CAMINOS EN EL TIEMPO, 1986
Poemario de GLADYS GLORIA LUNA
Editorial EL LECTOR
Tapa: GLADYS GLORIA LUNA
Fotografía: GERARDO LÓPEZ SALVIONI
Asunción – Paraguay
1986 (90 páginas)
POEMA
Quiero que mi poema sea una voz coloquial,
y que sin tanto lustre habite la tierra de todos.
Y no permita el cielo
que duerma en adustas bibliotecas.
Lo quiero con acento de pueblo
y trajinado de soles campesinos,
sin esquivar mercados y almacenes
quiero sentirlo crecer en las paredes de las fábricas.
Dios le conceda la ternura de un niño
que duerme en una cesta de mercado
mientras su madre como remedio universal
ofrece toronjil y "yerba buena",
y empapado de sudor de pobre
trajine por los muelles de los puertos
para anclar en el olvidado corazón
de alguna multitud anónima.
Asunción, 16 de marzo, 1986
ODA A LA CUCHARA
Tu alcurnia mineral,
transmutada por el hombre
en modesto utensilio,
transitó la historia
desde el tiempo sin crónicas,
hasta el hoy de prisas y trajines.
¿Quién modeló tu forma?
¿Cuándo?
(Si alguna enciclopedia lo consigna,
no ha caído en mis manos.)
Hermana musical del cuchillo y tenedor,
llevas la batuta,
en la orquestación prosaica de la vida.
¿No serás hija del plato?
Lo pareces, cuando,
en pos de una vivificante sopa,
te hundes en su seno cálido.
1984.
A MIS HERMANAS. PITUCA - TETÉ Y TERESITA
Me fascina la ciudad en las mañanas
cuando despierta,
y los árboles en silencio confidente
peinan su verde y frondosa cabellera.
Los portales despiden fragancias de
café o cocido recién cebados.
Huele a jabón de tocador el micromundo
de un ómnibus presuroso y atestado.
Me tienta escrutar los adustos
rostros de mi entorno,
-compañeros de travesía-
que con indiferencia pagan el viaje
y navegan mente adentro,
hacia la hondura de su propio silencio.
Un día más,
otra jornada de nuestro itinerario
en este viaje tan humano y deshumanizado.
Somos en ese momento,
pasajeros de un tiempo que corre en ómnibus
por las arterias de una ciudad que aún lleva
en la sangre sus fantasías oníricas,
cuando ya nuestras realidades desbrozaron
los sueños.
Una ciudad que abre sus ventanas
invitando al día a devanar afanes.
Las horas en loco tropel invadirán su seno
y ella como una madre tolerante abrirá su corazón
para escuchar alguna excusa apresurada,
envuelta en el smog y el ruido.
Me gusta la ciudad cuando despierta
pero siento que me ha prohijado
este tiempo raudo que corre bajo mi piel
con su ritmo imperativo
y me impulsa a viajar por la delgada
y caprichosa cornisa del día.
Corre el ómnibus mientras yo pienso:
¿Llevo el tiempo bajo la piel o voy yo bajo la piel del tiempo?
ELEGIA A LOS SALTOS DEL GUAIRA
a Angelina Pastore de Luna
Ya tañían los vientos a Requiem,
Y el apocalíptico dolor de tus entrañas,
se hizo impetuoso torrente de lágrimas.
Tus piedras milenarias -ese rostro del tiempo-
resignaron su torva pena,
ante la sentencia inapelable.
El sol, hermano ancestral,
bañó con su luz postrera de congoja dorada
tus contornos majestuosos
y ya hacia el ocaso escribió en el horizonte
con su lenguaje de colores desgarrados,
tu epitafio.
Y el lamento supremo,
se hizo sollozo y trueno.
Ya no regresa el tiempo de tu esplendor
en tules.
La noche deshoja su pena lunada
y te llora con lágrimas de plata.
Profundidades abismales amortajan recuerdos
de espuma, tiempo y cielo.
Mientras se extiende inexorable y fatídico
el gran sudario hídrico.
Y el último estertor de un gigante caído
lo recoge en su seno piadoso un arco iris.
1982.
PLAZA URUGUAYA
Al Dr. Miguel Ángel Pangrazio y Flia.
DEVANANDO memorias,
a la vera de la Estación Central,
creció el tiempo en tus arboledas.
Un tiempo que fue recogiendo
la crónica de trenes atestados.
Aquel tren del sur,
que con horario prorrogable,
arrimó a tus veredas,
hombres y utopías.
Y una antigua ciudad que al extenderse,
dejó su corazón latiendo en tus faroles.
Plaza de los retratos.
Mundo de baratijas.
Respiro dominguero de los conscriptos y sus chicas.
Con fogonazos de magnesio capturaste
los instantes
de esta ciudad que hoy se busca a sí misma
en una fotografía color sepia.
Mientras las desveladas luces,
custodian el pudor de tus estatuas,
en un recodo -y con favor de regateo-
se ofrece el amor a bajo precio.
Hervidero de la imaginería.
En tus dominios, el esquivo plata yvyvy,
a un asombrado albañil, le dio un señuelo.
(no hubo monedas, burla del Dueño,
¿se atreve alguien a romper el sueño?)
Quien iba a imaginarlo,
del Almanaque Bristol,
ofertado con peines y espejitos,
hoy te ufanas, de los atestados anaqueles de Burián,
Que en apretada hilera maestrean libros
en tu esquina
tan asuncena y hoy por su oficio
tan literaria y universal.
Dicen las crónicas que antes, muy antes,
Plaza de San Francisco, te llamabas.
Presiento que el alma del Santo de los Santos,
con Roquito Mereles -el compuestero-,
vagabundean felices bajo tus arboledas
compartiendo música y mendrugos
con lustrabotas y canillitas.
"Selva aromada".
Plaza viajera, tienes alma de tren
Al compás de una polka de Emiliano,
déjame viajar con tu espíritu coyguá y forastero.
CHACARITA
Frágil mundo de tablilla y cartón,
eternizado en la folklórica idea
del "techo provisorio".
Contradictoria dimensión vital
que también ostenta ladrillos y onerosas tejas.
Ardua realidad forjada "piedra sobre piedra",
que en desafío constante, sabe Dios cómo,
porfiando su futuro junto al río
se yergue temeraria en la escarpada cuesta.
Sueños,
sueños que persisten
a despecho de una sombría amenaza:
el desalojo,
Negra pesadilla que se despeña barranca abajo
cada día, cada hora de ese tiempo furtivo.
Y en osado grito reta al inconstante río
cuya patética creciente
llega como un huésped molesto, inesperado,
empapa el alma, cala los huesos
y reduce el cielo a un color plomizo
de angustia y desamparo.
Oh Río, Río,
Río Madre.
Río Sustento,
Río Hermano.
Río Castro.
Aun así, Río Amigo.
Transmigran los camalotes a tu vera,
en tanto desprejuiciada y al desnudo
Vives y Sobrevives
librada al recio impulso
que agita a tus callejas.
Tu núcleo;
estallido vital,
como el vientre de una estoica mujer grávida
a cada instante y con fuerza incontenible,
golpea los rígidos portales
de la supervivencia.
Aquí la vida,
da a luz niños-adultos,
que a su manera y por algún atajo,
hallarán la hebra del sustento.
Niños que todo lo ven,
con ojos prematuros.
Ya no llevan en la mirada,
ni asomo de preguntas.
Todas las respuestas se las dio la calle,
abruptamente.
¡En las madrugadas, como un rito,
ascienden el peñón hacia la fría metrópolis,
y ésta, a regañadientes los recibe.
Allí están, con sus tobillitos magros,
y sus desnudos piececitos parias.
Allí están, desafiando sus preceptos,
violando irreverentes, falsos pudores
de una ciudad que pretende ignorarlos.
Pequeños seres prohijados por la calle,
que a despecho de todo,
alzan sus escuálidas vocecitas
desde el alba,
cada día.
Como un reclamo,
como un reto.
¡Como signo vital inapelable!
Niños cuyos pasos sólo guían
el ciego instinto y la determinación heroica
de sobrevivir aún al oneroso precio de su infancia.
¡Y con tan arduas monedas,
van comprando la precaria vida!
Mujer de Chacarita,
de tarde en tarde,
llegas hasta tu río confidente.
Allí lavas y enjuagas
las mil penas de tus días iguales.
Madre - Niña,
el tiempo trajinó en tus venas
su ritmo apresurado.
Despeinó tus sueños,
y habito ya tu mañana el desaliento.
Artesana de manos callosas,
que como red de pescador tejes la vida,
Nudo a Nudo.
Hombre de Chacarita,
consanguíneo del río,
bautizado en sus aguas Patriarcales,
retas al esquivo sustento de cada día,
en tu agudo lenguaje de espineles,
o maquillas el ceñudo rostro de la anciana ciudad
con tus pinceles.
Y sin vacilar caminas con pasos de albañil,
por los elevados andamios de sus torres.
Hombre forjado al calor de una lucha sin tregua
y al filo de un constante desafío
de vivir o perecer
en un submundo de aguardientes y puñales.
De espaldas a la ciudad,
hago de un alto barranco, mi atalaya,
y miro tus paupérrimos contornos.
Siento tu pulso de fuego atizándome las sienes.
Palpo con un dedo temeroso tu costado izquierdo.
Noto que sangras, te desangras
y renaces cada día, para cargar de nuevo,
la pesada cruz a tus espaldas.
Chacarita hacinada y marginal,
Contradictoria y bulliciosa.
Eres a un tiempo urbana,
salvaje
y primitiva.
Faz doliente,
perfil desgreñado
de una ciudad que con ostentación,
muestra tan sólo su reluciente fachada de cristal.
Eres su rostro soterrado.
Su verdad desnuda.
Llevas bajo la piel,
veranos lujuriantes e inviernos destechados
y una polka arrogante y altanera
que desgarra tus penurias cotidianas.
Y tus Niños,
Oh Cielo Santo,
esos niños tan tuyos,
tan hijos de la calle,
y tan nuestros,
si, tan nuestros,
porque son Hijos de Dios.
1983.
En este metalizado mundo,
se venden conciencias
y se compran honores.
Paradójico esquema.
Tiene precio lo falso
y por lo honesto se debe.
La mentira se pinta.
La verdad se destiñe.
La premisa es entonces
¡Aquel que paga puede!
1975.
La diagonal que es la calle Mallorquín
-donde yo vivo-
es un atajo por el que va hacia el centro
de la ciudad la gente del Bañado Tacumbú.
En las madrugadas,
cuando el aguijón de un poema,
o la lectura de un libro, sostienen
mi terco insomnio,
siento pasar los carros del Bañado.
Me gusta escuchar el rítmico golpeteo
de los cascos de sus bestias sobre el empedrado
y la ruda voz del carrero azuzando al sustento.
Invariablemente dejo el libro o el poema
y pienso, aún existen
es el pasado invadiendo el presente.
¡No los ha devorado el tráfago del tiempo.!
1986.
SUBASTA DE LIBROS
Encima de una larga mesa,
armada sobre apresurados caballetes,
conforman un anárquico montón.
¡Libros y más libros al módico aprecio de revistas!
Desde La Ilíada hasta El bestiario de Cortázar
y yendo del Quijote a Neruda,
mis ojos se detienen en un manoseado ejemplar
de poemas de Walt Whitman.
Aun en medio de mi regocijo,
una recóndita pena me lleva a preguntar:
¿Quién vendería estas joyas?
¿Qué oscura quiebra, propicia estas tristezas?
¿Los compro? Noto que algunos ejemplares ya los tengo.
Sin embargo, ¿a quién daña tener dos libros de Gibran?
Ya en casa, abro aquella caja de caudales.
Casi todos tienen la tapa recompuesta.
en uno de ellos leo esta dedicatoria:
"Para deleite de su delicado espíritu"
La firma María Felicidad González. Fecha, 1° de enero 1950
Gracias, le digo a aquella gran mujer,
y el libro, pasa a ser parte de mi vida.
1986.
Asunción,
Guardas tus pudorosas enaguas
en un arcón,
y frívola coqueteas con el progreso.
Y yo te busco,
y tú, desenfrenada,
escalas la vastedad del espacio
y en grises cajas de hormigón,
aprisionas el tiempo y los recuerdos.
El tiempo se ha fugado y, sin embargo,
lo reencuentra mi nostalgia
en la penumbra de unos zaguanes
de casas señoriales que dormitan en calles
que a capricho de ediles,
van perdiendo sus nombres seculares.
Asunción de aquellos patios
de Jaime Bestard
y de los brochazos ingenuos de Soler,
te busco.
Para mi bien,
han rescatado tu candor antiguo
los lienzos de don Ignacio.
En ellos luces ese aire casi pueril
de quinceañera sin afeites.
El sol da en tus veredas, se cuela por tus ventanales
y siento que me transita el alma
una suerte de alegría y nostalgia.
Muchachita mía,
te han robado el candor.
Te busco en los azahares moribundos
y al no hallarte, mis dolidas memorias
bajo la techumbre de la recova, se arrebujan.
Sin embargo,
redimiré tu antigua semblanza del olvido.
Esta noche, pediré al Maestro Soler,
que estampe sus ingenuos brochazos en la luna.
1982.
N.N.
A Concepción Breglia de Vera
Ser humano.
Ciudadano ignorado y conocido.
Designado en el lenguaje universal
con las siglas N. N.
Anónimo rostro que transfigurado
en millones de faces
reduces tu perfil
común,
Impersonal ,
en una escueta sigla para el ordenado y conciso
organigrama del mundo.
Esforzado galeote
que desde el tiempo sin memoria
impulsas hacia el mañana,
las recargadas naves de la supervivencia.
Fuiste tracción a sangre que construyó pirámides.
La carne de cañón de innúmeras batallas.
Hueste anónima de altivos generales
cuyos nombres, sí, glorificó la historia.
Un día, andando el tiempo
a su paso te encontró el Nazareno,
y magnánimo para ti multiplicó
panes y peces.
Veló por tus afanes,
penó por tus angustias,
te prefirió a mil testas coronadas.
Alquimista ignorado,
transmutaste la argamasa informe
en gótica belleza.
En días sucesivos
te sorprendió la historia
cuidando los jardines de Versalles.
Huracán incontenible que golpeaste
el altivo torreón de la Bastilla.
Siente Nueva York
tu exaltado pulso en sus arterias.
Cosmopolita.
Campesino.
Ser anónimo.
Hombre Universal.
Ignorado poeta.
Pintor de brocha gorda.
Labrador que sembraste el trigo eterno
para amasar al Pan innumerable.
Sobreviviente cotidiano del desamparo.
Tu dilatado paso por la vereda gris
es el pulso ancestral del universo.
Artífice del Pan y el Techo.
N. N. (congénere).
Eres la sempiterna caravana,
la multitud solitaria
que buscas por las rutas del tiempo
Tu Camino.
Y la historia del hombre
sin saberlo siquiera
la has escrito Tú Mismo.
1980.
ODA A LA MANDIOCA
A mi padre Ramón Luna Perdomo
No sé si los poetas de mi patria
te dedicaron algún verso,
blanca hostia del hombre
de mi tierra bendita.
Cotidiano milagro
que en el pródigo vientre
de esta tierra cobriza
te das una y mil veces
con un beso del sol
y te ofrendas al pobre
como una bendición.
Palias el hambre,
atenúas la angustia
de los desheredados.
Panacea que alivias
los males sempiternos
del irredento campesino.
Lazo vital que transitaste
los disímiles tiempos de la historia patria
y tras el Holocausto del 70,
abriéndose entre escombros y cenizas
tu ramaje verde fue el emblema austero
de la supervivencia.
Nodriza pródiga.
Maná de Residentas.
Fuiste el pulso supremo,
en ti siguió latiendo
el corazón resquebrajado
de la tierra,
¡esta tierra roturada a sangre y fuego.!
Mandioca: Cordón Umbilical,
Savia de vida y sobrevida.
El corazón del pobre late en tus raíces.
Caazapá, 1975.
Es tarde
y el camino te niega
su espacio.
porque bajo tus pies de greda,
peregrino,
van quedando manchadas las baldosas
No te amedrentes.
Toma tiempo.
Gana tu espacio.
En este mundo hacinado de pies,
también caben los tuyos.
7 de abril de 1977.
POLVO DOMÉSTICO
Escribo este poema
con la intención de publicarlo en un periódico.
Así tal vez,
algún almacenero -de los que aún existen-
lo use para envolver
cualquier objeto de tu afán cotidiano.
un jabón -por ejemplo-.
Entonces tú, mujer, ama de casa
que lavas y enjuagas tantos días iguales,
tendrás a mano el poema.
Porque es tuyo,
y lo fue desde el instante en que tomé el papel,
oh, no, fue desde mucho antes,
creo que desde el momento mismo
en que asumí dos cosas:
que soy mujer
y que amo la poesía.
Y tú, que desde siempre
sin metáfora alguna hilvanas tus prosaicos días,
mereces un poema que se empape
con la fragancia inigualable de tus guisos
o aligere el peso de la escoba.
Alguna rima que te hiciera olvidar
tus incipientes y delatoras canas.
Déjame abrir hacia otra dimensión las ventanas
de ese universo tuyo de cacerolas y detergentes.
Entérate, por Dios, que también para ti
fueron creadas las sinfonías,
-bien distintas por cierto
al rutinario chocar de las vajillas
Más allá de tu sombra, mujer,
aletea la poesía insospechada.
Te propongo un abierto desafío:
Deja hoy de cocinar, lavar planchar y pulir
y ponte tu mejor vestido.
No importa que día sea,
celebra tú, tu propio día.
Enarbola tu audacia
aunque para hacerlo uses como mástil
el mango de la tirana escoba.
Aligerada del peso doméstico,
y de la abrupta escalada de los precios
sal y camina por las calles que más quieras
y si puedes cómprate a plazos aquel vestido
por el que suspiras,
o tal vez un buen libro,
o tan siquiera llévate sus colores en los ojos
y ponte a fantasear por las veredas.
Ah, casi lo olvido,
antes de echar llave a la puerta,
guarda este poema,
-no sea que sólo una vez te atrevas-
Recuerda:
Los hijos crecen y se van,
las canas van ganando nuestras sienes,
y al fin de cuentas, no lo olvides,
todo hombre quiere ver hermosa a su pareja.
Mujer, Ama de Casa,
haz tu propio milagro.
Despierta a tus dormidos duendes.
Despeja tu mirada del polvo doméstico
y ten por seguro que más allá de tu sombra
hallarás un escondido poema.
Sé tu misma, atrévete, la vida no regresa.
¿Quién camina a tu lado,
y quién va detrás tuyo?
¿Quién levanta el smog
que dificulta tu visual?
Sólo atinamos a una respuesta elemental:
un símil.
un congénere,
un igual.
Pero,
somos la unidad
con semejanzas y diferencias.
Somos cada uno
y cada quien.
Somos vasijas modeladas
con el mismo barro,
pero pintadas con distinto barniz.
1976.
En el atestado y colorido
globo terráqueo,
he buscado un lugar
para esta idea.
-y no lo he hallado-
Si en el hacinado mundo
no hay un lugar para una idea tuya,
guárdala,
y algún día,
como al descuido,
haz una mirilla
en el atestado y colorido globo terráqueo
y lánzala por allí.
1976.
TRANVÍA
Asunción, 11:30 a. m.
Calles 25 de Mayo y Caballero.
La ciudad se desnuda a tu paso
y con la sabia calma
de tus años maduros
sigues imperturbable
por tu infalible destino de vías.
Frenéticos bocinan
aquellos que ya apuraron el hoy
y se apresuran en comprometer
a crédito el mañana.
Y tú, impasible
con un rechinar de ruedas
le echas un requiebro, bien a la antigua,
a la desmemoriada esquina.
Frenéticos bocinan nuevamente
quienes como la gasolina
quemaron sus sueños tras la prisa.
¿Vas acaso hacia el pasado?
Espérame,
desde hace tiempo,
habita allá un recuerdo.
1981.
YBYTYRUZU
A Carlos Talavera
Quisiera habitar tu corazón azul.
Transitar tu cuerpo de piedra-vegetal
y buscar en tu hondura mis raíces.
Me incita tu lejanía,
y al abarcar con ávida mirada tus perfiles
siento que una fuerza urge a mi sangre
y tú, diosa distante,
te ocultas tras la niebla
y no me dejas descorrer un solo velo
de los siete que cubren tu recóndita belleza.
Hija de tus valles,
soy parte de ti misma,
me dio su luz primera el mundo
en una aldea que dormita en tus faldas.
Ah, sí me dieras la esencia de tu sangre milenaria,
la roca viva de tus cimientos,
las mil guitarras de tus altos vientos
y el tintineo de tu pájaro campana.
Muchas lunas trasnocharon sobre tu ensortijada
cabellera y dieron a tus brisas sortilegio,
así hechizaste a Villarrica, la andariega,
que desde entonces, echó raíces a tu vera.
Y los hijos de estos valles,
al desgajar de tu hálito perenne,
aquellas voces antiguas
constelaron de poesía los cielos del Guairá.
Viajando rumbo al sur, te contemplo distante,
y aún así, siento que clavas en mí,
tu ojo de cíclope, imperioso,
y tal parece que susurraras entre vientos:
"Retorna alguna vez,
Guardaré tus sueños en mi arcano
y mis brisas traerán para ti desde lo alto,
voces extrañas, alucinadas,
aquellas que poblaron las noches de Manuel Ortiz Guerrero.
Tenderé hacia el sol, mis frondas como alas,
y en el espacio infinito habrá un tiempo sin límite,
dilatando tus sueños de poeta.
Ven, soy cumbre y tiempo"
¿Es acaso tu voz un engañoso canto de sirena,
o son voces mías las que escucho
porque tú me habitas?
Y en tanto la distancia agiganta tus mitos ancestrales
siento que estás en mí,
porque enarbolo tus imperiosos vientos en mi sangre.
1982.
A MIS ZAPATOS VIEJOS
Allí están,
con su bien llevada dignidad
y sin trazas ya del molde
de su antigua horma de vitrina.
Llevan en cambio como una impronta
en su manso cuero
la forma de mi vida,
la horma de mis días.
Y aún con su urgencia de betún y suelas nuevas
sin un reproche se someten
a mi cotidiana tiranía.
(pies y aceras,
jamás le han otorgado concesiones.)
Y al filo imperioso de mi andar,
se han reencarnado,
cada día.
Tiempo y caminos tras vigoroso diálogo
fueron perfilando su acogedora forma.
Allí están,
con la sencilla dignidad
del héroe anónimo.
No tendrán corazón
estos zapatos míos?
Pienso que sí,
porque andando, andando,
he sentido su pulso
en el curso agitado de mis días.
1985.
¿Has arrancado alguna vez
una lechuga del huerto?
O la tuviste en tus manos
ya en el mercado y con un precio?
La lechuga,
-lo supe desde aquel día-
tiene alma de sándalo,
exhala su fragancia en el minuto
herido de su inmolación.
Deja a la tierra
su estertor de agua y sales
y nos entrega fulgurante, su verdor.
1984.
PARA AIDA VILLAGRA
El sol del mediodía de febrero,
caía vertical sobre la torre
de la iglesia San Blas
Y en tanto las galerías coloniales
se ufanaban de ser frescos albergues,
aquella mesa extendió
su anchuroso corazón de cedro
hacia nuestras almas forasteras.
Brindamos por la insospechada
alquimia de aquel guiso con mandioca
(No, no, no hubo tal,
ni alquimia, ni fórmula mágica),
¿a qué usar expresiones tan extrañas?
Si fue sólo la esencia del más puro y noble
amor a la cocina.
Y mientras el sol del mediodía de febrero,
caía vertical sobre las serranías
e irisaba las aguas del arroyo,
con miel silvestre brindamos
por las hacendosas manos de tía Aida
y por tu candoroso encanto, Piribebuy.
1986.
Despejé la mesa de luz,
de todo cuanto no fuera poema.
Y entraron a poblar mi noche
entre otros,
Alberti, Machado y Alfonsina Storni.
Así, mi pequeño Universo Mediterráneo
fue invadido por el mar, con los poemas
de Alberti y Alfonsina.
Y Machado, el gran Machado,
abrió caminos y caminos
en las inexploradas tierras
de mis largas vigilias.
Mi pequeño Universo Mediterráneo
expandió sus fronteras al punto,
que siento en los labios la sal del mar
y crujen bajo mis pies las hojas secas
de caminos recién abiertos en recónditos bosques del alma.
1985.
a José Luis Appleyard
Tengo en mi patio,
cuatro árboles,
muchos nidos
y ninguna jaula.
1984.
CURRICULUM VITAE
Bachiller en pseudo ciencias y deletreos.
Graduada con honores en Vivencias Rutinarias.
Post Grado en todos los rincones de la casa
corriendo tras mis hijos.
Reprobada en Arte Culinario y Aritmética.
La Universidad quedó en el lado opuesto de mis sueños
pero la vida me inscribió en sus aulas.
Deshojé el tiempo ganado y perdido
pensando, mientras tejía, bajo el noble
pomelo de mi patio.
El poema audaz trepó los muros y habitó mi Feudo.
1984.
A JORGE LUIS BORGES
Desde una biblioteca de Ultramundo,
llegará algún día hasta nosotros
su irónica visión del más allá.
Mientras, entre crónica y crónica,
el mundo que dejó, rescata,
más allá de su Aleph,
y el malevaje de obscuros arrabales
con el mismo fervor su primera y segunda Buenos Aires
y su linaje anglo-sajón-hispano-guaraní,
en la penumbra de un zaguán de Balvanera,
donde convergen para hacerse clave,
sus Laberintos, Símbolos y Mitos.
Y en contrapunto muy borgiano
su clara erudición alterna y teje
con leyendas escandinavas y vikingas,
los recuerdos de Carriego, Juan Muraña y Moreira,
envueltos en su fascinante mitología de cuchillos.
Dicen que la biblioteca de Ultramundo,
rescató para él,
los manuscritos perdidos en Alejandría,
y que ahora, evadido de las sombras,
de aquella sabiduría milenaria,
descifra letra a letra las incógnitas.
Desde su Meridiano Universal,
hasta algún laberinto de sus sueños,
el Borges del Hoy, el Ayer y el Todavía
con sus Inquisiciones
y su "Canción de Gesta Arrabalera",
es ahora un recuerdo clavado en el Futuro.
1986.
¿Por qué será que en ocasiones
se nos tornan extraños aquellos seres
a quienes ingenuamente creímos conocer?
Y hasta es curioso como hallamos en otros
tan desconocidos a nuestros afectos,
esa pequeña y vital comprensión
que buscamos.
¿Será que a quienes pretendimos conocer
los sentimos tan sólo de palabra y sonrisa
para fuera?
¡Y somos tantas veces
sólo extraños en un mundo aparentemente conocido
o confusamente,
desconocidos en un mundo extraño.
Yo soy un pobre leño,
mojado por las lluvias de mi otoño,
y aún así, quiero encender la lumbre
bajo el castigado techo de mi alma,
Llueve,
ya no temo a la lluvia,
siento que el agua purifica mi madero,
Es más,
si quiero lumbre,
debo buscar la chispa.
POEMA
A doña Titita Sarubbi de Bogarín
En una confitería, durante un "baby-shower"
poblaba nuestro universo un
ininteligible coro de voces femeninas.
De pronto, amiga mía, como desligada del entorno,
me preguntaste: ¿Cómo nace un poema?
Se engendra en el silencio
o acaso en los imprevisibles trajines del vivir?
Un poema nace, te había dicho yo,
frente a la vida, cuando ésta
no queda de espaldas a los sueños.
Su alumbramiento es único y universal.
¿Me contradigo?
Tal vez.
Discurríamos en tanto, con su esplendor dorado,
tentando a nuestros ojos,
aquel vaso die jugo de naranja, esperaba ser poema.
Lo miré y te dije: ese vaso es para todos
sólo un objeto utilitario,
sirven contenido y continente.
Yo en cambio, al verlo pienso y lo transmuto.
Vacío es incoloro, transparente,
en ocasiones, parece robarse todos los soles
y a despecho de su origen,
brilla como una joya antigua, milenaria.
¿Cómo una joya?
Sí, -te repliqué.
Y acaso sea más valiosa que una joya,
pues sin alardes transitó los siglos,
nos ayudó a beber todos los sorbos de la vida.
Ahora su humildad es transmutada
por la eterna alquimia de la poesía.
El jugo de naranja me sugiere
una historia de tierras y de soles.
y un naranjal que estalla en frutos de oro.
Además unas manos laboriosas de mujer
que un domingo como hoy nos hace entrega,
convertido en un líquido precioso.
Bien amiga, así nace un poema.
Es todo tuyo...
Y como celebramos la llegada de un niño,
levanta tu vaso color sol
y brindemos por la vida y la poesía.
1983.
Cuanto trigo maduro
se enmohece en nuestras almas.
Cuánto pan se hornea tan sólo para algunos.
Nuestra frugalidad
debiera ser remedio de otros.
Hermano,
no escatimes el trigo de tu afecto
ni el pan de tu palabra.
Esa palabra redentora
puede tornar la soledad
en espiga madura.
Si alguna vez,
tan siquiera alguna vez
segáramos el trigo para otros
sería menos frecuente
el doloroso nunca de unos pocos
(al menos de unos pocos).
Junio de 1977.
CALLE PETTIROSSI
A Ana Iris y Oscar Ferreiro
Tendida como al descuido,
desde la calle Brasil hasta Dos Bocas,
te dejó la ciudad hace ya tiempo.
Desde allí fuiste haciéndote a ti misma
y desinhibida forjaste tu propia identidad.
Sin demora, pusiste a colgar de los percheros
la ropa popular, a precio de pueblo.
(y a qué negarlo, también réplicas exactas
de la "ropa de marca").
Sin darte un respiro echaste a andar tus zapatos
con su fibra de lucha y su sello peculiar:
"ZAPATU PETTIROSSI".
Si, otras calles imitaron tu estilo
desenfadado y pintoresco.
Pero a despecho de todas,
tú sigues siendo única.
Como surgida de la brocha
de un pintor costumbrista.
Diste a la ciudad,
las primeras pinceladas a tu estilo.
Eres única,
porque sin prejuicios, prohijaste
a esa valerosa madre soltera y multípara
que es el Mercado Cuatro.
Desde sus entrañas renaces cada hora
en el millón de pasos que pueblan tus veredas.
Febril, trajinada de vida,
y siempre tentada por los sueños
en dación generosa bifurcaste tu arteria en Dos Bocas.
Y desde allí, la sal de tu sangre populosa
viaja de pueblo en pueblo
en su colorido ropaje de plástico.
Tendida como al descuido,
te dejó la ciudad hace ya tiempo,
pero madrugó tu audacia que hoy camina a paso vivo
marcando con su agitado ritmo tus aceras.
1986.
A Dorita Gómez Bueno de Acuña
¿Qué somos los poetas, sino seres
con una pizca de locura hermosa
y algo de sol refractado en las alas?
¿Somos acaso transeúntes de una calle diferente.
náufragos felices de un tiempo que perdió la memoria
en una vaga ruta sideral
o pertinaces hacedores de sueños?
Apenas sé que nos atrevimos cierto día,
o tomar a hurtadillas aquel extremo oculto
del piolín de un cometa,
de un cometa de colores insólitos
que planea los cielos
y vuelve a nuestras manos
con la sal de una estrella.
Somos los hombres todos
y ninguno.
Me busco en cada uno y no me encuentro.
Búscame tú,
búscame letra a letra.
Encontrarás tal vez en un lugar mi nombre,
apenas las huellas de unos pasos,
discúlpame, he levantado vuelo.
POEMA AL ÁRBOL
A la memoria de Cira Moscarda
Asunción.
es enero.
son las tres de la tarde
y me duelen tus veredas
con su despiadada ausencia de árboles.
Me duelen los pies descalzos
de tantos canillitas que en la siesta
se ganan el sustento.
¿Por qué tanta impiedad,
por qué esta desnudez humana y forestal?
Hay seres cuyo oficio les hace
trajinar veredas.
Es entonces cuando el despiadado
verano
y el inasequible pan,
duelen.
Sale el sol para todos,
pero a unos quema,
y a otros broncea.
¡Qué distinto es el sol pero el trabajo,
del sol para la holganza!
Enero,
tres de la tarde
el sol es un escarnio,
pan y veredas calcinadas son
una inmolación, un paroxismo.
Dice un lamento poético:
"Setenta balcones y ninguna flor"
Parafraseo yo: Cinco cuadras,
enero,
y ningún árbol,
ninguna sombra
en la tórrida Asunción.
El árbol tiene un alma,
verde, fresca y esplendorosa
por la certidumbre feliz
de ser amparo, fruto y sombra.
Habla un lenguaje antiguo,
por eso desde siempre
lo habitaron pájaros y nidos,
y su urdimbre ha rescatado
de lo efímero,
la risa de los niños,
las cuitas de ancianos desvalidos
y el trasnochado sueño de la tierra.
¿Temes que un árbol cubra
la exquisita fachada de tu casa?
Oh, Dios,
deja que el transeúnte la descubra
como una hermosa perla entre el follaje.
Atrévete,
cultiva un árbol
y en ese rito sencillo
celebrarás un pacto hermoso
con los hombres,
con la tierra,
con la vida,
con el mañana.
Porque mañana, cuando ya no estés,
ese árbol será parte de ti mismo
y extendiendo sus brazos,
expandirá tu alma, para aliviar
las fatigas de los eternos y agobiados
caminantes de la vida.
1984.
Llueve.
Cerraré las ventanas.
Encenderé mi lámpara.
Arrimaré papeles.
Escribiré un poema!
Arrecia el viento.
¡Cierra la puerta con llave.
Guarda tus papeles.
Apaga tu lámpara!
¡No!
Abriré puertas y ventanas,
Dejaré mi lámpara encendida.
Desafiaré al viento.
Que se lleve mis papeles,
¡Ha llegado la hora!
1984.
Compra el dinero acaso
la esquiva felicidad?
-lo dudo-
En cambio sé que el dinero lo "adquirimos"
con arduas cuotas
de nuestra propia vida.
"La compra-venta" Condicionada por "la oferta y la demanda"
En tan escuetos términos,
vivimos.
Yo sin embargo pienso aisladamente
en aquello que no tiene precio.
No hay mercader que venta
la felicidad.
Ni quien compre nuestra angustia.
Tampoco existen
escaparates donde oferten
-con o sin descuento-
la paz de la conciencia.
1977.
Tú eres,
Yo soy.
Somos.
¿Y cuándo lo supimos?
........?
Cada cual con un nombre
-a gusto o a disgusto-
y además con el peso de la vida
en las espaldas.
Somos,
¿Lodo,
Arcilla,
Primates?
¿Dónde está la raíz
de nuestro Ser?
El más allá,
Altura o
negra hondura?
Yo un Ser,
Tú otro,
sin más que nuestro humano,
finito intelecto
buscando la raíz?
1975.
VEREDAS
A Estela Bareiro de Velázquez
Algunas me conocen,
otras, sencillamente me presienten,
porque en su alma colectiva
existe ese privilegiado espacio
para todos.
Su trajinado corazón,
amasijando tiempo y pisadas,
abre siempre una hendija
entre cal y cemento
y se presta a la furtiva confidencia.
Sabia y prudente, guarda en su arcano
las huellas de todos los transeúntes
¿acaso va a negarnos su ternura
quien se abraza feliz a las raíces de los árboles
y guarda en su seno candorosa agua de lluvia?
y además, sin fatiga, teje las hebras del tiempo
rescatando en su urdimbre los olvidos?
Pícara compinche de los niños
en sus fugas siesteras,
camino libertario y refugio de los enamorados
Lecho eterno del mendigo,
de los sin casa,
de los parias de siempre.
Y hasta es curioso
cómo lo siento mío, tan enteramente mío,
a este veleidoso, trasnochado y callejero
corazón compartido.
26 de agosto, 19,86
Avenida Carlos A. López (Sajonia)
REFLEXIONES
A REINALDO, JORGE Y LILIANA
Llevo el tiempo
corriendo, por mis venas
Así llegué una noche
desde el desasosiego
hasta la impenitente vigilia.
(Humea el café,
que es una mancha negra
en nuestro insomnio,
lo apuramos para sobrellevar
la noche,
y soportar los días
entre las densas sombras
de nuestros temores)
¿Puede el sol delinear
la sombra de la nada?
¿Y quién se atreve
a buscar entre las sombras
la sombra de sí mismo?
Sólo a contraluz notamos
nuestra sombra.
Y en esa opacidad
late una parte de nosotros mismos.
Llevo el tiempo corriendo,
corriendo, por mis venas
y vacilante me detengo
a unos pasos de mil propia sombra.
1977.
Un pedazo de tierra
que busca redención?
Un trozo de materia
que en sus escasos relámpagos de luz
busca un atisbo de su esencia
poro a poro?
Pienso que mi arcilla
tiene signos indelebles
cubierto por el polvo de los tiempos.
Humano que me habitas,
suponte que sólo soy arcilla modelada,
que soy tierra que quiere ser montaña
-pero no llega a nada-.
Soy barro,
soy volátil arena de desierto?
Al fin,
qué acepción me cuadra?
...............................
Creo ser un esbozo de camino
por donde ávida transita la apresurada vida.
1977.
Llevan algunos
en los bolsillos del alma,
una moneda,
-sólo una-
para jugarse un albur
"al cara o cruz".
Otros los llevan repletos
de fotocopias de su propia imagen.
Y algunos,
-los menos-
Llevan una llave,
sólo luna,
para abrir con ella,
la Puerta de la Vida.
1977.
Has de saber mortal
que eres un soplo.
Nada más que eso.
Y sin embargo, tu altiva nada
se encrespa de orgullo,
porque dice tener nombre,
¿Y qué trazos tienen
las letras de tu nombre?
Trazos de barro.
Grafías de nada.
Y bien atildado mortal,
ya te lo he dicho,
somos un soplo,
nada más que eso.
¡Ah, pero tú tienes nombre!
Muy bien,
irá con letras de oro
en el frío mármol de tu lápida.
1977.
La desoída palabra del poeta
es una gota
en la lluvia del tiempo
y cae sobre un mundo
que usa auriculares
y tiene los techos de cemento.
1978.
¿Sabe el tiempo
qué es esclavo de la hora?
Y estas horas implacables
marcan al hombre
el puso acelerado de sus días.?
Corremos tras el tiempo,
tras los sueños,
tras las cosas,
para detenernos algún día,
demasiado lejos de nosotros mismos.
1978.
PARAFRASEANDO.
Cultura,
perdónanos los errores
cometidos en tu nombre
y no nos dejes caer
en el pecado de la soberbia.
Amén.
1983.
Ya lo sé, soy reiterativa,
-digo siempre lo mismo
¿Y qué?
La vida está llena de lugares comunes.
Desde el comienzo de los siglos
ha amanecido cada día,
para que nosotros -seres falibles-
lloviéramos en desaciertos
y prometiéramos por siempre:
"ser distintos mañana".
Y dime mundo,
¿cuándo fue más mentira tu verdad
y cuándo,
tu precaria verdad fue tan oída?
Ya lo ves –divago-
no cabe duda,
soy hija de tu entraña confundida.
1977.
LA PALABRA
A Raquel Chaves
Yo busqué sin hallazgo,
La Palabra.
Y encontré sin proponerme,
unos vocablos.
Y yo -pobre de mí-
en este mundo alienado de ruidos
busco tan sólo la Palabra.
Altavoces que gritan,
gentío que vocifera,
y mí clamor de angustia,
mi reclamo,
se pierde en un ámbito babélico.
Y en éste páramo,
yo la busco.
aún aturdida por el ruido,
yo la busco..
Y en tanto,
pobre de mí,
sólo escucho vocablos,
balbuceos incoherentes,
frases altisonantes,
y en medio de ese caos,
yo busco La Palabra.
1977.
La justa medida de lo humano.
Una balanza.
Las culpas.
Las penas.
Nuestro sano juicio
¿es justo?
Vara en mano,
¿somos la infalible verdad
en la justicia?
Se alza ante la humanidad
la certeza nefasta
de negros cadalzos
cubiertos de sangre endurecida
por siglos de sentencias.
Látigos rompiendo espaldas.
Guillotinas cercenando cabezas
Vidas amarradas a una silla
y palancas que al ser accionadas
descargan sus kilovatios mortíferos.
Ah, la dudosa medida de lo humano.
El incierto sano juicio
y sentencias que son inapelables.
Quedo entre los opresivos altos muros
de sentencias cuestionadas,
que mi igualmente dudoso sano juicio
va enjuiciando.
31 - III - 77.
Siglo veinte,
último decenio.
Tecnología.
Gobiernan nuestra vida
tarjetas perforadas.
(Rebelde como soy,
pienso evadirme por algún insospechado orificio)
1984.
A la memoria de Ina Luna de Breglia
"Amor es la palabra más elástica"
Apoyada en esta expresión ajena
te diré:
Extiéndelo, extiéndelo,
Hasta la noche oscura donde habitan,
los olvidados del Amor.
1984.
Háblame con la voz del tiempo,
que transita los siglos
con su verdad, antigua
No todo es verdad,
pero -¿hay una verdad en todo?-.
No duermen las preguntas,
y estallan desde el regazo oscuro de la materia,
para trocarse en grito incontenible
la pregunta ancestral del hombre.
Buscamos la Verdad Esencial.
La verdad del granito
Del agua.
Del mármol
Del fuego y la ceniza.
Y hollando el tiempo desmemoriado,
nos detenemos a unos pasos
de otro voluminoso, denso,
libro de hipótesis.
1977.
Ya la comparsa del mundo
salió a la calle.
Ponte tu disfraz y hagamos ruido.
(quizá nos den un premio)
No importa qué día sea.
si total, -ya lo dijo alguien
para esta comparsa que es el mundo
todo el año es carnaval.
1976.
Aquí me tienes
Señora Sociedad.
De pie -de frente-.
Sin rancio abolengo.
Sin escudo de armas.
Traigo por blasón mi sola audacia
y mi nombre a secas.
No sé por qué,
pero me atrevo siempre,
a ser yo misma
a despecho de todo.
De que no soy yo nadie,
Pero Soy,
y me atrevo siempre.
Si a flor de labios
llevo lo que pienso,
a flor de piel
se me eriza
lo que siento.
Y bien Señora Sociedad,
aquí me tienes,
así, tal cual,
y con mi nombre a secas.
1976.
NOTA.
Estimada vida:
Cumplimos en comunicar nuestra existencia.
Y que no todo en la tierra es "sumo placer"
Porque muchas veces "sin otro particular vivimos".
-sin pena ni gloria además-
y otras tantas,
hasta "saludamos con nuestra consideración
más distinguida"
a quien aborrecemos.
Y luego, al final,
atentamente, estampamos nuestra firma
de opacos trazos y vacilante rúbrica.
¿Verdad que mueve al llanto
y a la risa,
esta paradójica nota de la vida?
1976.
A Mariela de Adler
Busqué la soledad,
porque en silencio quise,
adentrarme en mí misma.
Pero he notado
que hasta el silencio
tiene sus ruidos.
Y cuando para aturdirme
busqué el ruido,
supe que éste a su vez,
tiene acuciantes silencios.
Luego de andar un largo trecho
comprendí,
que por ir con tanta prisa
ha perdido mi tiempo,
mi precioso tiempo de vivir...!
Y como en contradicciones tales
se deshoja
la diaria instancia de existir,
tomo a la vida tal cual es,
con ruidos y silencios
y dándole pausas a mis prisas.
1976.
Regresa peregrino sin memoria,
al cauce del río de tus sueños.
Tal vez no naufragó aquel estandarte
que tu juventud pintó de azul
aquella tarde.
Regresa camino del silencio
o camino del recuerdo.
-hay un sillón vacío
en la casa del tiempo-
Pero aún puedes hallar
el árbol de tus sueños,
y aquel desmemoriado jazminero
que desde tu ausencia olvidó de florecer.
Regresa peregrino y rescata del olvido
los sueños rezagados
que aún habitan la casa de tu ayer.
1977.
No sé cómo decir
en este idioma mío
lo que es este sentir.
No es dolor,
-a eso no llega-
Ni es escozor tampoco.
Es una desazón hecha nostalgia,
es una casi pena.
es un sentir sin tregua
y a porfía,
es un desasosiego
que apretuja y perturba
al alma mía.
1976.
¿Yo por estos caminos
y descalza?
Pedregullos de aristas punzantes
acuchillan mis pies.
Llevo aún en las manos
las flores que arranqué ayer,
en primavera.
Duelen los pies heridos
y es muy tarde.
Se han secado las flores;
puedo hallar otras,
mañana.
Duelen los pies,
pero aún me atrevo a seguir.
Busco el camino,
no las Sandalias.
Busco la fuente,
no un vaso de agua.
A Sarita Espínola Vda. de Díaz
La brisa pasó por aquí.
Llevaba en sus alas
algo de la rosa
y algo del jazmín.
¿Adónde se iría
con tales fragancias?
Nadie me responde
pero creo entender
que esta brisa pícara
tiene sus cositas,
perfuma sus alas
y pasa muy fresca
por las tardecitas.
1976.
A Gladys Carmagnola
Saca a la luz de mundo
tus apuntes,
-me dijo la osadía-
¿Mis apuntes? replicó la timidez.
Aquí los tengo, en manuscrito,
en un pobre cuaderno.
Allí dormitan,
en tanto pienso yo en el poeta.
El poeta frente al mundo.
Un mundo demente cibernética,
con sentimientos e impulsos computables.
Y el poeta
con sus frases azules,
de seda,
de estrellas
y de sol.
El mundo con sus alas de acero,
y el poeta,
con sus translúcidas alas de cristal.
1976.
Ante la augusta presencia
del mundo,
yo sigo ausente.
Mi distancia
-de la tierra a la luna-
la cubren mil preguntas.
Mi búsqueda es un peregrinar empecinado,
obsesivo,
-en torno mío bailotean burlescas
las respuestas que luego se esconden
en el recóndito regazo del misterio-
¿Cuántos años fósiles guarda
el seno perenne de la tierra?
¿Cuántos líquenes y musgos
cubre el andar impreciso
del hombre por el mundo?
¿Cuánto rodó una piedrecilla
en el contaminado río de los años?
Cierro los ojos y en abismal secuencia
llego al extremo donde al abrirlos
la esquiva verdad me da un señuelo
y luego se escabulle.
Me reincorporo al mundo.
Un mundo que con su vacilante andar,
ya al filo del tiempo,
procura a su vez,
rasurar el rostro del eslabón perdido.
1976.
A la Flia. Cosp Bareiro
Hoy quiero dilatar mis manos,
y con ellas,
abrir el pórtico de esa región sin límites,
sin nombre, ni coordenadas.
Me llama lo ignorado,
como llama al alpinista el Himalaya,
y al clavadista marea y precipicio.
Es que a ojos vista sólo tengo,
aquello que luce los colores temporales.
Y yo pobre materia,
busco lo intemporal, busco lo eterno.
Esta mínima sustancia
antes de regresar al polvo de su origen,
quiere hallar lumbre.
1976.
De pronto, así, andando,
siento como un latir extraño
agitando mis sentidos,
(como el pulso recóndito del cosmos
latiendo dentro de mí)
Y en réplica instintiva y humana
pretendo sacudirme aquella sensación extraña,
que aguijonea y perturba
mi dimensión intrínseca.
Luego desisto al intuir
que algo mío,
irrenunciablemente mío,
late desde siempre en la tácita fuente.
Es que muchos de nosotros, conocemos apenas
la imagen que nos muestra el espejo,
al modo nuestro, en su forma prosaica,
y al estilo civilizadamente humano,
poseemos un menguado esquema
de nuestra identidad.
-en folios y prontuarios-
Y en la dimensión íntima,
desconocemos nuestro límite interior.
(sólo en esa insospechada geografía
hallaremos la plenitud de nuestro Ser)
Y sin embargo, no pocas veces,
somos apenas turistas en nuestra propia alma,
cruzamos su territorio a la ligera,
como siguiendo un apretado itinerario;
planeado por seres tan ajenos a nosotros.
Queda así, intramuros, y muy oculto a nuestros ojos
un espacio inexplorado.
Entretanto, desaprensivamente,
somos apenas el desvaído rostro
que va ganando arrugas en el espejo.
1976.
A Ida Talavera de Fracchia
Aquella clara mañana,
descorrí las cortinas del alma,
porque quise de luz inundar
sus guardados recintos.
El sol hizo lo suyo,
despejó los sombríos recelos
y todo fue claridad
por la magia del día.
Claridad diamantina.
Claridad de agua pura.
De esta pura alegría,
alegría de ser.
de sentir
de vivir.
1976.
Por la luz del sol,
existe la sombra de los árboles.
Por el Amor,
los Sueños.
Por la Vida,
la Muerte.
Y porque existe el Dolor,
la calma es Bendición.
1976.
A doña Benigna y don Honorio Rolón
Una sencilla alegría,
de esas que se sienten
un día cualquiera de Dios,
-esa es la que he sentido hoy-.
Ni bien abrí las ventanas del alma
sentí la traviesa fiebrecilla,
trepando por mis venas.
Es una sensación tierna y dulce,
aún no sé si me la trajo el día
o si yo se la brindo.
Es dulzona,
casi ingenua,
algo pícara,
retozona.
¡Puede tanto una simple alegría,
en este mundo de ecuaciones complicadas!.
1976.
Desde hoy y para siempre,
decimos ampulosamente.
Pero,
¿Hasta cuándo dura nuestro
imprevisible siempre?
¿Hasta la orilla de nuestro
incierto tiempo
o hasta el extremo
de nuestro deseo?
En ocasiones nuestro frágil siempre,
dura apenas el tiempo de decirlo.
-o es una eternidad desde el vacío,
o es el vacío transitando nuestro tiempo-
Desde hoy y para siempre somos,
sólo la incógnito de nuestro incierto plazo.
1976.
Nuestros días tienen fecha.
Nuestras fechas tienen:
Horas.
minutos,
y segundos.
Nuestra vida tiene un tiempo,
y ese tiempo es un enigma.
Entretanto,
somos viajeros de un carruaje
de ruedas inseguras.
1976.
IMPRENTA
A los obreros gráficos de la
Imprenta Salesianito
Abriéndome paso entre las máquinas
penetré hasta el atosigado
corazón de la imprenta
Allí por cierto
el silencio, es letra muerta
Porque diluvian las palabras
sobre el noble papel
que todo sobrelleva
Desde un mal-poema
hasta el resbaladizo
pensamiento humano.
Abriéndome paso
entre las tipografías
dejé en ese ámbito,
envuelto en unos símbolos
esta pequeña parte de mí misma.
5 - IX - 86 - 10:30 hs.
INDICE
Dedicatoria
Poema
Oda a la cuchara
Me fascina la ciudad
Elegía a los Saltos del Guairá
Plaza Uruguaya
Chacarita
En este mundo materializado
La calle Mallorquín
Subasta de libros
Asunción
N.N.
Oda a la mandioca
Es tarde
Polvo doméstico
Quién camina a tu lado?
En el atestado
Tranvía
Yvytyruzú
A mis zapatos viejos
¿Has arrancado?
Piribebuy
Despejé la mesa de luz
Tengo en mi patio
Currículum
A Jorge Luis Borges
¿Por qué será que en ocasiones
Yo soy un pobre leño
Poema
Cuánto trigo maduro
Calle Pettirossi
Qué somos los poetas
Poema al árbol
Llueve
¿Compra el dinero?
Tu eres
Veredas
Reflexiones
Llevo el tiempo
Un pedazo de tierra
Llevan algunos
Has de saber mortal
La desoída palabra del poeta
¿Sabe el tiempo?
Parafraseando
Ya lo sé
La palabra
La justa medida de lo humano
Siglo veinte
Amor es la palabra
Háblame con la voz del tiempo
Ya la comparsa del mundo
Aquí me tienes
Nota
Busqué la soledad
Regresa peregrino sin memoria
No sé cómo decir
¿Yo por estos caminos y descalza?
La brisa pasó por aquí
Saca a la luz del mundo
Ante la augusta presencia
Hoy quiero dilatar mis manos
De pronto
Aquella clara mañana
Por la luz del sol
Una sencilla alegría
Desde hoy y para siempre
Nuestros días tienen fecha
Imprenta
Para comprar este libro deberá contactar con:
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EL LECTOR 1 – PLAZA URUGUAYA
25 de Mayo esq./ Antequera
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Asunción - Paraguay.
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