PUSCHKAREVICH, ELINOR : Nacionalidad: Paraguaya. Fecha de Nacimiento: 29 de abril de 1941.-
Socia de la Sociedad de Escritores del Paraguay (SEP), de Escritoras Paraguayas Asociadas y del PEN Club del Paraguay.-
Participa en los talleres de poesía, prosa y análisis de texto con el Prof. Carlos Villagra Marsal.-
Tiene poesías publicadas en distintos periódicos del país. En la antología “Frist Light” poemas traducidos al inglés de Susan Smith Nash. “Reflexiones en torno a la Nueva Poesía Femenina en Paraguay” de Lourdes Espínola. En Internet, en la Biblioteca Virtual del Paraguay y Cervantes Virtual.-
Libros publicados:
· INDAGACIONES;
· HASTA EL OLVIDO.-
(Fuente: “REVISTA DEL PEN CLUB DEL PARAGUAY/ POETAS – ENSAYISTAS - NARRADORES”/ IV ÉPOCA - Nº 16 ** Arandurã Editorial, Asunción-Paraguay, Noviembre 2008 ** Este libro lo podrá adquirir a través de Portalguarani.com ** Precio de venta: 50.000 Guaraníes).-
PUSCHKAREVICH, ELINOR : Poeta. Aunque escribió poemas desde temprana edad, sólo recientemente publicó su primer poemario: “Indagaciones” (1996), prologado por Carlos Villagra Marsal. Con respecto al contenido temático del libro, comenta Renée Ferrer (en la contratapa del volumen) que como lo sugiere el título, «la poesía de Elinor Puschkarevich es una poesía de indagaciones» y que «itinerando por su biografía, haciendo un alto frente al amor y a las pérdidas, o sentándose a dialogar con la naturaleza, Elinor se recorre por dentro, se explora, se encuentra a través de su palabra».-
En cuanto a la forma estructural de dichos poemas, agrega Renée: «Apartados de la retórica y de las formas tradicionales, los poemas de Indagaciones nos llegan, muchas veces, como un arpón que toca el fondo de la circunstancia o del sentimiento, rescatando la capacidad de sueño de la autora y su persistencia en la esperanza».-
(Fuente: "BREVE DICCIONARIO DE LA LITERATURA PARAGUAYA"/ 2da. Edición – Autora: TERESA MENDEZ-FAITH ** Editorial EL LECTOR, Asunción-Paraguay 1998 ).
VOCACIÓN; RECUERDO Y POESÍA DE ELINOR PUSCHKAREVIC
Sin miedo de convertirse en estatua de sal, una mujer se detiene y mira hacia atrás, se ve a sí misma avanzando, trajinante de veredas y estaciones, consecutivamente atezada por el amor y rociada por la ausencia, contemplando de tal suerte su propio discurrir heraclitiano bajo soles frágiles y lunas cautelosas:
...y tengo en la mirada
un río herido que se desborda
y así sucesivamente otro río
frente al espejo
donde no siempre soy la misma.
Sí, esta mujer -Elinor es su nombre- ha sabido asomarse sin desazón ni prisas al profundo espejo, al pozo artesiano de la memoria, logrando recaudar, con escrutradora pasión, tanto las lejanas turbulencias como los rostros que aún pueden aprenderse con las manos.
Desde la vocación adolescente, por cierto, Elinor mantiene con la poesía un trato familiar y aéreo a la vez, pero sólo ahora ha resuelto revelar las vicisitudes de su naturaleza y su camino por medio de las presentes Indagaciones, poemario de primicias antes que de iniciación, pues en efecto la autora supo aguardar hasta hoy, o sea cuando el «dolorido sentir» de Garcilaso se le ha tornado discreción y desnudez penúltimas, cuando la grávida ramazón y el fruto lustroso permiten igualmente el despojo y el recuento, y en fin, cuando ya está:
...de vuelta de tanto ajetreo
de tanto camino trunco.
O bien al terminar por confesarnos:
Un desconcierto multiplica mi rostro
en opalinos destellos.
En un intento indoloro
penetro su grieta
y un ondulado reflejo
me devuelve su faz íntegra,
indivisible.
En la poesía de Elinor, pese a su manifiesta sobriedad, o quizá por mandato de esa misma templanza, bajo la piel de las palabras, no se agita solamente el esplendor de la nostalgia sino el apremio del deseo, como la insurgencia de la sangre está contenida por la firme tersura de un cuerpo:
Flameas como bandera azul,
me envuelves,
nos lanzamos entre aves
y blancas serpentinas
hasta afinarnos en el horizonte;
Y, con decidida transparencia:
...tengo todavía el paso ligero,
la piel inquieta
y la copa llena.
Digo que este libro de Elinor Puschkarevich, que me complazco y honro en saludar, acrece con nuevos matices de gentileza y clarividencia poéticas la ya dilatada expresión coral de voces femeninas en la lírica de nuestro país.
Y callemos, para internarnos en la voz de Elinor y acompañarla en su sencillo, fervoroso entendimiento que al cabo «siempre hay una ventana/ una lámpara, un espejo/ donde se agota la vida». - Carlos Villagra Marsal- (Última altura, abril de 1996)
Fuente: edición digital en la BIBLIOTECA VIRTUAL MIGUEL DE CERVANTES del poemario INDAGACIONES / Elinor Puschkarevich ; prólogo de Carlos Villagra Marsal.
CARMEN CASARTELLI, ELINOR PUSCHKAREVICH, MARÍA DEL CARMEN PAIVA Y SUSANA RIQUELME
(21-VI-1998 - NOTICIAS)
“DISPERSOS NO LLEGAREMOS A BUEN PUERTO”
Entrevista por VICTORIO SUÁREZ
( GENERACIÓN DEL 90 - LITERATURA PARAGUAYA )
La presente entrevista se realizó en torno a un tema: la poesía. De la misma participaron cuatro mujeres dedicadas al quehacer literario. Cada una desde su perspectiva dio la tónica especial para definir la función de la labor creativa, sin descuidar el enfoque de la problemática cultural de nuestro medio. Las que formaron parte del diálogo fueron: Carmen Casartelli, Elinor Puschkarevich, María del Carmen Paiva y Susana Riquelme. Los nombres de las citadas poetas llevarán a lo largo de la nota sus correspondientes siglas. Victorio Suárez hace las preguntas.
—¿Es tan difícil el tramo que estamos pasando en materia cultural? ¿Se respeta el trabajo cultural?
C.C. —El medio en que se desenvuelve nuestra cultura es muy difícil. Este es el país donde se tienen que dejar de lado la vanidad y el querer aparecer en los medios de prensa sólo para figurar. Es el momento en que el compromiso debe apuntar hacia la creación y el trabajo riguroso para que los escritores puedan gozar del respeto que se merecen. En ese sentido, debo mencionar que la sociedad de escritores está en una tenaz lucha por la reivindicación del creador intelectual en nuestra sociedad. Hay que salir del manoseo.
M.C.P —Estamos arrastrando el carro hace mucho tiempo. Es totalmente aceptable que la Sociedad Paraguaya de Escritores quiera hallar la forma de hacer valorar el quehacer intelectual. A eso yo quiero agregar que mientras la política cultural gubernamental sigue en la indecisión o en el pauperismo intelectual, todo será muy apremiante. La política cultural del Gobierno tiene que dar de una vez por todas el espacio que corresponde a los escritores paraguayos, caso contrario seguirá agrandando una pobre imagen estructural. Las dificultades se plantean en varios frentes. Una de las grandes barreras es también este pueblo que hasta hoy –a causa de un problema educativo– no aprendió a ejercitar la lectura. La literatura paraguaya se vende escasamente. Faltan proyectos. Los escritores tienen que producir y ver cómo canalizar sus labores.
C.C. —Hay que formar un bloque único. No podemos estar divididos en esta coyuntura porque disgregados o dispersos no llegaremos a buen puerto.
E.P. —Tenemos que trabajar y crear –como dice Carmen–, además hace falta un gran frente cultural a fin de modificar nuestra realidad cultural. Duele comprobar que no hay suficiente conciencia y que muchas veces, por pequeñas cosas, tenemos que entrar en rivalidades absurdas. Creo en la inteligencia y en la buena fe de la gente. En ese sentido estimo que los escritores paraguayos están dotados para alcanzar una concertación y ver qué lugar van a ocupar en este proceso.
—Me preocupa la falta de protagonismo de los escritores paraguayos. ¿De qué manera ven ustedes, como escritoras, esa cuestión?
E.P. —Se deben fortalecer la militancia cultural y la labor creativa. Concretamente, en la Sociedad de Escritores estamos planteando la participación activa en congresos y, al mismo tiempo, ver las reivindicaciones más urgentes de nuestro sector. Eso tiene que ver con publicaciones de libros, plantear políticas culturales y buscar la forma de participar de eventos literarios nacionales e internacionales.
S.R. —Es increíble, pero en Paraguay el escritor paraguayo apenas se anima a decir que escribe. Eso sucede por el escaso valor que el intelectual recibe en la sociedad. Eso no puede ser. Por eso hay que hacer todo lo posible para que la sociedad entienda y acepte plenamente a todos los trabajadores culturales que con esfuerzo levantan su voz como bandera de libertad y persistencia humana.
—El poeta español Francisco Villaespesa apuntaba que “la literatura es una exquisita enfermedad de vagos”. Es posible que muchos crean lo mismo. Ahora, ¿qué es lo que hace la Sociedad Paraguaya de Escritores para presionar a las autoridades a fin de que la literatura paraguaya forme parte del plan educativo?
C.C. —Yo quiero mencionar una experiencia personal. Mi libro de poemas fue presentado por segunda vez en Ciudad del Este, gracias a la Sociedad Cultural Ñemity, que hizo un trabajo de hormiga en la zona del Alto Paraná. De esa presentación participaron los alumnos que de manera increíble teatralizaron mis poemas. Eso quiere decir que ellos hicieron un trabajo de desmenuzamiento de mis obras. Ha sido algo sencillamente extraordinario, porque salieron de la forma convencional para hacer de la poesía una presencia viva y didáctica. ¿Por qué no buscar canales para que la poesía o la literatura puedan abrir nuevas perspectivas en el mundo actual? Todo depende de programas y de incentivos a los profesores de literatura.
—¿Qué sucede ahora? ¿Por qué está tan quieta la literatura paraguaya? ¿Qué proyectos de descentralización cultural existen? ¿Cuáles son los contactos con las universidades del interior?
E.P.— Hay un grave problema. Aquí cualquier emprendimiento requiere un gran esfuerzo: trabajo y contactos. Es una cuestión muy difícil porque la gente manifiesta que no tiene tiempo. Pero más que eso yo estoy convencida de la falta de proyectos claros.
S.R. —Además, el interés ha mermado. La crisis es una realidad y la cultura sufre de esa turbulencia. El verano pasado quisimos llevar una serie de lecturas de poemas en San Bernardino, para darle a esa tradicional ciudad una chispa cultural, pero en el lugar previsto ni siquiera aparecieron los organizadores. Hay un lamentable deterioro mental respecto a la literatura, eso es lo que se debe cambiar.
E.P. —Pienso que debemos dejar los espacios tradicionales de cultura y meternos a trabajar en los colegios. Si los jóvenes cambian su actitud respecto a la literatura, estaremos avanzando. Yo, personalmente, tengo fe en los jóvenes, por eso quisiera que se concreten plan específicos con los estudiantes, que al final de cuentas son los que van a cambiar la pobre situación cultural en que vive el país. De una buena formación depende el futuro de esta nación. Eso se tiene que entender.
M.C.P. —¿Cómo dar a entender eso al Ministerio de Educación y Culto? Tenemos que ampliar el panorama e ir en busca de otras alternativas: fundaciones culturales, ONGs, sociedades culturales, organismos gubernamentales de cultura, etc.
C.C. —Falta protagonismo. Y lamento que en determinados casos aparece una suerte de dormidera, de cansancio e indiferencia respecto a los graves problemas que atraviesa el país. Hace unos meses, yo presenté un proyecto de pronunciamiento acerca de la inmoralidad e impunidad que nos castiga de manera inmisericorde, pero lastimosamente la Sociedad no se animó a pronunciarse por divergencias ideológicas. Luchar contra la impunidad no tiene color y resulta tonto cerrar los ojos ante la terrible realidad que vivimos. No obstante, debo destacar que solamente Delfina Acosta y algunos escritores del sector crítico creyeron oportuno el pronunciamiento que propuse.
E.P. —Hay que llevar en cuenta que muchos no quisieron dar curso a la nota de Carmen porque dependen económicamente del Estado, son funcionarios estatales. Y uno sabe muy bien qué suerte depara a aquellos que manifiestan su disconformidad ante el sistema imperante…
M.C.P. —Esa es otra imagen de la crisis política que vive el país. Esos funcionarios tienen que comer, tienen que vivir, tienen familias… no es tan fácil estar entre la espada y la pared. Por eso no me resulta deleznable la actitud de aquellos que se opusieron a la nota de Carmen Casartelli.
—Entiendo que la cuestión demuestra la falta de fuerza que tienen los escritores paraguayos. Ahora, ¿cómo hacer para que la Sociedad de Escritores tenga una fibra más sólida?
E.P. —Lastimosamente existe mucha mezquindad. La sociedad está dividida en dos grupos. Entonces, ¿de qué cohesión se puede hablar?
—¿Cómo ven la literatura nacional?
C.C. —A mí me preocupa el divorcio que existe en las escuelas primarias con la literatura. ¿Dónde están las maestras que leen poemas? Yo felizmente debo recordar que en mi niñez tuve la suerte de tener una profesora del quinto grado de nombre Pabla Isusi, quien me llevó a escuchar –por primera vez– los versos de Juana de Ibarbourou, Rubén Darío, Gabriela Mistral y otros. Los niños y jóvenes han perdido ese contacto, no tienen incentivo, no están encontrando parámetros, referencias o paradigmas.
M.C.P. —Faltan planes concretos. Espero que la Sociedad pueda realizar talleres tendientes a despertar el interés en los jóvenes.
E.P. —Se está produciendo literatura. Pero falta llevar adelante varios proyectos que incentiven la literatura en los profesores, que son los mejores vehículos de comunicación para los niños y jóvenes.
—¿Qué les parece si definen lo que es la poesía? ¿Qué escritores marcaron en cierta forma alguna influencia?
S.R. —Para mí la poesía es la expresión más pura del ser humano. Soy intimista en mis escrituras y no me desprendo del amor cuando estoy creando un poema. La poesía es la más alta expresión. La poesía no es moda, la poesía es siempre. Me gustan como poetas José Luis Appleyard, Gladys Carmagnola, Hugo Rodríguez Alcalá y doña Josefina Plá. Escribo por épocas y con gran placer y exceso.
C.C. —Para mí (voy a decir algo muy repetitivo) la poesía es un parto, por la dolorosa experiencia que generalmente genera el poema. Escribo normalmente sin parar y por periodos largos. Hay tiempos en que no escribo nada. Entonces siempre vuelvo a Borges y Neruda, aunque parezcan tan disímiles. Y por qué no nombrar a los inmortales Bécquer, Rubén Darío y Juana de Ibarbourou que marcó sobremanera mi carácter. No tengo tanta producción. Es que siempre rompía mis escritos hasta que un día José Luis Appleyard (muy generoso) me dijo que tenía que reunir mis obras en algún libro. Ese fue el inicio de la publicación de mis poemas.
M.C.P. —Para mí la poesía es una magia, un aleteo. Creo en la poesía como expresión de canto, por eso mis referentes más importantes son los clásicos españoles y franceses, Lorca, Neruda y toda esa pléyade del 27 español. Un poeta que dejó en mí una marca indeleble fue Juan Ramón Jiménez. Mis mejores días de lectura fueron durante mi periodo estudiantil. Siempre me interesaron la poesía y la filosofía. Sigo guardando gran interés por los poetas y los pensadores.
E.P. —Es tan difícil definir lo que es la poesía, pero desconfío que es todo aquello que me ronda cotidianamente y despierta en mí el sentimiento más vivo y total. Escribo poco pero leo mucho. Neruda y Lorca siguen siendo para mí dos inmortales que marcan el destino de mi expresión estética.
Fuente: PROCESO DE LA LITERATURA PARAGUAYA - PERFIL HISTÓRICO, BIBLIOGRAFÍA Y ENTREVISTAS A LOS MÁS DESTACADOS ESCRITORES PARAGUAYOS. Por VICTORIO V. SUÁREZ. Edición corregida y aumentada. Asunción, Paraguay. 2011 (654 páginas)