RENÉE FERRER (Asunción, 1944)
(29-XI-92 - ABC; 18-IX-94 - NOTICIAS)
“DESENMASCARAR LA DOBLE MORAL, LA HIPOCRESÍA”
Entrevista por VICTORIO SUÁREZ
( GENERACIÓN DEL 60 - LITERATURA PARAGUAYA )
Cierta coincidencia unánime muestra a las claras la imagen diluida de una “transición” donde falta el coraje necesario para tomar decisiones contundentes contra la miseria material y espiritual. Sin descansar en la tarea de amalgamar opiniones, en esta nota habla la escritora Renée Ferrer, quien alcanzó importantes premios nacionales e internacionales.
–En primer lugar, sería interesante hablar de la experiencia generacional que te tocó vivir, tu visión temporal de los años en que apareciste como poetisa en nuestra literatura.
–Siempre trabajé de manera muy solitaria, sin pertenecer precisamente a ningún grupo, conste que sabía de la existencia de escritores aunados a través de la revista “Criterio” y otras que anteceden a dicha publicación. En la antología “Voces Femeninas de la Poesía Paraguaya”, doña Josefina Plá me asocia a la promoción del 60; con ese mismo criterio aparecen mis poemas en la última antología “Poetisas del Paraguay”. En realidad, yo publiqué tempranamente (1965), ese tiempo me recuerda la persecución del Gobierno a las manifestaciones ciudadanas. En 1959, tiempo de colegio todavía, me tocó presenciar la huelga y los desmanes de las fuerzas represivas (la montada) entrando en el Colegio Internacional y la Facultad de Derecho. Fue un tiempo difícil y violento donde el estudiantado se solidarizó y se plegó a la clase obrera. En cuanto a la actividad literaria puedo decir que he participado de la academia del colegio donde Rubén Bareiro Saguier oficiaba como uno de nuestros maestros. Por entonces yo tenía quince años y publicaba poesías en nuestro periódico estudiantil. En realidad lamento haber vivido toda aquella experiencia adolescente y temporal de manera un tanto aislada.
–Sigo creyendo que estás más en la promoción del 70, por la intensificación de tu labor literaria y por la madurez que se fue generando en tu visión enriquecedora. Ahora, ¿por qué se produce tu incomunicación con esa generación intelectualmente brillante como fue la del 70?
–En realidad, he cabalgado siempre entre las dos promociones, no intensifiqué un compromiso integrador y reconozco que eso me sacó posibilidades para nutrir mis experiencias. Naturalmente tenía contactos interesantes con Osvaldo González Real, Jacobo Rauskin y otros. Pero no trabajé en grupo por una cuestión de temperamento. Siempre fui muy individualista. En contrapartida, quiero manifestar que los trabajos colectivos son muy aleccionadores. En ese sentido, quedan demostraciones palpables con los integrantes de la Academia, Criterio, Péndulo. Más recientemente tenemos al grupo que conforma el Taller de Poesía “Manuel Ortiz Guerrero”.
– ¿Cuál es tu apreciación sobre la literatura paraguaya que llega después de esa excelente promoción del 50? Muchos dan a entender que ese período fue el más importante para nuestra literatura contemporánea y que a partir de allí nada nuevo se hizo.
–La gente del 50 formó una promoción resplandeciente y compacta, pero al margen de eso llegaron otras generaciones interpretando otras vivencias para dar vigor y calidad a nuestra literatura. La aparición de Rauskin en el 60 marcó la llegada de un excelente poeta, otros escritores irrumpieron con fuerza inusual y dieron brillo a nuestra literatura con sus obras poéticas y sus ensayos. En el 60 nos despegamos de la manera tradicional de hacer poesía, hemos buscado otras formas para expresarnos. Esa visión renovadora se dio también en las promociones que vinieron después. En los años 80, el Taller de Poesía “Manuel Ortiz Guerrero” demostró cohesión para una interesante experiencia grupal: encarar la poesía desde un punto de partida en común, ocupando espacios en el sector popular. Esa experiencia de llegar a colegios, facultades, ciudades del interior fue una itinerancia valiosa, desprendida del elitismo. Por eso, disiento de esa postura que quiere dar a entender que la poesía paraguaya ha decaído. Si uno compara, debe ver con qué está haciendo la comparación. Si pretendemos hacerlo con Shakespeare, Goethe, Dante, evidentemente que estaremos a siglos de distancia. Por eso, cuando se habla de “anacronismo”, no sé si el término se refiere a las formas, o a los temas. Ir a la vanguardia y buscar la originalidad de ninguna manera puede ser calificada de anacrónica. Creo que hay muchas opciones donde se buscarán nuevas formas sobre temas actuales que están en nuestra cotidianeidad. Si la realidad llega y la sentimos y escribimos, creo que la poesía necesariamente será auténtica. Eso es lo que vale. Quienes estamos en el ejercicio activo de la creación buscamos una modernidad. Si la encontramos o no, es otro problema.
–Publicar libros es todo un riesgo económico que generalmente no se puede asumir. Por eso algunos creen que el escritor paraguayo no es precisamente improductivo sino más bien inédito. Es una situación lamentable.
–Hay grandes dificultades para publicar porque presentar una obra requiere invertir dinero. Esta situación crea dificultades, especialmente a la gente joven que no halla incentivo en las editoriales. En realidad, los empresarios editores muy poco se interesan por la producción nacional, no los culpo, porque traen aparejados diversos problemas. Ahora, en cuanto al índice de producción, creo que no se puede medir tan fácilmente, no se sabe cuánto existe para publicar, cuántas obras alcanzaron un nivel aceptable para dar al público. Lo grave de todo esto es que mientras no se publica, las obras están allí como si no existieran. Sería tan importante la creación de un fondo editorial y una política cultural tendiente a solucionar los problemas. Un hecho desagradable es que entre las trabas económicas caminan comentarios generalizados que hablan despectivamente de todo cuanto se está haciendo, sin especificar que existen excepciones, grupos que trabajan por la creación literaria en nuestro país. Generalizar resulta peligroso desde todo punto de vista, porque muchas afirmaciones negativas nada pueden generar a favor de nuestra literatura. Es cierto, tenemos problemas, limitaciones, pero también hay gente con optimismo a ultranza que sigue escribiendo y rompiendo las barreras. Por eso no me gustan las generalizaciones; hay que ser riguroso y responsable para lanzar opiniones.
–Se habla de marginalidad, de cultura periférica, de carencia identificatoria, falta de protagonismo, poca formación e información, etc. ¿Cuál es tu opinión sobre estos temas tan peliagudos?
–Se hicieron sentir varias opiniones. Se habló de marginalidad y falta de protagonismo porque realmente el escritor paraguayo no está inserto en todo este proceso. Al respecto debemos meditar seriamente, aportar todo lo que podemos y optar por el cambio. En cuanto a la marginalidad, creo que seguiremos en lo mismo si no alcanzamos rigurosidad, valoración y respeto hacia nuestra producción literaria. Debemos desechar la actitud conformista y plantearnos qué nos falta para que el Paraguay no sea solo tres o cuatro nombres. Creo que el escritor debe comprometerse más, pero no en el sentido de vender su pluma. El escritor puede aportar ideas, posibles soluciones a problemas que afectan a nuestra sociedad en el aspecto cultural. Lastimosamente, por falta de recursos somos los grandes ausentes y estamos realmente en la periferia. Además, no olvidemos que entre los escritores falta cierta solidaridad y acción conjunta para tentar nuevas opciones.
–Entiendo que participaste en algunos congresos de escritores en el exterior. ¿Qué saben de la literatura paraguaya?
–En mis viajes he notado que hay desconocimiento acerca de nuestra literatura. Tienen cierto contacto con las obras de Roa, Elvio, Casaccia, Lincol Silva, y en cierta manera conocen a Josefina Plá, Rodrigo Díaz Pérez. De ahí en más, nada. Para contrarrestar esa pobre referencia es importante destacar la aparición de la Antología Bilingüe (francés-español) de la Poesía Paraguaya que dieran a conocer Carlos Villagra y Rubén Bareiro Saguier. Otras antologías están apareciendo con obras de autores paraguayos. Por otra parte, en España apareció “Poetisas del Paraguay”, que también fue lanzado en nuestro medio. Sin caer en generalizaciones, creo que nos falta contacto con el exterior. El ambiente abúlico nos lleva hacia una influencia negativa. En otros países existe mayor competencia por la información, mientras, en nuestro medio, reina la indiferencia y ni siquiera leemos lo que se produce.
– ¿Podemos ser optimistas con relación a nuestra literatura?
–Soy optimista en todo. Con relación a la literatura, creo sinceramente que si trabajamos, si insistimos en aprender, no existirán motivos para no llegar a una creatividad de primer nivel. Tenemos que terminar con el egoísmo e integrarnos, debemos crecer como institución para enfrentar los problemas de desinformación y aislamiento. Es hora de tomar el toro por las astas y decir “éste es el problema y tratemos de solucionarlo”. Al Paraguay se lo debe conocer a través de la cultura y no por medio del cultivo de marihuana, tráfico de vehículos de origen dudoso y basura tóxica.
– ¿Qué nos falta para impulsar con mayor vigor nuestra literatura? ¿Cómo romper el silencio, la incomunicación?
–En nuestro país falta fortalecer las instituciones, hay que darles importancia y fuerza a la Sociedad de Escritores, al PEN Club y a otras sociedades afines. Éstas, si logran representatividad, pueden ser protagonistas en congresos y dinamizar contactos con el exterior. En el plano local necesitamos crear un Ministerio de Cultura, que también tiene sus peligros si está manejado de manera parcialista. En tal sentido se precisa gente ecuánime y objetiva, la cuestión no es decir simplemente “esto me gusta, esto no me gusta”. Hay que salir de la tontería emocional. Tenemos que llegar a la rigurosidad y a la crítica responsable que se ocupe de los libros que van saliendo, porque los libros mueren prácticamente en el día de su lanzamiento. Generalmente nadie comenta, excepto algunas referencias aisladas. Al parecer, los mismos medios de comunicación no pagan al especialista para ejercer la labor crítica. Conste que una buena crítica ayuda a elegir libros. Se debe incentivar bibliotecas viajeras, lo mismo que la lectura de poesías. La reforma educativa debe considerar que debe haber horas para el contacto directo con la literatura, no precisamente para estudiar programas sino para vivir el calor de la creatividad artística, esto incluye lecturas, teatro, música, etc.
–Con respecto a tu inserción en nuestra literatura, ¿te resultó difícil? ¿Podrías mencionar algunos soportes para tu formación como escritora? Estas son preguntas casi obligadas para que la gente joven vea qué influencias forjaron tu trabajo literario.
–Cuando uno trabaja con ahínco y seriedad, el reconocimiento llega y en consecuencia el estímulo. Te hablo de mi caso particular, pero de que a la mujer le cuesta más las cosas, es una realidad. Cualquier estadística demuestra la poca participación que se le da a la mujer en nuestra sociedad. Felizmente, esa marginación no sentí cuando comencé a trabajar con la escritura. En cuanto a las lecturas que influyeron en mi formación puedo destacar que cuando cumplí los 13 años me deslumbró Gustavo Adolfo Bécquer, luego llegaron Neruda, Vallejo, Vicente Aleixandre y la mayoría de los españoles del 27. No puedo soslayar la emoción que me causaban Miguel Hernández, Eugenio Montale, Carlos Drummond de Andrade, etc. En la narrativa he leído con detenimiento a Borges, Kafka. Estas son citas de juventud realmente.
– ¿Actualmente qué estás haciendo en materia literaria?
–Estoy trabajando en la reedición de mi novela “Los nudos del silencio”, que apareció con cierta premura y que llevé a un congreso de escritores en la ciudad de México. Tengo además un libro de cuentos casi concluido que pienso presentar el año que viene. En la poesía me estoy planteando una especie de página en blanco tras la aparición de mi último poemario: “El acantilado y el mar”. No sé si voy a seguir en la misma línea o si voy a cambiar, es una opción que todavía no me puse a descifrar.
–¿Se puede decir que actualmente las mujeres asumen de manera muy decidida el trabajo literario? ¿Se trata de la escritura de la “transición”? ¿De qué manera te toca ese compromiso?
–Creo que el despertar de la mujer llega de la concienciación del propio valor. La mujer se da cuenta de lo que vale y puede decir. El auge se da específicamente en la narrativa, en la poesía siempre aparecieron las mujeres, independientemente de la situación del país. En poesía las mujeres hemos dicho muchas cosas. La gran eclosión en la narrativa se da desde los años 80. Yo no la relaciono con la “transición” porque simplemente la mujer dice su verdad, cuestiona el entorno y comienza a desenmascarar.
ALMA VIAJERA
Poesía de RENÉE FERRER
La tierra baldía
T. S. Elliot
Sencilla e ignorante, la creó el Hacedor,
como uva de un racimo que segrega el sumo
de las horas de un tiempo venidero,
la floración de los bosques ajenos al concierto
de las estaciones deshojadas de un almanaque inédito.
A partir de su respiración absoluta la creó,
para recorrer las rutas que unen y distancian
las incontables posadas del universo.
Con los pies propicios a peregrinar la arrojó
bajo pena de escuchar el rastro de los planetas
recientemente engendrados,
el agonizante resplandor de las estrellas,
las nacientes colinas de las lunas que inauguraron
la solitaria contemplación del espacio.
Hija de la tormenta o de la calma la formó,
hilando con hebras de su voluntad el diseño de
sus pasos
en un telar escamoteado a los ojos de los hombres,
las mujeres, los peces, las aves y alimañas.
Con los pies propicios a peregrinar la arrojó
bajo pena de escuchar el rastro de los planetas
recientemente engendrados,
el agonizante resplandor de las estrellas,
las nacientes colinas de las lunas que inauguraron
la solitaria contemplación del espacio.
Con un mensaje cifrado la aproximó al latido estelar
que congrega plurales terrones de fuego en regiones
libres del concierto solar de la Vía Láctea.
Con la señal de un fulgor en la frente la invitó
a andar los caminos de mis múltiples y olvidadas
biografías.
En la fragua del verbo la doró el Hacedor,
oyendo el consejo de la sabiduría,
hasta que llegó el momento del alumbramiento,
el instante supremo en que levó anclas
arrojándola a la pleamar de la bóveda celeste
con el planisferio de su futura existencia
prendido en la espalda.
Hacia las playas de una tierra baldía la conminó a
navegar,
en busca de un paraje virgen aún de vida y muerte,
fiel al presagio de los cantos prenupciales que
agonizan en las gargantas de las golondrinas
extrañas a la memoria y al espanto.
Con el sino de avanzar hacia la morada final
tomó el capullo de mi espíritu
y lo asignó a este cuerpo:
barro y luz caminando hacia la aurora.
(del libro “Las moradas del universo ”,
Premio Nacional de Literatura 2011)
Fuente: 25 AÑOS DE LA SOCIEDAD DE ESCRITORES DEL PARAGUAY
Editorial SERVILIBRO. Asunción – Paraguay, Agosto, 2013 (180 páginas)