POESÍA COMPLETA (EN CASTELLANO)
MODESTO ESCOBAR AQUINO
Editorial EL LECTOR
Compaginación: FÁTIMA BENÍTEZ
Diseño de tapa: Ca'avo-Goiris
Asunción – Paraguay
Noviembre del 2000 (215 páginas)
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A MANERA DE INTRODUCCIÓN
Por eso, y nada más, y mucho más
soy lo que soy
y escribo.
I
Imaginemos a un hombre parado ante un río: el hombre gira la vista hacia los cuatro puntos cardinales, sintiendo las vastas vibraciones que rodean su soledad. Entonces, coge una piedra, la arroja al agua, y se pone a contemplar los círculos que en el río se ensanchan y a la vez se diluyen. En ese trance indaga los secretos existenciales que hace tiempo sacuden su vigilia. Y, aunque el eco del agua y la piedra no pueden descifrarlo todo, él se entrega como parte de esas ondas que se agitan y se fusionan al devenir de la corriente. Allí un impulso vital lo conduce a ese minucioso -y misterioso- acto de escoger palabras una a una. Y tales vocablos se entrelazan trazando las formas de un lúcido delirio.
Sin que él se percatase aun de ello, envuelto en esa doble llamarada de espíritu y materia, su deseo se centra más en la revelación que en la retórica. Y en ese episodio determina -define- una actitud ante la vida. De eso se trata la poética de Modesto Escobar, cuyos primeros cantos ya evidenciaban esa voz rotundamente propia que lo acompañaría a lo largo de sus versos.
Su obra procede de esa genuina necesidad de decir, de expresar, aunque el hecho de hacerlo implique una tensa ambigüedad, Como el mito de Tántalo, todos los dones están a nuestro alcance, pero se esquivan según los alcanzamos; su realidad es siempre el hambre, la sed, la carencia, pero al mismo tiempo es la plenitud maravillosa del mundo palpable o acaso sólo la ilusión de él. Es preciso acercar a los sedientos labios locos/ del desierto/ un surtidor de agua,/ un vaso de agua,/ unas gotas de agua,/ o, acaso, una ilusión simplemente/ de agua.
II
Ya Ramiro Domínguez se refirió a la originalidad que "por derecho de autenticidad" posee la poesía de Modesto Escobar, cuando presentara el primer libro suyo; Siete en punto. Y, en verdad, su originalidad no se sustenta en el afán de hallarla, sino en su modo innato de ser, de pensar, de aprehender cuanto le rodea. Aquel delgado volumen impresiona por esa voz que siguió siendo la misma a través de posteriores textos, con la salvedad de un crecimiento natural, como las ondas producidas por la piedra arrojada al río. De estos versos fluye la inquietante pregunta en torno a la condición humana precaria y la vez trascendental. ¿Eres Tú el silencio/ ensordecedor y sin nombre/ que escucha y no responde?/ ¿Eres Tú el olvido/ que nos consume en la noche/ del bostezo irredimido?
El eco que se escucha proviene de un grave acento bíblico, pero también resuena una voz imprecadora, cargada de ironía: Que el mísero se atragante/en la mofa de su almuerzo/ de mendrugos./ Que el pudiente se embriague/ y se consuma/ en el tedio sobrador/ de sus bostezos/ de plata.//...//El resto lo llenen/ el taumatúrgico "no hay más remedio "/ y el remendón "Dios se lo pague,/ hermano".
Vientos del recuerdo soplan en nombre del yuyero Daniel, personaje de una casi elegía que no llega a tal, porque, aunque hay nostalgia, el llanto está ausente, y porque en medio de la tristeza hay cabida para el dulce rememorar de "buenos amigos que todavía esperan el consuelo mágico de tus racimos aramosos de mentas y tornillos, de doradillas y azahares, de llantenes y albahacas, de saúcos y achicorias, de hierbabuenas y culantrillos".
También existe la seguridad de que muchas cosas habrán de salvarse -por dignas- del olvido: Volverán/porque siempre se vuelve/ ahí donde se echó la siembra/ de una lágrima de eternidad.
III
En su segundo poemario, Don Juan Pitogüe (1973), reencontramos al poeta, hijo de su tiempo, hollando una geografía claramente definida (el Paraguay, con su fauna y su flora vinculadas a los modos expresivos propios del ámbito), "entre columpios de mimbre y abaniqueos de karanda'y". Pero en medio de tales enumeraciones sobresale un morral de incertidumbres acaso universales en torno al destino del hombre: Pitogüe,/ ave sin nido,/ agonía en el olvido.// Huyes,/ huimos./ De todos para nada,/de nadie para siempre///...// Huyes de mí,/ maltrecho,/ roto,/ derrotado,/ y huyo de ti,/ enfermo/ sin aliento,/ casi al borde/ de la cordura.
Incertidumbres, sí, pero también certezas, desde una vida solitaria y a la vez solidaria: Yo sé/que no estás solo./ Tu canto suena a canto nuestro/ que si se entona en coro/ se agiganta/ y nos acerca/ unos a otros.
El lector podrá apreciar la sobriedad con que el poeta asume su naturaleza terrestre y al mismo tiempo eleva una plegaria religiosa que lo sostiene en tiempos de desamparo. Aquí los versos conforman estrofas trenzadas por dos hilos precisos, lo lírico y lo narrativo, con una sutil y admirable paradoja: Señor,/ Cuando llueva,/ las aguas no rueden por el tejado/ para caer/ casa afuera.// Señor,/ cuando llueva,/ las aguas rueden por el tejado/ y no se infiltren/ casa adentro/ por las goteras.
La novedad, lo sabemos, no es el único criterio poético. Pero, a este contrapunto ejemplar, ¿qué otro don más preciso atribuir?
IV
Esa exploración del poeta, buscando arriba y hacia abajo un poco de paz para los suyos, se presenta con mayor definición en el libro Entonces, más allá del viento (1984). He aquí un poema rotundo: Padre,/ que estás en mi cielo,/ dame una pandorga/ a ver/ si te alcanzo.//Padre,/que estás en mi suelo,/ dame pico y pala/ a ver/ si te desentierro.// Padre mío.
Cuando hablo de rotundidad me refiero a entonaciones que, por encima de influencias, o arrastrando los ecos mejores de un Jorge Manrique, Antonio Machado, Ramiro Domínguez o César Vallejo, por ejemplo, abren paso a su palabra para que, cruzando las estigias que bañan su memoria, pueda correr después, ya sola y olvidada de aquellos, llegando al fin transfigurada con su propia identidad.
Rascacielos rascalomos rasquetas/ ráscame siglo veinte/ ráscame el tedio de mi cansancio/ráscame lotería mi miseria/ ráscame pobreza mi riqueza/ rasco rascas/ rascamos...//
¿Qué hallamos aquí? Diafanidad de trazo y profundidad, aun en discursos tejidos de eufonías y neologismos. Un repertorio de múltiples aristas que operan de manera tal que los lectores nos encontremos con textos que sin saber sabemos qué nos dicen, que sin clarificar nos iluminan. Los ciegos/cantan lo que ven/y no mienten.//Los sordos/cantan lo que oyen/y no mienten.//Los mudos/cantan lo que hablan/ y no mienten.// Los que aman,/ que son ciegos,/ que son sordos,/ que son mudos,/ cantan lo que sienten/y/no mienten.
Se dice que la poesía está forjada por una sucesión de lugares comunes que se vuelven metáforas y, al fin, realidades inauditas. Con estas sencillas -casi simples- imágenes, Modesto Escobar nos corrobora aquel aserto. Cada poema nace del asombro vital de cada instante, trayendo consigo su propia signatura. Así, con una visión personalísima, sus versos escapan de toda clasificación cercenadora.
Observa el poeta que todo continúa siempre igual, pero en tales símiles estadios sigue ardiendo una llama inextinguible: Todo está igual/al centímetro domesticado./Las mismas voces aprendidas, los mismos versos,/las mismas ansias,/siguen dando/a eternidad.
V
Las coordenadas formales se acentúan en Savia caminante (1989), con estrofas eslabonadas que confieren a algunos poemas la redondez formal de piezas de relojería. Los juegos de la aliteración como en las rimas asonantes de Lluvia pascual y las deliberadas repeticiones de frases o palabras al final de cada estrofa les dan sostén a poemas como Cantinela y El árbol de la cuna. Aquí el acento irónico irrumpe mostrando al poeta burlándose de sí mismo, como en el poema Retrato o en el que lleva por título Silencio:
Todas las lenguas se han detenido/ en la punta de su muerte.// Silencio, por favor, silencio.
En el poema Estupor, su indignación ante la suerte de la patria es perceptible en versos como Ay mi país/Es tu cruz la que asoma/y no/tu gloria. Lo mismo se ocurre con el poema Clínicas, mayo 1986, cuyo sentido eminentemente social es preclaro, o en Brazos de patria, en donde el poeta rinde su homenaje a nuestros héroes anónimos: Ciudadanos de todos los amaneceres,/ (...) Héroes,/ siempre héroes,/ lo mismo en la paz/ que en la guerra.
Un poema amoroso es fruto de una vida caminada más cerca de Dios que del árbol. Y en el reposo también compartido surge una reflexión final: Desde entonces,/ hortelanos en propio huerto,/ nos hemos puesto a compartir,/ solos tú y yol una tajada de infinito.
A pesar del adiós inevitable y más allá del desmoronamiento sin remedio, el hombre aun guarda una esperanza en la materia: Un almorzarse desmemoriadamente,/ totalmente,/ la propia vida/ y esperar algo más/de su pan/y de su vino/todavía.
Lo mismo hallamos en Viento norte, cuando dice: Pero/ no te asustes:/ por entre sus cruces y paños blancos,/ siempre vuelve a brotar el pasto verde/y no se agota nunca el canto del gallo/para empezar de nuevo.
VI
En el libro Porque tenga nombre lo querido (1992), se registran por primera vez sus preocupaciones en torno al drama ecológico que acecha a nuestro tiempo. Tal el poema Ecocidio, cuyo título da cuenta del contenido. Y aquí hago hincapié en las estrofas de otro poema sobrecogedor: Fantasma guaraní, en el cual el poeta asume un etnocidio del cual, en modo directo o indirecto, somos todos, querámoslo o no, cómplices o partícipes: Ahí están sus escuálidas imágenes,/como esfuminadas al pincel/ pero casi de carne todavía.//Ahí están sus fantasmas/ andando caminos a la deriva./Ahí están sus despojos/que a través de sus bocas petrificadas/siguen clamando a sus dioses/justicia.// ...// Creíamos saberlo todo./.../ Cuando con nuestras propias manos,/ todavía sangrantes,/ los hemos exterminado.
Un primer intento esteticista clásico: el poema Reloj se acerca al soneto y, aunque sin lograrlo del todo en términos formales, conserva el timbre acostumbrado del autor. El juego eufónico ya señalado se hace otra vez presente en poemas como Holocausto o Verbenas oníricas, cuyo sarcasmo final sobrepasa lo meramente lúdico: ...Y solemne entiende terruño gruñe/ Y el soberano aplaude pueblo sueña// Y escupe.
En Tarantaneo, otra vez la paradoja: Ser padre tan temprano/ de tantos amaneceres,/ y no haber terminado aún/ de ser hijo de tantos padeceres. Paradoja doliente, sí, pero como una suerte de réplica a lo dicho surge el poema Llorar, reír, en el que ambos conceptos, en apariencia contrapuestos, se presentan como las dos caras de una misma moneda generosa.
En el último poema del libro, el poeta celebra la vida con un asombro recobrado, apelando a una palabra llamativa de sus primeros libros: el vocablo "cordura": Bendito el que invente su propio sol/ y construya su propia estatura/ de hombre./ Bendito el que cree en su propia luna,/ libere sus apesadumbrados dioses/ y, de nuevo, se asombre/ ante el descubrimiento/ de su virginal cordura.
VII
Cuando es preciso que la nombre (2000) es un libro Genital. He aquí al poeta a la vuelta de todos los regresos, al poeta ya completo, total, ya dueño absoluto de su verbo. He aquí el libro de sus libros. Todo los dones descritos anteriormente siguen firmes: la sutileza y gravedad de sus planteamientos; los tonos conversacionales y el sueño de conversar con Dios tantas veces; el discurrir del tiempo y el detenerse a pensar ¿adónde, para qué, por qué, para quién?; la madurez de saber aceptar el destino que le estuvo reservado o que él mismo fue forjando; los ecos de otras voces, las búsquedas y hallazgos eufónicos (aunque aquí aparecen con mayor insistencia los esquemas formales, como el soneto, versos pareados, y la alternancia de rimas asonantadas; también irrumpen estrofas en cuartetos y otro en tercetos); en fin, todo aquello que lo precedía se presenta ampliado y a la vez diluido, como las ondas del río, para dejarnos la sensación de encontrarnos ante un poeta distinto y, a la vez, ante el mismo del principio.
No en vano el primer poema, Pórtico, lleva un epígrafe de Jorge Manrique, "nuestras vidas son los ríos..." La diafanidad y hondura de aquellas coplas famosas se hacen presentes en estos versos que se inician diciendo: Hay un río/ que todavía nos traspasa./ El eco antiguo/ de sus aguas/ bulle tranquilo/ dentro de la casa.// Es como un hilo/ que se anuda y se desata,/ según columpien los vientos/ la hamaca;/ la de la tarde/ y la mañana.
Así discurre el libro, templado por la serenidad de una sabiduría alcanzada por años de vigilia. Adonde corre el río,/ allá va la esperanza.// Qué suave este diluirse,/ como en sueños, en calma,/ en lo que nos está sangrando/inmemorialmente/dentro de la casa.
¿Otro botón de muestra? Ya no. Grato es constatar que el poeta no ha incurrido en la monotonía fastidiante del innovador de profesión y que su misión de exponer su verdad no ha declinado.
Dejo a solas al lector recordando una cita de Gandhi: "La verdad perdurará por sí misma, todo el resto será barrido por el correr del tiempo".
Mario Casartelli
Asunción, agosto del 2000
POESÍA
SIETE EN PUNTO
1972
I
No sé hasta dónde soy
lo que pude ser
y aquí estoy, Señor,
siendo aquél que no debiera ser
y soy,
como dos y dos,
dieciséis.
La medida
de lo que he crecido
ni siquiera me alcanza
para el pan
de cada día..
Mi clamor de eternidad
se ha tornado río turbulento
en la cruz de tu desierto.
¿Eres Tú el silencio
ensordecedor y sin nombre
que escucha y no responde?
¿Eres Tú el olvido
que nos consume en la noche
del bostezo irredimido?
Quise ser lo que pude ser
y quise tener, Señor,
en la boca
esa tu voz clara
de siglos y montañas
que hace añicos
de Torres de Babel,
y sólo hallé
mi distancia
nítida
y amarga,
siendo yo tan sólo aquél
que no debiera ser
y soy,
como dos y dos,
dieciséis.
II
Aquí mismo,
bajo la techa absorbente
de mis raíces,
te tuve en la cruz sin penas
de mis mimos.
Y bien,
¿qué eres hoy,
o qué ya no soy yo,
que te siento trepando mis sienes
desde ayer
en incesantes repiqueteos
de campanas al viento
que ya no caben
en mis locas manos
pálidas de vejez
y de espanto?
Me pellizcas la piel,
me golpeas el rostro
con virutas de sol y lejanas auroras
y me haces sufrir un mundo
y me hacer llorar un cielo
con el azote de tus travesuras
de noviecita ingenua.
En tanto
yo me sonrío
-es lo bueno que llevo
del abuelo-
y no me enojo
-cómo podría
arrancarme los ojos.
Pero
cómo me dueles tú
a la claridad del tiempo
y en mis molidos huesos,
cuando ya no estas
aquí mismo
donde te tuve
en la cruz sin penas
de mis mimos.
III
Bogando
se van
alejando,
marineros de las aguas turbias,
cangrejos patas atrás,
como cantando.
Entrechocan sus adioses
de silencio
en la obsesión pasmosa
del no mirar atrás de los promeseros
sin pies y sin tiempo.
En las grietas infecundas
de los barrancos adormecidos
van dejando a remo lento
las díscolas melodías
de los encallecidos pechos
como por olvido.
Bogando
se van
alejando.
Y cómo hieren
sus pasos
cuando
sin querer
nos dejan
crucificados.
Como cantando.
IV
Sonreír, morir,
llorar, reír.
Si hasta los muertos
ríen
bajo el frío celo
de su silencio.
Y llorar
¿a quién?
Si aprendimos a no llorar
de espanto.
Si aprendimos a cantar
de espanto.
Si prendimos a reír
de espanto.
Si aprendimos hasta a morirnos
de risa
en el espanto.
V
Volverán
porque siempre se vuelve
ahí donde se echó la siembra
de una lágrima de eternidad.
Volverán
vivos o muertos
como fueron.
Muertos o vivos
buscarán
el rostro perdido.
Fantasmas
del olvido
volverán
al nido
y quién ya
los podrá matar.
Morir una sola vez
para resucitar después
mil veces
con cada amanecer.
DON JUAN PITOGÜE
1977
“Creced y multiplicaos...”
11
Siesta de enero,
siesta de verano.
El sol se solaza
en los caminos
y los tejados.
Domingo sin penas,
domingo en el pueblo,
y en el pueblo, la plaza,
taza de voceríos
volcados en el mullido césped
al patriarcal amparo
de la arboleda.
Monstruo de afilados costillares,
enero calienta
cuando también aprietan los zapatos
de año nuevo.
El pueblerío bulle
en su plenitud de lirios del campo
y, entre parlas, risas y mordiscones, saborea el aire intemporal
de una familia grande.
Los niños, belicosos,
juegan a la vida,
los mayores tuercen el cuello
por evocar pretéritas regalías,
en tanto las coquetas doncellas
desde su amañada displicencia
atisban encapuchadas guiñaditas.
Siesta de verano.
Sangría
de granadas
y sandías.
Sed de zumos
de verbenas
y batatillas.
En enero,
año nuevo.
13
De pronto, Pitofeo,
tu canto
-casi un grito-
erizado de calderones
como emergiendo estrangulado
de la profundidad
de un remanso.
Y raudamente vuela
el estupor de mis ojos
a tu diminuta silueta agreste
posada en la copa del alto cedro
como una solitaria notita
en un pentagrama de ramas.
Pitogüe,
alas de yvaporû
y pecho de amanecer:
No me extraña
el siniestro sortilegio
que te escuece el buche.
Hace una vida
que me llevo en la memoria
el perfil agorero
de tus plumajes
con que vientres exasperados
te tejieron una mortaja
de fuego.
Hoy
quisiera acercarme a tus fueros
para recoger tu cuerpo exangüe
y prenderle
una crucecita de guayabo
y una blanca estola
para mi suerte.
15
¿Oyes, Juan Andrés,
ese divino canto?
Lo sé,
es él,
es él.
Abre las puertas,
abre las ventanas,
que con el aire y la resolana
Dios nos visitará esta siesta.
Quince inviernos
de dolientes clamores
han golpeado en vano
en la calavera de mis entrañas.
Hoy
será distinto.
Hoy, el nunca,
se vestirá de niño.
Francisco José
se llamará él;
Francisca de la Bonanza,
ella.
(Duérmete, mi niño,
duérmete, mi sol,
duérmete, pedazo
de mi corazón.)
San Francisco,
pobreza amada
de las avecillas del campo;
Santa Ana,
madre
de los besos fecundos:
Haced que en mi pecho
nazca, por fin, un canto,
un solo canto,
un solo canto persistente,
un solo canto,
un canto
como en coro
y en Belén.
16
Importa, Benteveo,
que cantes la canción
de tu calvario tempranero.
Canta sin cesar,
canta,
que los cantos son más dulces
cuando más queman
la garganta.
Canta,
o, si quieres,
sueña que cantas
como quien
no quisiera dejar de ver
amaneceres.
Yo sé
que no estás solo.
Tu canto suena
a canto nuestro
que si se entona en coro
se agiganta
y nos acerca
unos a otros.
Porque hay rostros,
que sin ser de ave,
y corazones, que sin ser de ave,
añoran como tú,
quisieran amar como tú,
y cantan como tú,
solos,
dolorosamente solos,
como tú.
17
Mientras doña Florencia
prendiendo ruegos
a los seráficos santos
perdía flores
en el huerto de sus años,
doña Primorosa ha salido a airearse a la plaza
metida muy soñadoramente
en su sillón de hamaca,
resto llorón
de su primera boda.
Entre columpios de mimbre
y abaniqueos de karanda'y,
habla, parla, ríe a dos carrillos,
y narra, sin sonrojarse,
increíbles aventuras
de sus veleidades juveniles.
Doce hijos
cuenta y recuenta
doña Primorosa,
doce, digo, que hacen
una abultada providencia
de roe-panes
y roe-vidas,
sin incluir la hacienda
de perros y gatos
que también en la casa
montan su madriguera
de exigencias,
-Y qué cara está la vida-
rezonga ella
poniéndose grave
de repente.
-A veces
continúa desmelenada-
todo el tétrico jornal
de mi pobre Doroteo
se lleva en el día
un mísero cuarto de queso,
y el cuarto de queso,
las ratas.
Doce hijos
cuenta y recuenta
doña Primorosa,
doce, digo, que hacen
un jardín de rosas
con sus espinillas de hambre
y quebrantos de gloria.
Mas hoy, muy ufana,
celebra que el siglo veinte
se haya apiadado
de los prolíficos vientres:
La cosecha
de más caritas sucias
ha quedado en vilo
al arreciar las cláusulas
del control de ombligos.
Y ella, emperatriz hogareña,
ha sido terminante
en su resuello:
-Basta,
ha llegado la hora de clausurar
las compuertas
de la industria nacional.
ENTONCES, MÁS ALLÁ DEL VIENTO
1984
ENTONCES,
MAS ALLA DEL VIENTO
(1973- 1975)
Qué más quisiera
si por ese algo que gemí al nacer
arrojo el corazón
al fuego.
1
Padre,
que estás en mi cielo,
dame una pandorga
a ver
si te alcanzo.
Padre,
que estás en mi suelo,
dame pico y pala
a ver
si te desentierro.
Padre mío.
2
Qué decir al fin.
cuando el VERBO está ahí
presente pero lejano,
claro pero imposible.
Qué decir al fin
Cuando gastamos la última pavesa de lengua
en la seguridad de que nada trasciende
más allá de la epidermis,
más allá de la angustia que ponemos
en cada arista y canto.
Qué decir al fin.
Pero cómo no decirlo.
Los ojos se entumecen mirando a otros.
Las manos buscan las manos de los otros.
El corazón reposa en el corazón del otro.
Asimismo,
cómo decirlo
cuando en la confusión multitudinaria
el palabreo no deja de clamar por el silencio,
el olvido no deja de mendigar recuerdos
y la soledad no deja de ansiar compañía.
Sin embargo,
es preciso decirlo.
Es preciso acercar a los sedientos labios locos
del desierto
un surtidor de agua,
un vaso de agua,
unas gotas de agua,
o, acaso, una ilusión simplemente
de agua.
3
Payaso de goma, maniquí de los vientos,
entre mil cruces de fuego a granel
siempre.
-Fuego a babor.
(Abunda la leche
y se estropean los zapatos.)
-Fuego a estribor.
(Ranchos derruidos,
palacios reconstruidos.)
¿Qué pasa ahí
que desoyen la consigna?
-No insista. Esos se están rascando,
están locos, están borrachos, están muertos.
- Que los demás redoblen.
Y el socorrido arlequín
cae, se desmorona, se derrumba
-dale la rumba-,
pero, al instante,
se recompone, se afeita,
ensaya al espejo una sonrisa
hasta reír de veras,
hasta entristecerse, hasta llorar,
para recomenzar el ciclo,
el siglo de cada vida.
Pobre payaso de goma,
maniquí de los vientos,
de los céfiros,
de los huracanes.
4
Sonríes
Sonreímos.
Somos de la misma estirpe
Invencible.
Hasta el punto que podemos notar todavía
una radiación inmaculada
en cada naranjo en flor,
o sonrojarnos cuando la fortuna
nos tiende sus arrumacos
en el corazón de una madre,
en la candidez de un niño
o en las buenas tardes
que nos deseamos los amigos.
Somos así
de invencibles.
¿Podrá la muerte amortajarnos, acaso,
la sonrisa aprendida?
5
mientras mis hijos juegan en la arena
Preñados de tierra partimos
como saetas enloquecidas
desde el arco de la tierra
para derrumbarnos exhaustos
o más aquí o más allá
en lo profundo
de sus mismas gredas.
En tanto,
al surcar el mundo radiante
del trigal del sol,
vamos alumbrando en cada jadeo
y a nuestra imagen y semejanza
polvillos de sangre
para que no quede deshabitada
la tierra.
Tierra.
La vieja tierra
que tras estrangulada
por nuestras propias manos
hubiéramos querido redescubrirla
menos solitaria,
menos desnuda,
menos absurda y ridícula,
donde a la misma cena
acudan todas las hambres,
donde a la misma fiesta
concurran todas las soledades,
y nunca las mismas quejas decapitadas,
nunca las mismas angustias desguarnecidas,
nunca los mismos llantos desposeídos.
Preñados de tierra
partimos
de la tierra a sus gredas.
Al menos si por un momento
los frutos en agraz de nuestras entrañas
supieran enredarse en la constelación
de las lejanas estrellas
para cobrarse en arrullos de vida
lo que gastamos nosotros
en sueños
de sangre.
6
Por qué gritar
cuando precisamente no querríamos
que nos estalle la bomba de tiempo
al ras del vino y de los cantos.
Por qué soñar
cuando exactamente no quisiéramos
que se nos agote la sonrisa
en botecitos de papel a la deriva.
Por qué echar a rodar la sangre
del único amor y de la única esperanza
difícilmente sostenida.
Por qué...
Por qué...
Vienen, saltan las preguntas, unas tras otras,
desbocadas,
un sinnúmero de preguntas, sempiternas, capitales,
multitud de preguntas, pálidas, dulces, negras,
vergonzosas,
tantas como astros hay en el firmamento, tantas, tantas,
que, mientras nos medicamos un antálgico
o acicalamos un Apolo,
apenas nos quedan tiempo y aliento para clamar:
Tú lo sabes, Señor.
7
rascacielos rascalomos rasquetas
ráscame siglo veinte
ráscame el tedio de mi cansancio
ráscame lotería mi miseria
ráscame pobreza mi riqueza
rasco rascas rascamos
piel garganta huesos
ráscame tierra con tus guitarras
o con tus malvas
ráscame rascadora rata
el pensamiento
el tufo del deseo
el moho de los sueños
hasta que aligerado
hecho una leve pluma
una apacible brisa
ascienda a las alturas
donde ya no cuentan
las uñas
migajas
de terciopelo.
8
Qué más quisiera
si acerco el corazón
al sueño que más duele.
Qué más quisiera
si acerco el corazón
a ganar alondras en las praderas verdes
aunque me picoteen las ansias
de puro miedo.
Qué más quisiera
si por ese algo que gemí al nacer
arrojo el corazón
al fuego.
Qué más quisiera.
AUSENCIAS
(1976-1977)
Más allá del tiempo,
de las cenizas,
de las dunas,
sonríe piadosamente
Dios.
VUELVO SOBRE MIS PASOS
a granel.
Chorreo hacia mí mismo
como torbellino sobre su polvo
o tordo sobre sus huesos.
Todo está igual
al centímetro redondo.
Los mismo recuerdos
de todo aquel mundo claro que pudo haber sido
y no fue,
aderezan mi almuerzo.
Acaso estas calles que recorro
se han ensanchado con los mil desconciertos
apilados en sus ijares,
pero sus lomos no han baleado aún al jinete
que los sepa montar.
Todo está igual
al centímetro domesticado.
Las mismas voces aprendidas, los mismos versos,
las mismas ansias,
siguen dando
a eternidad.
DE PUNTILLAS EL CORAZÓN,
me acerco a tu retrato
para que me estalle en la mano,
como en un amanecer de lapachos en flor,
el cáliz de tu presencia huidiza.
Es medianoche.
Silencio de estrellas inasibles.
Como beso furtivo,
como felpas de gato al acecho,
arrimo mi aliento a tu leño
para que se haga tu rostro y me ilumine.
A solas,
a medianoche,
tú y mi vigilia.
No importa que ayer
te haya estado esperando
irremediablemente mañana.
No importa que hoy te esté velando
como al ser que más he querido.
Aunque el deseo se me impacienta,
de puntillas el corazón,
suavemente para que no te me sorprendas,
me acerco a tu imagen durmiente
para asirte y abrazarte
en el instante mismo en que el nuevo día
nos descubra juntos
posando ante las mismas cámaras,
comulgando el rocío de la misma alborada,
el aroma de las mismas rosas
y la inmensidad en el alma
de la misma oración de gracias.
HABLEMOS, YO, MI GRAN AMIGO AUSENTE.
Quiero estar conmigo un minuto de eternidad,
no como al espejo, retratista
de máscaras coloreadas,
sí como aquel pensamiento en gestación
que en el arco perfecto de una cita memorial
lograra al fin ganarse a sí mismo.
Sentados ambos
en pleno poyo alquilado al destiempo,
juguemos a resarcirnos de la inmensidad confusa
que nos mantenía distintos
como dos acordes disonantes
que salieran a un tiempo
de las mismas cuerdas vocales.
Reservémonos este instante
que acaso sea el único tentáculo
donde nuestras dos líneas, delgadas,
tensas hasta el paroxismo,
se estrechen la mano fraternalmente.
Charlemos, YO, mi gran ausencia desolada.
Apresurémonos a descifrarnos
el rompecabezas de nuestra adulta segregación
como dos espíritus simples
que se reencontraran de pronto
tizones de la misma tragedia.
Disculpémonos el atraso
de nuestro hallazgo recíproco,
y, antes del definitivo adiós,
labremos en acta el testimonio
de que alguna vez,
antes de nuestra separación de cuerpo y bienes,
fuimos, YO, ÚNICO Y SOLO.
POBLADAS ESTÁN LAS AUSENCIAS,
abrumadas las huellas sin regreso, las tardes
sin futuro.
Atestadas están las palabras,
uncida la resignación al tuétano,
asilados los silencios.
Colmados están los quirófanos,
los charcales sin techo,
henchida de oropéndolas la miseria abisal;
repleto el cupo de las ansiedades mínimas,
aterido el amor desnudo
en piélagos de luna muerta.
Saturadas están las tribunas patriarcales,
atiborradas las necrópolis enmohecidas,
atosigados los ríos, la luz, el aire, el polvo,
habitada la inteligencia fatua.
Apiñados los surcos desolados
y mullida la soledad,
¿quién tendrá estómago para oír orejas?
Dios:
De qué costillas es esta multitud
cuando sacar Adanes y Evas
de unas simples tripas en desconcierto
es pedir buena cosecha
de peras
al olmo.
TENUEMENTE LIBRE
deshago los frisos de mi andar.
Esta tierra, con sus bocazas de lagarto,
es una charca donde empozan fácilmente
las lunas y las estrellas sus policromías
fílmicas
pero muy sensibles al turbión de una pluma
de viento.
Tenuemente.
No hay otra manera para los instantes furtivos
y poder quebrar la plombagina
de los mismos únicos caminos
que se atosigan dócilmente
de distancias y de brumas.
Escurrirse como filigranas de agua
por entre las fisuras de una roca
que nunca es tal sino en la conciencia
en trance de derrota.
A pesar de todos y de mí mismo,
de la estereotipia de mi historia
y de las lapidarias circunstancias,
ser yo mismo más yo y menos los otros,
menos una porción de tristezas
y un haz de miradas lejanas,
ser más yo,
como un ave que busca
ser tan sólo esto: ave.
EL TIEMPO ES EL AIRE LEVE E INASIBLE
que alguna vez nos devuelve
nuestras cenizas.
El tiempo. Un camello ágil e incansable
que nos lleva a cruzar el desierto
para dejarnos fondeados en las dunas.
Tiempo.
Aire.
Camello.
Dunas.
Sin embargo, el tiempo,
revolucionario sin cronómetro,
tiene pies, ruedas, propulsiones a chorro,
y nos devolverá,
como lirios que estallan en un cardal,
en el rostro de nuestros hijos.
Más allá del tiempo,
de las cenizas, de las dunas,
sonríe piadosamente
Dios.
AQUI Y AHORA
(1978- 1983)
Necesariamente ha de volver
su transparencia
cuando se conserva la cuya limpia
y tibio el lecho dormido.
HEME AQUÍ Y AHORA
Heme aquí y ahora
todo.
Análisis total.
Heme aquí y ahora
nada.
Síntesis final.
Heme aquí
robustos músculos de lapacho.
Desde siempre.
Heme aquí
tristeza en otoño.
Desde luego.
SÉ QUE TODO SE HA DICHO
Sé que se han dicho tantas cosas
sobre tantas.
Minuciosamente.
Torrencialmente.
Sé que todo se ha dicho
solemne y serenamente,
y hasta en bromas,
por si acaso.
Ahí están mis pruebas:
Las palabras que suenan comas
porque no suenan puntos.
Ahí están mis testigos:
Los actos que, vacuos, andan siglos,
y, firmes, no enhebran un ojo.
Ahí están mis amigos:
Los silencios, cifrados en clave perezosa,
proyectos cadavéricos
para posibles futuros ilesos.
Todo está fraguado
de todas las maneras posibles.
Todo está consumado
de cualquier modo imposible.
Porque si amo,
he amado y ya no amaré.
Porque si muero,
he muerto y ya no moriré.
Sin embargo,
aquí, allá,
nadie ha notado nada,
ni en una lágrima ni en una sonrisa.
Nadie ha movido de lugar
una sola letra de una palabrota siquiera.
En fin,
nada ha sucedido
ni sucederá.
Y estamos en paz
Y muy contentos.
CUÁNTO DOLOR
Cuánto dolor
me reconstruye cada día
y no acabo de consentirlo.
Cuánto dolor me fortifica,
y lo lloro
y lo maldigo.
Cuánto dolor sin tiempo
para endilgarles un cabezal
a las horas exactas de la alegría.
Cuánto dolor magnánimo
que abrirá mis entrañas
a las praderas de las aves y de los lirios.
Cuánto dolor bendito,
como cuando me dueles tú,
y lo lamento.
SIGLO XX
Lobos
tragándose guitarras.
Monstruos
acicalándose los labios
con carmines
de sangre humana
Y ser Job,
la paciencia empotrada
en cruz.
Y ser cordero,
el pecado capital
de los sacrificios.
TAL PARA TAN
En fin
tal y tan somos
piel sombrero
en trompos de guayabo
tal y tan somos
risa a tientas
corazón a cuestas
En fin
tal somos
cabellos pies muecas
en horrible desparpajo
tan somos
moscardones en bocas abiertas.
En fin
tal para tan
tan para tal
en trompos de guayabo.
MUNDO - HOMBRE
El mundo gira y gira
chirriando su hambre seca.
El hombre es su aceite esencial,
el carburante, la leche.
Aquél, la especie intacta,
metálica.
Este, diminuto salvador,
la savia mortal,
la vida.
BORRADOR AUTOBIOGRÁFICO
ESTE soy yo,
una manera cualquiera de labrar existencia
en la panorámica forma
que pueden acuñar
el humo, al aire, el polvo.
ESTO soy yo,
masa informe modelada a los acordes
de bochornos y melopeas
en desconcertante jeroglífico,
pero generalmente
servida a la minuta.
ESTE, ESTO o esta multitud
-qué importa-
soy yo, que ya no seré exactamente igual
a mis cuarenta y tres vidas
puntualmente descorridas ante todo el nunca,
lechuza vigilante;
ante todo el siempre,
campanas de iglesia.
Sobre todo,
este chisporroteo soy yo,
soy yo esta pavesa de cigarro
arrebatada un momento
al pudor de las estrellas
y que se aviva providencialmente
en la paciente sinfonía
de cada amanecer.
SAVIA CAMINANTE
1989
Será más fuerte el lapacho
que hemos crecido
cantando
para más
tarde.
ALFA
Esta tierra
de surcos en arrebol
es buena.
He decidido que sea buena
con sólo las ansias germinales
que restan
de los tiempos del no llover.
Urge perder menos,
como en la fatiga prudencia de las canas,
y ganar más,
como en los sueños niños.
Aquí, donde los deseos
blanquean la noche
como paños en un sembradío de cruces,
echaré mis raíces,
la añeja esperanza
forjada en el crisol tempranero
de los gemidos.
Me sobran manos de dolor
para destroncar espinos.
Me restan lágrimas de amor
para sonrojar soledades.
Escudriñaré los boquerones del día
a sangre y uña,
y a sangre y sed
apuraré su cáliz
hasta que la lengua del cansancio
me enseñe el reverso esencial del mundo
que chisporrotea apenas
en el fondo de las cosas.
Al final,
cuando se arrellane la noche
en el banquillo de las sentencias,
ya no me quedarán fuerzas
para rayar de nuevo
la irreconocible oración del olvido.
Entonces reposaré pacífico,
por vez primera,
sobre las ascuas
de una sonrisa no violada.
CANTINELA
Una cigarra de hambre
el hombre,
una cigarra.
Tarde imposible
de dormir.
Una guitarra de hambre
el hombre,
una guitarra.
Cantinela imposible
de callar.
Una cimitarra de hambre
el hombre,
una cimitarra.
Y sin embargo
no ha llegado el tiempo
de decir: al fin.
EL ÁRBOL DE LA CUNA
Se nos está cayendo
el árbol de la cuna
-Llora, niño, llora.
Y por el hueco que le ha nacido
asoman
unos negros brazos de
póra.
-Tiembla, hombre, tiembla.
Entre recuerdos viejos y sueños niños,
las llegadas en cruz
del delirio.
-Sálvanos, Señor, sálvanos.
NUNCA TARDE
Nunca tarde
para cantarte,
Villa Rica.
Nunca el rocío en tu flor
dejará de alumbrarme.
Nunca la turba del olvido
poblará mi garganta.
Si canto,
tú me estás cantando,
si sueño,
tú me estás soñando.
Y si muero,
tú me estarás velando.
RETRATO
El toro salta, brama, embiste
furiosamente.
El mono baila, ráscase y gasta sus monerías
como de costumbre.
El tigre atisba en la jungla
a sus víctimas solapadas.
Las hormigas economizan la muerte
de sus hormigas.
El perro festeja al amo después de la última
reprimenda.
El cuervo blanquea la cosecha de sus zancarrones
del día.
El caballo monta la arisca veleidad
de su jinete.
El borrico carga ciegamente la inercia
de sus coces.
Y el hombre arroja todos los perdigones de su herrajería
contra el espejo que lo retrata y se hace trizas,
pega una vuelta,
se arregla la corbata, se peina
y avanza civilizadamente.
El hombre.
JAURÍA
Monta el hombre su carro de abasto.
Lo monta.
Y vomita lastrones por sus ijares
de animal redomado.
Los vomita.
Tortícolis en ciencias y cultura
su cuello almidonado.
Tortícolis.
¿Dónde habrá quimeras que lo apacienten?
¿Será el relente su próxima pista de aterrizaje?
Piel dura de escarabajo,
piel de barro cocido,
caja de guitarra olvidada,
caja de resonancias
que retumba y sólo retumba
el eco levantado
de su cadáver.
SILENCIO
Silencio.
Todo es
silencio,
Las lenguas se han detenido
en la punta de su fuego-juego.
De los profetas
sólo ha quedado el molesto
polvo de sus calcañares.
Y de los poetas
-ay los poetas-
sólo pulula-pústula el ocio
de sus pesados galardones
y versos de viento.
Pero entonces, al fin,
¿donde está la palabra-voz-clamante
que despierte al mudo al mundo
y resucite al sordo
de sus ascuas dormidas?
También ella,
primorosamente ausente,
exiliada en sus santas letras,
ha ido a prostituirse
en las esquinas
de más venta.
Todas las lenguas se han detenido
en la punta de su muerte.
Silencio,
por favor,
silencio.
TODAVÍA
Un desmoronarse antiguo,
como en cámara lenta,
y no tocar fondo
todavía.
Un besar largo y ardiente
pero sólo labios
que ya se han ido.
Un almorzarse desmemoriadamente,
totalmente,
la propia vida
y esperar algo más
de su pan
y de su vino
todavía.
BALADA EN JUEVES SANTO
"Amaos los unos a los otros
como yo os he amado".
Enfermos
pero no
de aire
ni de frío
precisamente.
Por no tener que mendigar trigo
en las esquinas panaderas.
Por no tener que tiritar aullidos de perro a nadie
desde el suelo.
Por no tener que almacenar polvo, mugre y uñas
donde desovar la heroica última olla
de siempre.
Enfermos
pero no
de aire
ni de frío
precisamente
Por no tener que ser ajusticiados una y otra vez
en los arcaicos patíbulos de cada día.
Por no tener que ser vilipendiados en las calles
por exhibir nostalgias en el luto de las pupilas.
Por no tener que tender la vida en la mano
y sostener su suerte hasta la próxima ventolina.
Enfermos
de verdad
por todo lo que nos sobra.
Y enfermos
sin piedad
por todo lo que no nos hizo falta
nunca,
nunca jamás.
LLUVIA PASCUAL
Lluvia. Benéfico tonel
de agua y sueños gondoleros.
Ríos que se yerguen y pasean
de mano con los barquichuelos.
La tierra ha quedado hecha
tendal de aromas al viento.
Zumos de paz mullen la almohada
y la llenan de recuerdos.
Muy luego, Noé nos pinta su arca
atestada de niños buenos:
aquellos que alguna vez fuimos,
y éstos que hoy nos albean los pensamientos.
POR ESAS MÍNIMAS COSAS
Por esas mínimas
cosas,
que edifican nuestro rostro insobornable
desde la mohosa opacidad
de cada día.
Por esas mínimas
cosas
indefinibles
inasibles
que se nos infiltran por los poros
para ir a modelarlos desde el balcón íntimo.
Por esas mínimas
cosas
por tantas y por todas
que templan nuestra lira,
sonamos a lo que somos:
cuerdas que arpegian una oda
o lágrimas que riman
una elegía.
EL PENSAMIENTO
El pensamiento
finísimo hilo
de salvamento
se alarga se acorta
se ahueca se dobla
el pensamiento
El pensamiento
rueda chueca
de nostalgias
gira delira
vomita sus vértigos
el pensamiento.
El pensamiento
andrajo cósmico
tragicómico
también se agota
estornuda jadea hipa
agoniza y muere
también el pensamiento.
PORQUE TENGA NOMBRE
LO QUERIDO
1993
A Ramiro Domínguez,
maestro, amigo.
PORQUE TENGA NOMBRE
LO QUERIDO
Qué dulce el temor
del deber
cumplido.
Qué regio el rubor
del dolor
sorbo a sorbo
esculpido.
Cuánta vida
cuando el amor
ha hecho de la esperanza
su nido.
Cuánta sangre al ras
del pavor
porque tenga nombre
lo querido.
AMOR
No tanto solo.
También tu risa.
Por eso, amor,
Vivo.
No tanta tierra.
También cielo.
Por eso, amor,
Sueño.
No tanta muerte.
También vida.
Por eso, amor, eres
poesía.
SOPÓRTATE
Sopórtate
el lampiño que eres.
Amén.
Sopórtate
el lapacho que floreces.
Amén.
Sopórtate
el dolor que te escuece.
Amén.
Sopórtate
el sueño que te sueña.
Amén.
Sopórtate
la espuma que te esfuma.
Amén.
SAN PUEBLO
San pueblo
Pedro Pablo
en el polvo
del diablo.
San pobre pueblo bueno
pobres huesos descamisados
con su pan a cuestas
con sus sueños
con su Dios encadenado.
San mísero pueblo digno
cargando sobre sus espaldas
sólo loas y palmas
de jerarcas y arzobispos.
San rico pueblo pobre
con altas dietas
de senadores
y diputados
pero sin diputados
ni senadores.
San pobre
pueblo inmenso
a contramano
a contrapelo
de contrabando.
San pobre pueblo
Pedro Pablo
en el polvo
del diablo.
NOCTURNO
Luna clara
desde el cerro.
Ángeles sin miedo
en los tejados.
Los luisones despiertan
apagados.
Y la sangre se mece
en sus sueños
de antaño.
Esta noche cantará el alba
su serenata desvelada.
Y el alma apacentará
en el pasto del rocío
su rebaño
de eternidades.
ABRACADABRA
Tiempo de las
palabras y de las
palabras.
Tiempo del eco robusto
que sube de las canteras
abandonadas.
Facundia
de autómatas
como facones.
Enjundia
de dioses de teatro
en los calzones.
Hablantes estentóreos
sin hombres,
nombres como calaveras
en sus pronombres.
Tiempo de las letras
que se acercan
y se entibian
doradamente muertas.
Tiempo del verbo
que quiso ser
y se ha vuelto sólo
viento, ventarrón,
tormenta.
INFANTICIDIO
"Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?"
Mat., XXVII, 46.
Han dejado morir
a un niño.
-Nuestro futuro hombre
ha sido vilipendiado.
Han dejado morir
a mil niños.
-Nuestra futura ciudad
ha subido a su calvario.
Han dejado morir
a un millón de niños.
-Nuestro futuro continente
agoniza en su espanto.
Han dejado morir
a millones de niños.
-Nuestro futuro planeta
tiembla, muere.
Todo está consumado.
MAYO Y EL RÍO
Sube el agua
del río.
Desenróscase
el estribillo
de las ranas
y de los póras
en delirio.
Sube la esperanza gota a gota,
sube a las azoteas hasta el cuello,
sube el frío de las ollas destetadas,
sube el frío de las lucientes desnudeces
amoratadas.
Sube el agua
del río,
sube.
Sube el Cristo
de los padrenuestros en estampida,
sube -ay- el iceberg del derrumbe
a la deriva,
y con él, el desvelado grito
que aún no ha hallado playa alguna
que lo apacigüe,
lo vuelva manso
como al alcance
de los jazmines.
Sube el agua
del río.
Sube
al infinito.
DUENDECITA
A mi nieta Verónica María Noemí.
Mi duendecita,
bucles de horizonte:
Anda, ven,
por qué te me escondes.
Me naciste
un día
tierna flor
de ósculo
perdido.
Me llegaste a tiempo
de arracimar
delirios.
Ya no soy yo,
jinetuela,
cuando se ariscan
tus espuelitas
en mi piel.
Ya no soy yo,
pastorcita,
cuando apacientas
azules cielos
en tus ojos
de miel.
Mi duendecita,
rizos de asombro:
Juntos tú y yo
ya no somos
sino
alas que parten
felices hacia arriba,
hasta nunca,
hasta el sol.
ECOCIDIO
El hombre mata
y muere
y cae en la tierra.
La tierra mata
y muere
y cae en el agua.
El agua mata
y muere
y sube a las nubes.
Las nubes matan
y mueren
y se diluyen en las galaxias.
Ave Caesar,
morituri te salutant!
INSTANTE
Lomas y valles,
colinas y cerros,
y en medio el cencerro
del asombro constante.
Duerme la tierra,
pero está húmeda.
Sueña la luna,
pero está despierta.
(Manú se arregla
las penas
a punto
de poemas.)
Ya corren
lomas y valles,
ya saltan
colinas y cerros,
y en mis ojos
el lucero
tensándose todavía
sobre fusiles
al hombro.
CUANDO ES PRECISO
QUE LA NOMBRE
2000
I
Ya somos lo que fuimos.
Blanco.
Ya somos los que seremos.
Negro.
PÓRTICO
"Nuestras vidas son los ríos
que van a dar a la mar,
que es morir... "
Jorge Manrique
Hay un río
que todavía nos traspasa.
El eco antiguo
de sus aguas
bulle tranquilo
dentro de la casa.
Es como un hilo
que se anuda y se desata,
según columpien los vientos
la hamaca,
la de la tarde
y la mañana.
Adonde corre el río,
allá va la esperanza.
Qué suave este diluirse,
como en sueños, en calma,
en lo que nos está sangrando
inmemorialmente
dentro de la casa.
AGONÍA HASTA EL ALBA
Pobres huesos, desnudos costillares
que crujen en la más atroz empresa.
Llueve sobre el mojón de su entereza
de cal la ciega lucha de dos mares.
Cuando Thánatos llena sus altares
con efluvios de lutos y pavesa,
y adoba las cervices en su mesa,
Eros lanza sus dardos estelares.
Incesantes batallas se suceden
entre ciclópeas fuerzas en porfía
por los arenales sin escapatoria.
Ambos a uno embisten, retroceden.
Sube de punto el himno o la elegía.
¿Para quién será el cetro de la gloria?
GETSEMANÍ
"Padre, si es posible,
aparta de mí este cáliz..."
Empantanarse en un callejón sin salida
ignorando si se llegará alguna vez
o si se volverá nunca a alguna parte.
Perderse en la oscuridad más espesa,
solo, solo, sin ningún astro amigo,
sin una luciérnaga afectuosa.
Un comerse el alma misma
por no tener con qué sostener
el aire en vilo.
Un no saber cuándo llegará el final,
lo que sea,
o dónde el hablar o el callar dicen y no dicen lo mismo
y donde lo mismo es imposible huir
hacia la vida o hacia la muerte.
Getsemaní. Un instante. Una eternidad.
Un huerto de transpirar sangre
instalado en el punto exacto y horroroso
donde se entrecruzan las líneas rotundas
del ser y del no ser,
del silencio y de la palabra,
del abrigo y de la desnudez,
de la locura y de la cordura,
de la soledad y de la compañía,
de la vida y de la muerte.
¿A dónde va el hombre, Dios?
¿Realmente tras de Ti?
JUEGO CABALÍSTICO
Cabalísticos signos,
apiñados, crujientes,
se entroncan en las vértebras.
El transido corazón,
la mollera con crespones,
parecieran tenazas de miedo
y angustia.
Pero, ¿de qué conversan
las hojas que mueve el viento?
¿Qué historia arrastra en su pudor
esta mañana clara que huele a jazmines?
Ya somos lo que fuimos.
Blanco.
Ya somos lo que seremos.
Negro.
Es tarde.
Y es cosa de mañanas
convertir los signos cabalísticos
en flores.
TANTAS VECES TANTAS COSAS
Tantas veces tantas cosas
en un día, en un minuto, en un segundo.
Cuánto adiós en cada atardecer
y en cada atardecer gemebundo
preguntar por Dios tantas veces
y preguntarle tantas cosas
como mísero limosnero trotamundos
que no cae ni se rinde
sino a la hora de la muerte en punto.
Siempre Dios, otra vez Dios tantas veces,
pequeño, mediano o grande a la medida
de nuestros tantos delirios,
pero irremediablemente Dios
cuando han fallado todas las pócimas bendecidas
y todas las fiabilidades infalibles
de los "te quiero", de los "por ti me muero"
y de los "te juro por la madre mía".
Siempre Dios, del derecho y del revés,
aunque ya no haya lágrimas que brillen
ni ojos que miren de frente.
Desesperadamente Dios a la deriva.
Porque tantas veces tantas cosas suceden
en un día, en un minuto, en un segundo.
O porque, sencillamente,
tantas veces tantas cosas,
en un día en un minuto, en un segundo,
no acontecen nunca.
Nunca.
BRIZNA
Sin duda,
he andado.
Me dicen los astros que clarean la noche.
Me gritan los grillos que revuelven la casa.
Me cantan los pájaros, las mariposas, los lirios.
Amé y fui amado.
Soñé y fui soñado.
Qué más quisiera.
Hoy sólo llevo puesto lo poco
que se precisa para emprender
el viaje de los viajes.
Cada vez estoy más a punto,
más desnudo, más ligero,
para ocupar mi sitio definitivo,
como brizna de llanto
en la búsqueda de su perfil
en un pañuelo.
EN PENUMBRAS
Henos aquí
clavicordios olvidados
en un maremagno
de sofocones de destierro
acumulado.
Henos aquí
como pinceladas
de pintor surrealista
-despedazados-:
Fiebre en la frente junto a la cocina.
Y en el patio,
ojos en lontananza, brisas a ramalazos.
Allá, brazos clamando al cielo,
y, más allá, los pies bien clavados en el barro.
Henos aquí
lívidas luciérnagas en la noche de un lago
de playas columbradas en la loca fantasía,
pero cuyo fondo sabemos que existe
y que de a poco nos está tragando.
Henos aquí
copa llena de espasmos,
pura estera de angustias y esperanzas,
un tedioso bostezo de repeticiones huecas,
puntos suspensivos hambreados
en cada rosa de amanecer
deshojado.
Henos aquí todos
en un apretado círculo cerrado
y en penumbras.
Y en penumbras Dios
aún
más desolado.
ELEGÍA
A mi entrañable amigo, Chinoly
Soy un árbol crecido
cuyos leños
ya han convocado
al fuego.
He anidado en mis ramas,
es cierto,
el canto de los pájaros,
el último y primero,
el rocío fresco de las madrugadas
y la aromada brisa
de mil serenatas angustiadas.
No digo que hoy
mis cantos hayan llegado a su fin.
Anuncio simplemente
que mis quebrantos
ya no son de esta carne.
Es necesario que así sea
para que los otros, mis amigos,
que aprietan filas detrás de mí,
tengan la certeza
de que para ir de la vida a la vida,
primero hay que morir,
hundirse en la tierra fértil,
como las semillas,
de pie,
pero morir.
LA CARTA NO ESCRITA
Las letras de esta carta que no he escrito
están intactas dentro de mi ser,
Mojadas por el tiempo aún infinito
-el tiempo de pensar y padecer-,
sangran la angustia de saltar amarras
y arbolar velas al amanecer.
Son cuerdas contenidas de guitarras,
gritos, clamores en compás de espera.
Tiene voz que no se oye, tienen garras
dormidas al sopor de la mancera.
Pero, ahí están, hiriéndome profundo,
doliendo como duele una quimera.
Si abrieran mis venas y hacia el mundo
emergieran, ¿habría algún oído
que sopese el calor de su rotundo
decir, sentir, llorar, sobre un olvido
de palabras que en ancho desierto
se volvieron blasón destituido?
Me pregunto si habrá un portal abierto
para el ser todavía relegado
por las máquinas turbias de ese huerto,
donde no cuenta lo que se ha ganado
sobre hombros de amor y humanidad,
sino lo que mercando se ha apilado
a sangre y fuego de modernidad.
Si así no fuere, Dios, lo que yo he escrito
lo que sí he vislumbrado en mi verdad,
bien escrito está y bien también proscrito.
BALCÓN
Trepado a mi balcón por un momento
me contemplo a mí mismo desde adentro.
¿He subido quizá un peldaño arriba
o lo de arriba se me vino encima?
Lo sabe mi balcón que me responde
cuando mira de frente el horizonte.
Tomados de las manos, cuántos remos
Naufragamos, enhiestos, mar adentro.
Cuántas veces, muy juntos, sollozamos
por las aves que un día nos amaron.
Trepado hasta mí mismo, este momento,
contemplo a mi balcón desde muy adentro.
MÁS ALLÁ
El alma tiene rincones
donde guarda sus amores
y su pesar.
Los amores son heridas
que dan calor a la vida
al pasar.
La vida es pleno soñar
que nos alimenta el ansia
de hundirnos más allá,
más allá,
en lo esencial.
AGENDA
Abramos de par en par las puertas,
las ventanas,
tanto tiempo clausuradas.
Que entre el fresco de la noche
a la alcoba.
Tras sus cristales
hay un mundo mágico
que susurra y se delata.
Tiene la escultura huidiza
de la luna y el pudor
de una virgen olvidada.
Pero está ahí, persiguiéndonos
con la porfiada entereza de los vencedores.
Cuidado, no lo pises, mueve tus zapatos.
Endereza tu esqueleto encorvado
cada vez que toca tierra y se embarra.
Te recuerda tu nombre cuando lo tienes olvidado
y te recuerda que vives cuando mueres.
Abramos de par en par las venas.
En cualquier momento, por entre las grietas
del fatigado pensar, asomará su rostro.
Entonces, asombrados, diremos: Has venido.
Y los recibiremos con pompas y gritos de alegría.
Después, muy ufanos, pegaremos una vuelta
e iremos a dormir, como nunca, tranquilos,
satisfechos de la vida.
MI NOMBRE ES DE GUERRA
Mi nombre es
de guerra.
Mi nombre es
de los que no arrían
al atardecer
la bandera.
No importa caerse,
besar, rotas las líneas,
la tierra,
porque ella fecunda
y es madre
nuestra.
Medir cuántas veces
nos hemos levantado
es lo que vale
desde el fondo
acorralado.
Morir cada instante
no es morir cada día.
Es simplemente vivir,
como la rosa,
como la aurora,
la vida.
II
CUANDO ES PRECISO QUE LA NOMBRE
Hoy sé
que es como una dulce canción acallada
pero que seguirá sonando
más allá del tiempo.
En memoria de mi dulce madre
que se llamaba Victoria
1
Cándido
lirio,
silencioso
cirio,
se nos fue
mamá.
Tras
muchos años
de conservar fresca
la sonrisa de papá
envuelta en un pañuelo,
se apagó,
se nos durmió
de tanto soñar.
(Eso de los hijos
qué cosa seria
y formal).
Hoy,
muerta para los ojos,
sé que no ha muerto
para los ojos.
Hoy,
sepultado su cuerpo
por complicado,
se ha liberado de las salpicaduras
del barro
de arriba
abajo,
Hoy es,
por fin,
libre,
suelta la victoriosa
cabellera
al viento indestructible,
totalmente
libre,
con la rotunda desnudez
del cristal transparente
y purísimo.
Ya ni reumas
ni calofríos.
Ya ni levantarse
al alba
ni poner a punto
la comida.
Sólo ya
un canto de jilguero
persistente.
Sólo ya
un firmamento de estrellas
que alfombran la vía
de los pies aún
en parturiento trasiego.
2
Como toda madre,
nos quería a viva muerte,
cortándose las venas,
rasgándose las entrañas
a tajos
en cada desertar,
que era todo el día,
para que cada gota de su ser
sea un pimpollo fresco
cada amanecer,
todo el día,
todo el año,
toda la eternidad.
Y también nosotros
la queríamos un mundo,
y los renacuajos, que éramos,
la empapábamos con los chubascos
de nuestras torpes lágrimas,
sangría insulsa
de requiebros impenitentes
y caprichos imposibles.
Cuando, al fin,
notamos su ausencia,
los hermanos nos pusimos,
serios, muy serios.
Mis hermanas lloraban
desconsoladamente
su luto.
Yo, sólo entre mí
para que nadie lo notara,
reía-gozaba-lloraba
de felicidad
con mamá,
porque se había vuelto a vestir
su traje auroral de cuna
por vez primera
después de mucho tiempo.
3
Ya cuando el rocío de la agonía
humedecía las paredes
y enrarecía el aire.
de su franciscano aposento
-a la vista,
su Corazón de Jesús afable,
y su Cristo Crucificado,
cerca-,
me abrazaba a ella
para besarla
en su frente inmensa.
Creía
poder devolverle así
un poco de lo mucho y bueno
que ella me había dado
cuando de pequeño
me arrullaba en sus brazos
gigantescos.
Le musitaba
oraciones y salmos al oído,
los mismos que me enseñara a decir,
los mismos
que desde adentro
rezan
por todos
y por mí.
Y ella,
niña obediente,
niña más niña
que todas las niñas,
me las repetía
una y otra vez
santamente.
De tanto querernos,
de tanto soñarnos,
se había vuelto
su cuerpo espartano
un pimpollo de recién nacido,
a tal punto que cabía
su amor de Dios
en nuestro regazo.
4
Yo no sé si los versos de un poeta
llegan a Dios o a ninguna parte.
Yo no sé si su voz es sólo parte
de un brilloso y fugaz cometa
que chispea en el rostro del planeta
y se apaga. Mas, me lo dice el arte,
que, si el amor del hombre es baluarte,
el corazón ardiente es quien se inquieta,
más aún el de un hijo que ha sentido
el estupor de la madre ausente.
Entonces, aún el llanto no querido
se vuelve canto, místico presente
para ese ser que ya invisible
nos ha construido un cielo apacible.
5
Tú te llamarás
Modesto
y nada más que
Modesto,
me susurraba con arrullos
desde el crepúsculo
de su vientre en sueños.
Y se lo anunció así
solemnemente
al prieto entorno
cuando mi nacimiento.
No sé si designio
del Santoral
o del Bristol,
pero
me llamo
Modesto,
con nada de flores
ni colores,
a pesar de los David,
los Wilson
o los Jonnes
de moda
y a pesar de mí mismo
y de todos.
Fue sueño
de mamá
y eso
basta.
Hoy
íntimamente me halaga
y se lo agradezco.
Fue siempre dulce escucharlo
desde sus labios de miel,
gárrulo venero.
6
Por qué,
al tocar una rosa,
un espino la cela.
Por qué,
al aderezar un poema,
lo abruma la tristeza.
Por qué,
cuando más grande es el amor,
tanto más arrecian
los vientos
de la pena.
Por qué,
en el sosiego pleno
de la dulce felicidad,
suenan los cristales
rotos de la muerte.
7
No le gustaban
los poetas,
tal vez por las melenas
de antaño
o sus capas
de murciélago.
De poesía
y demás nonadas
-decía-
no me hablen
en casa.
Miren quién lo decía
cuando era
toda ella
pura poesía.
8
Cuando se revolvía
la casa
y se nos ponía
enrevesada,
la única
que guardaba
a pie firme
sus cuatro horcones
y el jardín
era mi madre.
El resto,
los hermanos
e incluso mi padre,
no éramos más que polluelos
que buscábamos asirnos
al calor de sus alas.
Sin ella,
qué desasosiego.
Con ella,
noche de sueño tranquilo,
sin póras
ni pomberos.
9
Cuando la hicimos
abuela,
e irreverentemente
bisabuela,
emergió su estampa
como un frondoso tajy
florecido
a cuyo amparo
nos acogíamos.
Era de ver
su estilo
en manejar muchedumbres
recostadas en su tronco
de armiño.
Y pensar que
más de una vez
se desataron mis celos
porque a mi madre
me la quitaban
los nietos.
-No hay derecho,
-me decía a mí mismo
de puro hijo.
Pero, en el fondo,
me enorgullecía
verla
rejuvenecida.
Hoy
- lo lamento-,
ya no es
ni madre,
ni abuela,
ni bisabuela,
ni hermana,
ni hija,
ni nieta,
ni bisnieta.
Ya no es
nada de eso,
y, sin embargo,
es, al mismo tiempo,
divinamente arracimado
todo eso.
Y me alegro.
10
Me vaticinó,
muy en serio,
que sería dentista,
pero nunca,
guitarrero,
trovador
y serenatero.
Y que le daría,
por añadidura,
rozagantes nietos
al puro estilo
de los conejos.
Esta mi madre,
traviesa y buena,
como en un libro abierto,
me leía el alma
riendo.
11
Llueve
mansamente
y se desata como en rizos
un fresco viento
de jazmines.
Así las almas buenas
se lavan las penas,
según nos adoctrinaban
las abuelas.
Llueve.
Siento que mi madre
me lanza guiños
certeros.
INTRODUCCIÓN
(SIETE EN PUNTO)
...Y pensar que mañana es jueves
y la tierra nunca será cielo.
¿Qué me sorprendió de las lecturas de tus poemas? ¿Pequeños o grandes aciertos de forma o de fondo? -Mejor, tal vez el sostenido temple de ánimo que los convoca, y esa tensión -ni ciega ni desesperada-, sino clara, en vigilia, entre cielo y tierra, polos de tu extroyección y ámbitos sonoros de tu limpia vena poética.
Porque tus poemas no son un juego de abalorios ni escaparate de bazar con sorpresas para el pequeño, mediano y gran consumidor. Son ellos mismos: cosas, entidades nuevas ubicadas con pulso firme en el ápice del pensar-sentir. Y esto me trae a cuento el retintín de lo "original", recetado por las viejas retóricas.
Una cosa es ser "un original", y otra ser -por derecho de autenticidad- "original". Del primer rango son todos los dandys, los venteadores de la moda o los simplemente inadaptados. Cuánto de mal hacen, entre tantos favores, los modernos medios de comunicación al manipular el arte -y con él la poesía- como un producto más para el consumo, cuantificando su consumición y desvirtuando en todo caso su infranqueable unicidad. Y qué poco hacen aquellos que en arte se suben a las azoteas para girar mejor adonde sople el viento.
Pero tus poemas son originales por otra vía. Tienen entidad y vida propia. Instauran su propio repertorio de sencillas palabras-temas y las arrojan al mundo de la significación-evocación sin segundas intenciones; como se pone el primer beso, o como se embelesan los niños en su juego.
Gusto de leerlos. Gusto de tenerlos a mano vibrando todavía como una jaula de pájaros. Asombro de tenerte tanto tiempo a la vuelta de mi casa, y no saber qué cantos tan de veras te llevabas bajo el brazo.
Ramiro Domínguez
V R - feb. 72
PALABRAS EN EL LANZAMIENTO DE
SIETE EN PUNTO
¿Necesita un poema de otras palabras que las que integran su universo? -Ciertamente que no. Porque en el poema las palabras instauran una constelación semántica difícil de traducir, sino por sus mismas palabras.
Tal, el caso de SIETE EN PUNTO, del Dr. Modesto Escobar. Poemario cerrado como un cofre sobre los ámbitos de su propia significación. Como la partitura que, una vez ejecutada, sólo admite repetir la ejecución.
Con ser el primer libro édito de nuestro poeta, en modo alguno esto implica que nos hallemos ante una obra primeriza. Más bien, nos parece el ápice de un silenciado proceso en las formas -como los cantos en el arroyo- han ido puliéndose en largos y sinuosos meandros, hasta adquirir su plenitud redonda y sonora.
Porque SIETE EN PUNTO no es un poemario disperso; una sarta con los primeros logros de un poeta novel. Es, al contrario, unívoco y uniforme, en su bien medido temple de ánimo, y en su repertorio vocabular; cuyos términos son: el hombre y Dios; yo y el mundo; mi condición de ‘mismidad’ afirmada en su ‘alteridad’.
Tendidas las coordenadas a su comunicación, el poema se abre en dos secuencias: la primera, más íntima, confidencial, con un religioso desapego de todo y de todos, inclusive de un Dios problematizado y remoto que se confina en ‘el silencio/ ensordecedor y sin nombre’, en ‘la noche/ del bostezo irredimido’. La segunda, más objetiva aunque nunca anecdótica, desanda el camino de las nostalgias por donde el poeta -hombre-niño- se mira mirando las ausencias que le circundan y desahucian de un presente precario.
Aquí la figura de Daniel -un yuyero de nuestras ‘plazas’ y zaguanes-, cobra, como en pocos poetas en nuestra tierra, la dimensión cabal de un yo-alienado, extroyectado y antiguo, aunque rescatado por el poeta por vía de identificación. ‘A lo lejos/ alguien canta./ - Achicorias. Verbenas./ - Achicorias. Verbenas./ ...Será Daniel./ ¿Será Daniel?/ - Cómo te recuerdo,/ viejo Daniel,/ carita de demonio,/ alma de pobre. Luego, la compulsión de un tiempo desasido llamando a las ventanas: Después/ lo de siempre,/ lo de después./ Porque/ con quedarse sin aliento/ a mitad del camino/-lágrima de pobre/ encendida en impaciencias-/ cómo te recuerdo,/ viejo Daniel,/ carita de demonio,/ alma de pobre./ -
Viejo y eterno oficio en el hombre, éste de mensurarse convocando sus perdidas dimensiones. Porque, si no, adherido aun presente quebradizo y sin cimientos, sólo cabe constatar -en palabras del poeta-, las latitudes del espanto: ‘Sonreír, morir,/ llorar, reír./ -/ Si hasta los muertos/ ríen/ bajo el frío celo/ de su silencio./ -/ Y llorar/ ¿a quién?/ -/ Si aprendimos a no llorar/ de espanto,/ -/ si aprendimos a cantar/ de espanto,/ -/ si aprendimos a reír/ de espanto,/ -/ si aprendimos hasta a morirnos/ de risa/ en el espanto./ -
En un país de corta trayectoria literaria, donde a menudo ‘ponerse a la moda’ es sinónimo de autenticidad, qué bien que salgan de vez en cuando voces como las de SIETE EN PUNTO; sin otro punto de apoyo que su propia entidad poética. Y qué bueno que me toque a mí abogar por la buena causa, ya ganada de inicio por quien -a distancia de las corrientes y de los ‘ismos’- supo escandir su ánimo, antes que su verso.
Ramiro Domínguez
V R - Jul .13 - 72
INTRODUCCIÓN AL LIBRO
SAVIA CAMINANTE
Querido Modesto:
Tus poemas (en castellano) son de lo mejor que te salieron. Me gustan más los de forma estrófica, aunque irregular.
Pero todos tienen ese dejo tuyo de arraigo a tu tiempo-espacio y, paradojalmente, de desapego.
A veces confinan con la forma musical del contrapunto, como El Pensamiento.
Han crecido también en la dimensión lúdica al poetizar, como en los trucos de la aliteración.
Los poemas en guaraní son otra cosa. Como experiencia sincrética -y métrica- me gustó más aquel de Nde rehe'ÿ, ore Jára, con evidente regusto al Ayvu Rapyta de Cadogan.
Te abraza, tu hermano, aunque más viejo, el menor.
Ramiro Domínguez
VR - III- 5/88
Querido Modesto:
No soy quién para opinar seriamente acerca de tu poemario. Aunque, con respeto a tus anteriores trabajos, te diré que éste me parece más denso, por un tratamiento más maduro, más hacia la perfección, de la palabra. Formalmente es que me gustan mucho; el escalonamiento estrófico corre parejo con los temas enfocados, contribuyéndose así hacia la redondez esencial de los poemas.
En cuanto a los poemas en guaraní, no puedo menos que congratularme de que lo estés intentando. Tienen que salir, sin traducción, porque la poesía en guaraní -y la prosa también- no tiene por qué nacer con la tensión de la comparación con la traducción. Copio una estrofa -entre otras- que me agradó mucho:
Sapy'ánte neko'ê - nekangy chehegui: - ne mimbi naiñapysêi, - nde rory mbyja mombyry.
"Naráha ára rory" me parece una pequeña joya, por el guaraní utilizado, tan sencillo y puro al mismo tiempo. Insisto en que no deberías desdeñar, como instrumento literario, nuestro idioma, de aquí en más.
Un abrazo fuerte.
Carlos Martínez Gamba
10, mayo, 88
INDICE
A manera de Introducción
SIETE EN PUNTO
I No sé hasta dónde soy
II Aquí mismo
III Bogando
IV Sonreír, morir
V Volverán
VI Esperar
VII Tierra
VIII Claveles de horizonte
IX No, no lo quiso,
X Que el mísero se atragante
I En esta mañana
II A lo lejos
DON JUAN Pitogüe
11 Siesta de enero,
13 De pronto, Pitofeo
15 ¿Oyes, Juan Andrés,
16 Importa, Benteveo
17 Mientras doña Florencia
19 En esta vida
9 Mientras en el pueblo
21 Con la celeridad que exigen
00 Pitogüe,
23 De pronto
10 Enmohecida de cansancio
ENTONCES, MAS ALLÁ DEL VIENTO
1 Padre,
2 Qué decir al fin
3 Payaso de goma, maniquí de los vientos,
4 Sonríes
5 Preñados de tierra partimos
6 Por qué gritar
7 Rascacielos rascalomos rasquetas
8 Qué más quisiera
9 Los ciegos
10 Una mascarada de viento
11 Cuando los sorprendes con los brazos en cruz,
12 Y concluir que todo
VUELVO SOBRE MIS PASOS
DE PUNTILLAS EL CORAZÓN
HABLEMOS, YO, MI GRAN AMIGO AUSENTE
POBLADAS ESTÁN LAS AUSENCIAS
TENUEMENTE LIBRE
EL TIEMPO ES EL AIRE LEVE E INASIBLE
HEME AQUÍY AHORA
SÉ QUE TODO SE HA DICHO
CUÁNTO DOLOR
SIGLO XX
TAL PARA TAN
MUNDO - HOMBRE
BORRADOR AUTOBIOGRÁFICO
EPIDERMIS DE NUESTRO NOMBRE Y APELLIDO
TE DIRÉ SOLAMENTE
DE UN ALBUN PERDIDO
ESOS VENTANALES
SIMPLEMENTE TÚ
SAVIA CAMINANTE
ALFA
CANTINELA
EL ÁRBOL DE LA CUNA
NUNCATARDE
RETRATO
JAURÍA
SILENCIO
TODAVÍA
BALADA DE JUEVES SANTO
LLUVIA PASCUAL
POR ESAS MÍNIMAS COSAS
PENSAMIENTO
SOLEDAD
POR
CARA A CARA
ESTUPOR
COMO UN HARÉN DE MUSLOS
MENTIRA
HORTELANOS EN PROPIO HUERTO
BRAZOS DE PATRIA
ODA A LA MANDIOCA
TE BUSCO PEQUEÑITA
COMO EN DOMINGO
DESOLACIÓN
TESTIMONIO
VIENTO NORTE
HOMBRE
CLÍNICAS - MAYO - 1986
ARRÁNCATE LOS OJOS
EVOCACIÓN
ENTONCES, LA GUITARRA
OMEGA
PORQUE TENGA NOMBRE LO QUERIDO
PORQUE TENGA NOMBRE LO QUERIDO
AMOR
SOPÓRTATE
SAN PUEBLO
NOCTURNO
ABRACADABRA
INFANTICIDIO
MAYO Y EL RIO
DUENDECITA
ECOCIDIO INSTANTE
CENIZA
AMÉRICA COLÉRICA
EL RELOJ
RASTREO
HEME AQUÍ, JESÚS
TARANTANEO
CAMPESINA, LIRIO DEL CAMPO
ESTIGMA
GRITO
FUEGO, JUEGO DE NIÑOS
JOSÉ ASUNCIÓN
VERBENAS ONÍRICAS
SEMBRADOR
MIÉRCOLES SANTO
TIERRA PROMETIDA
LA BARCA
EL GALLO DEL ALBA
VISIÓN
SALUTACIÓN
FANTASMA GUARANÍ
ESPERANZA DE DIOS
FOGATA
LLORAR, REÍR
TUS OJOS, TUS LABIOS
HOLOCAUSTO
SOL Y LUNA
CUANDO ES PRECISO QUE LA NOMBRE
PÓRTICO
AGONÍA HASTA EL ALBA
GETSEMANÍ
JUEGO CABALÍSTICO
TANTAS VECES TANTAS COSAS
BRIZMA
EN PENUMBRAS
ELEGÍA
LA CARTA NO ESCRITA
BALCÓN
MÁS ALLA
AGENDA
MI NOMBRE ES DE GUERRA
AGUIJÓN
PUNTO DE ENCUENTRO
MÁS ALLÁ DEL NACIMIENTO
DESQUICIOS
NUNCA UN ADIOS MORTIFICANTE
NOS PERDONE DIOS
MI TIERRA
SOÑAR Y LLORAR
VÉRTIGO EN EL MAR
BIOPSIA
APRESURÉMONOS
VIDA
GANIMEDON
EL ÚLTIMO TREN
II CUANDO ES PRECISO QUE LA NOMBRE
En memoria de mi dulce madre
III OTROS POEMAS
CANTAN LOS NIÑOS
ASUNCIÓN, JUNIO, 1989
NO ESCRIBIRÉ
HOY HE VUELTO A AYER
CERROS DE YVYTYRUSU
FIN DE AÑO
INTRODUCCIÓN (SIETE EN PUNTO)
Palabras en el lanzamiento de SIETE EN PUNTO
INTRODUCCIÓN (SAVIA CAMINANTE)
Carta de Carlos Martínez Gamba
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