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Livio Abramo (+)

  EL SIGLO DE LIVIO ABRAMO 1903 / 2003 - EXPOSICIÓN RETROSPECTIVA DE LIVIO ABRAMO


EL SIGLO DE LIVIO ABRAMO 1903 / 2003 - EXPOSICIÓN RETROSPECTIVA DE LIVIO ABRAMO

EL SIGLO DE LIVIO ABRAMO 1903/ 2003 

EXPOSICIÓN RETROSPECTIVA

Colección del

CENTRO DE ARTES VISUALES/ MUSEO DEL BARRO

Centro Cultural da Embaixada do Brasil, Junio de 2003

Gabinete Florian Paucke del CAV/ Museo del Barro

Curatoría: OSVALDO SALERNO

Textos: LUIZ AUGUSTO DE CASTRO NEVES, TICIO ESCOBAR,

LULY CODAS, MARÍA GLORIA ECHAURI DE MUXFELDT

Fotografía: MARCIAL BARNI.

Diseño gráfico: CELESTE PRIETO

Impresión: ARTE NUEVO S.R.L.

Asunción – Paraguay, junio 2003

 

 

 

EL SIGLO DE LIVIO ABRAMO

 

Paraguayos y brasileños conmemoramos este año el centenario de Livio    Abramo. No hay, en el campo de las relaciones culturales entre los dos países, personalidad más importante y expresiva que el gran maestro brasileño del grabado contemporáneo, que aquí llegó, en 1956, a invitación del Instituto Cultural Paraguay-Brasil para dictar curso sobre grabado. Livio Abramo fue sin duda el más importante artista brasileño en dar su contribución a las artes paraguayas en la segunda mitad del siglo pasado. En Asunción comenzó por dictar un curso de xilograbado a muchos paraguayos que aspiraban iniciarse en las lides del grabado moderno. En efecto, la presencia de Livio marcó el inicio sistemático del grabado moderno en el Paraguay - durante décadas, el xilograbado enseñado por Livio actúa, al decir de Ticio Escobar, "como un medio eficaz para desarrollar un cierto expresionismo local, atento al vigor de los urgentes contenidos de una historia dura y simultáneamente alerta ante los requerimientos de la aclaración formal".

Por las manos de Livio pasaron jóvenes artistas que después llegaron a ser exponentes de las artes plásticas del Paraguay, como Edith Jiménez, Olga Blinder, Lotte Schultz y Jacinto Rivero, entre tantos nombres. Livio Abramo trajo al Paraguay tal vez la más importante contribución a la integración del arte local a los grandes movimientos artísticos del siglo XX que tanto influenciaran al propio Livio. Y fue, al mismo tiempo, blanco de sortilegio, de encantamiento por las tierras guaraníes, al punto de establecerse aquí hasta el fin de sus días. Guimarães Rosa decía, a propósito, que las personas no mueren: simplemente quedan encantadas, pasan a la condición de seres animados de poderes sobrenaturales, que continúan influenciando en la vida de los que aquí están con su encanto.

El encanto de Livio es su obra. Y aquellos que aquí estamos, tenemos el privilegio de sufrir la seducción, el éxtasis, el arrobamiento, en fin, el encanto con la obra de Livio que es expuesta en la galería que lleva su nombre y guarda mucho de sus instrumentos de trabajo.

LUIZ AUGUSTO DE CASTRO NEVES

Embajador del Brasil en el Paraguay

Asunción, junio de 2003  


PRESENTACIÓN

Ya se sabe que Livio vivió en el Paraguay las últimas tres décadas de su vida. Lo hizo al lado de Dora Guimarães, su compañera, que lo sobrevivió ocho años establecida siempre en él país que adoptaran juntos. Más allá de su propio trabajo realizado en la Escolinha de Arte del Centro de Estudios Brasileros, Dora fue una apasionada conservadora de la obra de Livio, cuyo largo desarrollo acompañó con atención y celo. El propio Livio tenía un cuidado especial con sus producciones: aun en medio del trasiego de sus muchos viajes y mudanzas, lograba almacenar sus bocetos, dibujos, acuarelas y grabados, que iban creciendo acumulados en carpetas voluminosas, en cajones de aparadores de madera oscura y noble, en pilas de papeles encimados sobre gavetas distintas. Dora lo secundaba en este quehacer escrupuloso de custodia, colección y archivo, pero a veces se adelantaba ella en la tarea e iba más lejos que Livio: no sólo clasificaba y ordenaba las obras según criterios por ella misma marcados, sino que recogía bocetos que él había desechado y, así, pegaba papeles rotos o planchaba hojas arrugadas y tiradas. Eran muchos los papeles de ese acervo trashumante. Por una parte, afortunadamente la vida de Livio Abramo fue larga y productiva: cruzó el siglo entero; por lo menos el de la modernidad latinoamericana (el medio siglo de la modernidad paraguaya) y lo hizo trabajando con empeño y ganas. Por otra parte, el artista exploraba distintas técnicas: además de los diferentes procedimientos del grabado (linograbado, xilografía, litografía, grabado en metal, etc.), su obra comprende acuarelas, témperas y dibujos a lápiz y tinta y se extiende a géneros distintos, como el diseño gráfico, de muebles y de vestuario de teatro. Por último, Livio estudiaba mucho la preparación de sus trabajos: anotaba una idea y luego la desarrollaba en un largo proceso de estudios que conducía paso a paso a la obra definitiva. Por eso sus bocetos y dibujos previos, algunos realizados en servilletas o sobres de correo, adquieren de por sí una presencia material importante. Ya se sabe que el trabajo de Livio Abramo no se circunscribió a la producción de sus propias creaciones. Sus tareas realizadas en los ámbitos de la enseñanza, la organización de exposiciones (de artistas brasileros y paraguayos) y la preservación del patrimonio histórico dejaron no sólo aportes fundamentales para la divulgación y la protección de los bienes culturales sino textos valiosos. Si bien es cierto que Livio no realizó estudios teóricos ni publicó sus anotaciones, éstas devienen documentos valiosos para la comprensión de nuestra historia cultural planteada desde una mirada sensible y lúcida, sólo a medias extranjera. Luego de la partida de Livio, ocurrida en 1992, Dora se enfrentó a la cuestión del destino a asignar a ese material documental valioso y acrecentado con cada exposición, cada idea o recorrido propulsores de notas rápidas, cada noche de desvelo, quizá decidió transferirlo a instituciones capaces de conservar, exhibir y difundir la obra. Lastimosamente los escritos de Livio no han recibido el retorno esperado por Dora y. por eso, no se hallan aún disponibles al público, pero lotes importantes de su obras han pasado a formar parte de patrimonios de museos. Dora cedió al Museo de Arte Contemporáneo de Curitiba una colección de 200 piezas y al Centro de Artes Visuales/ Museo del Barro una de 1.085 obras que incluyen desde los estudios preparatorios, bocetos, borradores a lápiz y diferentes pruebas de estado hasta sus versiones definitivas, inesperadas a veces en sus soluciones finales. Compuesta de rarezas y materiales de enorme valor estético e histórico documental, esta colección acerca aspectos claves sobre el proceso de la obra de Livio. A lo largo de seis meses trabajé con la propia Dora para seleccionar y clasificar este valioso material y preparar, así, las bases de una posible catalogación.

Para celebrar este año el 26 de junio, cumpleaños de Livio, el Centro de Artes Visuales/Museo del Barro organiza dos muestras con obras de la colección cedida por Dora, comprendidas ambas bajo el título El siglo de Livio Abramo. La primera de ellas, realizada en el Centro Cultural Brasilero, presenta aproximadamente 250 obras con un sentido secuencial progresivo. Sin pretender presentar el resultado de una curatoria histórica, pendiente aún de realización y exigente de mayores formatos, esta muestra ordena en décadas algunas de las obras pertenecientes a la colección del Museo del Barro. Así, busca más sugerir en clave retórica la riqueza de un itinerario que ilustrar sistemáticamente momentos posibles de un derrotero demasiado vasto. El primer trabajo gráfico atribuido a Livio data de 1926; cada década posterior está señalada con obras que remiten a momentos distintos de un desarrollo que trasciende los cortes y discurre en muchos niveles. Sin coincidir con los cotos forzosamente arbitrarios que establecen las fechas, la exposición más deja ver que muestra momentos sucesivos o enredados del devenir del trabajo de Livio: etapas, series, estilos, búsquedas distintas, inflexiones o desvíos en el curso de una historia compleja y desigual. En general, se ha seleccionado obras poco difundidas del artista, pero se incluyen algunas, casi paradigmáticas, que marcan con fuerza la década representada.

La segunda exposición tiene lugar en las instalaciones del Centro de Artes Visuales/ Museo del Barro (Sala Florian Paucke); es una pequeña muestra de aproximadamente 50 dibujos realizados en tinta correspondientes a diferentes etapas de su carrera (entre los años 30 y 80) y reunidos en torno a los puros argumentos formales y expresivos de la línea, que Livio supo manejar con destreza paralelamente a las investigaciones realizadas en el plano del grabado.

Al presentar estos rápidos recuentos de una carrera intensa y fecunda, el Museo del, Barro conmemora los 100 años de Livio y le rinde un homenaje (uno nuevo, pues le ha ofrecido ya varios). Pero también homenajea la figura de Dora Guimarães, compañera suya y admiradora y custodia de su obra. Sin su voluntad y su tesón, el vastísimo aporte de Livio Abramo podría haberse dispersado, cuando no perdido en parte. Al festejar, como se hace cada año, el aniversario de Livio recordamos, pues, la presencia enérgica y serena de Dora Guimarães, que ayudó a preparar muchos agasajos de cumpleaños suyos y a preservar con entusiasmo su legado.

 

OSVALDO SALERNO

 Director Museo del Barro

Asunción, Junio de 2003

 

 

26 DE JUNIO


Livio nació en Araraquara el 26 de junio de 1903. Este registro, tantas  veces repetido en manuales, catálogos, tesis y artículos sobre la historia de las artes visuales del Paraguay, adquiere hoy una connotación agregada: este día se cumplen 100 años de aquel nacimiento. Pero el 26 de junio no sólo marca una fecha significativa en el devenir de la historia moderna de las artes (del Paraguay, pero también del Brasil) sino un día especial en el calendario de quienes fuimos sus amigos. A diferencia de mucha gente a quien no le interesa celebrar su cumpleaños, Livio lo hacía con ganas año tras año. Ese día se brindaba en el Centro de Estudios Brasileros o en su casa de la calle España, primero, y, después, Ayala Velázquez. Casi siempre hacía frío y, entonces, lucía más rojo el vino y más humeantes las empanadas o el mbeyú del Centro de Estudios y sabían más densas las dádivas horneadas por Dora o por Regina.

Fueron muchos cumpleaños. Asunción iba cambiando y se iban sumando discípulos en cada festejo nuevo, pero el esquema de la ceremonia se mantenía en lo esencial. Quizá se deba al peso de ese ritual reiterado el hecho de que después de la partida de Livio se siguiera celebrando el 26 de junio a través de muestras, charlas o publicaciones: reuniones siempre. En este sentido debe considerarse esta exposición. Pero también debe hacerse en otro: el cumplimiento de cien años favorece el inventario de aportes y el repaso de etapas, especialmente cuando cabe mucho en el lapso por ellos abarcado. Como se sabe, el derrotero de la modernidad artística del Paraguay está signado por la línea de su presencia constante. Tal vez cada cumpleaños suyo pudiera traducirse en una muesca de aquella traza larga: breve puntada metafórica de una inscripción necesaria, que aunque requiriese anotaciones más formales, siempre puede señalar de costado una clave: un indicio tildado de nostalgias.

Es que también los indicios, y la nostalgia, sirven a la hora de recuentos en los ámbitos confusos del arte. Quizá sin tantos allegados en sus cumpleaños tantos, Livio no hubiera decidido establecerse en este país olvidado. Y, entonces, la historia del arte moderno no hubiera sido la misma. Pero tampoco habría sido la misma la propia obra de Livio. Así como el arte paraguayo encontró en Livio la enseñanza de la expresión disciplinada, de los designios exactos de la línea y el anhelo (imposible) de la forma entera, así Livio descubrió en el Paraguay los argumentos que necesitaba su obra para conciliar la cabalidad de la forma con los apremios de contenidos cada vez más pesados, con las urgencias de dramas y experiencias acumuladas.

Por un lado, la modernidad paraguaya termina de definir sus postulados esenciales a partir de la llegada de Livio, que acerca pistas concretas para encarar -si no para resolver- los dilemas básicos del arte moderno. En primer lugar, la paradoja de los lenguajes, que proclaman su autonomía pero no pueden olvidar los apremios de su tiempo atribulado. En segundo, la tensión, tirante, entre las razones de la memoria propia y el ansia de sintonizar los horarios mundiales. Forma versus contenido, allá; acá, universal versus particular. Gran parte del novel esfuerzo moderno paraguayo se dedicó a enfrentar estas aporías fecundas, que levantaron las grandes preguntas del momento. El formalizado expresionismo paraguayo, una de las respuestas principales, debe muchas lecciones a Livio.

Por otra parte, la propia obra de Livio aprende de estas enseñanzas, capaces de devolver la mirada, como toda lección concluida en su marcha. Buen maestro, sabía ocupar el lugar del alumno apasionado. Livio también se enfrentaba al enigma moderno Y pudo resolverlo (en cuanto puede revelarse un secreto en los terrenos esquivos del arte), a partir de su madurez de artista, que por desarrollo propio, designio histórico o casualidad alcanzó en el Paraguay. Es sabido que su serie de xilografías, justamente llamadas "Paraguay", marca el momento más alto de la síntesis estético-expresiva de Livio. Pero también señala otra conclusión: la que rubrica una inscripción particular en el plano resbaloso de lo universal impuesto o buscado.

Por eso, cada 26 de junio sigue vigente el encuentro en torno a la obra de Livio Los rituales renuevan los expedientes de la memoria: hacen recordar lo aprendido, aunque siempre desde otros lugares. Hay mucho que aprender todavía. Y mucho que celebrar recordando a un maestro grande.

TICIO ESCOBAR

Junio de 2003

  

 


ITAUGUÁ - Xilograbado de 21 x 13 cm. - Año 1970

 

 

LA SERIE PARAGUAY

EN LA OBRA DE LIVIO ABRAMO


"La cultura brasileña es capaz de devorar, digerir,

Y transformar todas las influencias externas y crear

con ellas su propio significado y su propia visión".

Oswald de Andrade


 Lejos de la creencia de que el artista brasileño no es de afianzarse  lejos de su tierra natal, Livio Abramo llega al Paraguay en 1956 y permanece aquí hasta el final de su vida.

De joven, en el Brasil de los años 30 había sentido de modo extremo la realidad social y política que acongojaba a su pueblo, comprometiendo trabajo y vida en la lucha dentro de la militancia anarquista. Su dibujo y grabado se caracterizaron entonces por composiciones figurativas de líneas intensas, de punzante expresividad y dramatismo.


EL REPOSO DEL GUERRERO


Cando Livio llega a nuestro país, se convierte muy pronto en el maestro que sin dogmatismos ni sectarismos estéticos, orientaría a más de una generación de artistas paraguayos. El contacto con nuestra cultura, el conocimiento de su realidad profunda sumida en la imagen silenciosa de sus pueblos encuadrados en el cálido sopor de la siesta, impresionan al artista; en su recuerdo traía aquella geometría sensible del neoconcretismo brasileño, preocupado por crear un espacio asociado a la materia sensitiva.

Con mirada crítica el creador aquieta su práctica visual, para grabar en la madera su propia metáfora antropofágica en ritual invertido. El mestizador venido de lejos, cierra el encuentro de distintas realidades culturales resumiendo en su imaginario- lectura y confrontación - los planteos de un arte internacional. La composición se vuelve austera, "limpia de barroquismos innecesarios; la línea se amansa para descansar cerca de la geometría y lejos del delirio expresionista.

La Serie Paraguay, conjunto de ritmos xilográficos, estructuran lo más rico y acabado del arte de Livio Abramo; emparentando su diseño con las formas concretas de la artesanía indígena o con el diseño estructural de los pueblos coloniales/misioneros. Establece este conjunto - puente mestizo de nuevos caminos en la revalorización de nuestro pasado cultural - desde el resumen lúcido de la creación de Livio, un compuesto lírico que engarza lo propio con lo diverso y diferente; precioso sitio donde el artista logra el total control intelectual y emocional sobre su obra, creando así un legítimo  significado en su personal visión.


LULY CODAS

Mayo de 2003 

 

 

 

 

 

 

 CIUDAD CHINA

Xilograbado de 10,5 x 10,5 cm. - Año 1926. (PRIMER GRABADO)

 

 

 

 

 

SIN TÍTULO

Xilograbado de 18,5 x 12 cm. - Año 1926. (SEGUNDO GRABADO)

 

 

SIN TÍTULO. Linograbado. 11 x 12 cm. - 1927

 


 

SIN TÍTULO. Xilograbado. 17 x 21 cms. - 1928

 


 

LA DOCTRINA DE MONROE,

Ilustración para "LO SPAGHETO". Linograbado. 10,5 x 12 cm. - 1933

 

 

 

DOS MUNDOS,

Ilustración para "LO SPAGHETO". Linograbado. 10,5 x 12 cm. - 1933

 

 

 

CHINA. Linograbado. 12 x 15,5 cm. - 1932

 


 

BRASIL, TRÓPICO. Linografía. 14 x 14 cm. - 1933

 


 

YAGUARÓN (?)-SERIE PARAGUAY

Xilograbado de 17 x 15 cm. - sin fecha

 

 

 

 

ENLACE A LA SIGUIENTE SERIE DE OBRAS DEL LIBRO:

 

(Hacer click sobre la imagen)

 

SIN TÍTULO. Dibujo a tinta. 20 x 31 cm. - 1932





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