ASUNCIÓN
Asunción, mi Asunción, benditas seas.
Meca radiante, urna de mis sueños,
cuna de mis amores y esperanzas.
Este canto te debo.
Yo te diré en mi verso modernista,
en las estrofas de mi canto nuevo,
los gozos de mi alma alucinada
en las pascuas floridas del ensueño.
Florezcan para ti todas las rosas
de mi lírico huerto,
como un incienso milagroso y puro
en la piedad humilde de mi verso.
I
Virgen india dormida en la leyenda
milagrosa de un sueño,
Mbaé-verá-guasú resplandeciente
que idealizara un imposible anhelo,
te presintió, opulenta en tu belleza,
el genio aventurero
de los recios varones de Castilla,
hombres de escudo y corazón de fierro,
que un día hasta las faldas florecidas
de tu vigía, el lambareño cerro,
trajeron la simiente de otra raza
y la divina luz del Evangelio.
Vinieron sin más arma que su audacia
por la ruta perdida del misterio,
trayendo como norte y como guía,
el ideal destello de un lucero.
II
En tu nombre simbólico palpita
un futuro soberbio:
asumir y ascender, tal el destino
que traza el poder mágico del verbo.
Te acuna el río manso, tu Poeta,
con arrullos eternos,
y abraza tus rodillas su homenaje
azul, humilde y bueno.
Su canto sempiterno es un poema,
una plegaria, un rezo
que susurran las olas melodiosas
en la ondulante música del ruego.
En el teclado azul del río entona,
y en las flautas del viento,
el órgano profundo de la selva
un poema sinfónico y soberbio,
que como cataratas de armonías
y una lluvia de pétalos,
embalsama y endulza tus encantos,
Princesa indiana de un divino cuento.
III
Tu noble alcurnia de prosapia hispana
y guaraní, reviven en tu seno;
la prócer altivez de tus casonas
y el alma soñadora de tu pueblo.
El recuerdo, ese aroma del pasado,
florece en tus aleros,
pareciera que absorto y fatigado
se hubiese echado a descansar el tiempo.
Tus patios cordiales como nidos
aroman de prestigio romancesco,
la piedad que florece en tus naranjos
y en la ternura de tus jazmineros.
Al alado prestigio de tus gracias,
al embrujo sutil de los beleños,
se aduna la opulencia deslumbrante
de la pompa oriental de tus paseos.
Y el purísimo azul, profundo, único,
de tu límpido cielo,
refleja los más puros idealismos
como en mágico espejo.
IV
Matrona augusta, madre de ciudades,
del Buenos Aires regio y opulento.
En tu matriz fecunda y dolorosa
los siglos concibieron!
Templo de libertades y tribuna
gallarda del pensamiento
do se elevó magnífico y rotundo
el grito vertical del Comunero.
Ese reto romántico y sublime
que aun vibra puro, solitario, inmenso,
como el faro radiante de la Idea
iluminando el ara del Derecho!
Envío:
Jerusalén soñada del Poeta,
villa heroica y gentil, mágico templo
de la gracia y eterna maravilla,
urna vibrante del más puro sueño.
Vuele a ti, Madre augusta, enamorada,
la alondra de mi verso,
como un pájaro loco y armonioso
en las pascuas floridas del ensueño.
BLASÓN
Corre en mis venas en oleadas de fuego ardiente,
la sangre roja de los altivos abencerrajes,
que en la caligie de los desiertos brama potente
de los leones en el rugido fiero y salvaje.
Del indio triste las amarguras llevo en la frente
con el orgullo del que no sabe de vasallajes,
y con el ansia de luz que aspira loco y vehemente
un balbuciente batir de alas en el boscaje.
De ahí mi orgullo y mis tristezas y mi hidalguía;
de ahí el secreto de mi incurable melancolía,
y mi infinita pasión de estrellas, cielos y mares.
Por eso a solas cuando divago, mi alma se enflora
del panteísmo de la opulenta selva sonora
y la molicie voluptuosa de los aduares.
CANCIÓN DEL MILICIANO GUARANÍ
Vibre el crótalo nativo
de la lírica cigarra
y retoce en el pandero
toda el alma castellana.
Cesen sus hondos lamentos
melancólicas guaranias
y estalle en notas heroicas
una polca paraguaya,
en simbólico responso,
que ha muerto en tierras de España
José Aparicio Gutiérrez,
miliciano de la raza.
Pon el luto de tus trenzas,
morena que le esperabas,
en la guitarra aborigen
como cintas perfumadas,
para cantar la partida
de quien prendiera en su espada
un destello de idealismo,
como la rosa encarnada
que prendiera en tus cabellos
en ofrenda perfumada.
Pon el luto de tus ojos,
morena que ya no aguardas,
para que sea más honda,
más sentida y más amarga
la canción de la partida
hacia la luz del mañana,
de quien cayó sonriendo
por su honor y por su raza.
José Aparicio Gutiérrez,
miliciano de la raza,
por tu muerte no tañeron
las simbólicas campanas,
y sí el clarín masculino
de las gestas libertarias!
Aparicio, por tu muerte
no doblaron las campanas.
Con las rosas de tu sangre
adornaron la mortaja
que te envolviera en el claro
resplandor de una Alborada.
Miliciano guaraní,
Miliciano de la raza
has saldado tú la deuda
que debíamos a España;
Don Quijote no está solo
en los campos de la Mancha.
VICENTE LAMAS (h.)
** Casi desde niño ha actuado en el periodismo; quedan huellas de su intensa labor en los más importantes diarios de Asunción. Colabora en algunas revistas de la Argentina y del Uruguay. El poeta ha producido sonetos cincelados con el buril de un auténtico artista, captando en ellos momentos y cuadros típicos del campo paraguayo. En los juegos florales organizados por la Municipalidad de la capital en 1931 obtuvo el segundo premio con un bello poema. Como hombre de su tiempo, rinde tributo a los ideales de renovación social.
Crítica: "Vicente Lamas", por Rafael Oddone. ("Noticias", rev., Asunción, marzo de 1943).
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Fuente: Sinforiano Buzó Gómez. ÍNDICE DE LA POESÍA PARAGUAYA, Editorial Indoamericana. Argentina, Asunción, 1952.