POEMAS DE SUSY DELGADO
Periodista y escritora bilingüe, Susy Delgado nació en San Lorenzo, Paraguay, en diciembre de 1949. Dirige actualmente el área cultural del diario La Nación y tiene en su haber seis libros:
ALGÚN EXTRAVIADO TEMBLOR, con prólogo de Rubén Bareiro Saguier y comentarios de Augusto Roa Bastos, Ed. El Lector, 1985;
TESARÁI MBOYVE (ANTES DEL OLVIDO), edición bilingüe con traducción de Jacobo Rauskin y Carlos Villagra Marsal, Ed. Alcántara, 1987;
EL PATIO DE LOS DUENDES, Ed. Arandurã, 1991;
TATAYPYPE (JUNTO AL FUEGO), edición bilingüe con traducción de la misma autora, Ed. Arandurã, 1992;
SOBRE EL BESO DEL VIENTO, Ed. Arandurã, 1995, y
LA REBELIÓN DEL PAPEL, Ed. Arandurã.
La autora ha obtenido algunos premios en el país y accedió al lugar de primera finalista en el Concurso de Literaturas Indígenas de Casa de las Américas, Cuba, en 1991. Su obra está incluida en diversas antologías extranjeras. Ha presentado ponencias sobre lengua y literatura en guaraní en diversos encuentros internacionales.
SOBRE EL BESO DEL VIENTO
de Susy Delgado
Susy Delgado dice: “poesía irremediable,/ maldición, maravilla,/ que nos habita...”
Sin la menor intención de desdecirme, digo que los verdaderos poetas son los que están en la poesía, para adentro, no importa sus fuerzas individuales, sus aciertos, sus errores, y tampoco la hojarasca que puedan arrastrar. ¿Acaso Rubén Darío, Quevedo, Neruda y tantos otros, no dejaron mucha hojarasca? Pero... Aquellos que no están adentro de la poesía, y son a veces muy cultivados y excelentes “redactores de poesía”, o malos, pertenecen al campo de la impostación, que puede ser consciente, y en este caso trabajar con la iniquidad. En este caso, el hada arcaica que vigila el uso del lenguaje por los poetas, hundirá su puñal -que tiene veneno de yarará- en el corazón de los impostados, y habrá dado cuenta justiciera de ellos. Pero aquellos que por ingenuidad son impostados, con sólo efusión de sentimientos o de alardes técnicos-retóricos, o por sentirse solidarios con los seres y las cosas, sólo son visitados por otra hada que, -aunque las desoyen- les recomienda terminar con esas ingenuidades mentirosas, vanos intentos de ser poetas, etcétera, y les enseña un Camino Real para dirigirse hacia otras tareas enaltecedoras de los hombres.
Cuando Susy Delgado me dio a conocer su libro “TATAYPYPE”, tuve una secreta alegría: aquella que se experimenta frente a un verdadero poeta, y en Rosario* bebí un vino llameante y solidario.
En aquel libro reconocí tantas escenas e imágenes que viví o que vi en mi País Natal Correntino, cuya parte pertenece, según la fisiografía, a la Región Paraguaya-1, que tiene muy pocos poetas, hasta ahora. No sé cuántos tiene el Paraguay, sí sé que Susy Delgado es uno de ellos.
En este libro -SOBRE EL BESO DEL VIENTO-, tal vez por vez primera encontré sombras levísimas y luces antiguas, vivificadas en imágenes muy limpias, muy suaves, muy dolorosas y ardientes, en casos, y en que el sueño reina, pero al mismo tiempo pasa el viento de un dolor permanente, una honda sencillez proveniente del conocimiento del amor, de lo que diariamente sangra, pero canta, no obstante la coerción de los poderes de la iniquidad, en todas sus formas, incluidas las técnicas mal aplicadas, que no han podido ni podrán contra la inocencia y la caridad ardiente que arden en la precaria, pero enamorada condición humana.
Cuando esta poeta, refiriéndose a cierta soledad, en su poema 7, dice: “¿Quién tiene el agua/ para borrar las nostalgias de una/ y lavar y mostrar/ bajo esa embriaguez de la otra/ el antiguo temblor/ de ser, ni más ni menos/ que inevitable soledad?”, yo siento que sus poemas seguirán cayendo como “brisa purísima,/ sobre el mantel/ ...”
Saludo muy cálidamente al poema 19, y comparto por un momento ese poncho, y también saludo a los pájaros de “grandes vientres amarillos”.
“¿Dónde está ese lugar/ donde caben tus manos?” Con este verso yo recibiría a una desaparecida-aparecida, y le cantaría esta canción: “Una canción/ quedó extraviada/ y hamacándose/ en algún resplandor fugitivo de la noche”. ¿El poema 37?: Me pierdo en nuestras tierras “y en sus cruces perdidas,/ polvorientas”.
A pesar de la intemperie, Susy Delgado se sentará “en el regazo” de “la mariposa de la eternidad”, porque es absolutamente inocente, es decir, es absolutamente poeta. ¿Qué poeta no es, de algún modo, “un país partido en dos,/ recorrido en su parte más larga/ por un agua profunda/ de vidas y de muertes...”?
FRANCISCO MADARIAGA, Buenos Aires, setiembre de 1995
* El poeta se refiere al Festival de Poesía de Rosario de 1994,
donde Susy Delgado participó por Paraguay
DEL LIBRO “SOBRE EL BESO DEL VIENTO”
1
Vos sabés,
hermanito poeta,
de esa música terca
que nos habita los bolsillos,
quietecita,
y se escapa en las tardes,
irresponsable, por las calles.
Sabés de la llovizna
que en cualquier colectivo repleto,
sopor siestero
o vulgar embotellamiento
de tarifas, horarios y orfandades,
nos echa un agua mansa,
íntima y silenciosa.
Y sabés de la sed
que retuerce las ingles
cuando la noche nos envuelve .
con su caricia áspera
y es la piel un espasmo
de pájaros desenredados,
volando hasta las luces
altísimas del Sueño.
Vos sabés, hermanito,
del Sueño
que nos habita y burla
sudores y desvelos,
que nos mata de golpe
ante el espejo de una tarde
muerta de escalofríos
y nos ahoga de luz una mañana,
cuando una mano
devuelta de la muerte o la tristeza,
nos toca.
2
Vos sabés,
hermanito poeta,
de esa Poesía irremediable,
maldición, maravilla,
que nos habita, nos acecha,
nos persigue, nos llena, nos asfixia,
nos besa y nos lastima,
que no alcanza a decirse
y arrastra inútilmente
su asombro más desguarnecido,
entre voces y rostros,
silencios y palabras
inútiles.
3
¿Dónde estás, mi compinche,
hermanito del alma?
No tardes más,
vení,
llamá a mi puerta.
Vení,
alumbrame esta noche
de la desesperanza.
Tomame de las manos
y lavame los ojos.
Decime que estoy linda
como la flor del campo.
Peiname las nostalgias,
vestime los recuerdos,
abrigame del frío
y de todas las tristezas.
Y llevame a bailar
sobre las nubes,
sobre la noche inmensa
y todos sus fantasmas,
sobre los años,
sobre las cicatrices,
sobre el amor y tantos desamores,
apretada a tu pecho.
Y llevame a bailar
sobre este llanto viejo,
desbaratando estrellas
y atrapando luceros
en cada giro dulce de los pies...
14
Soy un país partido en dos,
recorrido en su parte más larga
por un agua profunda,
de vidas y de muertes
secretas.
Habita el sueño
mi región más huérfana,
frágil y, sin embargo, persistente,
sueño que se alimenta
tan solo de mí mismo.
En la otra región se enseñorea
el dolor,
oxidado y aún fiero cuchillo,
que ha herido muchas carnes,
que se hace más cruel en cada herida.
Soy un país de sueño y de cuchillo.
Estoy partido en dos,
igual que mi destino.
18
Tan hermoso,
que dolía.
Tan muchacho
copulando
ciegamente
con la vida.
Tan de sangre
y de suspiros,
tan de miel
y de soberbia,
beso efímero,
aleteo.
Tan de luna
inalcanzable,
que a los ojos
lastimaba.
Tan llamado
impostergable,
tan silencio
y muro sordo.
Poesía
que latía
irresistible.
No era mía.
26
He cerrado las puertas de otro día
y he venido a tender
este fervor
irremediablemente condenado a muerte,
en la cama vacía.
Y mi cama
y mi cuerpo
tienen un día menos
para amarte.
Han ganado otro día
hacia el olvido.
He caminado
un nuevo trecho de tu ausencia,
mientras este fervor
envejece.
36
José Antonio
sonreía
y seguía tecleando,
impasible,
cuartillas y cuartillas,
contando esas historias
de unos indios
que a nadie importaban.
José Antonio tenía
la belleza altanera,
lejana y callada
de los ángeles.
Y pasaba de largo
ante las burlas, sonriendo,
mirando algo impreciso
que él tenía adelante.
Como una Tierra sin Males
solo visible para él.
DEL LIBRO “LA REBELIÓN DEL PAPEL”
Es la noche de un viernes
en este intento de ciudad contemporánea,
de sequía y olvido.
Mi hijo está estrenando, entusiasmado,
su “edad de la libertad”
a unos pasos tan sólo
de esta espera de nada.
En tanto, la ciudad va ensayando,
indolente, sus luces lánguidas.
Policías oliendo a colonia barata,
ponen cara de salvar a la patria,
cepillan sus brazales fluorescentes
y otean como yo,
las luces de la espera.
¿Dónde estarán
en esta adolescente ciudad
adormecida de cerveza,
los demonios?
Niñas que sueñan
con un amante
más bello y seductor
que San Gabriel Arcángel;
niños que sueñan
desvirgar siete niñas
a la luz de la luna,
con el aullido de los lobos,
han salido a buscarlos.
Y esos grises agentes,
salvadores de grises entuertos,
sueñan también, quizás,
con sus cuchillos y su fuego.
Sueñan acaso
con ese Dios de las oscuridades
que pueda redimir
su guardia de los viernes
y... -quién sabe-
su gris bolsillo,
su pequeña vida
más gris que el polvo
de este viento Norte
que barre y borra nuestros sueños.
Del libro “El patio de los duendes”
23
Cuando todos los dioses se han muerto
y ya se escriben con minúsculas,
cuando no queda ya lugar para el cansancio
y el amor se abarata
deshojando su espera que es inútil costumbre;
cuando hasta el verso languidece
porque la tarde tiene el color de la nada
y hay una pena niña que ya nadie recuerda;
cuando la noche otra vez sobreviene
como un inmenso pozo negro;
cuando todas las voces callaron
y la tuya no llama,
sólo puedo arañar el silencio
y quererte.
27
Cuando descubro
las primeras arrugas
que la vida ha pintado en mi rostro,
me pregunto:
¿Habré de conformarme
con lo que he cosechado?
¿Seré capaz
de sentirme feliz
echando una mirada hacia atrás,
viendo
lo que no pude retener?
Fuente digital:
Ediciones Juglaría - Rosario - Argentina
edicionesjuglaria.com.ar
Actualizado: Enero 2012
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