PortalGuarani.com
Inicio El Portal El Paraguay Contáctos Seguinos: Facebook - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani
FERNANDO A. PISTILLI MIRANDA

  JOSÉ-LUIS APPLEYARD ANTOLOGÍA POÉTICA (COMPILACIÓN) - Año 1996


JOSÉ-LUIS APPLEYARD ANTOLOGÍA POÉTICA (COMPILACIÓN) - Año 1996
JOSÉ-LUIS APPLEYARD
ANTOLOGÍA POÉTICA
Compilación:
FERNANDO PISTILLI
Editorial El Lector,
Asunción-Paraguay
1996 (197 páginas)
**/**
(Enlace a datos biográficos y obras
en la GALERÍA DE LETRAS del

 
**/**
. La promoción del 50 surge a la vida literaria con ciertas ventajas iniciales sobre la promoción anterior, la del 40, en la cual debía, lógicamente hallar apoyo experimental y guía.
Dentro de ésta, José-Luis Appleyard, José María Gómez Sarjurjo, Ramíro Dnminguez y Ricardo Mazó, advinieron a la palestra literaria dueños desde el primer momento de un refinado dominio de las formas, que, por ser una realidad descuidada en nuestro país, los hizo parecer como poetas esteticistas. Sin embargo en estos poetas los valores humanos, los sentimientos morales, la preocupación espiritual ocupaban el lugar central en su temática.
El de más amplio registro y más fecunda producción fue José-Luis Appleyard, quien tempraneramente publica POESÍA (1953) y en el cual deja clavadas sus primeras banderillas estéticas de valor. A partir de allí editará, ENTONCES ERA SIEMPRE (1963), TOMADO DE LA MANO (1981) EL LABIO Y LA PALABRA (1982).
El tema central de la rica poesía de José-Luis Appleyard, en sus primeras modulaciones es el tiempo. Esta antología, tiene suficiente identidad como para mostrarse representativa de uno de los más altos poetas de nuestra literatura comtemporanea y también de uno de los más puros prosistas del idioma.
.
“La antología Poética de José-Luis Appeyard es producto de una selección del joven poeta Fernando Pistilli, quien la hizo con el criterio de brindar al público los más conocidos poemas, por una parte, y los más accesibles para el estudiantado, especialmente aquellos en los que canta las cosas nuestras, como los de Navidad, de Semana Santa, los árboles como el lapacho y el cocotero, nuestras costumbres, como la de las alfareras que hacen cántaros, etc., etc., sin que por ello no hayan sido incluidos otros de gran valor literario. El autor se mostro plenamente de acuerdo con la selección de Fernando Pistilli y lo felicitó por tal tarea y expresó que el propio autor no puede ser un buen antólogo” – EL EDITOR.-
**/**
INDICE
Omnipresencia de la poesía de José-Luis Appleyard por ROQUE VALLEJOS
I. EL LABIO Y LA PALABRA
· Has vuelto, vagabunda/ Primera forma/ Venciste, maniqueo/ El ceño del dictador perpetuo/ Solamente la línea/ El labio y la palabra
II. SOLAMENTE LOS AÑOS
· Solamente los años
III. TOMADO DE LA MANO
· Fue conmigo/ Voy como canto de sonar antiguo/ Lapacho
IV. ENTONCES ERA SIEMPRE
· El tiempo/ La casa/ La escuela/ Las palabras/ Vacaciones/ Flor de coco/ Ochenta años/ Este diciembre/ La lagartija muerta/ Yo/ Colofón
V. EL SAUCE PERMANECE Y TRES MOTIVOS
· Mujeres que hacen cántaros/ Viento norte/ Buscar el pan/ Tiempo de Navidad/ Hay un sitio/ Tríptico. Vida/ Muerte/ Sauce
VI. CÓMO REGRESA EL CÍRCULO
· Uno y otro/ El cielo está cerrado/ La estática inquietud/ Se está haciendo muy tarde/ Verano
VII. CUANDO LLEGA TU AUSENCIA
· Cuando llega tu ausencia/ Tu soledad, la mía/ Señor, hasta mi infierno/ Domingo de regreso/ Señor, llega tu tiempo/ Por esa astilla azul
VIII. MI VOZ, PARA LOS MÍOS
· A Magui, mi perra/ Para Ruy Díaz de Guzmán/ Brevísima elegía/ Oscuro afecto/ Para mi sobrina Patricia/ Estoy en mi ciudad
IX. JUGLAR DE LO PEQUEÑO
· Soneto/ El tiempo, mis amigos/ Juglar de lo pequeño/ Liras de un sauce y un lago
X. LAS PALABRAS SECRETAS
· La diosa irrespetada/ Solo queda la palabra/ Las palabras secretas/ Cuando llega, amanece
BIBLIOGRAFÍA
**/**
Poesías del
EL LABIO Y LA PALABRA
 
HAS VUELTO, VAGABUNDA
Yo no sé por qué has vuelto.
No lo sé, Vagabunda.
Quise haberte olvidado,
quise haberte dejado más allá de los cerros.
Has roto las distancias
y como esos juguetes
que uno cree haberlos perdido ya en la infancia,
apareces de nuevo
en un cajón dormido de un desván olvidado.

Otra vez, Vagabunda.
Con tu rostro hecho tiempo,
con tus manos de niebla que acarician y aman.
Vagabunda de siempre, tu cabellera loca
me cubre y me descubre solo, entre tanta gente
que no existe, que se ha ido, que se ha muerto.
Y en una duermevela que no es sueño ni vida,
te pienso, Vagabunda, tal cual eres, cual fuiste
antes de todo tiempo.
Cuando una tarde sola, hecha de loma y cielo,
llegaste hasta mis manos, corriendo con tus besos
y haciendo que ese día se convirtiese en viento
y ese viento en nostalgia. ¿Te acuerdas, Vagabunda?

Fuimos hasta el arroyo y floreció de berros,
fuimos hasta la casa y se llenó de mangos,
fuimos hasta la tarde y se llenó de estrellas
y en tus ojos la noche combinó los luceros
con los cantos de mayo,
y todo hubiese quedado como siempre si no fuera,
diablesa Vagabunda,
por tu regreso insólito.
Volviste hasta mi casa, volviste hasta mi cielo,
te tendiste de sombra en esa misma cama de mis sueños
y desde allí sonríes
hecha una sola cosa con la tenue caricia de las sábanas.
Siéntate, Vagabunda.
Tomaré un cigarrillo como aquellos de entonces,
y no lo fumaré.
Sencillamente lo tendré entre mis dedos
mientras me cuentas tú
tantas cosas de siempre que nunca las supiera.

Tu infancia, Vagabunda. Siempre eludes el tema
cuando yo lo planteo.
¿Dónde estuvo tu infancia?
¿En qué cerros lejanos dejaste tus juguetes?
¿Quién llevó tus muñecas en la Noche de Reyes
y quién puso tus sueños en tus ojos de niña
y quién rompió tu risa para hacer cascabeles?
Tantas cosas tú tienes que contar, Vagabunda,
que no habrá un solo tiempo para tu voz de niña
ni yo tendré distancia para saber que puedes
regresar cuando quiero.

Cuéntame cómo eras cuando cruzabas, loca,
las veredas del viento,
con las trenzas al aire, los pies descalzos, limpios
dejándole a la arena la huella de sus ecos.
Tus pies, mi Vagabunda,
que superando sombras te llevaban tan lejos:
tus pies alados casi, tus pies de niña siempre,
tus pies de adolescente,
de doncella en descanso,
de querubín dormido,
de arcángeles en celo.

Te callas, Vagabunda, y me miras y dices
con tus ojos las cosas que callas con tus labios.
Tus labios son el roce de beso apenas dado,
de una caricia tenue, de una gasa rosada,
de un delirio de días,
de una noche que sueña ser siempre madrugada.
Bésame, Vagabunda, ábreme las heridas,
destroza cicatrices, vente a mí, vente pronto
y deshace mis sueños,
borra con esos labios toda la sal ajena
de mis lágrimas truncas,
haz un camino eterno transitado tan sólo
por tus besos de nieve,
de nieve blanca y tibia,
de algodonosa bruma, de amanecer sin albas
de dolidos ponientes.
Así yo entre tus labios,
buscando una salida
para morir de sueños,
como una rosa mustia,
en esa comisura más pura de tu boca.
Bésame, Vagabunda, bésame como siempre,
llenándome de rosas los ojos y la frente,
poniendo una corolla de jazmines, de pámpanos
en mis sienes desiertas.
Bésame, no te muevas, hazme nuevo, de nuevo,
recupera mis años, junta los meses muertos,
rompe la cárcel pútrida con que me cerca el tiempo.
Y quédate conmigo, así, quieta, sin sombras,
como una orquídea nueva en este viejo tronco,
arrugado y rugoso, cuya savia transita
lenta y triste y sin fuerza.
Quédate, Vagabunda, tállame tú de nuevo,
pon en mis ojos verde,
pon en mis ojos sueño.
Sé viento entre mis ramas,
sé el ave de mis nidos,
sé la paloma nívea
que surque la tranquila claridad de mis cielos.

Ahora sé por qué has vuelto.
Me bastan tu mirada, tus ojos que me horadan
el pensamiento muerto.
Ya sin decirme nada, sin que tu boca rompa
el silencio que marca hoy todos mis momentos.
Así te estás quedando regresante y perenne,
como dueña de casa que me habitas y moras,
como anfitriona buena,
como esposa sin tacha,
como madre de un hijo
que se le ha vuelto grande
sin haber sido niño,
como el hada madrina de un hogar sin infantes,
como aquella hada buena con varita y encajes
cuyos velos filtraban la luz, el sol, el aire.

Te quedas, Vagabunda.
Ya lo sé, porque es tarde.
El corredor se ha vuelto de sombras y en la calle
los sonidos se vuelven más transidos de miedo
y los pasos de siempre
se detienen y vuelven a pasar por la misma
vereda de setiembre.

Con tus dedos de niebla enciendes los faroles.
Tu voz busca la música que de la tarde sale.
Te vas y entre mis libros
abres un viejo tomo
y te acomodas, dulce, te vuelves un recuerdo,
un viejo trébol mustio y amarillo y dormido.
Sin que yo me dé cuenta, te quedas en el libro,
te conviertes en trébol,
te vas, quedándote, en un libro de versos.

¡Mátame, Vagabunda,
sé un veneno en mis dedos
para que cada página del libro que no leo
se me torne un beleño!
¡Mátame, Vagabunda,
ya que sé por qué has vuelto!
Llévame hasta tus tierras,
a tu infancia, a tu reino
y allí de nuevo todo podrá ser lo que quiero:
un niño que en tus manos aprenda el alfabeto
en donde un verbo solo se construya y conjugue,
un verbo, Vagabunda,
que te diga: te quiero.

EL CEÑO DEL DICTADOR PERPETUO
¡Qué figura difícil!
¡Qué figura compleja!
Hay algo que me atrae en su ceño fruncido,
en su misión de Patria.

Fue honesto y minucioso
honesto hasta en lo mínimo.
No fraguó su conquista con gestas libertarias
pero hizo libre a un pueblo.
Duro, seco, inclemente hasta consigo mismo,
su única pasión fue un pueblo adolescente.

No fue ambiguo y su título de Dictador Perpetuo
lo recibió, valiente,
y con él gobernó como tal, con vigor de un asceta,
de un misógino puro
que impuso con su fría pasión de gobernante
el logro de su meta.

La historia aún no ha dictado
su fallo inapelable,
pero ya su figura se comienza a agrandar
en proporción directa al paso de los años.
Fue heridor de mi sangre, pero yo lo respeto:
cuando el Norte es tan alto,
no conviene aferrarse a privado recuerdo.

Seco, frío, implacable,
enigmático y triste,
su duro ceño indica no un carácter siniestro,
sino la voluntad hermética y tozuda
de liberar el suelo de tierra prometida
que es simplemente el nuestro.
 
EL LABIO Y LA PALABRA
Para Jerónimo Irala Burgos
Para que el labio acepte la palabra y el beso,
para que sepa, trémulo, la voz y su misterio;
para que pueda dar de sí mismo la fuerza
de ser el testimonio de ese pacto secreto;
para que los silencios congelen en la boca
la maldición naciente y el temido desprecio
y para que ese labio se nutra en la agonía
constante de la vida
para decir el Verbo,
para llegar a El,
pisando nuestra tierra, nuestro barro,
el camino de alimañas, infecto,
para ser, para siempre, el Otro redivivo,
es preciso vivir, pero vivir muriendo.

Porque ha llegado el tiempo que no ceja,
el tiempo que traspasa los sentidos,
el tiempo que era nuestro y sin embargo
se nos ha vuelto absurdamente extraño.
El tiempo, mi Señor, que nos transita,
incansable y fugaz, el tiempo nuevo
que al tocarnos la frente se convierte
en el recuerdo gris del tiempo viejo.

Yo necesito el labio y la palabra
para hablarte de Dios, mi compañero,
para hablarte de Ti, que me persigues
paciente y seguidor, de enero a enero.
Yo necesito el labio y la palabra,
necesito tu amor, la maravilla
de encontrarme a mí mismo en Tu sonrisa
que abona mi madero y me lo astilla.

He gastado los años de mi vida
buscando la verdad que Tú me diste.
La perdí no sé cuándo, como pierdo
las cosas que me son, que son mi origen.

Déjame la palabra, consérvame este labio,
aguárdame, no esperes que yo caiga
otra vez y otra vez,
porque mis llagas están hediendo ya.

El labio y la palabra...

¡Mátame, que de amor
se está tiñendo el alba!
 
.
Poesía de
SOLAMENTE LOS AÑOS
.
SOLAMENTE LOS AÑOS
Solamente los años nos permiten
conocer lo que acaso fue secreto,
los años nos invaden y nos dicen
qué poco resta, que transido hueco
aparece después de las murallas.
Lo que queda otra vez es campo abierto,
una carne, una sonrisa declinante,
alguna trayectoria, la tristeza
de comprobar --no ya Tomás- las llagas
de un rostro que no fue, de una vileza
que engalanadas formas de un domingo
la hicieron como es, sólo una mueca.
**/**
Poesías de
ENTONCES ERA SIEMPRE
 
.
LA LAGARTIJA MUERTA
Elegía
¿Habéis visto una lagartija muerta
cuya cola, dulcemente separada del cuerpo,
aún roba al movimiento sus imágenes curvas
y deja granos tibios de arena
como si fuera la rubricada forma de una muerte
que acechan desde tus viejas cavernas laboriosas
las trajinantes, ágiles hormigas?

¿Habéis visto a ese pequeño saurio
de vientre de mármol,
mármol que en la siesta
marcaba con su toque
la penosa argamasa uniente de ladrillos?

Ese pequeño saurio inofensivo,
dragoncillo de las inquietas curvas de la siesta,
jugando con la arena
su vieja vocación de cocodrillo antiguo
-oh maldito Esaú hastiado de lentejas-;
la lagartija joven,
Jacob de los reptiles
en constante erupción de su talento,
a quien la vida misma,
la austera madre tierra,
la comadrona práctica,
le ha dado
la armónica inquietud de los jardines;
esa pobre y sincera lagartija,
esa ondulante sombra de verano
cuyo amor con templaban,
impávidos y estérilmente tristes,
los sabios culantrillos,
oliendo a verde siempre,
en el discreto y oscuro country club de sus canteros;
esa lagartijilla
ha muerto asesinada
y ese lagarticidio
no encontrará una columna en los espacios
de las cloacales letras vespertinas,
no tendrá una nodriza
que llore acerbamente
sobre sus cuatro patas transitantes,
sus cuatro patas con temblor de manos,
de lirios tristes,
de jazmines cálidos,
sus cuatro patas manos cuyas huellas
son taquigráficos símbolos de hastío
en la barrida arena de los patios.

¿Habéis visto, decidme, ese cadáver
cuando la tarde presta, anochecida,
un velo de prudencia a nuestros pasos
y andamos recorriéndolo todo,
buscando alguna cosa
-los fósforos, la risa o el diario-?
¿Le habéis visto
ya rígido, sereno,
azulmente cadáver,
sin estola ni cruz, ni plañideras?

¿Habéis visto esa muerte
en la opaca mudez de sus pupilas?
¿Habéis visto esa muerte que se ceba
estéril en la dulce,
en la perfecta y pura anatomía
de este reptil amante de las siestas,
del sol,
del movimiento y la armonía?

¿Habéis visto, decidme, tanta muerte
saciándose maligna
en la intocada,
adolescente y pura lagartija?
 
COLOFÓN
Todo puede volver,
pero este amargo corazón de patios,
esta víscera ardiente que revuelca
su agónica vivencia entre la sangre,
que late, sueña, duele y se desvela,
este pedazo viejo de mi carne
adherida a un pasado,
apretujada a él como en un beso,
hacinante de ayeres,
adustamente mía,
esta víscera trágica y absurda
que se está yendo siempre
y que se aferra,
este pedazo de mi vida en siempre
necesita y no puede
regresar.

Huyen las tardes,
laten los veranos,
los perros muerden el osario cárdeno
de la desesperación de los crepúsculos.
Las viejas cuentas de gastados brillos
amparan la mudez de los rosarios,
la tarde, el tiempo, el sol, la lluvia, el viento,
las palabras amargas,
los ojos que miraban y se han ido
y dentro de mí mismo,
crepitante,
este reloj de carne que se muere,
que sigue yendo siempre,
que sigue trajinando,
este pedazo de mi vida en siempre
necesita y no puede
regresar.
.
Visite la GALERÍA DE LETRAS
del PORTALGUARANI.COM
Amplio resumen de autores y obras
de la Literatura Paraguaya.
Poesía, Novela, Cuento, Ensayo, Teatro y mucho más.




Bibliotecas Virtuales donde se incluyó el Documento:
LIBROS,
LIBROS, ENSAYOS y ANTOLOGÍAS DE LITERATURA PA
FONDO
FONDO NACIONAL DE LA CULTURA Y LAS ARTES (FON...



Leyenda:
Solo en exposición en museos y galerías
Solo en exposición en la web
Colección privada o del Artista
Catalogado en artes visuales o exposiciones realizadas
Venta directa
Obra Robada




Buscador PortalGuarani.com de Artistas y Autores Paraguayos

 

 

Portal Guarani © 2024
Todos los derechos reservados, Asunción - Paraguay
CEO Eduardo Pratt, Desarollador Ing. Gustavo Lezcano, Contenidos Lic.Rosanna López Vera

Logros y Reconocimientos del Portal
- Declarado de Interés Cultural Nacional
- Declarado de Interés Cultural Municipal
- Doble Ganador del WSA