DICE QUE NO ESTÁ, 1968/2008
Obra xilográfica de OLGA BLINDER
Es el título de una obra xilográfica de Olga Blinder, que hace alusión al tiempo sociopolítico que se vivía en esa época en el país, allá por 1968.
William Paats
ARTISTA Y DOCENTE
El aspecto humano en la obra de Olga es el eterno fundamento de su trabajo. Aunque no se lo propusiera, a la hora de materializar su obra siempre aparecía el ser humano, y por sobre todo la mujer. Su preocupación por la situación laboral de ella, que, además de salir a trabajar, tenía que ser madre, esposa o padre y madre a la vez, y desempeñar todos los roles a un mismo tiempo. Eso la preocupó siempre, aunque quizás no fuera muy demostrativa de sus sentimientos; aparentaba ser dura; sin embargo, dentro de ella había una mujer que sufría por la realidad de su pueblo. Recordemos que las obras de sus inicios no eran bellos jarrones de flores, eran "Mesa pobre", "Maternidad", "Marchantes de mi ciudad", "Señoritas" y un sin fin de títulos, todos alusivos a esa realidad.
"Yo no busco los temas, ellos me buscan a mí"...
... decía Olga en una entrevista, hace algunos años. Respondía así a la pregunta de por qué se fijaba en las mujeres vendedoras de la calle, de los mercados, y las tomaba como modelo, siendo que esa no era su realidad:
"Y parten siempre del ser humano, y fundamentalmente la mujer. La preocupación por la condición humana es una constante tanto en mi pintura como en el grabado", dijo.
Y, más adelante, la situación política que tan duramente la afectó, por cuestiones familiares y personales, aparece plasmada en su obra gráfica y pictórica.
Los dibujos, las pinturas y los grabados de Olga Blinder son como una herramienta de diagnosis, de conocimiento a través de los signos, producida por los acontecimientos desarrollados por una sociedad enferma por las ansias de poder y de un machismo agobiante. Quizás como un síntoma al temor de una dictadura que no podría sostenerse de otra manera.
"Pienso que las mujeres, todas, somos capaces de realizarnos como seres humanos en cualquier campo en que nos ponemos a trabajar. Ya pasaron los tiempos en que los hombres limitaban la labor de la mujer a las tareas domésticas, pero estoy firmemente convencida de que la función primordial de la mujer es la maternidad", decía con seguridad.
Y la necesidad de expresar, transmitir alguna inquietud, es lo que mueve a la artista y la lleva a encontrar los medios necesarios para su realización. En el dibujo ella encontró el medio que le dio la fuerza que necesitaba para expresarse con economía de elementos y canalizar lo que le molestaba, apoyada en la fuerza de la línea y trabajada de forma espontánea con ímpetu propio, resolviendo así una necesidad vital de manifestarse.
Por ser también la huella de una acción física, se puede descubrir una personalidad que condensa varios elementos: una biografía en una época particular que necesariamente debe ser contada. Justamente apoyados en la historia comprendemos los mensajes de su extensa obra: una vida ejemplar dedicada al arte y la educación a través de él.
Y utilicé el título de una obra suya para recordar que Olga ya no está...
Fuente: CORREO SEMANAL del diario ULTIMA HORA
Fecha: sábado 18 de julio de 2009
BREVE COMPENDIO DEL ARTE DE OLGA BLINDER
La gran artista, fallecida hace un año, fue responsable de uno de los itinerarios más extensos del arte del Paraguay. Ticio Escobar devela sus huellas y legados.
Ticio Escobar-Crítico de arte
ticio@ticioescobar.com.py
Para hablar de Olga Blinder, prefiero ahora dejar de lado el espacio del duelo, que obstinadamente mantiene abierto su reciente partida, para trazar un sucinto recuento histórico de su densa carrera artística.
El manifiesto fundacional del arte moderno paraguayo fue enunciado en el catálogo de la primera muestra de obras de Olga Blinder, realizada en 1952, ocasión en la cual Josefina Plá y João Rossi plantearon las bases programáticas del ideario moderno. La exposición de Olga se convierte así en el punto de partida de un ciclo cardinal del arte paraguayo. Y marca, además, el inicio del proceso de su propia obra.
Esta primera obra se desarrolla en varias direcciones, que marcan vectores fuertes de la modernidad artística durante las décadas siguientes. Por un lado, la figuración crece en pos de un derrotero definidamente propio, ajeno a las seducciones experimentalistas instaladas con ímpetu en los 60. La obra de Olga Blinder incorpora nuevos recursos formales y técnicos, y repone propuestas sin el apuro por estar al día a toda costa. Este movimiento de sosegado crecimiento permite que las innovaciones sean asumidas según las posibilidades de un curso seguro y templado, aunque dramático siempre.
Gran parte de la obra posterior suya está condicionada por una imagen de cuño neofigurativo, tendencia de la cual Olga Blinder actuó como una de sus principales exponentes. La intensa carga de los contenidos de Olga, incrementada en este momento por el cuestionamiento a la dictadura y su alegato en pro de los derechos humanos, encontró en la deformación de la imagen un aliado natural y un potente recurso expresivo.
LA CONTINUIDAD DEL ARTE
El sistema de crecimiento de esta obra hace que la misma se acerque a las tendencias conceptuales de los años 70 sin forzar su marcha ni torcer su rumbo. La serie de sus impresiones zincográficas trabaja la relación lenguaje-imagen a través de un estudio meditado de los signos gráficos, que no desconoce las presiones oscuras de la historia: otra manera de enfrentar la paradoja que instaura el rigor de la forma al ser sacudida por los apremios de la historia.
Una de las consecuencias más interesantes que produjo la obra de Olga Blinder resulta del juego entre las manchas pictóricas y las líneas que disputan con ellas la escena del cuadro. Su última pintura se constituye a partir de un registro fantasmático ubicado a medio camino de lo gráfico y lo plástico, y capaz de hacer zozobrar los sostenes de la propia figuración. Enredado en transparencias y chorreados, cubierto o velado por masas compactas o vapores de color, el dibujo deviene el rastro de una representación irrealizable: el simulacro, la adulteración o el desplazamiento de un retrato que más tiende a nombrar una idea que a representar un personaje. Quizá en esta paradoja se encuentre, ileso, aquel conflicto fecundo que desvelaba a los primeros modernos paraguayos y que asegura en parte la porfiada continuidad del arte.
Fuente: CORREO SEMANAL del diario ULTIMA HORA
Fecha: sábado 18 de julio de 2009
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