Ella, la profesora de lengua con un marido deslenguado.
¡Oh! compadre, altísimo benefactor de los diccionarios:
Sus hojas saben que jamás serán molestadas por mi compadre.
Pero cuánta plata tiene mi compadre y cómo habla.
¿No es cierto, comadre?
Qué hueso duro de roer mi compadre.
Que nadie se atreva a corregirlo cuando habla.
Eso lo sabe perfectamente mi martirizada comadre.
Pero un día no aguantó más e interrumpió a mi compadre.
-¿Qué hace con todo el dinero que gana, compadre?
-Gato aquí, gato allá y enseguida termina...
-Bonifacio, las eses... -gritó mi comadre profesora.
-Diculpe, gatos aquí, gatos allá...
Oh! compadre, estimadísimo compadre...
¡Pobre mi comadre profesora que debe escucharlo siempre sin la S!
LOS SIN PATRIA
Los militares se creen los únicos patriotas posibles.
Miles de militares y la única patria en inocultables ruinas.
Los curas se creen «los creyentes» de Dios Todopoderoso.
Miles de curas y el único Dios exiliado en millones de parias.
Los contados oligarcas criollos se creen gente de bien
y son los mismos curas y militares pero aquí trajeados.
Hace tiempo la ley era igual para todos los hijos del vecindario.
Pero luego quedó únicamente para los civiles o particú.
A los curas nadie puede levantar dedo, salvo en algunos casos:
cuando algunos padres sirven a Dios sirviendo a su pueblo.
Entonces Caifás y sus incondicionales «sepulcros blanqueados»:
se encargan de crucificar a miles de cristos en Latinoamérica.
Y los militares que apresan, torturan y matan sin parpadear:
tienen su propio Tribunal y ya estipuladas todas formas de amnistía.
Y nosotros los sin patria o apátridas de sus iras.
Y ellos los salvadores y defensores de Dios, Patria y Familia.
Y nosotros los echados a patadas o por hambre de nuestra tierra.
Y ellos que usan de papel higiénico las páginas de los mandamientos.
Y ellos que defecan en la patria y en la familia.
Y ellos que espantan inmoralmente los hijos a nuestra patria.
Y ellos que resquebrajan como verdugos nuestra familia.
Y al final del cuento nos sindican a nosotros como los apátridas.
Y ellos no usan la bandera ni para cubrirse la cara de vergüenza.
Y ellos nos cercenaron de la patria chica.
Y nos arrojaron en los surcos de la Patria Grande.
Y de vuelta estamos retoñando y rebrotando esperanzados.
Y pronto reconquistaremos el corazón de la Patria Grande.
Y pronto el Paraguay será nuevamente lo que fue con Francia y los López.
Resurgirá del pueblo y sus manos generosas y sapiencia sembradora.
FE DE NACIMIENTO
Mi madre preguntó cuánto le debía a la partera.
Mi nacimiento fue un verdadero parto con dolor.
La comadrona se negó rotundamente a cobrar por su trabajo.
Argumentó lo suficiente para rechazar el céntimo.
«Qué le puedo cobrar por una porquería».
Pero lo gratis o barato siempre sale caro.
Puso una condición sine qua non.
Pidió encarecidamente que me pusieran Gilberto:
Más por lo gil que por berto diría un amigo porteño.
Por primera vez mi familia violó el almanaque Bristol.
Gracias a la autorización del párroco.
O si no me hubiera llamado Genaro:
El más borracho entre los Ka'u rapó de mi pueblo.
Dentro de todo Gilberto resulta algo simpático.
Por ejemplo yo tengo un amigo que se llama Augusto Erótido.
Otro Pánfilo Atarasio. Otro Lidio Ampelio. Otro Asdrúbal.
Otro Protacio. Otro Domitilo. Otro Serapio. Otro Herculano.
Otro Eutiquio. Otro Antenor. Otro Equicio. Otro Restituto.
Otro Pascasio. Otro Polinicio. Otro Etewoldo. Otro Sulpicio.
Otro Todos los Santos. Otro Arecio. Otro Tarcisio. Otra Toribia.
Otra Crisóstoma. Otra Presentación. Otra Urbana. Otra Macaria.
Otra Encarnación. Otra Asunta. Otra Visitación. Otra Tecla Máxima.
Otra Paciana. Otra Ulelia. Otra Generosa. Otra Agapita. Otra Troadia.
Otra Blanca Rosa Amarilla Rojas (hija de Madonia Rojas e Ildo Amarilla).
Otra Eufrasia. Otra Crisóloga. Otra Perseveranda. Otro Homobono.
Otra Hipólita. Otra Anacleta. Otra Anatolia. Y otra Liboria Austreberta.
Pero estos nombres son todavía pronunciables.
Hay algunos que fueron víctimas del almanaque Bristol.
Un primo nació y le tocó Circuncisión del Señor.
Por suerte, todo el mundo lo conocía por Señor.
El que no pudo salvarse fue mi amigo Juan Latinante.
Hasta yo creía que su apellido era Latinante Pérez.
Aun sabiendo que era el único que se apellidaba de esa forma.
Ya que en su familia todos eran Pérez a secas.
Pero un día cayó en mi poder su documento de identidad.
Había nacido un 24 de junio del año 1953.
JUAN ANTE PORTANTE LATINANTE PÉREZ.
Tal era su nombre y apellido completos:
JUAN ANTE LA PUERTA DE ROMA.
Pero el famoso almanaque Bristol sólo traía en latín.
Visto y considerando los nombres que barajé:
Mi querido nombre Gilberto es un reverendísimo piropo.
APELLIDOS AL POR MAYOR
1
De chico yo odiaba mi doble apellido.
En la escuela sobresalía lejos mi nombre en la lista.
Cualquier maestra idiota llamaba al más visible.
A raíz de esto le encaré una mañana a mi mamá.
Ella tuvo razón. No podía yo renegar de ella.
Debo estar orgulloso de tenerlos a los dos sanitos.
Que no ponga el segundo apellido el que no tenga madre o padre.
Pero yo sí. Gilberto Ramírez Santacruz, etc., etc.
Lo que me duele es que este asunto no tiene salida.
Me gustan los apellidos de papá y mamá.
Pero así también se apellidan los milicos que apuntan al pueblo.
Y los cipayos. Todos usan por lo menos dos apellidos como mínimo.
La Fulana Piripipí Parapapá de Kirirí Karará.
El Mengano Sultano de los Santos Shereví Sherová.
Todos descendientes de homónimos ancestros y antecesores.
Yo hubiera querido llamarme Pedro, Juan, Andresito.
Gilbertito no, porque se alarga. Gilberto y punto.
Pero mis padres están orgulloso de mí y yo de ellos.
2
Recuerdo que mi prima Conchita también se quejaba.
Había ido a España a estudiar con mi otra prima Dolores.
Ahora me acuerdo. Las dos se quejaban de sus apellidos.
Conchita se recibió de médica y se casó con un ingeniero.
El gallego rubio aquél se apellidaba coincidentemente Baca.
Conchita no tenía problema para escribir su nombre.
Pasaba casi desapercibida la V larga. Decía ella.
Pero cuando tenía que decir su nombre en voz alta...
La gente se agarraba la barriga para reír.
También: doctora Conchita de Baca...
Lo más grave pasó con mi otra prima. La más linda.
Dolores había abandonado su carrera para farmacéutica.
Se fue con un catalán bohemio y dejó todo.
No hace mucho vinieron a Paraguay, para casarse.
Después de amancebarse cinco años se decidieron.
Dolores siempre lo llamó Manolí.
Y era mejor había sido.
Porque escuchamos el nombre completo de Manolí.
Y nos arrepentimos de habernos reído de Conchita.
No fue nada en comparación a Dolores.
Recuerdo que tomé mucho vino en el casorio.
Dolores estaba feliz frente al altar.
El catalán no entendía los cuchicheos en guaraní.
Sobre todo cuando el cura preguntó:
«Dolores Villalba, queréis como esposo a Manuel Verga?».
La gente es mal pensada.
Enseguida pensamos que mi prima se llamaría:
Señora Dolores de Verga.
3
Mi abuelo materno una vez discutió con un amigo.
Los dos estaban totalmente borrachos.
Los dos también flaquitos y altos como pindó.
Eran verdaderamente dos palos borrachos.
Se habían tomado hasta la presión.
El viejo Santacruz trataba de calmar a Torres.
Éste seguía desbocándose contra mi abuelo.
«Nosotro lo colorado somo lo que mandamo».
«Utede lo liberale pililí son uno mutile».
Mi abuelo estaba acostumbrado a perdonarlo.
Él le decía que cuando manden los liberales no harían eso.
«Jamás maltrataría a un amigo, por má que sea colo'ó».
El viejito Torres no escuchaba cuestiones.
«Ademá mi apellido e el má alto de todo».
Mi abuelo no se hizo esperar para rematarle.
«Pero yo soy má alto que vo. Etoy sentado sobre vo».
«Salí y mirá sobre qué etá sentado la Santa Crú».
«Santacrú etá sentado sobre Torre».
Mi abuelo salió disparando.
Torres sacó ya en vano su puñal. Perdió con mi abuelo.
Tuvo que clavarle a otro:
Al ciego Cepí que debió dejar de tocar el arpa.
REFLEXIONES DE UN SEPULTURERO
Creo que yo nací directamente de o en una fosa.
Mi padre jamás recordó cuándo él mismo había empezado.
Así que yo confieso que siempre fui sepulturero.
El abuelo Américo le decía lo mismo a mi papá.
También dijo mi abuelo que a él su papá le decía lo mismo.
¡Vaya uno a saber quién entre nosotros fue el pionero!
Todo esto le dije al nuevo párroco que me hizo la pregunta.
-¿Cuándo comenzaste en este oficio, Ceferino?
Y la pregunta hizo derrumbar algo dentro de mí.
Como una gran estantería llena de vidrios ruidosos.
Yo que cavaba fosas y fosas con tanta naturalidad.
Lo único que hacía era poner mi precio y solicitaba las medidas.
Para mí los cadáveres eran toditos iguales, democráticamente.
Y echaba mano para concluir antes de que llegue la gente.
Yo soy de los que piensan que duele más ver cavar que enterrar.
Más de un deudo me felicitó por mi condición de precavido.
Decía que el párroco Bonifacio algo me metió en la cabeza.
Detrás de su pregunta entró un bichito que me muerde la conciencia.
Porque yo antes inhumaba sin prejuicio alguno a todos.
Para mí era igual el asesino o el asesinado.
La novia o el amante que se pegó un tiro o se ahorcó.
Nada me sacaba de mi profesionalismo (u ¿oficialismo?) y baqueanía.
Les digo más: me di cuenta que murió mi padre después de enterrarlo.
Cuando le estaba clavando la cruz con su inscripción.
INRI Ceferino Ortigoza 23-IV-52.
Y ahora que lo veo a mi hijo aprendiendo el trabajo me preocupa.
Porque no es bueno que un hombre dude de lo que hace.
Y Ceferinito sufriría más porque es muy enclenque y raquítico.
Aunque en el pueblo igualmente no hay otro empleo para nadie.
Mejor olvidarme de todo y seguir adelante trabajando.
Con todas las pestes que tuvo el pueblo cada vez gano menos.
¡No tengo un centavo para caerme muerto!
Pero aún no he perdido el buen humor que necesita un sepulturero.
El cementerio es silencioso porque calavera no chilla.
Como también dos muertos que estaban discutiendo una tarde.
Mientras estaba yo nivelando el fondo de una tumba a 2 metros.
Hablaban tan fuerte los finados que traspasaban la pared de tierra.
Y uno muy enojado le dijo al otro: «no te me hagas el vivo, ¡eh!».
Pero yo como sepulturero no le deseo la muerte a nadie.
Lo único que le pido a Dios es que no falte nunca el trabajo.
SOLICITUD DE AMOR
Señorita
DALIA LIZ TETARONI
Calle Recatada 202 e/Crepúsculo y Circunovulación
CIUDAD
Con mi mayor desesperación:
Me dirijo a usted con el fin de poner a su conocimiento mi condición de experto entretenedor de señoritas con dudas existenciales y angustiadas por el atraso menstrual. Me permito detallarle a continuación mis habilidades más resaltantes, entre otras:
Cosquilleo las 24 horas del día (inclusive de noche).
Hacer de gatito en invierno (ahorro de bolsa de agua caliente).
Rascada de espalda(s) en todas las duchas (sin esfuerzo ni cepillo).
Abrochada en general (botones, cierres de todo tipo o de todos los tipos).
Preparación física y espiritual (con precalentamiento y palabras dulces).
Asesoramiento y práctica con el suscribiente (esto es obligatorio).
Penetración mágica al corazón más hermético (con demostraciones inmediatas).
Certera técnica para espantar prejuicios (y tabúes inhibitorios).
Exploración erógena de todos los vericuetos y recovecos del cuerpo (y alma).
Entrenamiento de los dedos en la ciencia de la caricia (y guitarra).
Dilucidación entre violación e impetuosidad sexual (aspecto meta-físico del amor).
Explicación sencilla del pecado original (sketch de la desobediencia de Eva).
Servicio completo a domicilio en una palabra.
Descarto la buena acogida que tendrá mi solicitud de su parte, pero le reitero mi desesperación más distinguida por encontrar unos brazos abiertos y si es posible piernas también.
TORO PICAFLOR
POSDATA: No tengo ambición, personal. Me conformo con poco. Basta que me alcance para el sustento. Me agradaría con usted algo con en-verga-dura. Tampoco me disgustaría conchabarme con su corazón. Tenga a bien contestarme a: Calle CACHI 108 Esq. CARABOBO.
A CONTRALUZ
De qué nos sirve que Itaipú es la represa más grande.
Una pirámide egipcia de la hidroelectricidad.
En medio del Bermejo y del majestuoso Paraná.
Una maravilla faraónica que se burla de la miseria.
De qué nos sirven los millones y millones de kilowatts.
Si todavía no conocemos ni la licuadora.
Si nuestro tren a rajas fue el primero en Sudamérica.
Hoy es el último tren de rajas en todo el mundo.
De qué nos sirve que Itaipú sea la represa más grande.
Si el Paraguay ganó 9 mil millones de deuda con la obra.
Pero exporta su electricidad al 10% de su valor real.
Brasil es o mais felis do mundo.
De qué nos sirve los millones y millones de kilowatts.
Si el Paraguay todavía tiene un sueño mecánico.
Si la gente aún se enamora a pedal.
Si los pobres no perdieron su angustia artesanal.
De qué nos sirve que Itaipú sea la represa más grande.
Si el pueblo no se alimenta del neón.
Si el pueblo va a oscuras hacia su dolor.
Si el pueblo tiene un hambre electrónico.
¡Perdón!
Pido disculpas a los hacedores de Itaipú.
Sirvieron de mucho los millones y millones de kilowatts.
Todavía no conocemos ni la licuadora.
Pero los demás progresos sí: las picanas y garrotes
-altamente electrificados- ya son tradicionales entre nos.
PARONOMASIA
Yo le dije a Milcíades todo cuanto sabía.
Él no quiso saber cuestiones de ninguna índole.
«Todo es la misma mierda».
Pero a veces cambia de olor le dije yo.
Según Milcíades a la bota sólo le falta la «S» para ser bosta.
Y entre las eses y las heces no hay diferencia.
Y la CIA no es otra cosa que el Tío Sam y Cía.
Y que los yankis siempre nos U.S.A.
Un ingenioso poeta brasileño escribió;
A EE.UU. (a eu) los yankis me U.S.A.
Tampoco coincidimos con Milcíades en materia de arte.
Él gusta más del tango y yo de la tanga.
Él prefiere una mina de oro y yo una mina de carne.
Yo le dije que él no es un aficionado al fútbol.
Para mí el que gusta del balompié es un hincha pelota.
Y el que tiene la pelota grande es un pelotudo.
Pero Milcíades insistió en que todo es una mierda.
Yo le dije que eso únicamente se encuentra en la letrina.
Milcíades se volvió terco y me insultó gratuitamente.
«Tu poesía es un vómito de la impotencia y la masturbación».
Apuñaló mi llaga más querida y reventó la pus.
Yo arremetí contra su prenda más vulnerable.
Le comenté lo que dijo un amigo común de su novia.
«La novia de Milcíades se parece a una ensalada de frutas».
Le confesé que yo defendí a su elegida.
Y nuestro amigo común explicó que él no dijo que era fea.
Sino que se parecía a una ensalada de frutas.
«¿Por qué una ensalada de frutas?», preguntó Milcíades.
Yo sonreí y le dije con todas las ganas de mi bilis:
«Porque tiene de todo menos limones».
Milcíades empalideció y me respondió sobre el tapete:
«Todos ustedes son una mierda de porquería».
Poco después me levantaron del piso con la boca demolida.
Los puños de Milcíades reventaron mi comedor.
Pero le dije a Milcíades todo cuanto sabía.
CARTA SIMPLE I
a mis antimaestros
En esta botella al mar va mi gratitud.
A Nicanor Parra:
Por enseñarme que ser poeta es uno de los tantos oficios mal pagados
y que en poesía lo importante es la desobediencia al establishment
y que en el arte lo único reaccionario es el pudor conformista.
A César Fernández Moreno:
por pervertirme poética y escrituralmente sin haberse propuesto,
y abofetearme por haber sido obsecuente con los preceptos de Baldomero,
y por pertenecer a la pléyade de inhibidos poetas pundonorosos.
A Miguel Hernández:
por obligarme con su valentía a escribir también con el fusil
y señalarme con su vocación de pastor el horizonte de la libertad,
y por alistarme en su poemático ejército de gorriones combatientes.
A Francisco Quevedo y Villegas:
por convencerme de que la poesía es basura y flor al mismo tiempo
y de que hasta los cornudos se merecen un poema como la gente,
y de que «puto es el hombre que de puta fía».
A Emiliano R. Fernández:
por demostrarme que el pueblo es el único heredero del arte
y que lo popular debe ser el único sello de una poesía auténtica
y que la lucha sin cuartel contra la injusticia es lo que cuenta.
A Felipe Orué:
por ser el gran poeta que no cometió el pecado de escribir
y por elegir la vivencia silenciosa de la poesía y la libertad,
y optar por la locura como un impenetrable refugio de la dignidad.
A todos mis antimaestros:
que le dieron con sus ejemplos el norte necesario a mi poesía
y sembraron en mi espíritu fértil la esperanza agricultora
y armaron mis manos de poemas y cantos libertadores.
CARTA SIMPLE II
a Nicanor Parra
Te escribo tardíamente, estimadísimo antimaestro.
Debo reprocharte duramente tu indiferencia atroz.
Debo agradecerte también tu tilinguería poética.
Hasta hoy no te perdono que no hayas socorrido a Allende.
Que hayas negado la mano a la libertad de tu pueblo.
Conozco tu meada culpa al respecto y no es suficiente.
Debiste haber seguido el ejemplo de Víctor Jara.
Hoy hubieras estado más vivo y con la frente más limpia.
Pero preferiste tu antipoesía y tu cátedra de matemática.
Tus virtudes son directamente proporcionales a tus defectos.
Al fin y al cabo nada ha evitado que fueras un gran antimaestro.
Aunque supe que te has hecho eco de la logia de los verdes.
Pero igualmente ya no tendrás cabida en la gloria.
El decreto del Papa es una represalia que toma la Iglesia contra vos.
Pero también vos, Nicanor, ofendiste a Dios, María y Santísima.
Debe ser por jactarte de vergudo y eyaculador en tu autorretrato.
Eres la espina de esa flor inmarchitable que fue Violeta.
Eres también uno de esos poetas innecesarios pero infaltable.
Y sin tus antipoemas imprescindibles este mundo ya hubiera hecho ¡pum!
Ya no te robo más tiempo con esta carta que quizá no leerás nunca.
Pero antes debo agradecerte todo cuanto aprendí de tus malos ejemplos.
Y reprocharte que nuestros pueblos necesitan poetas con pies y alas.
Poetas en vuelo, poetas en marcha y no los que están de vuelta.
CARTA SIMPLE III
a Jorge Canese
Te hago llegar la presente, mi querido hermano.
Me urge saber qué te ha pasado últimamente.
De tus libros han desaparecido nuestros personajes.
¿Qué ha pasado con las cucarachas amarillas?
¿Qué se ha hecho de nuestro tirano y dictador?
¿Qué ha cambiado en nuestro país de mierda?
¿Acaso la Comisión de Moralidad se ocupa de los quilombos?
¿Acaso ya no gime nuestro pueblo bajo el yugo brutal?
¿Acaso ya no sueña nuestro pueblo en su liberación?
¿Acaso volaron del Paraguay nuestras palomas blancas y negras?
Con tu peomario Ahata Aju te has ido lejos y no volviste.
Con la Gente no cambia (De gua'u) no cambió casi nada.
Con tus Kantos del Akantilado (¿Kanese?) caíste en el vacío.
Pero has caído parado y firme para subir de vuelta.
Sigue siendo tu capital la fuerza y la dignidad.
Sigue siendo tu bandera la libertad infinita.
Pero no te olvides nunca de nuestras cucarachas amarillas,
que aún existen a millones y siguen pudriendo todo a su paso.
Y no te olvides tampoco que el tirano aún se mantiene en pie,
y que ha pisoteado a miles y miles de nuestros hermanos.
Y mucho menos te olvides que «la poesía no se vende porque no se vende»
y que eres uno de los pocos que no ha podido comprar la dictadura,
y que el arte sigue siendo uno de los brazos de nuestro pueblo en lucha.
LAS PAREDES HABLAN
al pueblo que dejó su ingenio en los muros
Dime a qué te dedicas y te diré a qué general perteneces.
Los cazaizquierdistas de hoy son los cazaderechistas de mañana.
En Paraguay no se gana ni se pierde reputación.
El matrimonio es la dictadura del amor.
No al divorcio, sí al concubinato.
Si los curas no quieren divorciarse que no se divorcien.
El divorcio no es obligatorio, el servicio militar sí.
No desear la mujer de tu prójimo ni a tu prójimo.
Adán no se casó con Eva porque entonces no había divorcio.
En Paraguay no hay divorcio, tampoco hace falta.
EL SIDA es la técnica de castración más avanzada.
SIDA (Sacá Inmediatamente De Atrás) o el cielo prometido.
Yo no temo al SIDA pero sí al SIDE (Servicio de Inteligencia Del Ejército).
Las feministas están hechas a imagen y semejanza de los machistas.
Me gustan una barbaridad las mujeres bien machos.
Si no fuera por las mujeres, el mundo estaría lleno de hombres.
Adán fue condenado a apellidarse Pérez: «Perecerás...».
En Paraguay se violan los derechos humanos y animales.
En Paraguay cualquiera es ministro, hasta presidente.
No hay mal que dure cien 100 años, el de Paraguay ya lleva 34.
Las paredes no sólo oyen, también hablan...
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