POESIAS REUNIDAS
AUGUSTO ROA BASTOS
Edición de MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ
COLECCIÓN POESIA, Nº 1
© de la introducción, compilación y notas: MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ
© De esta edición:
1995, Editorial El Lector
25 de Mayo y Antequera - Asunción
Diseño gráfico: MIGUEL ANGEL FERNÁNDEZ
Tapa: LUIS ALBERTO BOH
Composición y Armado: Gilberto Luis Riveros Arce
Edición al cuidado de M.A.F.
Tirada: 1.000 ejemplares
Hecho el depósito que marca la Ley 94.
Asunción - Paraguay 1995 (307 páginas)
INTRODUCCIÓN
En un poema dedicado a Hérib Campos Cervera, que acababa de morir, Augusto Roa Bastos declara, en 1953, su decisión de clausurar su etapa poética:
Aquí dejo mi adiós en estos versos
finales que te escribo,
para callar después, para cerrar la puerta
que me enseñaste a abrir
sobre el resplandeciente jardín de la poesía.
Mi mano de poeta
quede clavada aquí, sobre tu cruz,
por siempre. (1)
Roa Bastos era reconocido, por entonces, como la figura más destacada y representativa de la generación poética del 40 (2), muchos de cuyos integrantes formaban parte del cenáculo VY'A RAITY, en el cual se reunían también otros poetas, escritores y artistas, conocidos como componentes del "grupo del 40". En el mismo habían venido a coincidir escritores y poetas de generaciones anteriores, como Julio Correa, Hérib Campos Cervera y Josefina Plá, mentores de las nuevas tendencias literarias y poéticas, en especial los dos últimos, a quienes el autor de El naranjal ardiente siempre reconoció como sus maestros.
En el mismo año de 1953 Roa publicaba su primer libro de cuentos, EL TRUENO ENTRE LAS HOJAS, y siete años después, en 1960, su primera novela édita, HIJO DE HOMBRE, obras que lo convertirían en uno de los precursores del llamado boom de la narrativa latinoamericana. En 1966 aparece su segundo libro de cuentos, EL BALDÍO, y ocho años más tarde, en 1974, una nueva novela, YO EL SUPREMO, obra clave no sólo de la literatura de lengua castellana sino también de toda la narrativa contemporánea mundial. En 1989 se le otorga, en España, el más preciado galardón literario del mundo hispánico, el Premio Cervantes. Para esa fecha, apenas se mencionaba ya -si se mencionaba-la vocación poética inicial del escritor.
Sin embargo, Roa se dedicó fundamentalmente a la poesía hasta pasados los treinta, y en 1949 -año en que concluye su libro de poemas El naranjal ardiente, que no se publicaría sino parcialmente en 1960- nadie hubiera pensado que esa vocación primera sería puesta al margen de una brillante labor en el campo de la narrativa. El propio autor -seguido puntualmente por atentos críticos- es en gran medida responsable de esa omisión, a mi juicio injustificada. En efecto, razones críticas valederas, creo, respaldan plenamente, hoy, el rescate de esa faceta de su creación, capital en el proceso de la literatura paraguaya y también relevante en el de la literatura hispanoamericana de este siglo.
LAS CIRCUNSTANCIAS HISTÓRICAS Y LITERARIAS
Hasta principios del 900, esto es, en la época del modernismo y el novecentismo, apenas hay intentos literarios dignos de mención en la cultura paraguaya. En la primera década de este siglo, es sobre todo la presencia fulgurante de un escritor de origen español, Rafael Barrett (1876-1910) -que, según sus propias palabras, se hizo hombre en el Paraguay, donde escribió prácticamente la totalidad de su obra- la que dará lugar a la literatura paraguaya en la de Hispanoamérica. Seguirán otros nombres, más o menos conocidos, como Eloy Fariña Núñez o Alejandro Guanes, modernistas o próximos a esa escuela, antes de que aparezca una generación más nutrida y con voces definidas histórica y estéticamente.
En la literatura paraguaya, contrariamente a lo que a veces se ha sostenido un tanto ligeramente 3, no hubo ningún movimiento literario vanguardista ni en el período de las vanguardias históricas (entre 1909 y 1930, aproximadamente) ni después. Cierto es que al país llegaban noticias y publicaciones de las nuevas corrientes. El primer manifiesto futurista de Marinetti se publica en un diario paraguayo y Barrett lo menciona en uno de sus agudos artículos. Más tarde llegarán algunas publicaciones españolas como Prometeo y Cervantes, en las que se encuentran ya los primeros textos hispánicos vanguardistas; e incluso, Grecia, Ultra, Reflector y Tableros, revistas del ultraísmo, así como revistas argentinas como Nosotros, que a su hora recogieron textos y manifiestos ultraístas firmados por Borges y otros. Y casi con toda seguridad tuvo acceso a ellas Hérib Campos Cervera en la Biblioteca Nacional y en la de su tío Viriato Díaz Pérez en los primeros años de la década del 20. Pero las primeras expresiones de modernidad literaria aparecen, como se sabe, en las voces del citado Hérib y de Josefina Plá, alrededor de 1935, con características postvanguardistas y en el período del Postvanguardismo (más o menos desde mediados de la década del 30 hasta fines de la del 50).
La generación y el grupo del 40, del Paraguay, coinciden exactamente con sus coetáneos de España (muerto ya Miguel Hernández, allí hacen escuchar sus voces poetas como Panero, Vivanco y, sobre todo, Blas de Otero) e Hispanoamérica (el peruano César Vallejo fallece en 1938, dejando un gran libro inédito, ya postvanguardista, publicado con el título de POEMAS HUMANOS, y entre 1935 y 1940 imprimen sus primeras letras poéticas el mejicano Octavio Paz y el argentino Vicente Barbieri, afín éste a algún maestro de la generación anterior como Carlos Mastronardi) en la estética postvanguardista -en realidad una de las estéticas postvanguardistas, ya que luego se harán visibles otras tendencias- de la década del 40. Claro que no se habían extinguido voces vanguardistas importantes como Vicente Huidobro y Oliverio Girondo, e incluso Jorge Luis Borges, aunque este último ya había derivado hacia otros rumbos, pero el peso de las influencias venía ahora sobre todo de Hernández, en primer lugar, pero también del Neruda posterior a Residencia en la tierra, el García Lorca del Romancero gitano, Alberti, Cernuda y otros de las generaciones españolas e hispano-americanas del 25 al 27.
En el Paraguay, Hérib Campos Cervera y Josefina Plá, y enseguida Hugo Rodríguez Alcalá y Augusto Roa Bastos, a quienes más tarde se suma un epígono como Elvio Romero, configuran su expresión poética dentro de parámetros estéticos postvanguardistas.
Desde luego, todos ellos registran en su obra el pulso histórico contemporáneo marcado por la guerra civil española, la Segunda Guerra Mundial y, en el Paraguay, la guerra con Bolivia (1932-1935) y la guerra civil del 47.
ITINERARIO POÉTICO DE ROA BASTOS
En estas circunstancias surge el joven poeta Roa Bastos, cuyas primeras publicaciones líricas aparecen a fines de la década del 30.
En un primer momento, el futuro autor de EL NARANJAL ARDIENTE tiene todavía gustos literarios un tanto "arcaicos" (4), como se lo hace notar en una polémica poética Rodríguez Alcalá (ciertamente no mucho más avanzado él). Y el rasgo pasatista predominará en un libro primerizo como EL RUISEÑOR DE LA AURORA, de 1942, aunque no falten en él anticipos de una poesía tendiente hacia una mayor actualidad. Pero apenas publicado este libro, Roa ya apunta en otro sentido y pronto se convertirá en la figura joven de mayor relieve de la poesía paraguaya de esos años.
Entre la fecha de publicación de su primer libro poética y la que inicia EL NARANJAL ARDIENTE, hay un lapso de cinco años de intensa actividad literaria y periodística. En el diario El País, al cual Roa se incorporará como Secretario de Redacción, se publican numerosos poemas que no serán recogidos en volumen por el autor, a pesar de la importancia que hoy históricamente cabe concederles.
De 1942 es, precisamente, el poema "Si alguna vez... ", con que iniciamos la segunda sección de este volumen. Se advierte ya en él la voluntad de ir más allá de los límites estéticos de EL RUISEÑOR DE LA AURORA. En algún otro poema se notará la huella de García Lorca (como sucede con varios poetas del grupo del 40, y aún después). No es necesario pedir a los textos de este período una homogeneidad estética que la práctica del autor no había terminado de definir. Pero es claro que su calidad, su competencia lingüística y literaria, evidencian una vocación profunda, que no llegó a cuajar en un volumen seguramente a causa de las precariedades editoriales del medio en esos años.
A veces, el tono de esta poesía es de una intensidad lírica no lejana de la de los mayores poetas contemporáneos de la lengua. Otras, su acento gana una dimensión épico-lírica de admirables rasgos expresivos, como en la "Voz menor para el oratorio de Romain Rolland", en el que se afirman los valores humanos que marcarán toda la obra de Roa Bastos en los diversos géneros que ha abordado.
La cruenta guerra civil del 47 arroja también a Roa Bastos al exilio, entre otros centenares de miles de paraguayos. El desarraigo, para bien y para mal, puso en su escritura el acento desgarrado que suelen tener las voces poéticas fundamentales. Entre 1947 y 1949 escribe la mayor parte de los textos que componen EL NARANJAL ARDIENTE, libro del cual se conoció una selección en 1960, y, muchos años después, una edición casi completa, en 1983.
Esta segunda edición consta de seis secciones, cuyo contenido tiene que ver en gran parte con la experiencia existencial y social de estos trágicos momentos de la historia del mundo, y en particular del Paraguay. RÉQUIEM DEL FUEGO, NOCTURNO PARAGUAYO y SONETOS DEL DESTIERRO hablan de la guerra, del hombre y de las luchas y las esperanzas del pueblo, con un temple anímico traspasado de un lirismo del mejor cuño. La cuarta sección incluye poemas dedicados a entrañables amigos: el músico José Asunción Flores, el poeta Hérib Campos Cervera y el narrador Roque Molinari Laurín. La parte quinta contiene poemas escritos en guaraní, en los que pueden apreciarse, además de sus valores específicamente poéticos, la interacción de ambas lenguas en el universo semántico del texto. Y en la última parte, Roa Bastos ensaya una versión castellana, a través de cinco unidades poemáticas, de la LEYENDA DE LA CREACIÓN y JUICIO FINAL DEL MUNDO COMO FUNDAMENTO DE LA RELIGIÓN DE LOS APOPOKUVA-GUARANÍ, recogidos por Curt Nimuendayu Unkel a principio de siglo. (5) De este modo, Roa Bastos tomó contacto con el universo mítico originario de los pueblos indígenas en sus grandes textos orales, lo que le serviría, tiempo después, para la configuración de complejos universos estratificados de significación, en sus novelas y cuentos.
Los textos de El naranjal ardiente, en conjunto, muestran nítidamente la cristalización de un sistema expresivo definido dentro de las coordenadas estéticas de la época. Ese sistema expresivo influirá fuertemente en varios poetas, algunos prácticamente coetáneos, y otros de generaciones posteriores.
Es probable que, además del dolor que motiva el poema a Hérib Campos Cervera, Roa Bastos haya sentido que su experiencia poética -en los términos dados hasta entonces- se iba estrechando como canal de expresión y de configuración y que haya encontrado en la narrativa una ocupación menos estetizante que la poesía y más adecuada para servir de "herramienta para trabajar por el destino del hombre, por el mejoramiento de la sociedad, por la abolición de los males falsamente necesarios que obstruyen el camino de la libertad, aun de los males que brotan de una sociedad defectuosamente organizada y corrompida por la idea del privilegio", como le responde en una carta (6) a Hugo Rodríguez Alcalá. Como quiera que sea, el hecho es que a partir de 1953 su dedicación a la narrativa excluye casi enteramente la práctica poética.
¿Cerró, entonces, definitivamente Roa Bastos su ciclo poético? Creo que no, a la luz de hechos posteriores. En efecto, en setiembre de 1983, el escritor publicaba en la revista CUADERNOS HISPANOAMERICANOS, de Madrid, una serie de poemas escritos en los últimos años bajo el título general de Silenciario, como anticipo de un libro en el cual trabajaba. En una entrevista periodística más reciente, (7) Roa declara que había seguido haciendo poesía y que ella se había convertido "en un ritual, de carácter casi religioso".
El conjunto de textos que constituye SILENCIARIO en la edición citada de Cuadernos Hispanoamericanos muestra un viraje radical en la línea expresiva de su poesía. Si el soporte retórico de sus poemas de los años 40, incluidos los de EL NARANJAL ARDIENTE -en el cual hay textos un poco posteriores, de los años 50-, implicaba una voluntad de configuración lingüística altamente elaborada, en los poemas de Silenciario -que ya desde el título revela la tensión poética entre el decir y lo no dicho, entre el silencio y la afirmación por la lengua- aparece ahora una intención de despojamiento que contrasta con la de su etapa anterior y pone su voz en consonancia con experiencias contemporáneas de la más alta intensidad lírica, sin renunciar, sin embargo, a la historicidad de la aventura y la palabra humanas.
HACIA UNA POÉTICA
En un medio en el que no ha abundado la reflexión estética o poética, Roa Bastos es uno de los pocos autores que han pensado sobre el arte y escrito sobre el hecho literario. Ello se ha dado frecuentemente en el seno de su narrativa, especialmente a partir de YO EL SUPREMO. En lo que respecta a la poesía, a Roa Bastos se le deben ensayos iluminadores sobre la poética contemporánea en general y sobre algunos poetas en particular.
De 1943 y 1945, respectivamente, datan dos notables textos, uno titulado "Sobre el sentido ascético de la poesía nueva", y el otro, "Apuntes para la ubicación y el deslinde de la poesía actual". Escritos, como se ve, en los años iniciales del nuevo movimiento poético en el Paraguay - no exactamente vanguardista, como señalamos, sino postvanguardista-, muestran claramente la orientación estética no sólo de Roa Bastos, sino también la de sus maestros (Josefina Plá y Hérib Campos Cervera), a quienes reconoce como tales y a quienes interpreta e incluso prolonga. Estos ensayos, de contenido más bien teórico, se complementan con otro sobre "LA POESÍA ACTUAL EN EL PARAGUAY", de 1946. Años después, cuando ya había declarado cerrado su ciclo poético, le dedicará un hermoso ensayo de interpretación a la poesía de Josefina Plá.
La consideración inteligente y rigurosa del hacer poético que hay en estos trabajos de Roa Bastos acaso expliquen en cierta, medida el paso extremo, y en mi opinión innecesario, que dio respecto a su propia creación poética en 1953. Pero a estas alturas no tendría sentido ya dejar al margen de su ingente obra literaria su más reducida pero no obstante intensa labor poética. Ella está ahí, en primer término como testimonio de una etapa de su obra, en sí misma valiosa, y en segundo lugar como aliento profundo, como núcleo semántico generador, de toda su obra narrativa.
NUESTRA EDICIÓN
La presente edición intenta abarcar todas las etapas de la poesía de Roa Bastos. De su primer libro, EL RUISEÑOR DE LA AURORA, mucho tiempo omitido por su propio autor, que lo consideraba demasiado incipiente, recogemos sin embargo algunos poemas significativos como precedentes de una etapa de mayor aliento, y que no desmerecen una labor poética a la que debe darse lugar no sólo dentro del proceso poético paraguayo sino también en el ámbito de la mejor poesía hispanoamericana del siglo XX. Se publica, asimismo, un número importante de poemas escritos entre 1942 y 1946, antes del período que abarca El naranjal ardiente (1947-1949) e incluso posteriores, como algunos textos incluidos en la sección de Homenajes. Del período siguiente, además de algún poema suelto, se incluyen todos los textos publicados bajo el título de Silenciario.
Asimismo, hemos considerado oportuno reproducir, en Apéndice, los dos ensayos antes mencionados sobre la poesía actual, así como el artículo sobre "LA POESÍA ACTUAL EN EL PARAGUAY".
Al mismo tiempo que se quiere restituir esta poesía al lugar que en su momento ya se le reconoció, se intenta, con esta publicación, dar continuidad a la práctica de una modalidad de edición que ofrezca, con los debidos recaudos filológicos, el texto fidedigno en su marco literario y en su contexto de situación.
Asunción, octubre de 1995
MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ
Universidad Nacional de Asunción
NOTAS
1.Véase el poema completo en este volumen, página 35.
2.V. La poesía paraguaya/ Historia de una incógnita, por Walter Wey, Montevideo, 1949.
3. V. por ejemplo, de Hugo Rodríguez Alcalá, el ensayo "El vanguardismo en el Paraguay", en Augusto Roa Bastos/Premio Cervantes 1989, pp. 153-168, Asunción, Intercontinental Editora, 1990.
4. Lo recuerda Hugo Rodríguez Alcalá en su artículo "Mocedades de Augusto Roa Bastos", op. cit., pp. 11-20.
5. El texto Apapokuva-guaraní fue traducido por primera vez al castellano por Juan Francisco Recalde y publicado junto con el texto guaraní original recogido por Curt Nimuendayu Unkel y una versión en guaraní paraguayo del mismo Recalde en una edición mimeografiada de 100 ejemplares, en 1942. Existe una edición crítica reciente en Perú.
6.Carta citada en Historia de la literatura paraguaya, por Hugo Rodríguez Alcalá, México, 1970, p. 135.
7."La poesía como rito de purificación". Entrevista con Augusto Roa Bastos, por Graciela Molinas, Revista del diario ABC Color, Asunción, 14 de marzo de 1993, pp. 10-13.
PRIMEROS POEMAS (1934 - 1942)
CIEGA...
¡Me estremece pensar que tu pupila
girando en torno su mirada triste
ya no ve como ayer la luz tranquila
del día que se va; que ya no existe
el placer para ti de verlo todo,
desde el cielo hasta el lodo;
el iris en las flores,
el vuelo de la garza enamorada,
la acuarela viviente del paisaje,
el rubor de la luz en la alborada
con su tibia cascada de colores
temblando en las guirnaldas del boscaje... !
¡Ciega...! Una venda obscura
medrosa como un ala de vampiro
cayó sobre tus ojos,
y un suspiro
brotó como gemido de amargura
del fondo de tu almita anochecida
apenas en el alba de la vida.
Hoy me miras sin verme;
y tus claras pupilas azoradas
al fijarse distantes se parecen
a dos estrellas que perdiendo el rumbo
quedaron apagadas
en mitad de la noche.
Acaso sólo escucharás la vida
como el ligero tumbo
de las olas de mar desconocida
que vienen a morir con beso suave
de murmullos y espumas
en tu playa de brumas.
¡Ciega, mi bien, y la pesada llave
de tu prisión en manos de la suerte,
señora de la vida y de la muerte... !
Sobre el bruñido lago de la tarde,
el sol se va y en sus reflejos arde
un último destello de esperanza;
vierte su rayo en tu pupila ciega
que mira como ayer, serena y mansa.
Hay un sol que se va y otro que llega...
EL BESO DE LA ESTRELLA
Se ha dormido ya el mundo sobre un lecho de sombras,
y el azul es arriba como un prado que muestra
florecida en prodigio de un milagro divino
la flora rutilante de millares de estrellas.
Un vasto pentagrama es el silencio sonoro
donde escribe el Misterio, maravilloso esteta,
con claves de luceros y con signos de sombras
la vaga sinfonía de su gran voz eterna.
Ha llegado la noche, dulce amada, dejando
que el fulgor de la tarde con sus sombras se uniera.
El Universo entero es cámara suntuosa:
abajo todo sombras, arriba todo estrellas.
Solos los dos estamos con nuestro amor a solas,
reina mía, en el trono de esta noche serena;
ven más cerca que quiero poner sobre tu frente
la de versos y estrellas magnífica diadema.
Besaré yo tus rizos más suaves que el rayo
de la luna; a tu oído musitaré la trémula
melodía de amor que mi ser estremece
porque al fin en mis brazos dulcemente te duermas.
Contemplaré un instante tu faz transfigurada
y, luego, levemente, para que no lo sientas,
pondré sobre tus labios el alma, ya al partirme,
en el embrujo alado de un beso dado apenas.
Para que cuando luzca su clámide la Aurora,
le digas a su heraldo: "¡...Oh, alondra compañera,
báñame con las perlas de tu canto triunfante,
que esta noche, en mi sueòo, me ha besado una estrella... !"
MADRIGAL
De paso cantó el ave,
y en su garganta de cristal el trino
con acorde argentino
tembló un instante y desmayó en el grave
silencio de la tarde que moría.
Como el canto suave
del trovador alado, la armonía
de tu voz vibró sólo un momento;
más en el alma mía
sigue vibrando el eco de su acento.
LA JAULA DE ORO
En esta cárcel de mi joven vida
donde cantando estoy porque mi llanto
la blanda soledad no turbe tanto,
vivo soñando una ilusión perdida.
Es una jaula de doradas rejas
como esas que aprisionan la sonora
inquietud del ruiseñor cuando a la aurora
repite el canto de sus dulces quejas.
¡Cuántas veces también con ala herida,
en vano intento de fugarse, mi alma
en forzada quietud halló la calma... !
Sólo a mi encierro acude a darme vida,
cuando gimiendo estoy, con una mansa
caricias de sus dedos, la Esperanza.
LA GUARANIA
A José Asunción Flores
Así como la brisa
con leve son gimiendo entre boscaje
sus cantares desliza,
cual si vibrar hiciera algún cordaje
de su aliento el suspiro
en el agreste y tropical retiro,
el acorde armonioso
de la Guarania, canto de la raza,
con trino melodioso,
vibrando un punto fugitivo pasa
a perderse en el viento
como desmaya el eco de un lamento.
Esa música tiene
la inspiración de un salmo misterioso;
y desde el fondo viene
del pasado brumoso
trayendo los recuerdos de leyenda
por luminosa y perfumada senda.
Es ánfora sonora
que el infinito arcano
de Guarán atesora.
Del gran Tupá la prodigiosa mano
lególa a un genio un día
para esparcir raudales de armonía.
¿No oís, acaso, en ella
quejarse inmensa de Guarán altivo,
como en vaga querella,
el alma errante en el solar nativo,
olvidada y sin guía
en la tiniebla de un eclipse, umbría...?
La escucho, sí, mezclada
al fragoroso estruendo del torrente;
al rumor de la fuente
que por tranquilo curso, plateada,
ondea en la pradera,
el valle, el bosque y la gentil ladera;
a la triste elegía
que en el silencio el Urutaú desgrana
con fatal profecía
que ahuyentará la luz de la mañana,
como el espectro obscuro
del "Pora" y del "Pombero ", a su conjuro.
La Guarania semeja
un rielar de luna sobre el lago
que rizado refleja
en arabescos mil; al tenue y vago
murmullo de las aguas
de nuestro río paterno en que impelidas
mil rápidas piraguas
por sombras, van bogando estremecidas...
Canción que eres el alma,
alma vibrante de la estirpe ausente;
hoy eres en la calma
del patrio suelo monumento ingente,
sonoro y prodigioso,
en la memoria de Guarán glorioso.
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
I. PRIMEROS POEMAS (1934 -1942) : Ciega/ El beso de la estrella/ Madrigal/ Buscando olvido/ La jaula de oro/ La guarania
II. POEMAS (1942 -1947) : Si alguna vez/ Lamento de la espiga de la tarde/ Huida/ Deprecación al minuto iluminado/ Regreso de la paloma iluminada/ Nocturno/ Junto al río de ayer/ Óyeme desde lejos/ Voz menor para el oratorio de Romain Rolland/ Tabernáculo del aire/ Efugio/ Tránsito de la gacela/ Romance de saludo a José de la Luz/ Elegía de la pena sorda/ Díptico/ I. Glosas al frío rescoldo/ II. Glosas al aire dormido/ Oda confidencial/ Intermedio heroico/ Cisne en la niebla/ Carta a Ivonne de Galais El manantial/ A ti, fecunda/ Vértigo
III. EL NARANJAL ARDIENTE : Réquiem/ De la misma carne/ Soldado de la revolución/ Voy a decir un día/ Presencia/ Madres del pueblo/ Entre esos paredones/ Turno/ Invocación al polvo nativo/ La mano sobreviviente/ Límite/ Memoria de la sangre/ Crónica y resumen/ Nocturno paraguayo : I. II. III. / Sonetos del destierro/ Más alta que el silencio/ Camino/ Tríptico : I. De los cuatro elementos II. De la descendencia III. Del regreso/ Lámpara del trópico/ Razón de vida/ Sombra del fuego/ En la pequeña muerte de mi perro/ Pan corporal/ La tierra/ Los hombres/
IV. HOMENAJES : A Julio Correa, creador del teatro guaraní/ Saludo a José Asunción Flores/ Donde la guarania crece/ A Agustín Barrios/ Adiós a Hérib Campos Cervera/ Ala de sombra/
V. YÑIPYRU : El principio/ El primer hombre/ Nacimiento de Kuña/ Castigo de Kuña/ La destrucción
VI. ÑANE ÑE´EME : Teta ambue guive/ Tekove ha'eño/ Tesa pypuku purahei/ Kuatia ñe’chokokuepe ohomiva/ Mbaraka okara/ Ñemo marandu/ Ñemyronde amyryi remimondo
VII. CONVERSACIÓN CON EL HIJO
VIII. SILENCIARIO : Silenciario/ Margen/ Ñahati-vera/ Destino/ Almario/ Nonato I/ Nonato II/ Temporalidades/ Daguerrotipo/ Apátrida/ Menstruario/ Alquimia/ Cavalcade/ Diario/ Orficas/ Aquiles/ Crepusculario/ Serrallo/ Uni-verso/ Vivac/ Morada
APÉNDICES
* SOBRE EL SENTIDO ASCÉTICO DE LA POESÍA NUEVA
* ANOTACIONES PARA LA UBICACIÓN Y DESLINDE DE LA POESÍA ACTUAL
* LA POESÍA ACTUAL EN EL PARAGUAY
HEMEROGRAFÍA/ BIBLIOGRAFÍA
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