LA DAMA DEL SACO ESCARLATA

Cuento de MARGARITA PRIETO YEGROS

            Con su humor peculiar y su capacidad de caricaturizar las extravagancias, Ruth participó de un encuentro internacional de escritores leyendo dos cuentos jocosos.

            El público la ovacionó con repetidos aplausos y a carcajadas.

            Durante el receso se le acercó la Cónsul de su país y le dijo:

            - ¡Impactante tu participación! El Gobernador de la Provincia te invita a compartir la mesa de él y con su esposa en la cena de gala que ofrecerá esta noche.

            - Ella es la escritora de quien te hablé -le dijo el Gobernador a su esposa, María Claudia, al presentarla en el inicio de la recepción-. Se llama Ruth Scott y desciende de escoceses, como vos. Te va a agradar su compañía -agregó mientras retiraba la silla ofreciéndole asiento.

            Ruth se había recogido los cabellos en un rodete sujeto con una peineta sobre la nuca, y para atenuar el fresco, que llegaba desde la avenida costanera, optó por una chaqueta parisiense de color rojo que combinó con una blusa y pantalones negros.

            Tras el aperitivo e iniciada la conversación, el Gobernador, dirigiéndose a Ruth, le preguntó:

            - ¿De dónde saca los temas para sus cuentos tan divertidos?

            - De la vida real nomás -respondió ella sonriendo con picardía.

            - ¿Cuándo comenzó a escribir? -preguntó María Claudia, entrando en confianza.

            - Desde que me acuerdo.

            - ¿No le molesta que se le pregunte su edad? -inquirió él Gobernador con actitud incisiva.

            - En absoluto, porque como dijera Elizabeth Arden se tiene la edad que se elige y se aparenta -respondió Ruth, consentida. Se sentía bonita y elegante, integrada a la mesa VIP de esa reunión.

            - Y a tu esposo, ¿no le molestan tus viajes sin su compañía? -preguntó el Cónsul.

            - Soy viuda sin difunto -respondió Ruth.

            Las sonoras carcajadas de sus interlocutores retumbaron en el aire y se expandieron por el salón.

            Cuando retornó la calma, María Claudia atinó a preguntar:

            - ¿Estás divorciada?

            - Sí -respondió Ruth casi en susurro.

            - ¿Por qué si sos tan divertida? -insistió el Cónsul.

            - Porque, como me explicó el psicólogo, yo nomás me casé; mi supuesto marido tenía una novia en cada esquina y si cuando regresaba a la medianoche le preguntaba de dónde venía, me contestaba: "De cultivar mi autoestima". Entonces, al constatar yo su tardía adolescencia y su vocación de mujeriego, sin más ni más lo di por muerto, y me declaré viuda, actuando frente a él como si no existiera. "El infiel no merece fidelidad", sentenció mi madre y volví a la casa de mis padres. Después del divorcio viaje a Europa, donde conocí la nieve y aprendí a reírme de mí misma, a ser independiente y a comer solo verduras y pastas.

            - ¿Por eso pediste "spaghettis al pesto" y no elegiste "roast beef"?

            - Así es -afirmó Ruth con gesto otra vez divertido. Tres semanas después, Benjamín Peña, compatriota residente en la ciudad del congreso, de visita a sus familiares pasó por lo de Ruth.

            - ¡Chéee! -le dijo al encontrarla-. Lo flechaste al más culto de mis amigos. Me ofrezco a ser el padrino.

            No te entiendo -replicó ella desconcertada. Entonces el visitante le explicó:

            - Se llama Henry Vermont y durante la cena escuchó tu conversación porque estaba sentado en la mesa contigua.

            - ¿Y qué? -inquirió Ruth, con gesto casi despectivo.

            - Es el más cotizado de los viudos de la ciudad, descendiente de ingleses, posee un establecimiento ganadero en la Patagonia. Al entregarme este sobre para vos me dijo: "Me atrae esa escritora por la inteligencia que refleja su buen humor".

            - ¡Ahh! Y vos, ni corto ni perezoso, te ofreciste a ser el cartero -comentó Ruth.

            - Estás equivocada. ¿Por qué no lees lo que dice en el sobre?

            Entonces Ruth leyó: "Estimado Benjamín: Te agradeceré me hagas la gauchada de entregarle esta misiva a la Dama del Saco Escarlata".

            Ella soltó una carcajada y dijo:

            - ¡Qué divertido! Me apodó con el color de mi saco. Pero más divertido será cuando se entere de que todo lo que dije fue puro cuento y que, como una dama antigua, sigo felizmente casada con mi primer novio.

MARGARITA PRIETO YEGROS

            Natural de Asunción, maestra y profesora normal. Doctorada en Historia por la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Asunción, se dedica a la enseñanza.

            Aficionada a la literatura, colabora en revistas y periódicos de la capital.

            Desde 1986 integra el Taller Cuento Breve. Sus cuentos han aparecido en los libros de dicho taller. En 1998 presentó su primer libro de cuentos individual con el título de En tiempo de chivatos; en 2001 publicó Cuentos de la Guerra Grande; en 2009 Cuentos chaqueños.

            También ha escrito diez cuentos ecológicos en defensa del Bosque Atlántico Alto paranaense.

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Y SIGUEN LOS CUENTOS, 2012

HOMENAJE A SU FUNDADOR

Profesor Dr. HUGO RODRÍGUEZ-ALCALÁ

TALLER CUENTO BREVE

Coordinación: DIRMA PARDO CARUGATI y STELLA BLANCO DE SAGUIER

Editorial Arandurã

Asunción – Paraguay. Noviembre 2012 (132 páginas)

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