Emiliano R. Fernández lamenta la actitud de la mujer que ama y le dice que, sin ella, de nada sirve padecer la vida.
Ver algunas de las obras de Emiliano R. Fernándezen partituras es encontrarse con la evidencia apentagramada de que su producción poética musicalizada sigue ganando espacios a medida que transcurre el tiempo.
Gana espacios porque en una cultura eminentemente oral -de la que la música no es ajena, por cierto- dar el salto al papel constituye conquistar un territorio casi vedado a los artistas populares. Es ubicarse en la memoria escrita que permitirá que las obras no estén ya supeditadas a la vida de sus conocedores sino a un soporte perdurable.
La reciente publicación del Centro Cultural El Cabildo del Congreso de la Nación -a través de la editorial Servilibro- de las obras de Emiliano en partituras que pueden ser leídas e interpretadas en cualquier parte del mundo, da la oportunidad de tener en las manos un corpus importante de lo que dejó el mayor poeta popular de nuestro país.
La transcripción de las melodías en el pentagrama es del músico y compositor Hernán Gómez.
El listado incluye clásicos de Emiliano como Guavira Poty, Che pochýma nendive, R. I. 13 Tujutï, Aháma che Chína (Che la Reina), La última letra, Concepción jerére, Nde juru mbyte, Che parajekue, La cautiva y Tujami.
También están en partituras Despierta mi Angelina, Reténpe pyhare, Ko'ápe che avy'ave, Rojas Silva Rekávo, Ñesuháme, Arribeño Purahéi (Barcino koli), Salud che parajekue, Yvapovö poty, La cautiva, Trigueñita, Celina Gaona y Al regresar, entre otras.
Una de las partituras es de Causa neñaña, uno de los clásicos emilianoré.
LA DEDICATORIA DEL POETA ¿A quién se refería el poeta en la letra en la que afirma que, por el desamor, irá a quitarse la vida en altos montes lejanos? ¿Quién era el “cristiano” -ser humano, hombre o mujer- que lo había llevado a un abismo tal que él solo veía salida en la muerte?
“Está dedicado a Matilde Cañete, una de sus tantas novias. Fue escrito en 1929”, responde el investigador y locutor Elpidio Alcaraz Segovia,uno de los grandes conocedores de la vida y la obra del poeta yvysunuense. “Era la hermana -prosigue- de Venancia Cañete, su cuñada, a quien dedicó Ñesuhäme el 17 de mayo de 1929, en la víspera de su cumpleaños”.
Detalla luego que Matilde Cañete fue destinataria de varios poemas de Emiliano. “En 1929, le escribió Al dejarte; la poesía de la que hablamos, Causa neñaña; A una ingrata (Por qué); Aikomíntema che y un acróstico”.
Luego, en 1930, aparecerá en escena María Belén Lugoy la estrella de Matilde, de a poco, se irá apagando bajo el peso de los días y el fervor del nuevo romance, acaso el que más incendió el corazón del poeta bohemio y errante.