ANTOLOGÍA POÉTICA
Autor: OSVALDO GONZÁLEZ REAL
ISBN: 978-99925-220-2-8
Editor: EDITORIAL ROSALBA
Páginas: 64
Tamaño: 12 x 18 cm
Año: 2021
Libro Paraguayo
Una selección personal de versos que provienen de los poemarios "Memoria del exilio" y "Poemasutra", además del agregado de nuevos poemas.
SIMBOLISMO Y EXILIO APOCALÍPTICO
EN LA POESÍA DE OSVALDO GONZÁLEZ REAL
Poeta, crítico de arte, ensayista, narrador y docente de lenguas en varias instituciones paraguayas, Osvaldo González Real siempre se ha caracterizado por una escritura laboriosa y dedicada a la literatura. Debido a su amplia experiencia cultural y artística, las temáticas narrativas y poéticas en sus propias obras alcanzan el exilio espacial e interior, interpretaciones místicas judías y esotéricas, muchas veces comparándolas con las religiones asiáticas y la propia cultura ancestral guaraní, entre muchos otros temas de interés de la comunidad global.
Por lo anterior, quiero adentrarme en algunas de sus obras principales, a saber: Memorias del exilio (Alcántara Editora, 1984), Poemasutra (Servilibro, 2008), y la presente compilación Antología personal (Editorial Rosalba, 2021). Todas examinan un corpus temático que provee al lector con raíces locales e internacionales, atravesando los límites geográficos y de pensamiento. Estas obras amplían la percepción del papel de la ciencia, la pseudociencia y el pensamiento oriental cuidadosamente vinculado al ideario latinoamericano. Sus temas inauguran una nueva perspectiva de términos que designan categorías textuales con una visión profética y futurista del hecho. Aunque hoy en día Paraguay todavía está en un progreso hacia la internacionalización de su literatura, autores como Osvaldo González Real retroalimentan el deseo y legitimidad para escribir poesía.
A través de su literatura, González Real registra giros de identidad nacional y simbolismo religioso usando a bien con la propuesta de cambios radicales en la sociedad. Todo lo anterior contribuye con nuevas posibilidades para un desafío cultural y literario en las letras paraguayas. En su obra denuncia alianzas políticas, sean de derecha o izquierda, imperialismos culturales que imponen ideas y pensamientos sobre comunidades ancestrales. El escritor en cuestión es uno de esos raros autores paraguayos que construye un fuerte vínculo entre la «isla sin mar» y el mundo allende los mares. Por ello, hace parte de una coalición infranqueable en la que la poesía presenta su discurso imaginativo y de autoridad. Proclama realidades con verdades científicas entremezcladas con la creatividad literaria y la imaginación.
A pesar de la innegable diversidad de Paraguay, su historia nacional y la problemática de su contexto literario, González Real apuntó hacia patrones distintos y examinó la unicidad de la imaginación. Algunos de sus textos fueron escritos bajo serias dictaduras y conflictos nacionales buscando una sociedad más justa, aunque agnóstica. En esta misma línea de lo sacro, y al igual que el género apocalíptico —según la Biblia—, la utilización de símbolos y señales religiosas se despliegan en la obra literaria del presente autor «porque Todo es Palabra y la Palabra es Todo» (Invocación). En una sociedad silenciada por el poder absoluto de una dictadura y la opresión política de las clases sociales, el escritor crea modos de subsistencia donde la conciencia colectiva se escuche y, además, haya esperanza en el horizonte. Es decir, a través de la apocalíptica González Real pone el dedo en la llaga para empujar a Paraguay a unirse con el progreso mundial y no quedarse en aislamiento o exilio dentro de su mismo territorio.
Al usar el género apocalíptico, el autor recobra el pasado y lo proyecta hacia un futuro mejorado y coherente con la articulación de entidades de justicia. Su escritura tiene un significado que modela el futuro y lo determina con compromiso político y una práctica discursiva en términos de escape ante la opresión. Al igual que la palabra «apocalipsis» deriva del latín cuyo significado es develar, descubrir, —y es lo que hace Osvaldo González Real— este abre la puerta al público a través de una escritura colateral. Lo que nuestro autor busca es un nuevo orden divino reflejado en lo territorial que culmine en un Nuevo Paraguay (similar a la Nueva Jerusalén bíblica). Su escritura transcribe códigos y símbolos que el pueblo tiene que interpretar, descifrar y desmitificar, dejando como resultado: «el que tenga oídos para oír, que oiga».
La presente Antología personal, que entrega al público la Editorial Rosalba, continúa su interés con lo apocalíptico, lo esotérico imbricado en las historias del pasado y libros sagrados ancestrales como el Chilam Balam, creación de la cultura maya, la Biblia, entre otros. Aunque plasmados con los recursos del género poético, la historia de profecías, rituales indígenas y calendarios astronómicos son utilizados como herramientas para evaluar el universo. La cosmogonía de Osvaldo González Real es irreverente, antitradicional, incorporando una intertextualidad de escritores tales como Marguerite Yourcenar, San Juan de la Cruz, Albert Camus, entre muchos otros. Con destreza y maestría González Real combina lo religioso, lo cultural, lo político como transgresión cultural y literaria.
Igualmente, la Antología personal (2021) hace alusión de personajes y sucesos bíblicos tales como ángeles caídos, luchas angelicales, existencialismos profundos como también romanticismo decimonónico (Ángel terrible y bello). En la presente compilación, la inmersión del autor con culturas orientales gratifica la lectura con destinos inciertos, la inminencia de la muerte, el beso robado de la mujer deseada, la condena al destierro y a exilios irremediables: «con nombres que tienden el puente hacia la otra orilla más allá de la muerte» (La sabiduría suprema es sin palabras). En resumen, cada uno de los géneros temáticos que Osvaldo González Real utiliza es un disfraz claro para denunciar el orden y el statu quo en Paraguay y en el mundo. Un conjunto de formas utópicas florece en los textos emergentes de este escritor y discuten pensamiento político y cultural, ubicando la sociedad en un espacio de convergencia ideal. Esta obra es utópica en cuanto al espacio, tiempo y situación con realidades distorsionadas por los efectos de comunidades futuristas o avatares que salvan al mundo, que luchan por los valores como la belleza, el amor, la justicia, etc.
Finalmente, Osvaldo González Real se anticipa al desarrollo de los eventos históricos, los trastoca presentándolos como símbolos y señales de la divinidad, no importando cómo la conciba cada individuo. En esta obra se presenta el exilio psicológico forzado por la misma opresión de la sociedad, las experiencias vividas por las voces poéticas y el contenido emocional que conlleva al olvido, a la felicidad y a la soledad. El texto refleja una alienación mental y sublimación del propósito de la vida. Como no se observa mejoría en los actos políticos de los gobiernos y los sistemas de poder en la sociedad paraguaya, la poesía provoca un alejamiento del fracaso continuo en el que las voces se acallan por el cansancio irremediable. Así, el exilio se convierte en el último acto político con consecuencias emocionales y psicológicas tanto para la voz poética como para el autor del texto; significa que no hay acuerdos de significado entre la voz poética y la sociedad, los dualismos nunca se unirán; sobrevienen las yuxtaposiciones del pensamiento y los excluidos sociales se apartaran porque estorban. Es un ambiente finalmente desolador, de extrañeza cultural, alienación social que se concentra el querer transformar radicalmente el sistema opresivo. Sin embargo, Osvaldo González Real, doctor honoris causa del Instituto Superior de Bellas Artes, aporta esperanza con la belleza del lenguaje de su propia obra poética, incentivando al cambio de patrones de nacionalismo insulsos y decadentes en su propio país. Asimismo, trata de encontrar similitudes entre culturas ancestrales, hemisferios yuxtapuestos, mundos invertidos mientras la fe cosmopolita abre nuevas brechas para explayar nuestro conocimiento. Al igual que la cultura guaraní, ampliamente asentada en el actual Paraguay, y la cultura zen, producto de sincretismos de la conciencia, nuestro poeta presenta la naturaleza en todo su esplendor, defendiendo el ecosistema, la fauna y la flora, todas amenazadas por los tentáculos del poder.
La propuesta final de González Real es el rescate de los valores sublimes, los derechos humanos, la igualdad del ser humano como ser pensante y realizado, el acortamiento de las distancias ideológicas, el reencuentro con la dignidad humana; el advenimiento de un Mesías que llega a quedarse en medio la desolación para renovar fuerzas, el amor que abrasa el odio y las rencillas, pero por encima de todo, el orden divino del universo. Por lo tanto, me complace presentarlo a un público interesado en leer la presente Antología personal, compilación que refresca desde ya la literatura paraguaya haciéndola mucho más deseada y dulce en siglo actual.
Dr. Alexander Steffanell
Profesor asociado de Español y Literatura
Director de Estudios Latinoamericanos
(Lee University, Cleveland, Tennessee)
Invocación
Antes del robo del fuego
fueron de papel los cimientos
de la Primera Tierra.
El Diluvio los destruyó...
Mbya guaraní
Mantén en alto
el fluir de la Palabra
que tus hijos vigilen la voz
que engendré en mi soledad.
Que los dueños de la Palabra
los Señores de la Palabra
se acuerden siempre de mí.
Yo inspiraré su canto
el canto sagrado
el himno creado en soledad.
Porque Todo es Palabra
y la Palabra es Todo.
Las exequias del tiempo
Asistirás un día
a las exequias del tiempo
a la pena
a la gloria del olvido
a la destrucción del país de la infancia.
Desde la otra orilla
sin memoria sin esperanzas
descubrirás el sentido de la derrota
tendrás la clave del destierro y de la soledad.
La vida que te fue otorgada
con su espanto y su destino inexorables
la has entregado
a la astucia y la codicia
de los hombres.
Más arriba del miedo
en los bordes de la demencia
crece
la flor resplandeciente de tu alma.
No la arrojes al abismo
donde se marchitan las flores
que desafiaron
los designios del tiempo.
Memorias de Adriano
¡Oh! Funestas tinieblas del Orco,
que devoráis todo lo bello: yo os maldigo.
Catulo
Fui hombre entre los hombres: el esplendor de la gloria
no ensoberbeció mi corazón.
Y aunque romanos y bárbaros por igual
temieron mi nombre,
permanecí esclavo de la belleza.
Cuando la ática luz abrió mis ojos
admiré las curvas de los mármoles de Paros
con la misma mirada que contempló, impasible,
la destrucción de los Sármatas.
La eterna cantilena del mar meció con sus nocturnas voces
el adónico amor que me brindó Bitinia,
hasta que la atroz envidia de los Dioses
me condenó a llorarlo, muy lejos de la patria.
Desterrado de la luz -en la triste morada de las esfinges-,
allí donde todo lo bello es devorado,
mi alma pequeña flota tiernamente
junto a espectros de perros y caballos
que relinchan y ladran en las sombras.
Perseguiré, inútilmente, el jabalí fantasma
en las oscuras selvas del infierno
hasta que la ibérica ciudad que vio mi infancia
sea hollada por aquéllos que combatí, tantas veces,
en las lejanas fronteras.
Extranjero: tú que aguardas en medio del insomnio
la inminente llegada de los bárbaros,
no olvides quemar el perfumado incienso
ante el altar de quien reposa, pálido, rígido y desnudo
en las riberas del Río,
bajo el eterno mirar de Osiris.
Ángel terrible y bello
Una vez luché con un ángel
y le corté las alas:
sus plumas eran pájaros sedientos
mis manos un palomar de fuego.
Qué lucha desigual en las tinieblas
contra el ángel terrible y bello
de rostro milenario arcaico hermano
mago de siete brazos
puerta secreta hacia los limbos.
Escucha
ángel de fuerzas infinitas
curvando espacios
para lanzar tus lunas mensajeras:
no detengas tu vuelo en mis aleros.
La tierra que pisas es amarga
pero sus frutos son sabrosos.
Recuerda:
la manzana que brota de tu frente
ya la probé en mis sueños
cuando empapó tus plumas el Diluvio.
Cesa de luchar
en esta guerra florida sin espadas.
No vencerás a la raza que piensa
aunque descanses en la Nada.
Tu poder no es de estas esferas
otra gravedad rige tu vuelo
y orienta tus cabellos.
No vengas como halcón viajero
a robar los huevos del gusano.
Vete a tu país flotante
donde las flores cantan
y los árboles caminan.
Memoria del Exilio
¡No es de ayer el exilio!, ¡no es de ayer...!
Saint-John Perse
Mi vida fue, toda, un regreso.
Alfonso Reyes
A Ítaca tenla siempre en la memoria.
Llegar allá es tu meta,
mas no apresures el retorno.
Cavafis
Yo creo en ti, yo creo en ti, divina madre,
¡Afrodita marina! ¡Oh! ¡La ruta es amarga!
Rimbaud
Juglar de ausencias
a Augusto Roa Bastos
Catador de músicas extrañas
viejo juglar de ausencias
escuchaste el cantar de las Sirenas
viajando el incurable mar del recuerdo.
Tu raza ha fatigado los caminos de la impotencia
tu patria es el lenguaje del Exilio
y tu Reino —a la intemperie—
la voz que fluye de las sombras.
Has de volver, hijo pródigo
—comedor de cenizas—
con dulces palabras nuevas
con el fervor de otras tierras
y el fulgor de otros soles.
Cantarás tu historia
mendigo de la esperanza peregrino-prometeo
sangrando del buitre que roe
tu alma.
Has profanado la gloria de la infancia
peregrino de lo absoluto
bardo de la palabra perdida
tú que has conocido la vasta amargura de tu pueblo
viejo juglar de ausencias
único sobreviviente de la muerte
del Verbo.
1982
Náufragos de la vida y la muerte
...él es más duro que su roca y más paciente
que el buitre que lo ronda.
Albert Camus
Tal vez no lo recuerdes: el mar arrulla desde siempre,
diariamente se acuesta sobre laureles marchitos,
emborrachándose con vino de líquenes y algas,
perfumando levemente las horas del tedio y la nostalgia.
Hemos anclado de noche en medio de los hombres
gustando la dulce miel de las sirenas.
No quisimos morar, allá, donde el sol se pone.
¿Recuerdas?
Lejos, entre las piedras blancas de la playa,
aquel verano el viento reconoció al extranjero
y con un soplo ardiente y espeso
protegió los tesoros ocultos en la arena.
No volveremos a esa tierra pródiga en muertes y perfidias.
Hemos colgado las alas definitivamente.
Somos apenas un puñado de ángeles abandonados del destino,
desterrados
que buscan, a tientas, los caminos tortuosos del olvido
musitando palabras sordas, inexorables, llenas de rencor
y de niebla.
Pero tú no te detengas, viajero. Sigue tu senda
sin mirar tras las huellas que dejaron tus pasos,
sin pensar en las madres sentadas junto al fuego
en las chozas de barro, frente a las palmeras.
No permanezcas de pie en este lugar sagrado,
el bosque te está convocando con su voz verde y espesa,
debes partir hacia el centro de las cosas,
hacia donde la luz llama
con su ternura de ojos
iluminando el alba.
No preguntes. No lamentes la suerte nuestra.
Hemos sido justificados en la vida y en la muerte,
al principio y al fin de la aventura.
En cuanto a mí, soberbio hijo de la ira del dios,
supremo sacerdote de la belleza
condenado a las penas volcánicas:
me entrego sin temor a la voluptuosidad de los dioses,
al rayo y al trueno, en las tinieblas,
escuchando bajo mis pies
el sibilante litigio de las serpientes.
Mensajero, ven... No me abandones
sin que, por un instante, susurre en tus oídos
la palabra secreta.
Amor: escuela del olvido
Tu curva desnudez
se deslizó bajo mi piel
como oro sobre seda.
Era el latir unísono
de los cuerpos:
pulso contra pulso
aliento sobre aliento,
mientras mi lengua
sorbía
el agridulce licor
y, luego:
el olvido.
La voz de las sirenas
Canto de sirenas
—última tentación—
del que regresa al hogar
desde el exilio.
Tú lo escuchaste, Ulises,
desde la cóncava nave
atado al duro mástil de roble
cuando volvías de Troya.
¿Cómo sonaban sobre las olas
las voces seductoras y fascinantes
del mar?
Dinos el secreto de su canto,
cuéntanos la sublime melodía
que embelesó tu oído, marinero.
¿Acaso Penélope hubiera hilado mejor
si hubiera sabido que tu curiosidad
te condenaría al naufragio?
Solo tú conoces la secreta canción,
pero te has quedado mudo de espanto
ante su belleza.
Las hermosas primeras palabras
Ñe’ẽ porã tenonde
Tú pronunciaste
las hermosas palabras primeras.
Tu poderoso canto se abandonó al exilio
para fundar sobre desnudas letras
la llameante patria del poeta.
Un himno de soledad tu canto
palabras de esplendor en la niebla
rueda de fuego sobre el abismo, tu voz.
Yo, que soy el último
de entre los que fueron los primeros,
te ruego que protejas el viejo fulgor
de los nombres,
el vigoroso fluir de la palabra
contra la incuria y la sordera
de los hombres.
La sabiduría suprema es sin palabras
1
Allí, en el corazón de la luz,
en el ojo de las tinieblas, en el
centro del eterno presente
habita aquella a quien no comprenderás
antes de poseerla.
Aquella que, sin hacer nada,
no deja nada por hacer.
A ella, no la aferrarás con palabras.
2
Palabras: andamios de la ilusión,
hechas para cubrir el vacío inmenso
de la existencia
con nombres que tienden el
puente hacia la otra orilla
más allá de la muerte.
3
Allí, la iluminación
ha disuelto las sombras.
Allí, alcanzarás el significado
y olvidarás las palabras.
Palabras: cáscaras del vacío.
4
Sobre este espacio de papel
llamado tiempo
escribo
con perfección inevitable
palabras silenciosas
que suenan como el trueno:
“El que sabe no habla,
el que habla, no sabe”.
HAIKUS
1
Plumas bogando en el estanque.
Blanco cisne:
Nostalgia del cazador.
2
Nubes negras, cielo encapotado.
Sobre las aguas, luto
que el viento arrastra.
3
Un jarrón frente al espejo:
Mirando las flores —espejismo
de tu fragancia—.
Te contemplas como una rosa más.
4
Viento de otoño, aliento del olvido,
arrastrando y deshojando
nuestras vidas.
5
La brisa de primavera despeina mis cabellos.
Miro hacia el sur, esperando
sentir en el viento
la voz de la nueva estación.
6
Desde el dintel de la aurora
vi la luna menguante huir hacia tu alcoba.
¡Cómo envidié tu ventana!
7
La lluvia cae sobre el río
mientras espero tu llegada
como el arcoíris que anuncia el sol.
8
Las manzanas se pudren en el césped
como las penas fermentan en el alma
para convertirse en el vino
de la desesperación.
9
Las mariposas llenan el aire con sus colores
mientras mis pensamientos aletean grises
en la oscuridad de mi cuarto.
10
Pájaros azules cantando en la porcelana.
Tomando té
recuerdo tus manos de nieve.
11
Cigarras cantando: pulso del verano.
Pronto llegarán las lluvias de estío.
En tu jardín los sauces llorarán al sol.
12
Luciérnagas: faroles minúsculos del verano
Mil ojos en la noche cómplice
para cantar al amor.
Desterrados
Estamos aquí, arrojados
A la intemperie
En una tierra amarga
Despojados de nuestras almas
Con cuerpos vacíos, esperando.
Ya bajarán de las estrellas
Dicen, para consolarnos
Pero nos mienten, porque somos
Desterrados y pertenecemos
A una raza maldita.
Esperamos —como siempre— un
Redentor que ignore el castigo
Y nos redima.
Ha llegado el momento
Ha llegado el momento
De rendir cuentas a la vida
Estamos aquí
Desnudos esperando
El momento final
Del destierro definitivo
Aquel al cual fuimos
Condenados, desde siempre.
La vida no nos ha sido avara
Nos ha complacido y nos ha
Concedido dolores y alegría
A lo largo de la existencia
Larga y penosa.
Estamos listos a partir
Y no nos preocupa el viaje
Ni el destino final
Todo está previsto
La jornada será larga, espero
Aunque sin retorno.
Retorno del exilio
Poeta, ¿qué harás en el destierro?
has sido expulsado, por la ira del Dios
y enviado
a remotas tierras
lejos de la patria.
Ya no sentirás el sol, sobre la piel morena
ni la brisa de tus bosques
ni el ardiente viento norte
ni sorberás agua de tus fuentes
primigenias.
Sólo la voz de los recuerdos
alentará en tu corazón escindido
entre dos mundos, dos visiones,
quebrado por el dolor
del abandono.
Ya has dejado atrás
el hogar, los hijos, la belleza
el grito de libertad
y la injusticia
No flaquees en el destierro
la hora del retorno se aproxima
y llegará con el clamor de las lluvias
y los ritmos de la nueva estación
Volverán, al fin, los pájaros del sueño
la hora del reencuentro, ya está anunciada
en los astros:
tu lengua resucitará en un glorioso poema
como un himno.
OSVALDO GONZÁLEZ REAL (Asunción, 1938)
Es poeta, narrador, ensayista y crítico de arte. Estudió en la Universidad de Hamline (EE. UU.) y en la Sofía de Tokio (Japón). Fue profesor de Lengua inglesa, de Estética y de Literatura en varias universidades del país.
Se desempeñó como director de la Escuela de Bellas Artes, como Viceministro de Cultura del Ministerio de Educación y actualmente dirige la Casa de la literatura «Augusto Roa Bastos».
Fue periodista de los diarios La tribuna, ABC Color, Hoy, Última Hora, Noticias y de las revistas culturales Alcor, Péndulo, Diálogo, Época y Criterio. Tradujo a Ray Bradbury, T. S. Elliot y Ezra Pound.
Es miembro de número de la Academia Paraguaya de la Lengua Española, del PEN Club del Paraguay, de la Sociedad de Escritores del Paraguay y de la Asociación Internacional de Críticos de Arte.
Sus cuentos y poemas figuran en varias antologías tanto nacionales como extranjeras, como las de Teresa Méndez-Faith y Ángel Flores. Como Director de Fomento del Libro del M.E.C. ha participado de las ferias de Frankfurt, Jerusalém y La Habana. Ha sido invitado por el Consejo Británico y el Instituto Goethe de Munich.
Fue curador de la Bienal de San Pablo en varias ediciones y miembro de jurados nacionales e internacionales, como crítico de arte. Ha sido condecorado con la Medalla Simón Bolívar de la UNESCO y la Orden de las Palmas y las Letras del Ministerio de Cultura de Francia. El Instituto Superior de Bellas Artes le ha otorgado un doctorado honoris causa y el Cabildo lo distinguió como Maestro del Arte en Literatura. Ganó asimismo el Premio Vincenzo Croccitti Internacional (Italia).
Fuente: JAVIER VIVEROS
Abril 2020
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