SIMPLEMENTE MUJERES
Editorial Servilibro,
Asunción-Paraguay 2008
Dirección editorial: Vidalia Sánchez
Asunción-Paraguay, 2008
SIMPLEMENTE MUJERES, es un libro singular, abierto a infinitas dificultades, porque contiene cuentos cuyas protagonistas son mujeres libradas a su suerte.
Nada fácil debió ser para Dirma Pardo Carugati adentrarse en trozos de vida del universo femenino. Mundo que ella puebla de sus seres grises, melodramáticos, ignorantes.
Desde las entrañas de esas criaturas, la autora reflexiona y nos induce a coincidir con su parecer sobre la condición femenina.
Creemos que para Dirma, quizás para nosotros también, las mujeres de este lugar de la tierra sobrellevan su atribulado destino con un estoicismo digno de Epicteto.
La escritora utiliza una prosa límpida y rica, ajena a todo sentimentalismo, aun cuando se percibe el drama escondido en la mayoría de los textos. En varios relatos recurre al habla popular, despojado de pintoresquismos. Una constante en la obra de 24 relatos es el tono desapasionado, sereno. Resultan dignos de elogio.
Basta con citar solo tres cuentos como representativos de excelencia A SANGRE FRÍA, LA ANCIANA DEL CUARTO DE ATRÁS Y HABEAS DATA.
Bienvenidas y amadas sean las MUJERES de Dirma.
PRÓLOGO
LA NARRATIVA DIRECTA DE DIRMA PARDO
Al principio de estas anotaciones acerca de Simplemente mujeres, es adecuado recordar que el cuento con intención estética tiene que ejecutarse mediante una serie de particularidades semánticas y convocatorias verbales; al respecto y aquí, ante las historias que Dírma Pardo Carugati acopió en volumen, no me voy a referir al ordenamiento de exposición, nudo y desenlace (hoy únicamente perceptivo), ni a escuelas o estructuras o estilo sino al procedimiento denominado directo -escogido por la autora para desarrollar sus ficciones-, que se manifiesta lo mismo que cualquier relato literario en hechos coyunturales y ámbitos, diálogos, sueños y soliloquios presentados sucintamente, porque se trata de narrar conflictos o episodios centrales de un destino en pocas páginas; ahora bien, las narraciones de Dirma satisfacen cabalmente esas pautas pero, a diferencia de los otros modos de contar, van en estrecha conjunción con su propósito, que es el de mantener la correspondiente y aguda, silenciosa atención de su lector, vale decir la "emoción narrativa", de la cual habla Don Alfonso Reyes; la enérgica vigencia de ese interés se revela en la necesidad física de leer el texto de un tirón, lo que nos hace exclamar al fin: ¡Me atrapó ese cuento, o esa novela!
En la narración directa no valen, entonces, circunloquios o barroquismos que estorben el funcionamiento de dicho interés; incluso, dicen los rigurosos, resulta inoportuno el uso de frases con el ánimo de poetizar, ya que así se congela la acción, órbita de toda narrativa que se precie de tal; personalmente, no acompaño esta última postura; al contrario, estimo que en el subsuelo o el apogeo de un buen cuento breve siempre respira la poesía, siquiera sea en razón de ciertas palabras que ejercen una función "extrañadora" -según la calificaron los lingüistas de la Escuela de Praga-, adquiriendo de esa manera una connotación lírica por el solo hecho de constituir una variación léxica. Dejo al lector el descubrimiento de los aludidos vocablos en los relatos de Dirma.
Aclaremos que "directo" no equivale a "lineal"; en efecto, los textos de Simplemente mujeres contienen abruptas reflexiones, ángulos retrospectivos y marcadas soluciones de continuidad en la acción y la reacción de los personajes: si me es permitida la comparación, digo que los cuentos de Dirma como los doradillos de algún río paraguayo, que avanzan en mitad de la correntada o arrasando las arenas del fondo para ganar tiempo o salvando de un vuelo las piedras, a veces hacia atrás, o remontando al sesgo cuestas y saltos, rempujados por la obsesión de alcanzar la hora y el lugar del desove.
Por lo demás, el título del libro no induce a engaño: se entiende que las protagonistas no son mujeres simples en el sentido de comprensibles, sino que exponen avatares exclusivamente femeninos: desde el que abre el conjunto, Sueños concéntricos, ritornelo fonética e experimentalmente surrealista, los veintitrés escritos restantes abordan sucesos, comunes o no, que atañen con más propiedad a las mujeres: la secuencia de prohibiciones y límites establecidos en virtud del género, de la niñita a la abuela (Etapas de la vida de la mujer perfecta); las realidades feéricas infantiles y contemporáneas (Cuentos de hadas y princesas); el contraste de angustias entre abuela y nieta, (Un largo camino); la pesadumbre y el desprecio extintos, resurrectos en vanidad presente (Hoy como ayer); figuraciones de madre humilde (Escolta); la ladrona del marido cicatero (Confesión); el compromiso de un aborto (A sangre fría); el hurto cómplice de la empleada y chofer, y la injusticia de los patrones que sólo a ella inculpan (Sin importancia); la sufrida complacencia que acaba en el asesinato del esposo (Yo tengo la culpa); la demostración de que "Los dioses también están en la cocina" (Heráclito), o historia mínima de una vocación reprimida (Secretos de cocina); la peripecia de una emigrante, criada de un matrimonio insólito (Vía aérea); la cariñosa plenitud de la servidumbre y la harapienta soledad de una dama acaudalada (¿...que no tenga yo?, y la mixtura de ofensas imaginarias, efectos y odios de una gran artista (La anciana del cuarto de atrás).
Tanto por motivos éticos como estéticos, los escritores nacionales se hallan compelidos a dedicar, aunque sea parte de su obra, a la prolongada tragedia de la dictadura pasada: fiel a esta consagración, la autora se ocupa de la materia en dos de sus ficciones: Suena el teléfono y Habeas data, la cual volveremos a ponderar más adelante. Con atrevida pericia, Dirma afronta asimismo el cuento fantástico en Reencuentro y El lecho.
Desde su primitiva oralidad, el final imprevisto ha sido elemento cardinal del cuento corto; en el experimentalismo triunfante a partir de la segunda década del siglo anterior, la mentada observancia perdió rigidez; no obstante prosigo creyendo, al igual que millones de adictos, en lo que aseguró no sé si Hemingway o Cortazar: "El cuento debe ganar por knock out y la novela por puntos". Los relatos de terminación sorpresiva en Simplemente mujeres son Asistente del hogar, Cintas de colores, Accidente, Madrina siglo XXI, Ingratitud y los dos concernientes a la literatura fantástica; en La herencia el ácido asombro es de las tres sobrinas y no del lector, pero el reparto del mantón es inusitadamente grotesco; en La anciana... la sorpresa es relativa, puesto que su identidad real es transparente, al menos para nosotros; en cuanto a Habeas data, nos topamos con una sorpresa bifronte: una en el medio del texto, tácita aún para la protagonista y el lector, y revelada para todos junto con el patético descubrimiento en la última frase. Para mi gusto, ésta es la narración superior del grupo, al lado de Accidente, Reencuentro y El lecho.
Acá está el tercer libro de relatos de Dirma Pardo Carugati. En los precedentes La víspera y el día y los Cuentos de tierra caliente ya practicó en buena parte el método directo de referir historias, que fue crecimiento y capitel de muchas de las ficciones más señaladas de la literatura de Oriente y Occidente, desde los cuentos largos de origen indio, iraquí, egipcio de Las mil noches y una noche y la colección de El Heptamerón de Margarita de Angulema, hasta las de Graham Greene, Carson Mc. Cullers, Margarite Yourcemar, Vasco Pratolini, Juan José Arreola y centenas más, acordándonos solamente del milenio pasado.
Basta de catálogos y teorías. Quizá hubiera sido de mayor eficiencia reducir la presente introducción a un juicio de valor, destacando el cumplimiento de un precepto: en Simplemente mujeres, en virtud de la intuición de su vigilia creadora y de la firmeza de su escritura, Dirma Pardo acató con lealdad aquello que, hace unos veinte siglos el cordobés y romano Lucio Anneo Séneca sentenció inmortalmente: "Decir lo que sentimos, sentir lo que decimos y coordinar las palabras con (nuestra) verdad"
ÍNDICE
DEDICATORIA - LA NARRATIVA DIRECTA DE DIRMA PARDO
· SUEÑOS CONCÉNTRICOS
· ETAPAS DE LA VIDA DE UNA MUJER
· CUENTOS DE HADAS Y PRINCESAS
· UN LARGO CAMINO
· HOY COMO AYER
· ESCOLTA
· SUENA EL TELÉFONO
· ASISTENTE DEL HOGAR
· CINTAS DE COLORES
· LA HERENCIA
· MADRINA SIGLO XXI
· INGRATITUD
· SIN IMPORTANCIA
· YO TENGO LA CULPA
· ACCIDENTE
· SECRETOS DE COCINA
· VÍA AÉREA
· REENCUENTRO
· EL LECHO
· ¿…QUE NO TENGA YO?
· · CONFESIÓN/ A SANGRE FRÍA/ LA ANCIANA DEL CUARTO DE ATRÁS/ HABEAS DATA.
ETAPAS DE LA VIDA DE LA MUJER PERFECTA
No llores tanto.
No te mojes otra vez.
No te chupes el dedo.
Duérmete mi sol.
….. No seas una bebé malcriada.
No toques todo.
No rompas nada, no grites así.
No te comas las uñas.
….. No seas una criatura tan traviesa.
No me desobedezcas.
No contestes de ese modo.
Eso no se dice, eso no se hace.
….. No seas una niña problema.
No escribas con la mano izquierda.
No salgas del renglón de doble raya.
No pintes de azul el caballito.
No dejes de usar el uniforme.
….. No seas una alumna diferente.
No andes con esas amistades.
No te pongas esa ropa horrible.
No te portes como una cualquiera.
No confíes en ellos; sólo quieren una cosa.
….. No seas una jovencita rebelde.
No tendrás otro dios más que a mí.
No gastes tanto.
No seas tan celosa.
No plaguees más.
¿No sabés cocinar otra cosa?
….. No seas una esposa fastidiosa.
No revises mis cajones.
No me aconsejes a tu estilo.
No me des más sermones.
No me digas "yo te dije".
….. No seas una madre cargosa.
No olvides tu medicina.
No pierdas otra vez los anteojos.
No comas eso que te hace daño.
No repitas otra vez la misma historia.
No lleves el gato a la cama.
….. No seas caprichosa, abuela.
CUENTOS DE HADAS Y PRINCESAS
Cuando yo era chica, mi abuela me contaba cuentos de hadas buenas, de princesas hermosas, de príncipes apuestos y solteros. Los príncipes siempre andaban en busca de doncellitas que hasta entonces, habían vivido esperándolos, ya que la meta y la razón de sus vidas era conquistar un galán azul (¿como un pitufo?)
Si las princesas habían sido buenas, el príncipe azul llegaba, sin falta, al final del cuento, antes del banquete de perdices; si los príncipes se habían portado mal, primero tenían que romper el castigo de estar convertidos en sapos. Pero nunca faltaba el encuentro en el desenlace (con un enlace), lo cual hacía bastante tolerable la espera, conociendo de antemano la recompensa.
Cuando tuve edad como para conocer a las verdaderas princesas y a los auténticos príncipes, aunque fuese a través de los medios de comunicación, me fui dando cuenta de que ellas eran bastante feas, salvo pocas excepciones, Algunas no querían esperar la llegada del galán prometido y se conformaban con cualquier guardaespaldas del séquito, o con algún fotógrafo de la corte o con un plebeyo cuidador de caballos de los haras reales.
Estos sucedáneos tampoco habían tenido mucha paciencia y ya por el camino al palacio habían desposado a muchachas de su misma condición, o estaban ayudando a sobrellevar la soledad de alguna otra princesa o esposa de otro príncipe quien, seguramente, por su lado también estaría ocupado en iguales menesteres.
En cuanto a las hadas madrinas descubrí que también existen. Cada tanto aparece alguna, en forma de esposa de mandatario -o de pretendiente a mandatario- que regala desde piernas ortopédicas hasta lápices y cuadernos, o frazadas en tiempos invernales o en tiempo de elecciones. Pero estas benefactoras modernas no surgen como visiones maravillosas al conjuro del llanto de las pobres ahijadas; no, ellas hacen su aparición tras un sondeo de probabilidades, en las áreas convenientes.
En fin; cuentos eran los de antes. Ahora la gente los llama noticias del jet set.
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