RECUERDOS DE UN LAGO, DIÁLOGO INTERIOR, UN SUEÑO, CONFESIÓN, AÑORANZA y FÁBULA
POESÍAS DE JACOBO A. RAUSKIN
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RECUERDOS DE UN LAGO
Una noche tibia…
no, no nos conocimos.
Nos destruimos
dulcemente,
cual conviene
sin duda
a quienes tienen
aún algo
por destruir
en sí mismos.
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DIÁLOGO INTERIOR (SIN COPLA)
Entre el tedio
y el encuentro,
uno ya miente
diciendo:
no, no la quiero.
Y otro sopla
–en fiel silencio–
el muy oportuno
adverbio: aún.
(DE: NAUFRAGIOS, 1984)
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UN SUEÑO
Las noches comenzaban a ser largas, no por el cambio de la hora local sino por cierto insomnio, muy frecuente en mí durante aquella época. Solía yo pasar muchos amaneceres caminando; buscaba un desayunadero, una panadería, una pirámide de frutas en la calle, un poco de mercado en las albas del no-sueño. A veces, leía el periódico y vivía mi propio collage
en esa plaza
con una glorieta
y otra viñeta
telúrica o tetánica
que, por otra parte, deja de ser una viñeta para ser un fragmento de río y chatarra en los ojos de cualquier madrugador desinteresado. Y una vez, estando yo ahí bajo la protección de las últimas estrellas, de la suave luna del alba, del fino sol llamado Febo por Pandora, quedé profundamente dormido.
Quién sabe si alguna vez desperté de aquel sueño; soñé que no era yo quien dormía.
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CONFESIÓN
Soñar es dulce;
no amar, amargo.
Por eso, yo no quiero
vivir sino en la periferia
confusa de mi sueño.
Rozando a veces la vigilia
y, a veces, algún cuerpo.
(DE: JARDÍN DE LA PEREZA, 1987)
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AÑORANZA
Musgo, jazmín, palmeras,
esta noche definen
el aroma y no el límite
de otra noche más densa.
¿Fue aquí? Fue ayer, fue ella,
criatura de fuego,
de inocencia y desvelo.
Fuimos dos, y mi estrella.
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COMPOSICIÓN EN BLANCO Y NEGRO
En el fango radial se demora el desenlace de una noche de fútbol. Oigo sin interés mientras tomo el fresco en mi porción de acera. También la calle rechaza el presente y se me aparece como si ella fuera un recuerdo, una glosa de otra noche. Bajo la luna, un perro ladra a una sombra y un borracho sigue su camino. Es curioso, creo haber visto ya la escena al tiempo que pienso que no soy yo, que debe ser otro quien ahora la está viendo.
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FÁBULA
En mi camino encuentro
un árbol elocuente: dice cosas
que el viento calla y la razón entiende.
Es un palo borracho, un palo panzón.
Es un gordo del reino vegetal.
Las nubes pasan o se quedan en sus ramas.
Icaro vuela, lejos.
Y yo, que sólo vuelvo a mi casa,
creo que vuelvo a un árbol de mi infancia.
(DE: FOGATA Y DORMIDERO DE CAMINANTES, 1994)
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(De: "ANTOLOGÍA DE LA LITERATURA PARAGUAYA"
/ 3ra. Edición – Autora: TERESA MENDEZ-FAITH
Editorial EL LECTOR, Asunción-Paraguay 2004.
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