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HUGO RODRÍGUEZ ALCALÁ (+)

  ROMANCES DE LA CONQUISTA - Autor: HUGO RODRÍGUEZ ALCALÁ


ROMANCES DE LA CONQUISTA - Autor: HUGO RODRÍGUEZ ALCALÁ

ROMANCES DE LA CONQUISTA

 

Autor: HUGO RODRÍGUEZ ALCALÁ

Publicación: Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2001

Notas de reproducción original: Edición digital basada en la de Asunción (Paraguay); Ingrapar : Industria Gráfica Paraguaya, 2000.

 

 

 


Índice

  • Prólogo
  • Alejo García, el descubridor (1524)
  • La expedición marcha hacia el Norte, hacia los xarayes (Febrero, 1558)
  • La segunda fundación de Buenos Aires, y la única mujer (1590)
  • De cómo se hacía la paz entre hispanos e indígenas
  • El grito del Obispo y la deposición de Felipe de Cáceres (1572)
  • Sobre el Paraíso de Mahoma
  • El escudo de Asunción Conferido por Carlos V
  • El Padre Ruy de Montoya y el cuadro de Siete Apóstoles
  • Isabel de Guevara escribe su famosa carta: Junio, 1556
  • Mahoma y sólo siete...
  • Gobernador del Paraguay Luis de Céspedes Xeria, amigo de bandeirantes
  • Doña Victoria de Saa llega a Asunción: 1630
  • Regreso de la escolta de Victoria de Saa al Brasil y maloca de Raposo Tavares
  • Ruy Díaz Melgarejo fundador de Villa Rica
  • Fundación de la Asunción, sus fundadores y dos caciques (1537)
  • Don Juan de Salazar y su amante india (I)
  • Romance de Juan de Salazar y su salvadora (II)
  • Mito Guaraní (Faces de la luna)
  • Sobre Asunción, la fundadora de ciudades
  • Doña Mencia y las cincuenta mujeres blancas
  • El Adelantado y la hija de la princesa
  • Epílogo
  • Liropeia y Ñanduballo
  • El nombre de Villa Rica


 

 

 

Prólogo

En su Tesoro de la Lengua Castellana o Española publicado en 1611, el licenciado Sebastián de Cobarruvias Orozco, afirma: «Romance: Este nombre es genérico de la lengua toscana, a la francesa y a la española latina y la cual los romanos, como vencedores, introdujeron en estas provincias. Y al principio la gente noble habló la lengua latina y la escribió, y todos los autos judiciales se hacían en latín, lo cual se conserva hasta hoy día en algunos tribunales de la Corona de Aragón. Después el vulgo lo corrompió todo, y quedamos con el lenguaje que hoy se usa, y así los más de los vocablos nuestros son latinos, aunque corrompidos. Con estos se mezclaron los antiguos que había en España, antes que los romanos la señoreasen y después se le juntaron los nombres septentrionales de los godos y, después de la destrucción de España lo turbaron todo los árabes».

En nuestros días, la Academia sobre los romances, dice: «Novela o libro de caballería, en prosa o en verso. Combinación métrica de origen español, que consiste en repetir al fin de todos los versos pares una misma asonancia, y en no dar a las impares, rima ninguna especie»...

Menéndez Pidal en un trabajo publicado en 1939: «Los romances de América», menciona que Félix de Azara en sus obras comenta no haber escuchado ningún romance o «compuesto» como se le conoce en tierras paraguayas. Sólo en la segunda mitad del siglo XIX los estudiosos de la literatura hispanoamericana, iniciaron publicaciones a medida que fueron conociéndose. Sin embargo el musicólogo, Guillermo Sequera Netto, tiene grabado varios cantos o «compuestos», nos comentó uno sobre la batalla de Guayaibi «entre» comuneros y «contrabandos» donde dieron muerte al gobernador Manuel Ruilova Calderón, el 14 de octubre de 1733. Desgraciadamente permanece inédito.

Hoy celebramos que el poeta e historiador de la literatura hispanoamericana y española Hugo Rodríguez-Alcalá presente un libro con romances históricos referentes a personajes nuestros. La poesía paraguaya se enriquece con este valioso aporte ya que son contados los poetas que lo hacen. Una excepción es nuestro amigo Oscar Ferreiro, buen poeta y sociólogo.

De los romances de nuestro autor citaremos dos. Acertadamente recuerda al olvidado Alejo García. García es nuestro argonauta epónimo, que corrió en esta tierra americana en busca del «Vellocino de oro», sin necesidad de la nave Argos, solamente caminando y atravesando desde el puerto de Patos frente a la isla de Santa Catalina en el Atlántico meridional. Un historiador brasileño afirmó que partió en el verano de 1524 para realizar una extraordinaria jornada que resultó de 1000 leguas, o unos 4500 kilómetros.

Familiarizado con las historias de la Sierra de la Plata y su «Rey Blanco» contadas por los indios guaraníes partió con tres europeos y dos mil indios caminando por el «Peabirú», atraviesan las sierras de la costa por los Campos de Araucarias, cruzaron el gran río Paraná sobre los Saltos del Guairá, hoy desaparecidos por la represa de Itaipú, llegando a la serranía del Mbaracayú del Paraguay, navegaron por el río Jejuí hasta el río Paraguay al norte y cruzan el terrible Chaco. Consiguiendo llegar a cordillera de los Charcas, atacando los fuertes fronterizos del Imperio de los Incas. Llegando 25 años antes que Domingo de Irala, el gran perdedor pues ya estaba ocupado por otros españoles llegados con el marqués don Francisco Pizarro. Vueltos de Paraguay cargando muestras de ropa, plata y oro, sobre el río Paraguay y la boca del río Jejuí, Alejo García fue muerto por los traicioneros payaguás. Se salvó un mestizo mancebo. Nuestro Ruy Diaz de Guzmán nos cuenta: «por ser de poca edad no le quisieron matar, al cual yo conocí y comuniqué llamado como su padre Alejo García». Habrá quedado en el pueblo de Tabaré.

«El adelantado y la hija de la Princesa»

El poeta logró la radiografía del cuarto Adelantado de nuestras tierras. Quien acertadamente designó sucesora a su hija doña Juana que a través de su valiente y competente marido el licenciado y oidor Juan de Vera y Aragón, pudieron cumplir la mayoría y más importante obligación contraída en las capitulaciones firmadas con el rey Felipe II. Esta es verdad histórica, a pesar que antiguos y modernos historiadores afirman lo contrario.

El poemario de Hugo Rodríguez-Alcalá, llena un hueco, con sus romances de prominentes figuras de nuestra historia, siguiendo los pasos de ilustres poetas consagrados mundialmente, como Lope de Vega Carpio y Federico García Lorca que tienen romances de primera calidad.

Asunción, 29 de marzo de 2000.

Roberto Quevedo.

Presidente de la Academia de la Historia.




Alejo García, el descubridor (1524)


Alejo García sueña                        

con tesoros del Rey Blanco,                      

él, que en ínsula minúscula                       

del Brasil es pobre náufrago.                    


Él, que lo ha perdido todo,         5           

menos su heroico entusiasmo,               

sueña con un reino mítico                         

de refulgentes palacios,                             


en que doquiera chispean                         

oro y plata, cual ornato 10         

y más que ornato, materia                        

de muros y artesonados.                           


El brillo de esos metales                             

deslumbra al náufrago incauto,                              

para quien no hay imposibles,  15         

utopista empecinado.                 


El Rey Blanco impera allende                    

selvas, esteros, pantanos,                         

ríos, montañas, desiertos,                         

grandes torrentes y saltos.         20         


Alejo mira muy lejos;                   

él está determinado                     

a conquistar las riquezas                            

del fabuloso Rey Blanco.                            


Leguas y leguas y leguas              25         

de un inmenso mundo bárbaro                              

habitado por indígenas               

peores que tigres cebados.                      


Aunque algunas tribus sean                     

de natural más humano,             30         

la antropofagia es un rito                           

sin aprensión practicado:                           


¡qué valor da a los guerreros                    

la carne de los contrarios!                          

Indios tupí-guaraníes    35         

le hablaban de la existencia                      


muy tierra adentro, a Occidente                            

de prodigiosas riquezas.                             

García, a otros tres náufragos                  

-uno es Alejo Ledesma-               40         


urge ir al Continente                    

hasta llegar a la Sierra                  

de la plata, del Rey Blanco                         

y con ardiente elocuencia                          


persuade a los guaraníes             45         

que se unan a la empresa.                        

Alejo García avanza                      

cruzando selvas inmensas.                        


Llega al Paraguay futuro,                            

descubridor de esta tierra.         50         

Sigue, sigue hacia Occidente.                   

Con indios de varias lenguas                     


combate en luchas a muerte                    

hasta ver la Cordillera                  

de los Andes, el Imperio              55         

de los Incas. Es la Sierra                              


de la Plata, así llamada                 

por el mito, la leyenda.               

Matan, roban y conquistan                       

valiosísimas preseas:     60         


coronas de plata y oro,                

vasos, vajillas y telas                     

de un arte muy refinado                            

de las comarcas aquellas.                           


El Inca, Rey poderoso    65         

moviliza grandes fuerzas.                          

Y García retrocede                        

sin sufrir mayores pérdidas:                     


su decisión es volver                    

al mando de tropas frescas        70         

y conquistar ese reino                 

que ahora no se le entrega.                      


 

La expedición marcha hacia el Norte, hacia los xarayes (Febrero, 1558)


Partieron de la Asunción                            

con destino a los xarayes                           

en veintitrés bergantines,                         

canoas innumerables,                 

unos mil quinientos indios          5           

y casi dos centenares                   

de hispanos conquistadores                     

guiados por Nufluo de                 

Chaves.                              


Fuertes caballos de guerra         10         

iban por tierra incansables.                       

Una ciudad fundarían                  

y de ello hacían alarde                 


porque llevaban consigo,                           

armas, plantas, animales,            15         

semillas e indios amigos.                            

Mas Chaves no cuenta a nadie                

que adonde él quiere llegar                      

es a un reino insuperable,                         

un país de maravillas     20         

de fabuloso paisaje,                     


el de laguna afamada,                 

montes de fúlgido oro                 

y de rutilante plata.                      

Por un bosque de laureles          25         


hermosas mujeres vagan:                         

son de dulzura hechicera                           

cuando suavemente cantan.                    

Si se las mira en el bosque                         


se las creería unas hadas             30         

cuyos senos voluptuosos                           

insinuantes recatan.                     

Borbotea en el paisaje                


una fuente de gran fama                           

que da inmortal juventud           35         

a quien bebe de sus aguas.                       


Mujeres bellas acuden                

cuando este milagro pasa,                         

y lo besan en la boca                    

y acarician extasiadas.   40         


Nunca los conquistadores                         

pisaron la tierra mágica,                              

la del oro inacabable                    

y abundantísima plata.                


Tocante a inmortalidad 45         

ganáronla sin fontana                  

y se hicieron inmortables                           

por sus ilustres hazañas.                            



La segunda fundación de Buenos Aires, y la única mujer (1590)


Don Juan de Garay en junio                      

de Mil Quinientos Ochenta,                      

fundó por segunda vez,                             

la ciudad que iba a ser Reina,                   


Reina del Plata en un siglo          5           

aún futuro, que hoy celebra                     

en famosísimo tango                   

su soberana grandeza.                


Partió Garay de Asunción                          

con mancebos de la tierra,         10         

y solo diez europeos.                   

Mancebos lleva cincuenta.                        


Entre ellos una mujer                  

tal vez de no gran belleza,                         

¿pero que siendo una sola         15         

quién iba a encontrarla fea?                     


La flotilla fundadora                      

de condición bien velera                            

tiene naves paraguayas                              

que airosamente navegan.        20         


Los mancebos generosos                          

se alistan para la empresa,                        

y a su costa ponen armas                           

y avíos, que a sus expensas,                     


eran gastos dadivosos  25         

de su juvenil pobreza.                 

Van en largas caravanas,                            

vacas, yeguas y otras bestias                    


que inician en la Argentina                        

gran industria ganadera.              30         

Ana Díaz se llamaba                      

la única mujer pionera                 


que viajaba en la flotilla.                             

Hoy mucho se la recuerda.                        

Y cinco siglos no olvidan               35         

donde tuvo su vivienda:                             


fue entre Florida y Corrientes                  

o por lo menos bien cerca                         

de esa esquina bien famosa.                    

Y en Asunción, de donde era     40         


Ana Díaz, una calle                        

su nombre célebre lleva.                           

Casose más de una vez               

esta doña Ana asunceña,                           


con varones asuncenos               45         

según crónicas nos cuentan.                    

Le inventó rostro y figura                           

un pintor en una tela                   


que evoca la fundación               

de la gran urbe porteña.              50         

En el cuadro mencionado                          

Ana lleva la cabeza                        

de cabellos invisibles,                  

cual si fuera cartujana                  

que nada monjil tuviera.             55         

Nunca pudo este pintor2                           


siglos hacía que Ana                     

dormía bajo la tierra.                    


Ana Díaz se llamaba                      

y hoy mismo se la recuerda:      60         

el honor de ser la única               

cinco siglos lo celebran.                              



De cómo se hacía la paz entre hispanos e indígenas


Se ha dicho que la conquista                    

no fue en campos de batalla,                   

sino en lechos del amor                              

o balanceos de hamaca.                             


Y los tratados de paz      5           

con las tribus comarcanas,                         

fueron en lechos nupciales                       

con voluptuosas muchachas.                   


El cacique Abacoté                        

hizo paces con Irala:       10         

este se echó carnalmente                         

con la hija de aquel, en cama.                  


Y los besos refrendaron                             

la paz que así fue acordada:                      

¡Indios tocando tambores          15         

y gran tumulto de danzas                          

de hispanos y naturales                              

celebraban la alianza,                   

que en pacto carnal, acepto,                    

el amor solemnizaba.    20         


En su mismo testamento                           

dejó escrito el gran Irala                             

que Dios le dio nueve hijos                       

de siete madres indianas.                          


Victoria Ocampo, orgullosa,       25         

3 ser descendiente del padre                  

de la india doña Águeda.                            


La cual, mestiza, era hija4                          

En Asunción se asegura                              

que Úrsula, de Águeda 30         

hermana,                          


de la familia Carísimo,                  

es remota antepasada.               



El grito del Obispo y la deposición de Felipe de Cáceres (1572)



Era Fray Pedro Fernández                         

de la Torre, aquel obispo.                          

Y era Felipe de Cáceres               

el Gobernador; y el siglo                            


era el siglo Diez y Seis;  5           

y el escenario del grito,               

aunque parezca mentira                            

en la historia de un obispo                        


fue la misma Catedral,                 

mientras el culto divino                10         

solemnemente aludía                 

a misterios con sus ritos.                            


El mandamás oye misa,                              

en devociones estricto,                              

cuando súbito resuena 15         

el poderoso alarido,                     

porque este ha sido el volumen                             

del alboroto político                     

Don Felipe se levanta                  

ante el altar, amarillo     20         


de indignación y sorpresa,                         

rodeado de enemigos.                

Pataleando furioso,                      

de los cabellos cogido,                 


se lo llevan en volandas               25         

hasta un convento, y con                           

grillos                   

a una cadena lo amarran.                           

Tiene la llave el obispo                


del cepo a que a esta se aferra.               30         

El aposento es contiguo                             

al del mitrado. El complot,                         

éxito bien concebido.                  


Los mancebos de la tierra,                         

mozos de intrépido brío,             35         

de acuerdo están con el golpe,               

y en la plaza se han reunido.                    


Sus potentes arcabuces                             

disparan cárdenos tiros:                             

odian al gobernador      40         

y fueron apercibidos.                   


Entonces Martín Suárez                             

de Toledo, gran amigo                 

de Fray Pedro, por las calles                     

con triunfadores berridos           45         


va gritando «¡Libertad!               

¡Libertad, amigos míos!».                          

Y luego Martín Suárez                  

asume el mando. ¿No es lícito                 


que un nuevo Gobernador5      50         

en caso de acefalía?                     

Así mandó Carlos Quinto.                          


¡Qué prelado Fray don Pedro!                 

¡Qué prelado vengativo!                            

¡Qué perfidia y qué sevicia         55         

con don Felipe el caído!                              


Aquel que en la Catedral                            

oyó el sacrílego grito,                   

y encadenado y vejado                              

en la misa fue cautivo.  60         


Fray don Pedro, carcelero                         

de su mísero enemigo                 

quiso él ser, para llevarlo                           

a España, duro de grillos,                           


y acusarlo de manera    65         

que no escapara al castigo.                       

Y a España fueron los dos:                         

el preso humillado y triste                         

y exultante, el fiero obispo.                      



Sobre el Paraíso de Mahoma


La ciudad de la Asunción,                           

con su nombre tan cristiano,                    

por sus costumbres, ganose                     

mote a su fe muy extraño.                        


Llamose el Paraíso          5           

de Mahoma, y nada en vano                    

pues Mahoma y su Alcorán                       

permiten al mahometano                         


siete mujeres, no más,               

y en Asunción era el caso            10         

que hasta setenta mujeres                       

tuvieran los castellanos                              


extremeños o andaluces                           

sin olvidar a un gran vasco.                        

El cual, en su testamento            15         

confesó con desenfado,                            

ser padre de nueve hijos                           

de enlaces amancebados6                        

«Digo, declaro y confieso                           


que yo tengo y Dios me ha         20         

dado                    

en esta Provincia...» y nombra                

a sus queridos bastardos.                          

¡Que hermosos nombres tenían                            


los hijos del vascongado!            25         

Águeda, Úrsula, Ginebra,                          

a quienes él ha casado                

con ilustres capitanes,                 


columnas de su yernado.                           

«La conquista de esta tierra       30         

no fue en campos de batalla,                   

sino en lechos del amor                              


allá en los tiempos de Irala.                       

Denunciaba un sacerdote                          

-un González Paniagua-               35         


lo que ya dijimos antes:                              

en esta prosa rimada:                  

Mahoma a cada creyente                          

siete hembras otorgaba;                            


pero los conquistadores              40         

de aquella indígena raza                             

hasta setenta mujeres                

tenían para su hamaca.               


Y agrega el Padre Paniagua                       

bien sabréis lo que decía:            45         

el cristiano que no está               

contento con cuatro indias                        


es porque no puede haber,                      

el doble como él querría...                        



El escudo de Asunción Conferido por Carlos V



El amo del mundo, Carlos                          

primero en España y Quinto                     

en la revuelta Alemania,                            

honrar a Asunción nos quiso.                   


Aunque apenas una aldea          5           

le otorgó un escudo él mismo:                

en un cuartel Nuestra Virgen,                  

San Blas en otro; un castillo                       


llenaba el otro cuartel.                

Y en este escudo honrosísimo  10         

no iba a faltar un león,                 

un muy elocuente símbolo                       


que en el escudo exaltaba                        

el asunceno heroísmo.                

Aunque sin maravedíes               15         

de la metrópoli avara,                  


tuvo Asunción el grandísimo                    

honor de ser declarada               

ilustre, justo homenaje                              

a aquella ciudad indiana,             20         


madre de ocho ciudades,                          

de sus hijas olvidada.                   



El Padre Ruy de Montoya y el cuadro de Siete Apóstoles


El Padre Ruy de Montoya,                         

predicador -gran caudillo-                          

a quien los indios seguían                          

por selváticos caminos,               


como a Moisés los hebreos        5           

guiados fuera de Egipto,                            

fue un gran fundador de                            

pueblos                              

en el Guairá de anchos ríos.                      


Dominaba el guaraní      10         

con hondo saber lingüístico,                     

y en este idioma su alma                            

ardía en fervor divino.                 


¡Que elocuencia la del Padre                    

inspirado por Dios mismo,          15         

al predicar a esos seres               

de recio perfil cobrizo!                

Cuenta el Padre que él tenía                    

pintados en cuadro santo,                         

efigies de Siete Apóstoles          20         

a que él mismo puso marco.                     


Llévalas en procesión                   

durante tres días largos                              

acompañado de treinta                              

nativos ya cristianados. 25         


Fue hasta el sitio en que una cruz                          

hizo izar hacia lo alto,                   

así como una iglesita                    

de sólidos, toscos bancos.                         


Rezó misa varios días     30         

hasta que ansiosos llegaron                      

en tropel indios e indias                             

con sus familias, dejando                           


sus estancias y sus chacras,                       

queriendo ser bautizados           35         

para cantar en la iglesia               

en coro los himnos sacros.                        


(Era el siglo diecisiete                   

y apenas en cuatro años                            

en el inmenso Guairá    40         

trece pueblos se fundaron.)                     



Isabel de Guevara escribe su famosa carta: Junio, 1556


Aquel año Mil Quinientos                          

Cincuenta y Seis, una carta                        

hará famosa a su autora                             

doña Isabel de Guevara.                            


Escrita fue en una aldea               5           

indócil, en la que Irala                  

ejerció su dictadura                      

sobre el Río de la Plata.               


Juana de Austria, la princesa                    

hija de Carlos de España,             10         

el Carlos que ya era el Quinto                  

Emperador de Alemania,                           


era a quien se dirigía7                  

Y a esta princesa cuenta                             

las estupendas hazañas               15         


de las mujeres venidas               

en la Armada malhadada                           

de Don Pedro de Mendoza,                     

el mismo que en Guanabara                    


asesinó a Juan de Osorio,            20         

el noble de mala fama,                

que en el saqueo de Roma,                      

de la Roma de los Papas,                            


«hinchó la mano» ladrona                         

al pillar la ciudad santa. 25         

Doña Isabel en la epístola                          

a Doña Juana relata                      

el heroísmo sin par                       

y la caridad cristiana                      

de las mujeres, en días 30         

de la conquista del Plata.                           


(En Buenos Aires, infierno                         

en que el hambre, no las llamas,                            

fuera la horrible tortura                              

de los héroes de una raza           35         


de gigantes). Las mujeres,                        

solícitas les curaban                      

en los cuerpos macilentos                         

las heridas y las llagas.                 


Hacían de centinelas,    40         

daban por el campo alarma,                     

repelían los asaltos                       

de la belígera indiada,                  


y hasta las bocas de fuego                         

cargaban y disparaban. 45         

A gritos, sargenteando,                              

eran fuertes en batalla                


tal como fueran los hombres,                  

a que ahora, enfermos,                              

sanaban.             50         

¡Muy justo fue encarecer                          

las hazañas silenciadas                

de valerosas mujeres                  

que tanto a su sexo honraban!               

¡Muy justo el hacer constar       55         

el que estas hijas de España                     


tuvieran en la Conquista                            

la grandeza de gigantas!                             


 

 

Julio

1999


Mahoma y sólo siete...



La conquista de esta tierra                        

no fue en campos de batalla                    

sino en lechos del amor,                            

allá en los tiempos de Irala.8                    


-un González Paniagua-               5           

«Mahoma a cada creyente                       

siete hembras otorgaba.                            


Pero los conquistadores                             

de aquella indígena raza                             

muchas más hembras tenían:   10         

algunos enamoraban                   


hasta setenta cobrizas9                              

Del nombrado sacerdote                           

estas no son sus palabras;                         

pero este romance cuenta         15         

lo mismo, con otra fabla.                            


Agregaba el sacerdote:               

bien sabréis lo que decía:                          

«El cristiano que no está                            

contento con cuatro indias         20         

es porque no puede haber                       

el doble como él querría.»                        



Gobernador del Paraguay Luis de Céspedes Xeria, amigo de bandeirantes


Allá van los prisioneros                

brutalmente acollarados,                           

para en haciendas e ingenios                   

ser vendidos como esclavos.                    


Aquel de Céspedes Xeria            5           

Cómplice de los malvados                         

bandeirantes, y como ellos,                      

o más que ellos, desalmado,                    


desposó10 con una dama                          

portuguesa, de alto rango,         10         

cuya dote fue una hacienda                     

y cuarenta mil ducados.                              


Aquel de Céspedes Xeria,                         

cómplice de los corsarios,                          

gobernaba el Paraguay 15         

con designios lusitanos.                              


¡Gobernaba el Paraguay                            

provincia del reino hispánico                    

pero en él, los portugueses                      

tenían un aliado.             20         


No permitió que los indios                        

estuviesen bien armados.                         

Arcabuces requerían                    

contra el atroz adversario:                         


A indios, a frailes y a clérigos      25         

el arcabuz fue vedado.                

Entonces los bandeirantes                        

cazaron miles de esclavos.                        


¿Qué acontecía en Europa                        

en tiempos de las bandeiras?    30         

Exactamente en el año               

de mil quinientos ochenta,                       


los dos potentes imperios                         

de la Península Ibérica                 

tuvieron ambas coronas              35         

sobre una sola cabeza.                


Y fue Felipe Segundo                   

Rey de España y las Américas,                 

el único soberano                          

de estas comarcas inmensas.    40         


Vio en la unión de ambas coronas                         

aquel de Céspedes Xeria                           

ocasión de obrar según                              

personales apetencias.               


Denunció al traidor de Xeria       45         

el honesto licenciado                   

don Mateo de Espinosa:                            

«Cuando llevan a San Pablo                      


indios viejos e indias viejas                       

los matan si su cansancio             50         

la marcha les dificulta                   

y obligan a andar despacio».                    


Estas palabras no son                   

las mismas de aquellos cargos,                

pero dicen la verdad      55         

sobre crímenes infandos.11                     


comprobó que de San Pablo                    

fueron vendidos en Río                              

setenta miles de esclavos.                        


Traídos desde el Guairá               60         

en este perverso tráfico,                           

doce mil indios murieron                           

en menos de un par de años.                  


Murieron en el trayecto                             

bajo la urgencia del látigo,          65         

por inmensas soledades                            

que fueron atroz calvario.                         


Doña Victoria de Saa llega a Asunción: 1630



Doña Victoria de Saa                    

y su escolta portuguesa,                            

llegan por fin con la pompa12                  


Comanda la escolta un primo                   

de Victoria, un primo que era    5           

capitán, cuyo apellido                  

de Saa, con orgullo ostenta.                     


Con el real estandarte                 

don Luis de Céspedes Xeria                      

la recibe, y bajo palio     10         

solemnemente la lleva                


hasta la entrada florida               

de la mansión que la espera.                    

Curiosa, toda Asunción               

la ceremonia contempla.             15         


Mas esta curiosidad                      

de indignación no está exenta:               

al capitán y la escolta                    

el Gobernador los premia                          


otorgándoles derecho  20         

de cazar en nuestras tierras                      

indios e indias, para esclavos                    

en ingenios y facendas.                              


Seiscientos de aquellos siervos               

deberían ser de Xenia, 25         

pues la dote lo hizo dueño                        

de una heredad brasileña...                      


 

Regreso de la escolta de Victoria de Saa al Brasil y maloca de Raposo Tavares


Al regresar al Brasil                        

la escolta de esta princesa;                       

(digo esto porque a Victoria                     

el título bien le sienta),               


topa con una partida     5           

de bandeirantes, hambrienta                  

de carne esclava, que en pueblos                          

y reducciones encuentra.                          


Aquel Raposo Tavares                 

¡No Rapaso, tigre, hiena,             10         

asesino sin escrúpulos                 

en nuestros valles y selvas:                       


rapaz de núbiles indias,                              

rapaz de bienes de iglesia,                        

manda esta horrible maloca       15         

que ya iba a ser la postrera!                      


Villa Rica, en mil seiscientos                      

treinta y dos, queda desierta:                  

huyen sus habitantes                  

tras una heroica defensa.           20         


En vano el Obispo Aresti                            

lucha contra la bandeira,                            

a cuyo paso el incendio               

es siempre siniestra huella:                      


¡De reducciones y pueblos         25         

tan solo cenizas deja!                  


Ruy Díaz Melgarejo fundador de Villa Rica


¡Ay Ruy Díaz Melgarejo                              

qué terrible tu destino                

en la Conquista en que hubo                   

héroes, santos y bandidos!                       


¡Tú fuiste el más desalmado      5           

con el ser casi divino,                   

Elvira, tu esposa, víctima                            

de tu furor asesino!                      


Elvira, mujer bellísima,                

¿con el último suspiro   10         

maldijiste al héroe bárbaro,                      

tu brutal, feroz marido,                              

padre de cuatro infelices                           

que fueron tus cuatro hijos?                    

Tenía un collar el bárbaro            15         

(difícil es concebirlo)                    


un collar del que pendían                          

en ominoso surtido,                     

lóbulos de los difuntos                

por su propia mano occisos.       20         


Al confesor de su esposa,                          

el sacerdote Carrillo,                    

por sospechas le dio muerte                    

en sanguinario homicidio.                          


Cuando fundó Villa Rica,              25         

la del Espíritu. Santo,                    

levantó una fortaleza                   

que en lo largo y en lo ancho                    


era imponente y capaz                

de causar su vista espanto;        30         

con torreones y troneras                           

y arcabuceros armados               


hasta los dientes. Osorio                            

el alcalde estaba al mando.                       

¿Por qué uniste a Villa Rica         35         

lo del Espíritu Santo?                    


-Porque el Día de Sus Pascuas                 

la he fundado: mes de mayo                    

de Mil Quinientos setenta                         

que es fecha de este relato.      40         


 

Diciembre

1999


Fundación de la Asunción, sus fundadores y dos caciques (1537)


Esta tarde de oro están                              

en la ribera del río                         

el gran Juan de Salazar                

y otro blanco distinguido:                          


don Gonzalo de Mendoza.         5           

También allí están dos indios                    

que gozan entre los carios                         

de merecido prestigio:                


el uno es Caracará,                        

el otro, fiero y fornido, 10         

Capiratí, admirador                       

de Salazar, y su amigo.                


Salazar dice solemne                    

-Señores, nos es preciso                            

tras largos meses de espera,     15         

cumplir con lo prometido:                         

fundaremos aquí el Fuerte                       

en este lugar bellísimo.               

Admirable es la bahía,                 

es la mejor que hemos visto.-   20         


Relumbra el yelmo del héroe                   

al resplandor vespertino...                        

Aprueban con ademanes                          

elocuentes los nativos                 


y sus preseas de plumas              25         

ondean al viento tibio.                

No muy lejos la bahía                   

va cambiando el amarillo                            


de sus celajes en franjas13                       

Y alzaron la Casa Fuerte               30         

con gran trabajo y ahínco,                         


«trayendo palos a cuestas»                      

de umbrosos bosques vecinos.                              

La artillería y el parque                

pusieron en el recinto. 35         


Y la herrería y los víveres                            

cupieron en ese sitio.                  

Construyéronse viviendas                         

para amparo de vecinos,                            


hombres blancos y mujeres       40         

de joven cuerpo cobrizo.                           

Pues la nueva población                             

iba a ser un Paraíso                       


de Mahoma, en que hubo                        

amor,    45         

amor de verdad, genuino,                         

no sólo lubricidad                          

de arcabuceros lascivos.                             


El mismo gran Salazar                   

gozó de frutos prohibidos,         50         

y gracias a una manceba                             

conjuró mortal peligro.               


Sobre quién fue el fundador                    

de Asunción, se ha discutido.                   

Unos dicen que fue Ayolas,       55         

otros dicen que Domingo                          


Martínez de Irala; pero               

Su Majestad Carlos Quinto                        

«-Vos poblasteis la ciudad                         

de la Asunción,» dejó escrito    60         


a don Juan de Salazar.                 

Y poblar, es bien sabido,                            

fundar quería decir                       

en la jerga de aquel siglo.                          


«Amparo y reparo de14               65         

de la bahía fue el Fuerte                            

en alianza construido                   


por indígenas e hispanos                           

aunados por el destino:                              

el sitio aquel de colinas 70         

que descienden hacia el río;                     


colinas desde las cuales                              

era posible el atisbo                     

de maniobras en el Chaco                         

de salvajes enemigos.  75         


Al sur, los acantilados                   

defendían el perímetro                              

de asaltos de hostiles tribus,                    

asaltos acaso anfibios...                              


 

Don Juan de Salazar y su amante india (I)


«-¡Señor! Mi padre el cacique                 

conspira contra vosotros:                          

ha resuelto con su tribu                              

asesinaros a todos.                       


Apenas en procesión    5           

mañana marchéis devotos                        

golpeando con disciplinas                          

vuestras espaldas y hombros,                 


los indios atacarán                         

en escuadrones furiosos,            10         

y, a vosotros, desarmados,                       

os harán morder el polvo».                       


La india que así prevenía,                           

a su amante que era su amo,                   

no tiene nombre en la historia  15         

que ahora estamos contando.                 


A la mañana siguiente                 

a aquel aviso aterrado,                

Salazar estaba en guardia                          

con sus valientes hispanos:        20         


Sin disciplinas ni rezos,                

el arcabuz preparado,                  

y colgando de sus tiros                

el acero toledano.                         


Cuando llegan los indígenas       25         

a ejecutar la matanza,                 

arcabuces y ballestas                   

a un mismo tiempo disparan.                   


La mujer de Salazar                       

llorando estaba en la plaza,        30         

pero sonríe llorosa                        

cuando Don Juan con la espada                              

aún chorreando sangre fresca,                

llega a su lado y la abraza.                          



Romance de Juan de Salazar y su salvadora (II)

(...fue Dios Nuestro Señor servido de que se descubriese la tramoya por medio de una india que tenía en su servicio el capitán Salazar, hija de

un cacique principal la que habiendo entendido lo que los indios determinaban, dio de ello aviso a Salazar... Ruy Díaz de Guzman, cap. XVIII)


Indios acechan la aldea,                              

la aldea, futura madre;                

madre con nombre de Virgen.                

Virgen que engendra ciudades.                              


Los indios, en los hispanos,        5           

de agravios quieren vengarse.                

Nada importan a su saña                            

pactos o lazos de sangre.                           


Sueños tuvo Salazar,                    

flor de nobles capitanes,             10         

fundador del nuevo fuerte                       

con nombre de Virgen Madre.                


Salazar dice a la indígena                            

que es su esclava y es su                            

amante:              15         

-Anoche soñaba sueños                             

de traiciones y crueldades.                       


Soñé con bosques de flechas                   

mojadas en roja sangre...                          

-Era sangre de cristianos              20         

la sangre que tú soñaste.                           


-Volaba un bosque de flechas                 

haciendo noche en el aire.-                      

-Flechas que tú viste en sueños                             

eran flechas de mi padre.           25         


-En mis sueños las serpientes                  

pululaban a millares.                    

-Las serpientes de tus sueños                 

eran indios desleales.                  


-Murciélagos en mi sueño          30         

presagiaban negros males.                       

-Guerrero de piel de luna,                         

ciñe tu yelmo brillante,               

arma tu brazo de hierro                              

antes que sea muy tarde            35         

y antes que vuelen las flechas                 

pártelas en dos mitades.                            


 

Asunción, 18 de Agosto de 1947

Mito Guaraní

(Faces de la luna)



Tras dentellearle el perfil                           

hoyó la jauría parda:                     

los siete perros tenían                 

cocuyos en la garganta.                              


Unos indios comentaron             5           

el largo aullar que escuchaban.               

Otros miraban al cielo                  

sin decir una palabra.                   


Las indias, yendo hacia el río                     

cantaron, quedo, en la playa:    10         

-¡Oh luna, cuando te muerden                

los siete perros la cara,                


el río quiere llevarse                     

los peces grandes del agua                       

y en remolinos oscuros 15         

zozobran nuestras piraguas!                    


Oh luna, cuando te muerden                   

los siete perros la cara,                

de las frutas de las víboras                        

las pesadillas se escapan             20         


y se posan en las telas                 

que urden las malas arañas.                     

¿Por qué no espantas los perros                            

con siete piedras de plata                          


o levantas una tienda    25         

con siete nubes en llamas?                       

La luna, que estaba tan               

exangüe, en concha de nácar,                 


ni aun pudo mover los labios                    

en una sonrisa blanca:  30         

después que fulgió la aurora                    

y bostezó la mañana,                   


fue absorbida por la luz                              

como un gajo de naranja.                          



Sobre Asunción, la fundadora de ciudades


Ocho ciudades, algunas                              

superiores a ella misma,                             

fundó Asunción, generosa,                       

de sus pechos dando vida.15                   


y la noble Villa Rica;        5           

y Santiago de Jerez                       

en fragosas lejanías.                     


Al Sur fundó Santa Fe,16                            

Buenos Aires, en el Plata                           

sin rival, reina elegida.17             10         

Fundó al Oeste Concepción                      

del Bermejo, y todavía                

tuvo fuerzas y fundó                    

otra memorable villa                    


la Santa Cruz de la Sierra18         15         

Generosa madre, fue                  

tan desprendida y nutricia                         


que sus liberalidades                   

lo eran siempre de sí misma.                    

Ni un solo maravedí       20         

la Corona le destina                      


para aquellas fundaciones                         

en la remota provincia.               

Exhausta quedó Asunción                         

frente a su hermosa bahía,        25         


mientras sus hijas-ciudades                      

prosperando, florecían.                              


Doña Mencia y las cincuenta mujeres blancas


Doña Mencia Calderón                

viuda fue de aquel Sanabria                     

designado Adelantado                

para el Río de la Plata;                  


pero ya antes que el bajel          5           

hacia las indias zarpara                 

falleció él. Doña Mencia                             

dolida, mas no adredada                            


decide cruzar los mares                              

y mandar en tierra brava.            10         

Únense a la expedición                              

cuatro hijos de esta dama.                        


Diego, el mayor, aún muy joven                             

a su madre secundaba.               

Dieciocho años tenía     15         

y apenas naciente barba.                           


Vino también en la nao               

un conquistador de fama,                         

fundador de la ciudad                  

a quien dio prestigio Irala:           20         


Nuestra Señora de la,                  

la Asunción, ciudad indiana,                      

en que ya se hacía historia                        

si no feliz, bien dramática.                         


Aludo yo a Salazar,         25         

señor de capa y espada.                             

Y no olvidar el aporte                   

mayor de Mencia Sanabria:                      


trajo cincuenta mujeres                             

todas de buena prosapia,           30         

no sabemos si bonitas                 

mas de condición hidalga.                          


Solamente cuatro de éstas                       

eran mujeres casadas.                

Las demás, tocante a esposos   35         

tendrían sus esperanzas.                           


Hidalgos hay en las Indias                          

carentes de esposas blancas,                   

aunque abundantes cobrizas                   

su ardiente lujuria calman.         40         


El bajel en que cruzaron                             

la inmensa llanura atlántica                       

llamábase San Miguel,                 

el de la Angélica Guardia.                           


Pero demonios, no ángeles       45         

al San Miguel acompañan,                         

dándole guerra continua                            

de tronadas y borrascas.                            


Furiosa, el agua del mar,                            

en altas, rugientes masas,          50         

atropellando las bordas                              

atormentaba a los nautas.                         


Y ahora el agua potable                              

hacíase más escasa,                      

y el hambre ya corroía  55         

las torturantes entrañas.                           


Meses y meses de lucha                            

con crueles elementos,                              

la expedición llega a tierra                         

como una legión de espectros. 60         


Rasgadas las velas, rota                              

la verga, rotas las jarcias                             

el bajel de las Cincuenta,                           

es nave muy averiada.                


Con sus restos vanamente         65         

los hispanos argonautas                             

construirán otro bajel                  

para en él llegar al Plata...                          


Mas la nueva carabela                 

como embarcación, fracasa,      70         

y Doña Mencia y los suyos                         

no viajarán ya por agua.                             


Isla es Santa Catalina                    

del entonces vasto imperio                      

lusitano. Allí descansan 75         

tras un buen recibimiento.                        


Allí reponen sus fuerzas                             

mujeres y marineros.                  

¡Agua potable allí había                              

y abundantes alimentos!            80         


Thomé de Sousa resulta                             

ser, no obstante, un hombre                   

artero,                

en la isla es el que manda                          

y, conforme a su deseo,              85         


piensa hacer de los hispanos                    

rehenes o prisioneros.                

No olvidar por otra parte                           

que blancas del bello sexo,                       


eran cincuenta, en la isla,            90         

y esto acaso un argumento                       

para retener a Mencia                 

y un posible gineceo.                   


Salazar, hombre de muchas                      

agallas y agudo ingenio 95         

organiza una evasión                   

con muchos que ya eran presos.                            


Además de los humanos                            

Salazar trajo a Asunción                              

con siete vacas, un toro,              100       

porque nuestro fundador                         


con visión de hombre de estado                            

en los cuadrúpedos vio               

para el Paraguay y el Plata                         

un ganadero esplendor.              105       


Doña Mencia finalmente                           

el permiso consiguió                    

de venirse, tierra adentro,                        

su tierra de promisión.                


Y aunque muy desmejoradas    110       

-sin galas- que es lo peor,                          

llegan aquellas mujeres                              

a la remota Asunción.                  


La acogida que tuvieron                             

de contento las colmó. 115       

Los asuncenos mostraron                          

fervorosa admiración.                 


Y hubo bodas muy felices                          

que exaltó un genuino amor.                   

(Muy probable que el promiscuo            120       

conquistador español                  

no renunciase a sus indias                         

tan pródigas en el amor).                           

 

El Adelantado y la hija de la princesa


Opulento, Ortiz de Zárate                          

el poder ambicionaba,                 

pues la riqueza para él                 

ya era ambición bien lograda.                  


Obtuvo el adelantazgo 5           

para el Río de la Plata                   

gracias al Virrey en Lima                             

y luego del Rey de España.19                   

Juan es su nombre de pila,                        

y a su hija llamó Juana, 10         

nacida de una princesa                

de rancia nobleza incaica.                          


A esta núbil, tierna ñusta                           

don Juan tiernamente amaba.                

¡Que hermosos vestidos luce    15         

donairosa, toda gracia!                


¡Nadie puede competir                              

con su garbo y su elegancia:                     

qué sedas y qué brocados,                       

qué pedrerías, qué galas!           20         


Ansiando el poder Ortiz,                            

hizo largo viaje a España                             

anheloso de que el Rey                              

a su Virrey confirmara.                


El Rey Felipe Segundo   25         

afablemente lo trata                    

y confirma el nombramiento,                  

con su firma soberana.                


Corre el siglo Diez y Seis,                            

el de Lepanto y la Armada          30         

que armó Felipe el Prudente                   

sin sospechar la desgracia.                        


Mas vencida la Invencible,                        

España sigue bien alta.                

Viven Cervantes y Lope,              35         

y el duro Duque de Alba;                           


vive el postrer Paladín                 

el llamado don Juan de Austria,                              

y en Toledo pinta el Greco                        

rostros de mística magia.             40         


Don Juan Ortiz gobernó                              

breve tiempo la Provincia.                         

El año Setenta y Cinco                 

nombra heredera a su hija                        


y sucesor en el mando  45         

a quien su esposo sería.                             

No aprueba este testamento                  

el señor Virrey en Lima.                              


Él tiene su candidato                    

para la huérfana niña.   50         

Al paso que el Presidente                          

de la Audiencia, en Charcas                      

sita,                      

para casar a la núbil                       

princesa otro nombre indica:     55         

su propio hijo, Francisco                             

de Matienzo, «en que cabían                  

todas las partes» mejores                         

para regir la Provincia.                 

El Virrey ordena entonces          60         

que la ñusta venga a Lima20                     

y aquí teniéndola cerca               

las bodas controlaría.                   

Cuando van los alguaciles                          

a requerir a la niña          65         


se case con el hidalgo                  

que eligió su Señoría,                   

la ñusta les dice: «Es tarde:                       

seré la esposa legítima                


de don Juan Torres de Vera       70         

y Aragón, en este día...»                            

¿Qué pasaba en Asunción                         

durante aquellas intrigas                            


del Virrey y de la Audiencia                       

y la princesa archirrica,  75         

doña Juana, ya no virgen,                          

nieta del último Inca?                  


Pues un sobrino del ex                

ya difunto Adelantado,               

mozo joven, inexperto 80         

de menos de veinte años,                         


quedó a cargo del gobierno.                     

El pueblo, soliviantado                

por su impericia, le exige                           

que renuncie ante escribano.   85         


Y preso lo envía a España                           

como a aquel infortunado                         

Núñez Cabeza de Vaca,                              

el del pleito legendario.                              


Mas el mozo Diego Ortiz,            90         

mozo de aciago destino,                            

nunca llego a la metrópoli:                        

veréis lo que le ha pasado:                        

en costas del Uruguay,                

charrúas lo carnearon   95         

y murió sin el consuelo                

de confesar sus pecados.                          


¿Y qué fue de Doña Juana                         

princesa del Reino incaico?                       

Quede para otra ocasión             100       

en otros versos contarlo,                           


que este romance de hoy                         

se esta poniendo bien largo...                 




Epílogo

Tocante a qué sucedió                

a don Juan Torres de Vera                         

y Aragón, el desposado                              

con la opulenta princesa,                           

pues seamos suficiente               5           

informar que la pareja                 

tuvo después buena suerte                     

y disfrutó de su herencia.                          


Él al poder accedió                        

y en Asunción con la bella           10         

nieta del último Inca,                   

fue feliz y lo fue ella.                    



Liropeia y Ñanduballo


La historia de Liropeia                  

y sus dos enamorados,               

supone que aquella indígena                   

con su nombre tan extraño,                     


debió de ser más que hermosa                5           

un selvático milagro.                    

Ella tiene un pretendiente                        

con quien solemniza un pacto.                


El nombre de este varón                            

increíble, es Ñanduballo.             10         

El escritor español                         

que nos refiere este caso,                         


o se ha inventado dos nombres                             

o se los ha falseado:                     

se trata de Centenera   15         

que también firmaba Barco,                     

cuyas octavas reales                     

son las de un plúmbeo poetastro,21                    

tiene renombre afianzado.                       


Liropeia, ninfa agreste  20         

exige a su enamorado                 

siete insignias de caciques,                        

siete insignias de alto rango                      


en las tribus emplumadas                          

no siempre amigas de blancos. 25         

¿Cómo sería esta india                

aún virgen, de cuántos años?                  


¿Sería una adolescente                              

flor pagana del Deseo,                

de grandes ojos rasgados           30         

y profundamente negros?                        


¿Sería su cuerpo joven                

escultórico y tan tierno,                              

que los genios de los bosques                 

espiaran con embeleso?             35         


¿Pájaros multicolores                  

de musicales gorjeos                   

la seguirían trinando                     

en séquito de revuelos?                            


¿Y en la floresta sonora                40         

los papagayos de fuego                              

al verla pasar veloz                        

quedarían en suspenso?                            


Liropeia en un arroyo                   

tan limpio como secreto,             45         

bañábase y retorcía                      

sus abundantes cabellos.                           


Y éstos, sobre sus hombros                      

y las curvas de sus pechos,                        

aire de diosa le daban   50         

con centelleos de ébano.                          


-Ñanduballo, Ñanduballo,                         

me fastidian tus protestas:                       

¿no te he dicho varias veces                     

que no te vengas muy cerca,     55         


y ni siquiera me mires,                

sin siete hermosas preseas                       

sin siete bravos caciques                            

que reinan en nuestras selvas?-                             


-Liropeia, no seas cruel 60         

con quien te quiere de veras.                  

Si alguna vez serás mía                

hoy debieras ser más buena.                   


Sé testigo de mis siete                

combates de oculta guerra,       65         

con siete duros caciques                            

más feroces que las fieras.                        


Verás que para ganarte                              

cómo yo con siete flechas                         

o siete golpes de maza 70         

te conquisto esas preseas.                        


Mientras así dialogaba                 

aquella extraña pareja,               

vio a la ninfa un hombre blanco                              

y loco quedó por ella.    75         


Llámase el blanco Carballo,                       

andaluz de pura cepa.                 

Al saber la condición                     

que imponía la doncella                              


a Ñanduballo, sin miedo              80         

lo reta a mortal pelea.                 

La ninfa promete darse                              

al que triunfe en la prueba.                      


Vence el Blanco y Ñanduballo                  

fallece ante Liropeia.     85         

Esta lo ve agonizar                         

con una expresión hermética.                 


Carballo quiere abrazarla                           

ya haciendo de ella su presa.                   

-¡No! -ordena ella- «Primero     90         

a Ñanduballo lo entierra.-                          


Obedece el español                     

y comienza la tarea.                      

Ha dejado bajo un árbol                             

su larga espada aún sangrienta.               95         


Y apenas él se descuida                              

ella la empuña resuelta                              

y feroz, en el cristiano                 

la clava con muerte cierta.                         


Junio

1999

El nombre de Villa Rica



En el Guairá descubrieron                         

unas piedras cristalinas               

criadas dentro de cocos                              

de padernal. Amarillas                 


como topacios lucientes,             5           

violetas como amatistas,                            

y otras verdes y otras rojas,                      

de variedad infinita;                     


amén de azules zafiros,                              

todas, todas, maravillas.              10         

Estas piedras, gran riqueza,                      

Melgarejo lo sabía,                       


y bien sabía el lugar                      

donde se hallaban las minas.                    

Decidió fundar un pueblo           15         

en discreta cercanía,                    

de esos topacios, rubíes,                           

esmeraldas y amatistas.                             

Partió de Ciudad Real                   

hacia unas comarcas indias,        20         


entre nacientes de ríos               

donde el gran tesoro había.22                 

para fundar Villa Rica                    


tras una marcha difícil                  

por fragosas lejanías.23               25         

que un tiempo sería víctima                     


de feroces bandeirantes                            

y sus malocas malditas.               

Por las riquezas en piedras                        

tan preciosas como míticas,       30         


Melgarejo le dio un nombre...                 

el nombre de Villa Rica.                              


Diciembre

1999

 

 

 

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