las remanentes zonas de aridez.

Agradezco a la National Foundation on the Arts and the Humanities la beca merced a la cual pude consagrar un año entero a la composición de este libro. Mi gratitud muy especial para escritores y eruditos como Josefina Plá, Efraím Cardozo, Pablo Max Ynsfrán, Edgar Ynsfrán, Augusto Roa Bastos, Gabriel Casaccia, Raúl Amaral, Rubén Bareiro Saguier, Hipólito Sánchez Quell, Julio César Chávez, Francisco Pérez Maricevich José Luis Appleyard, Robert Gleckner, Stanley Steward, Philip Gericke y José Antonio Bilbao por su amable ayuda.

En la redacción del capítulo sobre la narrativa me prestaron colaboración decisiva los profesores Marshall Van Dusen y Olga Vickery. A ellos les debo indicaciones bibliográficas que me permitieron confirmar una teoría vislumbrada hace varios años, en viajes por el sur de los Estados Unidos y en lecturas no sistemáticas. Es ésta: en el Paraguay post-bélico y en el llamado post bellum South se producen fenómenos espirituales de notable similitud.

A la luz de esta teoría -intuía yo hacia 1960-se podría entender mejor la historia intelectual del Paraguay desde 1870 a nuestros días. El capítulo sobre la narrativa del Siglo XX es el primer intento de aplicación de esa teoría en la elucidación del aspecto parcial de un complejo problema.

H. R.-A. - Universidad de California.


I. LOS SIGLOS COLONIALES


Menéndez Pelayo negó que el Paraguay tuviera historia literaria. (1) Su error consistió en atribuir a la Argentina, y solamente a la Argentina, mucho de lo que con igual o mayor derecho pertenece también a la historia literaria del Paraguay. En efecto, el primer poeta del Río de la Plata no sólo fue vecino de la recién fundada Asunción, sino que parece haber escrito en Asunción, y no en Buenos Aires, las famosas coplas de pie quebrado consideradas como la primera obra poética del Cono Sur,

Luis de Miranda de Villafaña (¿1500.1575?) era un clérigo turbulento, espadachín y conspirador, natural de Plasencia. Llegó al Río de la Plata con la expedición de don Pedro de Mendoza en 1536. En sus coplas nos dejó un testimonio patético de los primeros días de la conquista:


Allegó la cosa a tanto

que, como en Jerusalén,

la carne de hombre también

la comieron.

Las cosas que allí se vieron

no se han visto en escritura:

¡comer la propia asadura

de su hermano!


No vivió mucho tiempo en la inhóspita primera Buenos Aires este hijo de Plasencia. Su destino americano se iba a identificar con la primitiva Asunción, río arriba, lejos de aquella tierra del hambre que sólo mucho después lo sería de la abundancia, En Asunción Luis de Miranda se hizo partidario del Adelantado Alvar Núñez Cabeza de Vaca, caudillo que tenía por rival nada menos que al autoritario y habilísimo Domingo Martínez de Irala. La política ya entonces caldeaba los ánimos en Asunción cinco siglos atrás como en nuestros días. En 1544 estalló la primera revolución, Al grito de "¡Libertad! ¡libertad!" el partido de Irala depuso a Alvar Núñez y lo encarceló. Viendo a su amigo vencido, humillado y preso, el clérigo poeta decidió recurrir no a la pluma ni al púlpito para devolverle la libertad y el poder: le pareció que prendiendo fuego a la ciudad lograría más eficazmente su propósito. El plan felizmente no se llevó a cabo y Luis de Miranda fue castigado con ocho meses de prisión.

¿Cuándo escribió el poeta sus célebres coplas? Si sabemos el cuándo sabremos también el dónde por lo que se verá. Enrique de Gandía cree que en 1537, y en Buenos Aires.(2) Efraím Cardozo opina que debió de ser en 1544 o después? Y debe estar en lo cierto el gran historiador paraguayo porque Luis de Miranda alude en sus versos a sucesos posteriores en siete años a la fecha indicada por Gandia.

En efecto, Miranda alude claramente a la revolución que depuso a Alvar Núñez. Ahora bien, los enemigos de Alvar Núñez se llamaban "Comuneros" tal como en España los partidarios de Padilla, vencidos por Carlos V, en 1521. Miranda, que abominaba de los Comuneros de la Península, aborrecía también de los de Asunción. Y bien se ve en sus coplas que el poeta se refiere a las dos rebeliones comuneras, la vencida en 1521 en Villalar y la triunfante en 1544, en Asunción, como a dos crímenes contra el Emperador:


... Semejante al mal que lloro,

cual fue la comunidad,

tuvimos otra, en verdad,

subsecuente,

en las Partes del Poniente,

en el Río de la Plata,

conquista la más ingrata

a su señor ...


Como esta segunda "Comunidad" se alza en armas cuando Miranda residía en Asunción y cuando ya no existía la primera Buenos Aires, las coplas debieron de ser escritas en 1544 o después, en la que iba a llamarse la "ciudad comunera" por antonomasia. El cuándo, pues, nos indica el dónde.

El hecho de ser las coplas de Miranda la primera poesía de una literatura -en rigor, de más de una literatura- le ha conferido un prestigio singular. De aquí que no faltó quien comparara los versos del clérigo anticomunero nada menos que con las coplas de Jorge Manrique; pero aparte de ser unas y otras coplas de versos de pie quebrado, la comparación no puede hallar similitud justificable.

Pertenece también a la historia literaria del Paraguay el clérigo Martín del Barco Centenera (1544?-1605?) nacido en Gressa, Trujillo, que llegó al Río dé la Plata en 1573 con la armada del Adelantado Ortiz de Zárate. Este arcediano de la Catedral de Asunción, que compuso el largo poema de veintiocho cantos en octavas reales titulado La Argentina (Lisboa, 1602), fue el primer cantor de la ciudad de su arcedianato:


El temple la Asunción tiene gracioso,

apacible, sereno y claro cielo,

invierno frío, estío caluroso...


Del Barco Centenera se hizo muy amigo de Luis de Miranda y, según parece, de labios de éste aprendió todo lo que nos relata sobre la expedición de Pedro de Mendoza, la personalidad de Domingo Martínez de Irala, la deposición de Alvar Núñez y los infortunios de los vencidos en la "revolución comunera" de 1544. A los partidarios del gobernador depuesto llama "los leales". He aquí cómo el vencedor Irala trató a los alvaristas o "leales":


A muchos ahorcó de los leales

diciendo que la tierra perturbaban;

a tal punto se vino que los tales

en los bosques y montes habitaban,

los que eran causadores de estos males

lo bueno de la tierra se gozaban,

los otros hambreaban suspirando

y a Dios justa venganza demandando.

(Canto V. F. 38 u)


Influido por el anticomunero Miranda, Centenera simpatiza con Alvar Núñez y se muestra severo con Irala y los de su "vando". Aunque la obra de del Barco Centenera es desde el punto de vista literario muy pobre, su valor histórico es considerable. Por esta '' y otras razones ha sido y será objeto de eruditos estudios y motivo de una larga controversia no sólo como documento histórico sino hasta como tentativa más o menos feliz o enteramente fracasada de creación artística. Se ha anunciado una edición paraguaya de La Argentina. Es hora de que el Paraguay rinda homenaje al primer cantor de Asunción y lo incorpore así, oficialmente, a su historia literaria.

Le tocó a un asunceno, de origen hispano-guaraní, nieto del gobernador Irala, ser el primer historiador nativo del Río de la Plata. Ruy Díaz de Guzmán fue, en efecto, el primer hijo de la tierra recién conquistada -nació hacia 1560, a menos de veinticinco años de la fundación de Asunción- que expresó el sentimiento de patria en su memorable historia, llamada, como el poema de Centenera, La Argentina. Su intento "tan ageno de mi profesión, que es militar" según él mismo dijo, fue contar "cosas dignas de memoria" sucedidas en los ochenta y dos años transcurridos entonces desde el comienzo de la conquista, "por el amor que se debe a la patria". Este soldado, fundador de ciudades y hombre de gobierno, tornó "la pluma para escribir estos anales del descubrimiento, población y conquista de las Provincias del Río de la Plata" con plena conciencia de la trascendencia de los hechos de que fueron protagonistas "más de cuatro mil españoles. . . muchos de ellos nobles y personas de calidad" porque de tantos hombres de valer no quedaba "más memoria que una fama común y confusa". De aquí que él asumiera la responsabilidad de ser quien perpetuase el recuerdo de las hazañas del descubrimiento y la conquista conforme a un plan bien trazado que en sí mismo es testimonio de una lúcida conciencia histórica.

Ruy Díaz de Guzmán hizo sus primeras armas muy joven a las órdenes de Ruy Díaz de Melgarejo y participó en la fundación de Villa Rica. Fue alguacil y alférez mayor en Salta, ciudad a cuya fundación asistió. En 1593 fundó Santiago de Xerez. Viejo ya, tras una vida azarosa como la de un Ulises mestizo que un día estaba en Buenos Aires, otro en Tucumán o en Ciudad Real o en Santa Fe, volvió en 1620 a Asunción, su patria, y allí murió, nueve años después. Era Alférez Real y Primer Regidor. A este fundador de ciudades le cupo la gloria única de ser el fundador de la Historia del Paraguay y del Río de la Plata.    

La deposición de Alvar Núñez Cabeza de Vaca no sólo inspiró el lamento que suena en la primera poesía colonial que se conoce, esto es, el "Romance" de Luis de Miranda, sino que suscitó la primera pieza teatral representada en Asunción. Fue su autor el clérigo Juan Gabriel de Lezcano, natural de Valladolid, cuyas fechas de nacimiento y muerte no se han determinado. Era Lezcano hombre turbulento como el clérigo Luis de Miranda. Los dos fueron encarcelados por razones políticas. Pero Miranda era alvarista, es decir, leal; y Lezcano era comunero, o, si se quiere, iralista.

En abril de 1544, el día de San Marcos, fue apresado Alvar Núñez. En junio de ese mismo año, el día de Corpus Christi, el P. Juan Gabriel de Lezcano, vestido de pastor, representó una farsa "delante del Santísimo Sacramento" -cuenta el P. F. González Paniagua" la qual fue otro segundo libelo contra el gobernador llamándole lobo rrebaco . . ." Entre los leales causó el auto la esperable repugnancia. Y, según el mismo Paniagua -que era leal-, "al fin fue tal la farsa que aquí, entre los que estavan libres de pasyón, fué mayor la ynfamia del Reverendo Padre que el servicio que hizo al Santísimo Sacramento". 4

El auto-farsa del P. Lezcano se ha perdido desgraciadamente. También se ha perdido otra farsa, escrita por el poeta portugués Gregorio de Acosta, que militaba en el partido de los leales o alvaristas. Como el auto de Lezcano, la farsa de Acosta se inspiró en las luchas políticas de los bandos enemigos. Pero ahora la víctima no era Alvar Núñez sino Domingo Martínez de Irala a quien se le echaban en cara sus debilidades "sin olvidar por cierto" -dice Josefina Plá- "su afición a las indias y sus nada gobernadoriles celos de los otros varones de la colonia". La representación se efectuó en 1545. El desahogo político le costó al poeta Acosta una buena paliza propinada por dos secuaces de Irala. La historia de aquellos primeros años del coloniaje recuerda sus nombres: Esteban de Vallejos y Pedro Méndez.

Otro testimonio del perdido teatro colonial nos ofrece Martín del Barco Centenera en el canto V de La Argentina. Se trata de otra farsa, cuyo autor no se menciona, y que debió de representarse a principios de 1551. En la Asunción del siglo XVI como en la del siglo XX -insistamos- la política era la pasión absorbente de la ciudad. De aquí que un acontecimiento social, como fue el casamiento de Marina de Irala, hija del célebre capitán y de una de sus mujeres indias, con Francisco Ortiz de Vergara, diera inspiración para una sátira política:


A tal punto llego el atrevimiento

del bando de Irala, que casando

su hija con Vergara, por contento

y placer, un soldado suspirando

en una farsa sale descontento

y roto y pobre, y otro preguntando,

y él responde, diciéndole: ¿quién era?

-De los leales soy, que no debiera ...

(Canto V, fol. 41)


Es una verdadera lástima que de estos balbuceos del teatro del Paraguay apenas queden noticias muy escuetas en viejos documentos y que no se haya salvado ni siquiera una escena de lo que Julio Caillet Bois sospecha fue "una abundante obra dramática". Josefina Plá ha escrito páginas muy sugestivas sobre la dramaturgia colonial, caracterizando tres tipos de teatro: el profano, el religioso y el misionero entre 1544 y 1811. Pese a su gran labor de erudición, no le fue posible sin embargo rescatar de los archivos una sola pieza dramática perteneciente a ese largo período.

"La única obra teatral, escrita en Asunción, que llegó hasta nuestros días," es, según afirma Efraím Cardozo, La comedia pródiga, publicada en Valladolid en 1554. Se ha creído que el autor de esta comedia es Luis de Miranda sin que tal atribución haya sido probada. En cuanto a poesía lírica, el citado historiador Cardozo escribe que "La conquista trajo un género de expresión poética genuinamente popular: los romances". Y agrega: "Aunque algunos reconocían autor, otros eran anónimos y subsistieron a través de los “copleros” que los transmitían de generación en generación. Uno de ellos fue recogido por el escritor español Ciro Bayo, hacia 1910, en una estancia paraguaya donde aún era recitado por los peones. Se refiere a la muerte de Nuflo de Chaves".7

Compuesto en hexasílabos, este romancillo atribuye a las ovejas que traía Nuflo de Chaves un balido elegíaco:


El conde don Nuño                           

madrugando está                               

porque a su casita                              

quiere llegar.                                     

Al Perú se fue dos años hará.           


Del Perú ya es vuelto                       

aquí al Paraguay.                               

Plata y oro trae                                  

y perlas del mar                                 

diez pares de ovejas,                         

de cabros un par.                               

Las ovejas balan,                               

balan sin cesar.          

Pregunta don Nuño   

-¿Por qué balarán?                 

quizá sed tendrán.

Las ovejas balan,

balan sin cesar

-¿Por qué balarán?

Llévenlas al pasto,

quizá hambre tendrán.


Las ovejas balan

balan sin cesar

Vayan soldaditos,

échenmelas sal.

-No puede ser esto

señor capitán.

Que ladren los perros

allá en el palmeral.

Don Nuño y los suyos

acuden allá.

Los indios los matan,

murió el capitán.

Tristes las ovejas

balan sin cesar...


Otra composición, también recogida por Ciro Bavo de boca de peones de estancia, es un romance en honor de Santo Tomás:


Santo Tomás iba un día

orillas del Paraguay,

aprendiendo el guaraní

para poder predicar.

Los jaguares y los pumas

no le hacían ningún mal

ni los jejenes ni avispas,

ni la sierpe de coral ...

(Los textos dicen: "ni la serpiente de coral ")


Data del siglo XVII un soneto, acaso el primero de los escritos en el Paraguay. Se cree que su autor es el Padre Diego Boroa, En 1617 falleció la Madre Francisca de Bocanegra, fundadora de la Casa de Recogidas y Huérfanas. El Padre Boroa le rindió homenaje fúnebre en catorce versos tan malos, que hasta los de del Barco Centenera resultan pasables si con ellos se los compara:


Cóncava Cava, ¿qué es de nuestra Madre?

Querida Madre, dinos dónde habitas

¿Haste olvidado de estas pobrecita

por verte con el Hijo y con el Padre?


En el segundo cuarteto las tristes huérfanas dicen por boca de Boroa "que ya no tienen perro que les ladre"; el primer terceto es un apóstrofe a la "lúgubre parca, Muerte furibunda" que ha privado a las huérfanas de su "luna" para dársela "a la noche negra". Y esta noche negra va a rimar con el apellido Bocanegra, última palabra del último verso:


¿Dónde hallaremos, Muerte, otra segunda?

Más triste y corta fue nuestra fortuna,

pues que perdimos a Nuestra Bocanegra.. .


Se conservan, por otra parte, algunas coplas de inspiración política de la época colonial. Unas décimas bien rimadas, de calidad muy superior a la del soneto a la madre Bocanegra, se deben al partido jesuítico opuesto al del Obispo Bernardino de Cárdenas. Los jesuitas, según la décima, son amigos "gigantes" del pueblo, al paso que el obispo es una "hormiga".


Todos nos han menester:

frailes, cabildos y Audiencia,

y todos en competencia

tiemblan de nuestro poder:

Y pues hemos de vencer

esta canalla enemiga,

todo este pueblo nos siga.

Y no quieran inconstantes

perder amigos gigantes

por un solo Obispo hormiga


El insulto al prelado lanzado por los orgullosos sacerdotes halló exaltada réplica por parte de los partidarios de Cárdenas, a quien éstos exaltaron como


. . . Al criollo más gallardo,

al varón más singular,

al religioso más santo,

al más docto, y al más pobre

(al fin Fraile franciscano)

que han conocido las Indias...


Como se ve, el coplero anónimo elogia entre las virtudes de Cárdenas la pobreza del franciscano, opuesta a la actitud mundana y dominadora de los jesuitas. Por su parte el obispo, nombrado gobernador en 1649 por voto popular, expulsó a sus enemigos de la Provincia y su gobierno no fue precisamente el de un santo aunque no se le puede negar que fuera el de "el varón más singular" de su tiempo. Nacido en 1578, este vehemente franciscano que acaudilló a los "comuneros" y proclamó que "la voz del pueblo era la voz de Dios", fue dos veces desterrado de la Provincia. Murió a los 110  años de edad. El pueblo lamentó su segundo destierro. Una copla anónima asegura que hasta la Naturaleza estuvo de duelo cuando, vencido por sus poderosos enemigos, lo expulsaron del Paraguay para siempre:


No dieron flores los valles,

trébol no dieron los prados

las lomas no dieron rosas

ni los sotos amarantos. 8


El panameño José de Antequera y Castro (1690-1731), líder de la Revolución de los Comuneros del Paraguay, proclamando en la entonces provincia "Padre de la Patria", fue el ídolo del pueblo durante aquella lucha colonial que duró casi veinte años (1717-1735). Al frente del ejército comunero venció en la batalla de Tebicuary a las fuerzas del gobernador de Buenos Aires el 12 de agosto de 1724. Antes de morir ajusticiado en Lima, escribió un soneto, el único del siglo XVIII paraguayo. No es un poema de mérito sobresaliente porque el discreteo en que incurre el autor acerca del sentido del tiempo -palabra ésta diecisiete veces repetida en los catorce versos- sacrifica la expresión más íntima del poeta condenado a muerte:


El tiempo está vengando, ¿oh suerte mía

el tiempo que en el tiempo no he mirado.

Yo me vide en un tiempo en tal estado

que al tiempo en ningún tiempo lo temía.


Mucho más elocuente que el chisporroteo barroco de estos conceptos no muy claros y muy abstractos sobre el tiempo, hubiera sido una más directa y sentida lamentación de los ideales comuneros que el poeta encarnó con nobleza y abnegación extraordinarias.

A los jesuitas debe el Paraguay una vasta labor historiográfica. La historiografía paraguaya, civil y militar en sus comienzos asume carácter religioso en la obra de los misioneros. La primera crónica de la fundación de las misiones se debe al P. Antonio Ruiz de Montoya, nacido en Lima en 1585 y muerto en la misma ciudad en 1652. La conquista espiritual, publicada en Madrid en 1639, relata los trabajos de la Compañía de Jesús desde los primeros días de la gran empresa civilizadora. Como Montoya fue Superior de las Misiones y más tarde Procurador de la Provincia y vivió entre los indios durante más de veinte años siendo protagonista importante de la conquista espiritual, su obra se funda en documentos que fácilmente pudo consultar y en recuerdos personales, de valor único porque conocía mejor que nadie la lengua e idiosincrasia de los indígenas. En efecto. El Tesoro de la Lengua Guaraní no es sólo un diccionario sino un verdadero tratado de etnografía. La primera edición apareció en Madrid en 1639.

Entre los historiadores jesuíticos se destaca el P. Pedro Lozano (1698-1752), a quien en su primera juventud nombraron historiador de la Provincia y fue en verdad el Historiographus Provinciae por antonomasia. Sus obras más famosas son la Descripción chorographica del Terreno, Ríos, Arboles, Animales de las dilatadísimas Provincias del Gran Chaco (1733); la Historia de la Compañía de Jesús en la Provincia, del Paraguay (1754 - 1755) ; y la Historia de la Conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán (1873). Hasta 1905 permaneció inédita su Historia de las Revoluciones del Paraguay, libro de riquísima información y documentación sobre la rebelión comuneral, aunque no imparcial, pues Lozano era el historiador oficial de los jesuitas.

Efraím Cardozo en su Historiografía paraguaya estudia un gran número de obras históricas coloniales sobre el Paraguay debidas a una veintena de autores. Entre éstos hay figuras tan importantes como las de Félix de Azara y Juan Francisco de Aguirre.

Contrasta la riqueza de esta literatura histórica con la extrema pobreza de la de pura creación. Y es que ya en los siglos coloniales, como después de la independencia y de ya bien entrado el siglo XX, el Paraguay ha sido, intelectualmente, más un país de historiadores que de poetas, dramaturgos y narradores de ficción.

El último siglo colonial, por otra parte, es el de la Revolución de los Comuneros, cuyas consecuencias fueron desastrosas para el desenvolvimiento de la cultura. La clase dirigente de la provincia rebelde pereció en los combates o en el cadalso o languideció durante largo tiempo en los calabozos. Casi veinte años de contiendas civiles apartaron a los colonos de toda actividad que no fuera la política. Tras la derrota comunera, las represiones virreinales y el aplastamiento moral de la Provincia prolongaron el marasmo intelectual.

El Cabildo de Asunción pugnó por dar impulso a la cultura. Esta, en su opinión, debía desarrollarse en su nivel más alto para formar una élite inspiradora surgida del seno de la lejana provincia en su aislamiento mediterráneo. De aquí que en 1780, a medio siglo del desastre comunero, trazara un plan bien meditado para la fundación de una universidad. El virrey alegó carencia de fondos para llevar a cabo este plan. Y entonces no faltó un colono rico que se ofreciera a dotar la universidad tan vivamente anhelada por la provincia. Pero si los hombres de Asunción lograron persuadir a la Corona de España y al Papa Clemente XII, el virrey de Buenos Aires siguió obstinado en su negativa. Esta negativa no se fundaba precisamente en razones de carácter financiero. En efecto, fundado el virreinato del Río de la Plata en 1777 y establecida su capital en Buenos Aires, esta ciudad, que aún no tenía universidad, no quería que Asunción se le anticipara.

Y transcurrió más de un siglo antes que el Paraguay pudiera al fin realizar su viejo anhelo: en 1889 Asunción, a veinte años del saqueo de los vencedores de la Triple Alianza, satisfizo la secular aspiración del Cabildo y de los prohombres coloniales.


LECTURA: Los poemas breves fragmentariamente transcritos en el texto pueden leerse en su totalidad en Sinforiano Buzó Gómez, Índice de la poesía paraguaya (Tercera edición), Asunción, 1959. Para el estudio del largo poema La Argentina de del Barco Centenera, la edición de Carlos Navarro y Lamarca, Buenos Aires, 1912.


BIBLIOGRAFIA: Carlos R. Centurión. Historia de la cultura paraguaya, Asunción, 1961; Efraím Cardozo, Apuntes de historia cultural del Paraguay, Asunción, s. f., tomo I; Josefina Plá, El Teatro en el Paraguay, Asunción, 1967; de la misma autora, "Cuatro siglos de teatro en el Paraguay" en Municipalidad de Asunción. Centenario de la Epopeya Nacional, Asunción, 1966; Emilio Carilla, "Perfil de Luis de Miranda de Villafaña", en Estudios de la literatura argentina. (Siglos XVI-XVIII), Tucumán, 1968; Hipólito Sánchez Quell, Estructura y función del Paraguay colonial, 4a edición, Buenos Aires, 1964; Natalicio González, Proceso y formación de la cultura paraguaya, Asunción-Buenos Aires, 1938. Para un estudio crítico de la historiografía paraguaya colonial, ver Efraím Cardozo, Historiografía paraguaya. Paraguay indígena, español y jesuita, México, 1959; Víctor Ayala Queirolo, Historia de la cultura en el Paraguay, Asunción, 1966; Rafael Eladio Velázquez, Breve historia de la cultura en el Paraguay, Asunción, 1966.


NOTAS

1 Ver Historia de la poesía hispanoamericana, Santander, MCMXLVIII tomo II, pág. 301.

2 Luis de Miranda, primer poeta del Río de la Plata (Buenos Aires, 1936), pág. 72.

3 Historiografía paraguaya (México, 1959), pág. 174.

4 Ver Julio Caillet-Beis, "El teatro en la Asunción a mediados del siglo XVI", Revista de Filología Española (Año IV, N° 1, 1942), pág. 73.

5 El teatro en el Paraguay (Asunción, 1967), pág. 8

6 Ibid., pág. 76

7 Apuntes de historia cultural del Paraguay (Asunción, s. f.), tomo I, pág. 105.

8 Ibid., pág. 175.



II. LA DICTADURA PERPETUA DEL DR. FRANCIA


Cuando en mayo de 1811 estalló la revolución de la independencia, el Paraguay afirmó victoriosamente su doctrina ya entonces secular de la soberanía del pueblo. Tenía esta doctrina antecedentes remotos, pues había sido llevada a la práctica desde el primer decenio de la conquista: una Cédula Real de 1537 ya confería a la provincia el privilegio de elegir sus gobernadores en caso de acefalia. Carlos V, el monarca reinante, impuso restricciones a este derecho. Pero los colonos, desde 1544, interpretaron la cédula en un sentido mucho más amplio. La voluntad regia, según ellos, no sólo les facultaba a elegir sino a deponer gobernadores. En virtud de esta interpretación los partidarios de Irala depusieron en abril de 1544 al Adelantado Alvar Núñez (como ya se ha visto) y nombraron gobernador a su caudillo. Cinco lustros más tarde, los colonos de Asunción volvieron a ejercer el mismo derecho con pareja amplitud y precoz vocación autonomista. En 1572 depusieron al gobernador Felipe de Cáceres mientras éste oía misa en la catedral, le dieron por cárcel un convento y al mismo grito de "¡Libertad!" por primera vez lanzado en 1544, confirieron el mando de la provincia a Martín Suárez de Toledo. Pero algo aún más significativo aconteció al siglo siguiente, en 1647; elegido por voto popular gobernador de la provincia, el obispo Bernardino de Cárdenas iba a proclamar con osadía que la voz del pueblo es la voz de Dios. Aún más consecuente con esta tradición, a comienzos del siglo XVIII, la Revolución de los Comuneros declararía que la voluntad del común, esto es, del pueblo, era superior a la del mismo rey absoluto.

Tras la derrota de los Comuneros se abolió al fin el rescripto real de Carlos V ya dos veces secular. El Paraguay hubo de esperar hasta 1811 para lograr su total autonomía y reafirmar su antiguo derecho de darse sus propios mandatarios.

Sin embargo, pese a la derrota aplastante de los rebeldes coloniales en 1735, el espíritu comunero no había muerto al iniciarse la segunda década del siglo siguiente. Este espíritu estaba animado por ideales profundamente afines a los de la Revolución Francesa. Mucho antes que en París, se había manifestado en Asunción, pequeña aldea polvorienta perdida en los inmensos dominios del imperio español. Casi un siglo después los próceres de la independencia serían fieles intérpretes de ese espíritu. En 1813 proclamaron la primera república de Sudamérica dando al concepto de república la plenitud de su sentido político. (Ya en 1731 el Paraguay había elegido el primer presidente del hemisferio). El ideario que los hombres de Mayo elaboraron superó en lucidez conceptual y hasta en calidades estilísticas al de sus colegas de Buenos Aires, la antigua capital del Virreinato. 1

En el Bando de enero de 1812 la Junta Superior Gubernativa, presidida por el teniente coronel Fulgencio Yegros (1780-1821), trazó un notable plan de gobierno. Se podría decir que con este famoso Bando la nueva nación cobraba plena conciencia de sí y de su destino como entidad política independiente, proyectando una tarea de creación admirablemente coordinada en todos los órdenes de la vida nacional. El Bando echaba las bases de nuevas instituciones para el desenvolvimiento de la cultura secular y religiosa y para la formación, por una parte, de una élite civil y, por otra, de una élite militar capaces de desempeñar un papel eficaz en la administración pública y en la organización del ejército. "Los jefes políticos y militares" -declaró la Junta- "más se sostienen con la autoridad y buen uso de sus conocimientos que con la fuerza y el poder". 2

En cumplimiento del Bando del año 12 fueron creadas de inmediato la Sociedad Patriótica Literaria, la Biblioteca Pública y la Academia Militar. Se dispuso también la reapertura del Seminario Conciliar. La máxima preocupación de Yegros y sus colegas era la educación de la juventud. Así lo expresaron, asegurando que "todo depende en el hombre de la instrucción: poder, valor, heroísmo y cuanto puede elevarlo en esta vida sobre él común de los mortales". De aquí que al mes siguiente dictaran, en 73 artículos, las Instrucciones para Maestros de Escuela, cuyo valor doctrinal, a más de un siglo y medio de distancia, no ha perdido vigencia.

Pero entre los próceres, temporalmente alejado del poder, había un intelectual puro, discípulo de Voltaire y de Rousseau y dueño de la mejor biblioteca del país. Este "iluminista" con maceta de doctor iba pronto a contrariar todos los planes de la Junta y a erigirse en el tirano más absoluto y oscurantista de toda la historia de su patria. Mientras la Junta señalaba el derrotero de un pueblo libre y progresista, el Dr. José Gaspar de Francia (1766-1840) maquinó con éxito la disolución del gobierno constituido y la creación de su omnímodo poder. Su dictadura, instaurada en 1814, se prolongó hasta el día de su muerte, el 20 de setiembre de 1840.

Estos veintiséis años de aislamiento, de terror y de atroz oscurantismo fueron fatales para la cultura de la flamante república. A la muerte del déspota el Paraguay se hallaba en desastroso estado espiritual. "No había establecimiento alguno de educación, instrucción elemental moral y religiosa" -declaró su sucesor el presidente López en 1854 en el seno del Congreso-; "había algunas escuelas primarias de particulares mal montadas y el tiempo había reducido el clero a un número muy diminuto de sacerdotes. En lo material la capital y las villas todas ofrecían el aspecto más desagradable: templos apuntalados y amenazando desplomarse: cuarteles desaseados, incómodos e insalubres: casas particulares rodeadas de escombros o próximas a arruinarse...".

Y es que el terror había paralizado el espíritu de todo un pueblo. El suizo Rengger, que vivió en el Paraguay desde 1819 a 1826, afirmó que bajo Francia "enmudeció hasta la guitarra, compañera inseparable del paraguayo".

De aquí que no haya habido una "literatura de la independencia" y de que en el aislamiento tibetano impuesto por el Supremo no hubiera sonado en Paraguay un eco siquiera, hasta mucho después de 1840, de aquel movimiento que llenaba el mundo y se llamó romanticismo.

Arruinadas las familias patricias, fusilados los próceres, las cárceles llenas de presos, los templos y escuelas amenazando ruina, era imposible toda vida intelectual. Los únicos versos que se recuerdan de aquella época aciaga fueron escritos por el prócer Fulgencio Yegros en el calabozo, poco antes de su fusilamiento en 1821:


En plantar una esperanza

me perdí todos los años

y floreció un imposible

con frutos de desengaño…


No se podía entrar ni salir del Paraguay y la sola tentativa de abandonar el país era castigada con la muerte. Francia convirtió a la joven república en una inmensa cárcel. Las instituciones de cultura fundadas en 1812 por la Junta fueron todas abolidas: la Sociedad Patriótica Literaria, la Academia Militar, el Seminario Conciliar. El dictador se propuso defender la independencia en virtud de un aislamiento absoluto y de una preparación militar tal que, el ejército, compuesto de cinco mil hombres, podía en cualquier emergencia llamar a treinta y cinco mil más bajo banderas. Altos jefes no tenía este ejército, pues los próceres militares fueron todos fusilados y nadie los reemplazó en sus mandos con la graduación requerida. El comandante en jefe era el dictador mismo, el cual se encargó hasta de la instrucción de los reclutas. Y así como el Dr. Francia suprimió a los jefes -nunca confirió a un oficial un grado superior al de capitán-, destruyó la jerarquía eclesiástica suspendiendo al obispo y poniendo al frente de la iglesia a un Provisor que era su paniaguado. "Minerva debe dormir" pensaba- "mientras Marte vela". 3

Y el largo sueño cataléptico se prolongó hasta 1840, en la oscuridad, en el silencio, en el terror.

BIBLIOGRAFIA: El libro mejor documentado sobre el Dr. Francia y su época se debe a Julio César Chaves, El Supremo Dictador, Buenos Aires, 1942.

NOTAS

1 Ver Efraím Cardozo, Apuntes de historia cultural del Paraguay (Asunción, s. f.), tomo II, pág. 209.

2 Ibid., pág. 218.

3 Ibid., pág. 247.


INDICE DE MATERIAS

PRÓLOGO

LOS SIGLOS COLONIALES

LA DICTADURA PERPETUA DEL DR. FRANCIA

EL ROMANTICISMO

LOS HOMBRES DE 1900 O "LA GENERACION DEL COLEGIO NACIONAL" : 1. Los prosistas/ 2. Los poetas

EL ENSAYO Y LA HISTORIA DESDE 1915

EL MODERNISMO EN SUS DOS PROMOCIONES : 1. Los modernistas de Crónica/ 2. Los modernistas de Juventud

LA RENOVACION POETICA DE 1940 : 1. Dos precursores de la poesía de 1940: Dora Gómez Bueno de Acuña y Julio Correa/ 2. La generación de 1940, y la renovación poética: 1940-1947/ 3. La promoción de 1950/ 4. La promoción de 1960

LA NARRATIVA DESDE COMIENZOS DEL SIGLO XX : Los iniciadores/ Las dos corrientes de la narrativa

EL TEATRO

BIBLIOGRAFÍA MÍNIMA

LA EXPRESIÓN DE UN PUEBLO

 PRÓLOGO A ESTA EDICIÓN

APÉNDICE SOBRE AUTORES YA INCLUIDOS EN LA PRIMERA EDICIÓN 

OTROS ESCRITORES EXTRANJEROS DE LOS ULTIMOS TIEMPOS

 10. LA MUJER EN LA LITERATURA PARAGUAYA (1860-1999)

 11. EL AUGE DE LA MUJER

 LAS INICIADORAS : Las poetisas - Las narradoras

LITERATURA INFANTO-JUVENIL

COLOFÓN

INDICE DE MATERIAS

INDICE DE AUTORES

MUJERES EN LA LITERATURA PARAGUAYA: NOVELA, NARRATIVA, POESIA

 ÍNDICE.


BIBLIOGRAFÍA MÍNIMA SOBRE

LA LITERATURA PARAGUAYA


*. ANDERSON-IMBERT, ENRIQUE: Historia de la literatura hispanoamericana. México, Fondo de Cultura Económica, 1962, tomo II.

*. BENÍTEZ, JUSTO PASTOR: Aspectos de la literatura paraguaya. Río de Janeiro, Academia Brasilera de Letras, 1935.

------------. El solar guaraní. Buenos Aires, Editorial Ayacucho, 1947.

*. BUZÓ GÓMEZ, SINFORIANO: Índice de la poesía paraguaya. Asunción, Ediciones Nizza, 3° edición, 1959.

*. CARDOZO, EFRAÍM: Apuntes de historia cultural del Paraguay. Asunción, Imprenta Modelo, S. A., s. f., 2 tomos. Aunque este libro ha sido escrito para servir de texto en cursos de enseñanza secundaria, el gran historiador nos ofrece con él una obra utilísima e indispensable para el estudio de las letras y demás manifestaciones culturales de su país.

*. CENTURIÓN, CARLOS R.: Historia de las letras paraguayas. Buenos Aires, Editorial Asunción, 3 vols., 1947-1957. Una nueva edición refundida y ampliada de esta obra apareció años más tarde bajo el título de Historia de la cultura paraguaya, en dos volúmenes, en Asunción, Biblioteca Ortiz Guerrero, 1961. Como fuente de información el libro no ha sido superado. Centurión ofrece centenares de biografías, documentos, noticias bibliográficas y cuadros históricos de las diversas épocas, a partir de la conquista hasta nuestros días en forma clara y amena. Una crítica de su método de periodización literaria puede verse en Rubén Bareiro Saguier, "El criterio generacional en la literatura paraguaya, Revista Iberoamericana, Vol. XXX, julio-diciembre 1964, N° 58, págs. 293-303.

*. FLORES, ÁNGEL: The Literature of Spanish America. A Critical Anthology. New York, Las Américas Publishing Company, Vol. IV 1967. Trae notas bibliográficas y relatos de sólo tres autores paraguayos: Gabriel Casaccia, Hugo Rodríguez-Alcalá y Augusto Roa Bastos.

*. GONZÁLEZ J. NATALICIO: Proceso y formación de la cultura paraguaya. Asunción, Buenos Aires, Editorial Guarania, 1938. Hay una segunda edición, de la misma editorial, del año 1948. González trae interesantes datos sobre la literatura de la colonia solamente porque de esta obra apareció únicamente el primer tomo. De este autor debe leerse la "Reseña cultural", extenso prólogo al libro de Ignacio A. Pane, Ensayos paraguayos, Buenos Aires, W. M. Jackson Inc. Editores, 2° edición, 1946. Sobre la generación modernista de Crónica, González publicó el mejor estudio. Ver "Capece y sus amigos", Guarania, Asunción, Nos. .    16 y 17, 1935.

*. PLÁ, JOSEFINA: Apuntes para una historia de la cultura paraguaya. Asunción, Talleres de Artes Gráficas Zamphirópolos, 1967.

---------. El teatro en el Paraguay. Asunción, Diálogo, 1967. Entre los numeroso artículos de crítica de esta autora se recomiendan "Aspectos de la cultura paraguaya. Literatura paraguaya en el siglo XX", Cuadernos Americanos, Vol. CXX, Año XXI, enero-febrero, 1962. En colaboración con Pérez-Maricevich publicó "Narrativa paraguaya. (Recuento de una problemática)". Cuadernos Americanos, Vol. CLIX, Año XXVII, julio-agosto, 1968.

*. PÉREZ-MARICEVICH, FRANCISCO: Poesía y conciencia de la poesía en el Paraguay, Asunción, Ediciones Época, 1967. Pérez Maricevich edita en colaboración con Efraím Cardozo, Josefina Plá y otros el importante Pequeño diccionario de literatura paraguaya en el semanario asunceno Comunidad. Contiene artículos valiosos sobre autores, obras, revistas literarias. Su publicación en volumen ha de tardar unos años.

*. RODRÍGUEZ-ALCALÁ, HUGO: Cuentos nuevos del sur, New Jersey, Prentice-Hall, Inc., 1967.

----------. La literatura paraguaya. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1968.

----------. Ensayos de norte a sur. México, University of Washington Press, 1960.

----------. Sugestión e ilusión. Jalapa, Universidad Veracruzana, 1967,

*. RODRÍGUEZ-ALCALÁ, JOSÉ: Antología paraguaya. Asunción, Imprenta H. Kraus, 1911.

*. SÁNCHEZ, LUIS ALBERTO: Reportaje al Paraguay. Asunción, Editorial Guarania, 1949.

*. SÁNCHEZ QUELL, HIPÓLITO: Triángulo de la poesía rioplatense. Buenos Aires, Editorial Americalee, 1953.

*. TORRES-RÍOSECO, ARTURO: Nueva historia de la gran literatura iberoamericana. Buenos Aires, Emecé Editores, 3° edición, 1960.

*. VALLEJOS, ROQUE: La literatura paraguaya como expresión de la realidad nacional, 1967.

--------. Antología crítica de la poesía paraguaya contemporánea, Asunción, 1968. Wey, Walter: La poesía paraguaya. Historia de una incógnita. Montevideo, Biblioteca Alfa, 1951.


Existe una bibliografía, muy incompleta, de literatura paraguaya debida a Maxwell Isaac Raphael y Jeremiah D. M. Ford: A Tentavive Bibliography of Paraguayan Literature. Cambridge, Massachussets, Harvard University Press, 1934.

Hay una tesis en dos volúmenes, de Madame Doumas Ladouce, presentada a la Universidad de París y dirigidas por Paul Verdevoye, "Recherches sur l'evolution de la littérature en prose de 1870 á nos jours au Paraguay á travers la presse ", en octubre de 1968.



LA EXPRESION DE UN PUEBLO

"HISTORIA DE LA LITERATURA PARAGUAYA"

por HUGO RODRÍGUEZ-ALCALÁ


Conocimiento del tema y lucidez, para tratarlos, más el compromiso de ser él también paraguayo hacen de esta historia de la literatura del Paraguay, de Hugo Rodríguez-Alcalá, una obra encomiable. Breve en el lapso real que abarca, sujeta a las vicisitudes de un país cuya paz interior ha sido frecuentemente interrumpida con guerras y despotismos, esa literatura es el fiel reflejo de la vida de un pueblo noble y digno, uno de los primeros de América en su lucha por la libertad. Así aparece en el saber y entender de Rodríguez-Alcalá, cuyo compendio cumple la doble función de enseñar y esclarecer, teniendo por lema un amor al Paraguay que es más fuerte que cualquier otra consideración.

Autores y generaciones, obras y géneros, pasado y presente, todo aparece atendido con claridad y apuntado con la erudición y el "compromiso" necesarios. Rodríguez-Alcalá es no solo un crítico versado sino un hábil y convincente expositor que sabe que crítica y creación no están reñidas con la función de discernir y orientar. A ello se suman el buen gusto y el fino sentido del análisis (especialmente en lo que se refiere a la poesía) de que su historia es una continua muestra.

Asombra la lucha que muchos de estos escritores-mártires debieron afrontar. Sus vidas son recreadas (dentro de los ciclos históricos donde aparecen incluidos, para su mejor comprensión didáctica) con la elocuencia del dato personal y colectivo que las presenta brevemente y las enlaza a una obra concebida en más de una situación heroica. Ante la alternativa de exaltar un nacionalismo de afirmación y la de presentar una verdad de atrasos y miserias, el intelectual paraguayo debió pasarse por mucho tiempo encadenado a circunstancias adversas que no excluyen su condición geográfica de país encerrado y el padecimiento de regímenes que nada tienen que ver con la cultura, precisamente. El panorama puede ser así trágico, y Rodríguez-Alcalá lo presenta desde aquellas dos elecciones señalando hechos y estudiando obras en su confluencia literaria y social sin omitir las incidencias o consecuencias, y sobre todo iluminando la figura que trata, ya historiador, novelista o poeta, que siempre será la de un representante del espíritu paraguayo.

En este momento desaparecen las divisiones en etapas o ciclos, arbitrarias por convencionales, y el libro pasa a ser un solo libro, a tener un solo tema. La historia de la defensa de las libertades fundamentales, la individual y la colectiva de la que el arte literario es uno de sus mayores exponentes.

Tanto los integrantes de la generación del Colegio Nacional la que surge alrededor de 1900 en Asunción, como los renovadores que se inician en 1950, o por esa fecha, todos aparecerán unidos en la lucha común de un Paraguay mejor, y el historiador sin ofuscamientos o distorsiones los traerá a la memoria del lector a través principalmente de sus obras. Desde luego, este último lapso citado en el que se desenvuelven los ensayistas, cuentistas, novelistas y líricos del presente ciclo, es el más intensamente estudiado, ya que el libro, como expresamente lo dice el autor, "hace hincapié en la literatura paraguaya del siglo XX".

La mayoría de los creadores literarios del país, si no todos, en el estudio de que merezcan el nombre de tales, se dan cita en el volumen más allá de políticas.

O.H.V. (Oscar Hermes Villordo) La Nación, Buenos Aires - Agosto 15, 1971


PRÓLOGO A ESTA EDICIÓN

Los coautores de esta nueva edición se han propuesto historiar lo acontecido en la literatura paraguaya en español a partir de la fecha de la primera publicación (Ediciones De Andrea, México, 1970) y de la segunda (Ediciones S.M., Madrid, España, 1971) hasta el presente, agosto de 1999.

Prefieren publicar el texto de la primera versión mejicana sin Introducir cambio alguno. Pero como algunos autores estudiados desde entonces han enriquecido su labor con nuevas aportaciones literarias, y como otros escritores nuevos han surgido en las últimas décadas, el lector hallará en el Apéndice la información requerida.

No hemos intentado una ordenación generacional semejante a la que postulan tratadistas de la teoría generacional como, por ejemplo, José Ortega y Gasset. Los escritores y escritoras nacionales suelen identificarse a sí mismos como pertenecientes "al grupo del 50", o "al del 80", también llamado "del Taller Ortiz Guerrero", del Taller Cuento Breve, etc. Nosotros nos atendremos a esas denominaciones que tienen, lo que llamaremos, un valor comúnmente aceptado.

Como todo obra humana, esta Historia de la Literatura puede adolecer de algunas omisiones -no voluntarias- que el lector sabrá comprender.

HUGO RODRÍGUEZ-ALCALÁ/ DIRMA PARDO CARUGATI
 


INDICE DE AUTORES

A

Abente, Victorino/ Aguiar, Adriano M./ Alonso de las Heras, César/ Alsina, José Arturo/ Alvarez Sáenz, Félix/ Amaral, Raúl/ Appleyard, José Luis/ Argüello, Manuel B./ Ardissone, José Luis/ Artecona de Thompson, María Luisa/ Ayala, Eligio/ Ayala, Eusebio/ Azuaga, Moncho       

B

Baecker, William/ Báez, Cecilio/ Bareiro, Luis Francisco/ Bareiro Saguier, Rubén/ Barrett, Rafael/ Battilana De Gásperi, Raúl/ Bazán, Juan F./ Benítez, Justo Pastor/ Benítez, Luis G./ Bermejo, Ildefonso Antonio/ Bilbao, José Antonio/ Bray, Arturo

C

Caballero, Pedro Juan/ Cabañas, Esteban/ Capece Faraone, Roque/ Campos Cervera, Herib/ Cardozo, Efraím/ Cardozo, Lizandro/ Cardozo, Juan Andrés/ Casaccia, Gabriel/ Casartelli, Mario/ Casartelli, Víctor/ Centurión, Carlos R./ Centurión, Juan Crisóstomo/ Centurión, Leopoldo/ Centurión Miranda, Roque/ Centurión Morínigo, Ubaldo/ Chamorro, Delfín/ Chaves de Ferreiro, Ana Iris/ Chaves, Julio César/ Chaves, Osvaldo/ Correa, Julio

D

Dávalos, Juan Santiago/ Dávalos, René/ Decoud, Diógenes/ Decoud, Héctor R/ Decoud, José Segundo/ Decoud, Juan José/ De Gásperi, Luis/ De la Vega, Ricardo/ del Barco Centenera, Martin/ de Lezcano, Juan Gabriel/ Díaz de Guzmán, Ruy/ Díaz-Pérez, Rodrigo/ Díaz-Pérez, Viriato/ Domínguez, Manuel/ Domínguez, Ramiro/ Duarte Prado, Bacón

F

Fariña Núñez, Eloy/ Fernández, Félix/ Fernández Heriberto/ Fernández, Miguel Ángel/ Ferreiro, Oscar/ Filártiga, Joel/ Fontao Meza, Rigoberto

G

 Garay, Blas/ Gamarra Doldán, Pedro/ Garcete, Carlos/ Gelly, Juan Andrés/ Godoi, Juan Silvano/ Gómez Bueno de Acuña, Dora/ Gómez Sanjurjo, José María/ Gondra, Manuel/ González Alsina, Ezequiel/ González Canale, Aurelio/ González Delvalle, Alcibíades/ González, J. Natalicio/ González Páez, César/ González Real, Osvaldo/ Goycoechea Menéndez, Martin de/ Guanes, Alejandro

Halley Mora, Mario/ Hernaez, Luis

I

Irala Burgos, Adriano

L

Lamas de Rodríguez Alcalá, Teresa/ Lamas, Vicente/ Leyes de Chaves, Concepción/ Livieres Banks, Lorenzo/ Loma, Borja/ López, Carlos Antonio/ López Decoud, Arsenio/ López, Francisco Solano/ López, Venancio/ Lugo, Eusebio A. 

M

Maíz, Fidel/ Marcos, Juan Manuel/ Marrero Marengo, Ricardo/ Martínez, Luis María/ Martínez, Reinaldo/ Mazó, Ricardo/ Miranda de Villafaña, Luis de/ Molinas Rolón, Guillermo/ Moreno, Fulgencio R./ Morales, Joaquín

Oddone, Pancho/ O'Leary, Juan E./ Ortiz Guerrero, Manuel/ Ortiz, José Concepción/ Ortiz Méndez, Francisco

P

Paiva, Félix/ Pane, Ignacio A./ Pecci Saavedra, Miguel/ Pérez Acosta, Juan Francisco/ Pérez Chaves, Emilio/ Pérez Maricevich, Francisco/ Pérez Martínez, Marcelino/ Pesoa, Manuel/ Pistilli, Fernando/ Plá, Josefina/ Prieto, Justo/ Prieto Yegros, Leandro 

R

Ramos Giménez, Leopoldo/ Rauskin, Jacóbo A./ Recalde Facundo/ Ritter, Jorge R./ Ritter, Rodolfo/ Rivarola Matto, José María/ Rivarola Matto, Juan Bautista/ Roa Bastos, Augusto/ Rodríguez Alcalá, Guido/ Rodríguez-Alcalá, Hugo/ Rodríguez Alcalá, José/ Romero, Elvio/ Rojas, Liberato/ Roura, Nelson/ Ruiz de Montoya, Antonio/ Ruiz Nestosa, Jesús/ Ruffinelli, Luis

S

 Sánchez Quell, Hipólito/ Seirferheld, Alfredo/ Suárez, Victorio V.

T

 Talavera, Natalicio/ Torga, Rudy/ Troche, Julio César  

U

Urbieta Rojas, Pastor

Valdovinos, Arnaldo/ Vallejos, Roque/ Velázquez, Rafael Eladio/ Vera, Helio/ Villagra Marsal, Carlos/ Villarejo, José

Y

Ynsfrán, Pablo Max

W

Wiezell de Espinola, Elsa

Z

Zubizarreta, Carlos/ Zubizarreta, Gonzalo/ Zubizarreta, Ramón



MUJERES EN LA LITERATURA PARAGUAYA:

NOVELA - NARRATIVA - POESIA


A: Acosta, Delfina/ Addler, Mariela/ Almeida, Marcelina/ Álvarez, Montserrat/ Arias de Molina, Guitaly/ Artecona de Thompson, María Luisa/ Ávila de Jariton, Charo/ Ayala de Michelagnoli, Margot

B:  Báez González, Carmen/ Barreto, Chiquita/ Balancino, Verónica/ Bassetti, Verónica/ Betzel, María Irma/ Blanco de Saguier, Stella Maris/ Bonnet de Mendonça, Neida/ Benítez Capurro, Alba/ Bosio, María Beatriz/ Bosio, María Luisa/ Bruel Peres, Nathalie

C:  Campos Cervera, Alicia/ Cárdenas de Telesca, Adelaida/ Cardús, Adriana/ Carmagnola, Gladys/ Casariego, Nilsa/ Casartelli, Carmen/ Coscia de Martino, Stella/ Chaves, Raquel/ Chaves de Ferreiro, Ana Iris/ Checa, Renée

D: de Izaguirre, Ester/ Delgado, Angélica/ Delgado, Susy/ De los Ríos, Edda/ Díaz de Espada de Ramírez, Sara/ Du Guerny, Marguerite

E: Espínola, Lourdes/ Encina de Miranda, María Teresa/ Escudero de Riera, Carmen/ Fabri, Carla/ Ferrari de Nagy, Noemí/ Ferrer de Arréllaga, Renée/ Flores Acosta, Estela/ Flores de Zarza, Idalia/ Friedmann, Nora

G: Gaona de Sosa, Carmen/ Garay, María Eugenia/ García, María Cavadonga/ Gayoso, Milia/ Gertopán, Susana/ Gianni, Miriam/ Gómez Bueno de Acuña, Dora/ Gómez Sánchez, Enriqueta/ Guanes de Bedoya, Servillana

J:  Javaloyes, Ana/ Joffe de Quiroz, Ita

K:  Kallsen de Torres, Lidia/ Karlik, Sara/ Kasamatzu, Emi/ Kostianovsky, Pepa

L: Lamas de Rodríguez-Alcalá, Teresa/ Lebron, Maybell/ Leyes de Chaves, María Concepción/ López de Blomberg, Ercilia/ López, Nila/ Luna, Gladys 

M: Méndez-Faith, Teresa/ Mendonça de Spinzi, Lucy/ Mercado de Vera, Elly/ Meyer de Landó, Marta/ Moreno de Gabaglio, Luisa/ Mujica Jurisic, Edith/ Muñoz, Gloria

P: Paiva, Gloria/ Paiva, María del Carmen/ Pane de Pérez Maricevich, Leni/ Pardo Carugati, Dirma/ Prieto Yegros, Margarita/ Pedrozo, Amanda/ Pedrozo, Mabel/ Peralta, Lourdes/ Pereira Olmedo, María Elina/ Pérez Cáceres, Lita/ Plá, Josefina/ Puschkarevich, Elinor

R: Ramírez Cataldo, María Gloria/ Ramírez, Teodosia/ Reineck de Méndez, Carlota/ Riquelme de Bisso, Susana/ Riquelme de Molinas, Yula

S: Saguier, Raquel/ Sanabria de Romero, Nidia/ Sapena Pastor, Josefina/ Scosceria de Cañellas, Lucía/ Soler, Carmen/ Stratta, Lilian

T: Talavera de Fracchia, Ida/ Torcida, Teresita/ Trueba, Alicia

V: Veas Zapata, Gloria (Benja Felibre)/ Veia de García Klein, Alcira

W: Wiezell, Elsa
 



INDICE


El auge de la mujer

Las iniciadoras

Las poetisas - las narradoras

Literatura Infanto-Juvenil

Mujeres en la narrativa paraguaya

Autoras - (Por fecha de primera publicación) : Marcelina Almeida/ Teresa Lamas Carísimo de Rodríguez Alcalá/ Ercilia López de Blomberg/ Servillana Guanes/ Josefina Sapena Pastor (Blanca Lila)/ Teodosia Ramírez (Hebe)/ Renée Checa/ Josefina Plá/ Enriqueta Gómez Sánchez/ Luz Alba Benítez Capurro (Alba Luz)/ Lidia Kallsen de Torres/ Dora Gómez Bueno de Acuña/ Concepción Leyes de Chaves/ Elsa Wiezell/ María Luisa Artecona de Thompson/ Ester de IzaguirreNoemí Ferrari de Nagy/ Gladys Carmagnola de Medina/ Renée Ferrer/ Mariela de Adler/ Ida Talavera de Fracchia/ Ana Iris Chaves de Ferreiro/ Carmen Soler/ Teresita Torcida/ Nilsa Casariego/ Elly Mercado de Vera/ Lourdes Espínola/ Leni Pane de Pérez Maricevich/ Idalia Flores de Zarza/ Yula Riquelme de Molinas/ María Gloria Ramírez Cataldo/ Miriam Gianni/ María Elina Pereira Olmedo/ Alcira Veia de García Kinen/ Raquel Chaves/ Lilian Stratta/ Nidia Sanabria de Romero/ Amanda Pedrozo/ Alicia Campos Cervera/ Neida Bonnet de Mendonça/ María Eugenia Garay/ Delfina Acosta/ Mabel Pedrozo/ Susy Delgado/ Nila López/ Teresa Méndez-Faith/ Pepa Kostianovsky/ Nathalie Bruel Peres/ Gladys Luna./  Lucy Mendonça de Spinzi/ Sara Karlik/ Raquel Saguier/ Margot Ayala de Michelagnoli/ Gloria Muñoz../ Sara Díaz de Espada de Ramírez Boettner/ Chiquita Barreto/ Milia Gayoso/ Gloria Veas Zapata (Benja Felibre)/ Nora Friedmann/ Maybell Lebron/ Luisa Moreno/ Dirma Pardo Carugati/ María Luisa Bosio/ Carla Fabri/ Estela Flores Acosta/ Lucía Scoscería de Cañellas/ Edda de los Ríos/ Marta Meyer de Landó/ Susana Riquelme de Bisso/ María del Carmen Paiva/ Elinor Puschkarevich/ Carmen Casartelli/ Montserrat Álvarez/ Lita Pérez Cáceres/ Rosanna Berino/ Adriana Cardús/ Margarita Prieto Yegros/ Susana Gertopán./ María Irma Betzel/ Heddy Benítez/ Lourdes Peralta/ Angélica Delgado/ Verónica Basseti/ Marguerite du Guerny/ Verónica Balansino/ Adelaida Cárdenas de Telesca/ Stella Maris Blanco de Saguier/ Ana Javaloyes/ Charo Avila de Jariton/ Emi Kasamatsu/ Carmen Escudero de Riera/ Carmen Gaona de Sosa/ Alicia Trueba de Martínez/ Gloria Paiva/ Guitaly Arias de Molina/ María Beatriz Bosio/ Edith Mujica Jurisic/ Ita Joffe/ Stella Coscia de Martino/ Carmen Báez González.



Enlace interno al documento :

LA MUJER EN LA LITERATURA PARAGUAYA (1860 - 1999) 

Ensayo de DIRMA PARDO DE CARUGATI



 

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