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RICARDO DE LA VEGA

  LA ABUELA - SAINETE LÍRICO-TRÁGICO-REALISTA, EN UN ACTO Y EN VERSO - Obra de RICARDO DE LA VEGA


LA ABUELA - SAINETE LÍRICO-TRÁGICO-REALISTA, EN UN ACTO Y EN VERSO - Obra de RICARDO DE LA VEGA

LA ABUELA

SAINETE LÍRICO-TRÁGICO-REALISTA, EN UN ACTO Y EN VERSO

RICARDO DE LA VEGA


 

Publicación: Alicante :

Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2002

Notas de la Reproducción Original:

Edición digital basada en la de Madrid, [s.n.], 1884

(Manuel G. Hernández, impresor).

 

[Nota preliminar: En esta edición se ha procedido a la corrección y actualización de la acentuación, puntuación y ortografía (tomamos como referencia las normas ortográficas del año 1999 propuestas por la RAE) debido al escaso interés filológico que suscitan las peculiaridades lingüísticas de una época relativamente próxima a la nuestra. Con la actualización realizada, la interpretación del mensaje de las obras no se ve alterada y su lectura es más cómoda.

Los fenómenos corregidos con mayor frecuencia han sido la supresión de tilde en la preposición «a» y en los monosílabos («dió» pasa a «dio» o «fué» pasa a «fue»), excepto en aquéllos que la requieran, la regularización de la confusión de «g» y «j» para el fonema velar («muger» pasa a «mujer»), la reposición de la «d» intervocálica («cansao» pasa a «cansado»), la supresión de la «s» final en las formas verbales que no la requieren («distes» pasa a «diste»), los casos de leísmo y laísmo y los vulgarismos esporádicos e injustificados («usté» lo convertimos en «usted»).

No hemos llevado a cabo el proceso de corrección cuando las deformaciones lingüísticas son intencionadas (porque caracterizan el habla de algún personaje o grupo social) o tienen valor dentro de la estrofa (al final del verso forma parte de la rima estrófica y en el interior puede modificar el cómputo silábico). En todos esos casos, las expresiones aparecerán en cursiva.

La aparición de expresiones entre corchetes se debe a la ilegibilidad de las mismas en el manuscrito original. Sus equivalencias con las originales no son seguras. (N. del E.)]

 

 

PERSONAJES

ACTORES

SRA. MANUELA,   tabernera, cincuenta años.

DOLORES PERLA.

PEPÍN,   chulo, veinte años.

JOSÉ VALLÉS.

NIEVES,   hija de Manuela, veintidós años.

LUISA RODRÍGUEZ.

EL GABACHO,   mozo de temple, marido de Nieves, treinta años.

RAMÓN MARISCAL.

ANTÓN,   viudo, carbonero, cuarenta y cinco años.

JOSÉ ALVERÁ.

MARTÍN,   su hermano, tahonero, cuarenta años.

JOSÉ ROCHEL.

LA PACA,   mujer de Martín, veinticinco años.

AURORA RODRÍGUEZ.

LA RITA,   hija de Antón, veinte años.

SOLEDAD GONZÁLEZ.

ISABEL,   pollita romántica, dieciocho años.

JUANA ESPEJO.

Don CASTO,   su padre, sesentón.

LUIS CARCELLER.

DIEGO,   gomoso, veintidós años.

SALVADOR LASTRA.

TORIBIO,   aguador.

EDUARDO SÁNCHEZ.

EL GATO,   chulo.

FRANCISCO POVEDANO.

SERENO.

VITORINO PERDIGUERO.

GUARDIA.

ENRIQUE PRIETO.

MÉDICO,   de la casa de socorro.

ANDRÉS RUESGA.

NICOMEDES,   chulo.

MANUEL MUÑOZ.

Un gaitero.


Chulos.


Chulas.


Gallegos.


Criadas.


Coro general.







Acto único


Sala en casa de don CASTO. Telón corto.



Escena I



CASTO e ISABEL.



CASTO

Niña, me voy a la calle.


Echa la llave a la puerta


y cuidado con abrir


a nadie hasta que yo vuelva.


ISABEL

Ve tranquilo, padre mío,


que antes sin vida cayera


sobre el frío pavimento


de la morada paterna,


que manchar el limpio honor


que toda joven honesta


debe conservar intacto


hasta el día de su entrega


ante el altar de Himeneo


a quien su cónyuge sea.


CASTO

Mira, hija, para decirme


que eres inocente y buena


y que no abrirás a nadie,


no hace falta esa monserga


de palabras.


ISABEL

Padre mío,


hablar con cultura es prenda


nada común.


CASTO

No es cultura


el hablar así, es simpleza.


Desde luego te prohíbo


que me llames padre.


ISABEL

¡Cesa!


CASTO

¡No ceso!

ISABEL

¿No eres mi padre?


CASTO

Sí, lo soy por línea recta,


pero no quiero que digas


padre, como en las tragedias.


Llámame papá.


ISABEL

¿Papá?


CASTO

Sí, señora, papá a secas;


y si ves que un día ciño


la espada de cazoleta,


llámame entonces gritando:


«¡Padre de mis entretelas!».


ISABEL

Bien, no te enfades por eso.


Yo torturaré mi lengua


cuando vaya a pronunciar


la palabra padre, y sea


tu voluntad.


CASTO

Eso es,


así me gusta, obediencia.



(Óyese dentro el ruido que hacen los convidados en la taberna. Voces, carcajadas, etc., etc.)



¡Pero qué jaleo hay


esta noche en la taberna


de abajo! Como es la boda


de la señora Manuela,


la tabernera...


ISABEL

¡Qué estragos


hace el jarabe de cepas!


CASTO

¡El vino, mujer, el vino!


¡Qué jarabe ni qué berzas!


ISABEL

Como quieras, padre mío.


CASTO

¡Dale! ¡¡Papá!!

ISABEL

¡Como quieras!


CASTO

Está visto que tú no


te corriges ni te enmiendas.


¿Qué noche hace?


ISABEL

Nebulosa,


quizá el aire se convierta


en barritas de cristal.


CASTO

¿Qué dices?

ISABEL

Que en mi conciencia


debes sacar el paraguas.


CASTO

¡Ah! Vamos, ¿temes que llueva?


¡El diablo cargue contigo


y con todo el que te entienda!


¿Hase visto una muchacha


tan ridícula como ésta?


¡Para decir que está el cielo


nublado, saca a la escena


las barritas de cristal!


(¡Cielos santos, qué sospecha!


¡Ay!, ¿si no será mi hija?...


¡Se ven en el mundo, de estas


cosas, tantas por desgracia!...


Bien lo dicen las comedias


que hoy vemos, ¡hay cada lío


en las familias modernas!...


Pero estoy disparatando,


desechemos esta idea.


¿Y el lunar que tiene toda


mi familia en la muñeca


derecha, desde mi abuelo


hasta mi hija? ¿Hay mayor prueba?


Tranquilízate, Castito,


tu mujer era muy buena


contigo; así tú, bribón,


lo hubieras sido con ella.)


ISABEL

(¡Qué pensará el padre mío!)


CASTO

(¡Me remuerde la conciencia!


La tabernera de abajo...


¡cómo se parece a aquella


lavandera que en el río,


una tarde de merienda,


hace más de treinta años


conquisté yo con mis tretas!


Me la llevé a la Moncloa


y, después de aquella fecha


memorable, no la he vuelto


a ver, ni viva, ni muerta.)


ISABEL

(¿En el crisol de su mente


qué pensamientos se engendran?)


CASTO

(¿Y qué habrá sido del fruto


de aquellos amores? ¡Era


una niña muy robusta!


¡También sacó en la muñeca


el lunar de la familia!)


ISABEL

Progenitor, ¿en qué piensas?


CASTO

(¡Qué calaverón he sido!


Ahora me acuerdo de aquella


mallorquina tan hermosa


con quien visité las cuevas


de Artá (Cuevas de origen cárstico, en la isla de Mallorca

(municipio de Capdepera) (DEL). (N. del E.)) una noche de agosto.


Tampoco he sabido de ella


más, ni del tierno capullo


que nació en aquellas cuevas.


¡Ah!, pero en mi testamento


consigno, de una manera


terminante, que he tenido,


siendo joven, descendencia


natural y que mis hijos


han sacado en la muñeca


derecha el lunar, lo mismo


los varones que las hembras.


En mi mesa de escritorio


guardo el documento en regla.


¡Bah, olvidemos lo pasado


y vivamos con la época!


Me choca no haber tenido


carta de la Micaela,


ni aviso de la Cristina,


ni recado de la Eufemia.


Voy a salir; tengo cita


con Laura a las ocho y media,


y no es cosa de faltar.)


ISABEL

¿Vaste?

CASTO

Me voy.

ISABEL

¿Te molesta


manifestarme a qué hora


volverás?


CASTO

A la que quiera.


ISABEL

Aguardaré tu regreso.


CASTO

No, no me aguardes. Te acuestas


y a dormir. Abur, y mucho


cuidadito con la puerta.


ISABEL

Cerrada herméticamente


y defendida por férrea


tranca y llaves y cerrojos


la encontrarás cuando vuelvas.




(Vase don CASTO por un lado y entra DIEGO por otro.)






Escena II



ISABEL y DIEGO.



ISABEL

Entra, bien mío, mi padre


se marchó por esa puerta


sin sospechar ni un momento


que tú ibas a entrar por ésta.


DIEGO

¡Bendita seas, bendita!


¡Bendita, bendita seas!


ISABEL

Por ti, Diego de mi alma,


he ganado a la doncella


para que te deje entrar


sin oponer resistencia,


y héteme aquí ya en tus brazos


dichosa, feliz, contenta.


DIEGO

¡Bendita seas, bendita!


¡Bendita, bendita seas!


ISABEL

¿Me amas?

DIEGO

¡Sí!

ISABEL

¿Me amarás siempre?


DIEGO

¡Sí!

ISABEL

Y si mi padre se niega,


¿irás, bien mío, al que fue


convento de las Salesas


y harás que un depositario


de la fe pública venga


acompañado de un juez


a arrancarme de esta estrecha


mansión donde gimo esclava?


DIEGO

¡Sí!

ISABEL

¡Soy feliz! Toma y besa.


  (Le da la mano. DIEGO se la besa con entusiasmo.)  


DIEGO

¡Bendita seas, bendita!


¡Bendita, bendita seas!


ISABEL

¡No salgas de ahí, amor mío,


que te pueden dar viruelas!



(Óyese dentro a la RITA y al GATO.)



¿Pero qué ruido es aqueste?


 (Mirando hacia dentro.) 


¿Qué estoy viendo? ¡Mi doncella


con un hombre!


DIEGO

¡Caracoles!


ISABEL

¡Rita! ¡Rita!

 (Llamándola.) 

¡Qué vergüenza!





Escena III



Dichos. La RITA y el GATO, por la primera derecha.



ISABEL

¿Quién es este hombre?

RITA

Mi novio.


 (Con sequedad.) 


ISABEL

¿Quién es usted?

 (Al GATO.) 

GATO

El novio de ésta.


 (Ídem.) 


ISABEL

¡Qué ausencia tan absoluta


de pudor y de decencia!


RITA

Pues no, que usted...

ISABEL

¡Calla!

GATO

¡Vamos,


que usted también...!


ISABEL

¡Ten la lengua!


GATO

Si la tengo dentro de


la boca, como cualquiera.


Pues cuando ésta y yo vivíamos


en la calle de la Fresa,


éramos tabique.


DIEGO

¿Cómo


tabique?


GATO

Que las viviendas


estaban desapartadas


por un tabique y...


ISABEL

(¡Mis venas


quieren romperse! ¡Oh, gran Dios,


y qué lección tan severa!


¡Del ejemplo de los amos


los criados se aprovechan!)


¡Idos!


 (Señalando la puerta.) 


RITA

¿Adónde, a la calle?


ISABEL

Idos donde yo no os vea.


 (Extiende el brazo derecho en actitud imperativa y así permanece hasta que los otros se van.) 


RITA

Gato, repara en el lunar,


que lo tiene en la muñeca


derecha.


GATO

¡Bien se le ve!


  (Acercándose disimuladamente para verle el lunar.) 


RITA

Vámonos a la taberna,


aquí llevo el documento


que le saqué de la mesa


de despacho a mi señor.


GATO

Dámelo.

RITA

Tómalo.

 (Dándole un documento que él guarda.) 

ISABEL

¡Fuera!


RITA

(¡Hoy me las paga aquel pillo!)


GATO

(¡Hoy mato a la tabernera!)


 (Vanse por la derecha RITA y el GATO.)  


ISABEL

¡Diego! ¿Qué dirás de mí?


DIEGO

¡Dame el medallón que llevas


al cuello!


ISABEL

¿Qué dices? ¡Nunca!


En él tu efigie se encierra


y es de oro.


DIEGO

¡Pues por eso!


(¡Hoy no tengo una peseta!)


¡Anda! ¡Dámelo!


ISABEL

¡Imposible


hasta que mi esposo seas!


DIEGO

¡Dámelo!

 (Queriendo quitárselo.) 

ISABEL

¡Déjame!

DIEGO

¡Dámelo!


ISABEL

¡Déjame!

DIEGO

¡Dámelo!

ISABEL

¡Muerta


soy! ¡El aliento me falta!


 (Se deja quitar el medallón.) 


DIEGO

¡Bendita, bendita seas!


ISABEL

¡Qué débil soy!

DIEGO

Yo prometo


ser tu esposo.


ISABEL

¿Esa promesa


la cumplirás?


DIEGO

Te lo juro.


ISABEL

Pues vete y vuelve a la media


noche. Mira a mi balcón,


si ves en él una vela


encendida, sube impávido


y hallarás franca la puerta.


DIEGO

No faltaré. (Bien valdrá este


medallón cuatro pesetas...)


¡Bendita seas, bendita!


ISABEL

¡Otra vez!

DIEGO

¡Hasta la vuelta!


 (Vase.) 


ISABEL

¿Volverá a la media noche?


¡Sí, sí, como si lo viera!


¡Volverá cual pajarillo


al nido que le sustenta


o cual soberbio león


a la escondida caverna!


 (Transición.) 


¡Volverá, sí, sí!... Lo raro


sería que no volviera.


 (Vase.) 




(Mutación.)





(El teatro aparece dividido. Un lado representa una taberna con todos sus accesorios. Dos puertas laterales; una da a la calle, otra al interior. El otro lado figura una calle que se prolonga hasta el foro. Al final de dicha calle, a la derecha, se ve el farol de la Casa de Socorro. Sobre la taberna y dando frente al público hay un balcón practicable que corresponde al cuarto principal de la casa. Otro balcón da a la calle. Es de noche. El chuzo y farol del SERENO están apoyados en el cerco de la puerta de la taberna.)






Escena IV



La señora MANUELA, detrás del mostrador despachando. El PEPÍN jugando a las cartas con el GABACHO, y el NICOMEDES en la primera mesa de la derecha. La NIEVES sirviendo a los concurrentes. TORIBIO. SERENO, chulos, chulas, gallegos, criadas, el gaitero. Al son de la gaita bailan algunas parejas. Otros beben vino, o juegan a la brisca. En la calle paseándose de vez en cuando el GUARDIA de Orden Público.



TORIBIO

 (Jaleando a una pareja.) 

¡Anda con ella! ¡Ahí la tienes!


¡Que se le caen las caderas


de gusto al son de la gaita!


¡Anda y viva la muñeira!


GABACHO

¡Caballeros, basta ya!


Calle la gaita gallega


y que nos cante la novia,


como sabe hacerlo ella,


una canción de su gusto


que tenga sal y pimienta.


TODOS

¡Que cante! ¡Que cante!

MANUELA

 (Saliéndose del mostrador.) 

Nieves,


despacha tú, tan y mientras


que doy gusto a la parroquia.



(NIEVES se pone a despachar.)



Esposo, ¿me das licencia?


 (Al PEPÍN.)  


PEPÍN

¡Canta!, pero mira bien


lo que cantas, que pudieran


estas doncellas tener


que taparse las orejas,


y en este establecimiento


lo primero es la decencia.


MANUELA

Saben éstas todo lo que hay


que saber.


PEPÍN

Pues comienza.


MANUELA

Cantaré un tango marcao


 (A los Parroquianos.) 


que me enseñó un licenciao.


TODOS

¿De Ceuta?

MANUELA

¡Qué humillación!


¡Era un artillero!


TODOS

¡¡¡Pum!!!


 (Imitando un cañonazo.) 




(Música.)



MANUELA

Voy a referir a ustedes,


aunque quiera o no el demonio


(es cuestión de dos minutos),


la canción del matrimonio.


¡Se me oprime el corazón


al pensar en la canción!


¡Pero basta de sollozos!


Atención y cuidadito,


y reír cuando haga falta,


y llorar cuando lo mismo.


¡Haced coro y escuchad,


porque voy a comenzar!


CORO

¡Qué bonito, qué bonito,


qué bonito es el tanguito!


¿Qué demonio, qué demonio


le pasó a ese matrimonio?


MANUELA

¡Ah!


CORO

¡Oh!


MANUELA

Dos esposos en Pinto...


CORO

¡En Pinto!

MANUELA

En Pinto.


CORO

¡¡Jesús, qué horror!!


MANUELA

Se querían cual nadie...


CORO

¡Cual nadie!

MANUELA

¡Cual nadie!


CORO

¡Vaya por Dios!


MANUELA

Pero no pasó un año...


CORO

¡Un año!

MANUELA

¡Un año, cabal!,


que la esposa, amorosa,


metiera la pata


como un animal.


CORO

¡Es natural!


MANUELA

Un jueves por la noche


venía el hombre de trabajar


y dijo que quería


un huevo frito para cenar.


Se puso a hacerlo al punto,


pero lo hizo tan rematao,


que en vez de saber a huevo


sabía a aceite de hígado de bacalao.


En aquel triste momento


se volvió el marido, que era un chacal,


le tiró el plato a la cara


y le hizo un chirlo descomunal.


Se pegaron, se zurraron,


y se dieron palos y bofetás,


y sacó él en la mejilla


dos o tres docenas de mortales puñalás.


CORO

¡De mortales puñalás!


¡De mortales puñalás!


¡Ah! ¡Qué cosas tan horribles


pasan en Pinto, qué atrocidad!


¡Y todo esto sucede


sin que intervenga la autoridad!


¡Por Dios, señá Manuela,


señáManuela, por compasión,


que acabe de otro modo


más alegrito la descripción!


MANUELA

¡Tenéis razón!


¡Pues vaya, señores,


para finalizar


allá va una copla


que os ha de gustar!



(El CORO acompaña a la música tocando las palmas.)



¡Siempre que un toro le toca


al Frascuelillo2 matar,


hay que ponerse los lentes


para ver del chiquillo la serenidad!


CORO

¡Graciosa!


 (Jaleando.) 


MANUELA

Porque después de cuadrarlo


y de citar a la res,


ni dos minutos se pasan


sin ver a la fiera


rodar a sus pies.


¡Caballeros y señoras,


vaya un mozo más barbián!


No hay coraje como el suyo


en cuestión de estoquear.


¡Que viva su gracia!,


¡que viva su aquél!,


¡que Dios le conserve


la mano y los pies!


CORO

Siempre que un toro le toca, etc.


MANUELA

Caballeros y señoras, etc.


MANUELA y
CORO

¡Que viva su gracia!, etc.




(Hablado.)



TORIBIO

¡Por Santiaju de Jalicia


que canta la tabernera


tan bien, que voy a beberme


tres copas fiadas!... ¡Ea!


GABACHO

¡Bien por mi madre política!


MANUELA

Gabacho, llámame suegra,


que tu suegra soy, por ser


mayormente madre de ésta,


que es tu esposa, de la cual


tienes ya media docena


de niños de varios sexos,


lo cual que yo soy su abuela


y a nadie se lo he negado


nunca, ni estaría en regla


negárselo a quien ya sabe


que aunque robusta, soy vieja.


GABACHO

Nunca es vieja la matrona,


aunque raya en los cincuenta,


que se casa como usted


se ha casado por la iglesia,


y que aún tiene la esperanza


de ser madre al par que abuela.


MANUELA

¡Ya fui madre muchas veces


de mi esposo, que Dios tenga


en gloria!


PEPÍN

¿Qué dices? ¡Madre


tú de tu esposo, Manuela!


MANUELA

Pepín, ¿se te habrá subido


el peleón a la cabeza?


Yo fui madre de mi esposo,


es decir, para que lo entiendas,


de los hijos de mi esposo


fui madre como cualquiera.


PEPÍN

Tu explicación me ha quitado


de sobre el pecho una piedra


de molino.


MANUELA

Hubiera sido


un cesto, indigno de aquellas


personas que tienen algo


de pesquis en la cabeza.

 

PEPÍN

Hay tantos cestos hoy día.


NIEVES

Que haya cestos o haya cestas


 (Adelantándose.) 


al que le dan tiempo y mimbres


los hace y luego se queda


tan fresco.


PEPÍN

Habla como un libro

 

mi hijastra, aunque yo no deba


decirlo.


NIEVES

Gracias, padrastro.


PEPÍN

Eres joven y no fea,


 (A NIEVES.) 


tú eres buen mozo y valiente,


 (Al GABACHO.) 


en todo eres digno de ella,

 

en todo es digna de ti;


yo en todo soy digno de ésta,


 (Por la MANUELA.) 


ésta es digna de mí en todo,


y si cuando fue soltera


se tomó tal vez alguna

 

libertad, según se cuenta


por ahí, yo la perdono


porque luego ha sido buena


esposa, y modelo de madres,


y hoy es dechado de abuelas.

 

Por eso la quiero yo


y me he casado con ella


esta mañana, y hoy tomo


posesión de la taberna.



(La MANUELA se enjuga los ojos con un pañuelo de hierbas.)



¿Por qué lloras, chacha mía?


MANUELA

¡No lo sé!

NIEVES

Madre, no sea


que como ha partido usted


la cebolla para la cena


le haya saltado a los ojos.


MANUELA

No, que las lágrimas estas


son hijas de la nostalgia


que me corre por las venas.


Guripas habrá en el barrio


que enamoren a las hembras,


pero como tú ninguno.


¡Cuál siento la diferencia


de edades entre los dos!


¡Tú veinte años! ¡Yo cincuenta!


PEPÍN

El amor no mira edades.


Allí donde dan sus flechas,


allí se enciende el cariño.


A mí en la tetilla izquierda


me dio.


MANUELA

Lo mismo que a mí.


GABACHO

¡Qué alegre y qué satisfecha


vive una familia honrada

 

en medio de su taberna,


despachando peleón,


moscatel y cariñena,


y ostentando en el mugriento


escaparate, a la puerta,


ya las chuletas de perro,


ya los chorizos de yegua,


ya las ruedas de merluza


frita cuando estaba fresca,


ya el jamón con su trichina,

 

ya la salsa con almejas


colorada y reluciente


en platos de Talavera,


ya la ensalada con huevos


duros de gallina vieja,

 

ya las naranjas enjutas,


ya las pasadas camuesas!


Y en medio a tanto manjar,


que envidiaría una reina,


junto al caliente fogón


donde las ollas fermentan,


se acerca humilde el puchero


del pobre aguador, que encierra


caldo, garbanzos, judías,


patatas, tocino y berzas,


restos, sobras, desperdicios


de aristocráticas mesas


que, en vez de ser para el gato,


al triste aguador sustentan.


¡Mirad qué contraste! Demos

 

gracias a la Providencia.


¡Qué mundo! ¡Qué economías!


¡Pobre España! ¡Qué vergüenza!


PEPÍN

Tus palabras me han llegado


no sé dónde.


NIEVES

A la conciencia,


que la tienes cual la de éste,


limpia como una patena.


MANUELA

Lo creo, aunque no la he visto


aún.


NIEVES

Pues como si la viera


usted, porque mi padrastro...


PEPÍN

Nieves, no me llames de esa


manera. Llámame padre,


y si acaso un día llega


en que te hartes del padrastro,


córtame con las tijeras.


NIEVES

No haré yo tal.

PEPÍN

¡Quiera el cielo


que en este hogar sea eterna


la dicha y que no haya nunca


que llamar a la pareja!


LOS TRES

¿Por qué?

PEPÍN

¡Porque no vendría!


MANUELA

¿Qué pensamientos te asedian?


Nieves, vete a hacer las camas,


que desde ayer no están hechas,


y tú


 (Al GABACHO.) 


atiende a los amigos,


que hay personas de etiqueta.



(Vase NIEVES. El GABACHO se acerca a los convidados.)



¿Qué tienes tú, Pepín? ¿Qué pensamientos


acuden a tu mente en este día?


¿No eres feliz al lado de tu esposa?


¿No te gusta el calor de la familia?


PEPÍN

¡Porque me gusta ese calor, por eso,


temiendo estoy perderlo con la vida!


¡Manuela, tengo celos!


MANUELA

¿Celos?

PEPÍN

¡Celos!


MANUELA

¿De quién?

PEPÍN

¡Del Gato!

MANUELA

Calla, ¡no prosigas!


Celos del Gato tú, ¡de ese pillastre


tan práctico en subir a los tranvías


para darle garrote al reloj de oro


del primer infeliz que se descuida!


PEPÍN

¡Ese hombre te persigue!

MANUELA

¿Y qué te importa?


Déjale tú, mi bien, que me persiga.


Yo no he de hacerle caso: estoy casada,


me parece bastante garantía.


PEPÍN

¡Según!

MANUELA

¿Cómo según? ¿Dudas?

PEPÍN

¡No dudo!


Pero ese seductor, ese guripa


quería ser tu dueño, apoderarse


de la taberna y darse a la bebida.


MANUELA

Pues no probará el mosto de mis cubas


como antes no me dé la calderilla.


PEPÍN

Por eso me amenaza con vengarse.


Está en combinaciones con la Rita,


la hija de Antón, el sucio carbonero.


MANUELA

Pues también ésa a ti te perseguía.


PEPÍN

Pero yo estoy tan puro como el vino


que en esta casa pública se estila.


MANUELA

Y yo también.

PEPÍN

Te creo.

MANUELA

¿Eres mi esposo?


PEPÍN

Lo soy.

MANUELA

Pues que tu labio lo repita.


PEPÍN

¡Siempre que se te ponga entre las cejas!


MANUELA

¡Llámame esposa mía!

PEPÍN

¡Esposa mía!


 (Abrazándola.) 


MANUELA

¡Eso es!, ¡eso es! ¡Aunque arda España


desde el Cántabro mar en sus orillas


hasta el estrecho do sus aguas mezclan


los dos mares que abrazan la península


y desde Oporto donde el Duero acaba


hasta las tersas aguas mallorquinas,


yo tu esposa he de ser!


PEPÍN

¡Bendita seas!


¡No te juzgaba yo tan destruida!


MANUELA

¡En el lenguaje de hoy que usan las damas


ha de haber algo de fisolofía!


PEPÍN

¡Dame otro abrazo!

MANUELA

¡Basta! ¡Nos observan!


PEPÍN

¡Luego!

MANUELA

¡Después!

PEPÍN

A solas.

MANUELA

¡Calla! ¡Quita!


¡Señores, a beber y a divertirse!


NICOMEDES

¡Viva la tabernera!

TODOS

¡Viva! ¡Viva!


TORIBIO

¡Maldita sea el agua de Luzoya


y el que inventó la fuente en la cucina


para que el aguador nu tenga uficiu


y no pueda ganar dus perras chicas!


NICOMEDES

¡Váyase el aguador de la taberna!


¡El agua donde hay vino perjudica!


 (Risas.) 


TORIBIO

El aguador, burricus, es el cura


que se encarga del vinu y lo bautiza.


 (Risas.) 


¡Yo soy un hiju del señor Netuno,


que ha sido el protetor de la Jalicia!




(Risas y jaleo. Siguen bebiendo y jugando a las cartas.)






Escena V



Dichos. ANTÓN y MARTÍN, que vienen por la calle y se paran en la esquina frente a la taberna. ANTÓN, carbonero, sale todo negro; MARTÍN, tahonero, sale todo blanco, a fin de que hagan contraste las dos figuras. Luego sale ISABEL al balcón con una vela encendida.



MARTÍN

¡Antón!

ANTÓN

¡Martín!

MARTÍN

Pues somos dos hermanos


que desprecian las cosas de esta vida,


desde aquí observaremos, yo a mi esposa


que me ha salido un poco coquetilla


y sé que va a venir a esta taberna


a buscar a un muchacho que tenía


relaciones con ella y se ha casado


sin querer dar satisfacción cumplida,


lo cual que no está bien, porque si es cierto


que mi esposa me ha puesto a mí en berlina,


él ha debido despedirse de ella


y hasta de mí por pura cortesía.


ANTÓN

Tienes razón, Martín. Yo al propio tiempo


desde este sitio observaré a mi hija,


que viene a esta taberna al mesmo asunto.


MARTÍN

¿A buscar al Pepín?

ANTÓN

Tía y sobrina


quieren al mismo.


MARTÍN

Pero, ¿saben ellas


que entre sí son rivales?


ANTÓN

Lo malician.


MARTÍN

¡Acabarán por arrancarse el moño!


¡Conozco a mi mujer!


ANTÓN

¡Y yo a mi hija!


¡Ay! ¡Si viviera el niño que yo tuve


y a quien no he vuelto a ver desde la víspera


del día que nació! ¡Veinte años hace!


Habíamos tomado una nodriza

 

soltera, honrada, leche de tres meses,


pero la pobre se volvió a Galicia,


y mi esposa, bramando como un toro,


no salió más de la carbonería.


Allí murió diciendo disparates


entre el carbón, el cisco y las astillas.


MARTÍN

Lo recuerdo muy bien, era inclusera.


ANTÓN

Nunca supo quién fuera su familia,


a pesar del lunar que en la muñeca


la daba a conocer por donde iba.


MARTÍN

¡Antón, qué cosas pasan en el mundo!


ANTÓN

¡Martín, qué cosas pasan en la vida!


MARTÍN

¡Dame un cigarro!

ANTÓN

Toma.

 (Se lo da.) 

MARTÍN

Dos estatuas


somos de carne y hueso.


ANTÓN

Y de ternilla.




(Fuman y se pasean observando. ISABEL aparece en el balcón frente al público.)



ISABEL

¡No regresa mi padre a la morada!


¡Tal vez pase la noche en compañía


de alguna vengadora! Horrendo vicio


que ha de acabar con su preciosa vida.


¡Coloco esta bujía de la Estrella


sobre la del balcón baranda fría!


Faro de amor que guiará a mi amante


a esta mansión seráfica y tranquila.


Voy a leer la historia de Fernando


y Dorotea, a mí tan parecida.


 (Saca un libro y lee.) 


MARTÍN

¡Antón!

ANTÓN

¡Martín!

MARTÍN

En el balcón aqueste


se divisa una luz.


ANTÓN

Sí, se divisa.


MARTÍN

Y es en el cuarto principal.

ANTÓN

La casa


donde está de doncella mi hija Rita.


MARTÍN

¿Estará enfermo el amo?

ANTÓN

No me importa.


MARTÍN

Ni a mí.

ANTÓN

Pues que se muera.

MARTÍN

O que se viva.

 


(Siguen paseando. El GUARDIA no les hace caso y pasea también.)





Escena VI



Dichos. Vienen por la calle la RITA y el GATO con aire misterioso y se acercan a la taberna sin ver a ANTÓN ni a MARTÍN.



RITA

¿Llevas el documento?

GATO

En el bolsillo.


RITA

Pues entra y dale pronto la puntilla.


Yo me quedo a la puerta, porque si entro


y principio a morder, los hago trizas.


GATO

¡Cómo se va a quedar cuando lo lea!


¡Ah, ingrata tabernera! ¡Llegó el día!


  (Habla con la RITA y luego entra en la taberna quedándose ella a la puerta.)  


ANTÓN

Martín, aquélla es mi hija.

MARTÍN

Y con un chulo.


ANTÓN

Será otro lío.

MARTÍN

¡Cosas de la vida!




(Entra el GATO, se sienta en una mesa y llama con dos palmadas para que la sirvan. El PEPÍN lo ve, hace un movimiento de ira como queriendo ir hacia él, pero le detienen la MANUELA, la NIEVES y el GABACHO.)



PEPÍN

¡¡Oh!!

MANUELA

¡¡Pepín!!

 (Deteniéndole.) 

GATO

(¡Le ha hecho efecto mi presencia!)


 (Vuelve a llamar y la NIEVES se acerca a su mesa con aire valiente y provocativo.)  


Una copa del tinto.


NIEVES

Antes la guita,


luego la copa, que con los ladrones


la gente honrada vive prevenida.


GATO

¡No creas que me ofende el epíteto!


Ahí van dos perros. El cogote humilla,


agáchate a cogerlos y Dios quiera


que te muerdan los dos donde yo diga.


 (Tira las monedas a los pies de la NIEVES. El GABACHO quiere ir hacia él y le detienen.)  


GABACHO

¿Dónde?

 (Furioso.) 

MANUELA

¡Gabacho!

 (Deteniéndole.) 

PEPÍN

¡Déjale!

 (Ídem.) 

NIEVES

¡Prudencia!


La dignidad ante todo, y yo soy digna.


  (Se baja y coge los cuartos del suelo. Luego trae la copa de vino para el GATO. Éste con aire de triunfo saca el documento y se pone a leerlo mientras bebe. Los demás forman diversos grupos y hablan entre sí.)  





Escena VII



Dichos. DIEGO y luego CASTO, que vienen por la calle.



DIEGO

Si hay luz en el balcón subo volando.


 (Se acerca con cuidado y mira al balcón.) 


¡Luz hay y ella también! ¡Mujer divina!


El portal está abierto.




(Al salir don CASTO, la RITA se esconde en esquina contigua al portal.)



CASTO

 (Saliendo.) 

(Un pollo ronda


mi casa y al balcón atento mira.)


DIEGO

Isabel, Isabel.

ISABEL

¿Eres tú? Sube.


CASTO

¡Mi honra está por los suelos!

DIEGO

En seguida.


  (Al ir a entrar en el portal le sorprende CASTO. ISABEL se mete dentro y cierra el balcón.)  


CASTO

¡Detente, seductor!

DIEGO

¡San Caralampio,


su padre!


CASTO

¡Habla! ¡Confiesa! ¿Adónde ibas?


DIEGO

A su casa de usted.

 (Temblando.) 

CASTO

¿Y con qué objeto?


DIEGO

Con objeto de ver a Isabelita.


CASTO

¡Espera, infame, que te vea el rostro!


  (Sin soltar a DIEGO del brazo, coge el chuzo y el farol del SERENO y se lo pone delante de la cara.)  


¡Gran Dios! ¡Qué miro! ¡Esa fisonomía!


¿Cómo te llamas?


DIEGO

Diego.

CASTO

¿De dónde eres?


DIEGO

De Mallorca.

CASTO

¡Qué horror! ¿Y tu familia?


¿Y tu madre?


DIEGO

Mi madre era choeta.


CASTO

¿Y tu padre?

DIEGO

No sé...

CASTO

Vamos arriba.


Tengo que hablar contigo. ¡Hija del alma!


DIEGO

Mi amor es puro.

CASTO

Calla. No prosigas.


Dame un abrazo.


DIEGO

¡Cómo!

 (Escamado.) 

CASTO

Nada temas,


vamos arriba.


DIEGO

Pero...

CASTO

Pronto, arriba.


 (Entran los dos en el portal, abrazado el uno al otro.) 


MARTÍN

¡Antón!

ANTÓN

¡Martín!

MARTÍN

Un hombre abraza a otro


y entran los dos en la mansión vecina.


¡Antón, qué cosas pasan en el mundo!


ANTÓN

¡Martín, qué cosas pasan en la vida!




(La RITA vuelve a la puerta de la taberna y sigue observando.

El GATO se levanta de su mesa y se acerca adonde está el PEPÍN.)



GATO

Pepín, palabra.

MANUELA

Esposo, no le oigas.


 (Deteniéndole.) 


PEPÍN

Es mi deber. Ya estoy aquí, principia.


GATO

¿Sabes leer?


(Movimiento de indignación en todos.)


PEPÍN

¡Qué ofensa tan horrible!


En la escuela aprendí de carretilla.


GATO

Pues lee este documento, que te importa.


Mira lo que eres y después medita.


 (Le da el documento.) 


GABACHO

¿Es acaso algún drama que has compuesto?


GATO

Ya lo veréis. Adiós, hasta la vista.


 (Sale de la taberna. PEPÍN queda mudo con el documento en la mano. Los demás en actitud dramática y con la boca abierta.)  


RITA

Bien. ¡Gato, te has portado!

GATO

¡Ya el veneno


he derramado en sus entrañas! Rita,


quédate aquí a observarle y cuando empiece


a hacer visajes, sin tardar me avisas.


 (Vase precipitado.) 


MANUELA

¿Qué dice ese papel?

GABACHO

¡Léelo pronto!


PEPÍN

Manuela, a mi despacho una bujía


lleva y recado de escribir.


 (En tono imperativo.) 


MANUELA

Al punto


tus órdenes serán obedecidas.


GABACHO

¡Suegro!

NIEVES

¡Padrastro!

PEPÍN

¡No me habléis! ¡Dejadme!


(¡Será alguna escritura ya vencida


que lleve ejecución aparejada


con albardón, albarda o albardilla!


¡No sé por qué presiento una catástrofe!


¡No sé por qué mi corazón se achica!)


 (Vase por una puerta que da al interior de la taberna.) 


RITA

¡Todo lo va a saber! ¡Justo castigo!





Escena VIII



Dichos y la PACA que viene por la calle con aire misterioso.



MARTÍN

¡Antón!

ANTÓN

¡Martín!

MARTÍN

Mi esposa se aproxima.


ANTÓN

Ya la veo.

MARTÍN

Veremos lo que hace


cuando se encuentre aquí con su sobrina.


PACA

¡Rita!

 (Sorprendida.) 

RITA

¡Paca!

 (Ídem.) 

PACA

¿Tú aquí?

RITA

¡Tomando el fresco!


PACA

(¡Falso!)

RITA

¿Y tú?

PACA

¡Paseándome!

RITA

(¡Mentira!)


¡Tía del corazón!


 (Fingiéndose cariñosa.) 


PACA

¡Sobrina amada!


 (Ídem.) 


RITA

¡Dame un beso!

PACA

¡Y doscientos te daría!


  (La PACA da un beso a la RITA mordiéndola al mismo tiempo en el carrillo.)  


RITA

¡No seas animal, me has hecho daño!


 (Limpiándose la cara con el pañuelo.) 


PACA

¡Es verdad! ¡Te he hecho sangre en la mejilla!


RITA

¡Tía!

PACA

¡Sobrina!

RITA

¡Concluyamos pronto!


¿A qué vienes aquí?


PACA

¿No lo adivinas?


RITA

¿A buscar al Pepín?

PACA

¡A eso!

RITA

¡A lo mismo


he venido yo aquí!


PACA

¡Bribona!

 (En jarras.) 

RITA

¡Endina!


PACA

¿Eres mujer?

RITA

¿Lo dudas?

PACA

¡No lo dudo!


RITA

¡Pues ven conmigo!

PACA

¡Adonde quieras!

RITA

¡Lista!,


que voy a regalarte una docena


de azotes donde acaban las costillas.



(Vanse precipitadamente.)



MARTÍN

¡Antón!

ANTÓN

¡Martín!

MARTÍN

¡Se azotan!

ANTÓN

¡De seguro!


MARTÍN

¡Cosas del mundo!

ANTÓN

¡Cosas de la vida!


PEPÍN

¡Socorro! ¡El Gato! ¡El Gato!

 (Dentro.) 


(Entran algunos y salen en seguida. TORIBIO al frente de ellos hablando a los que se asoman a la puerta.)


MANUELA

¿Qué sucede?


NIEVES

¡Ha dicho el Gato!

MANUELA

¡Sí!

GABACHO

¡Se atrevería!


TORIBIO

¡Señores, no asustarse! Es un jatazu


negro que de repente saltó encima


de la mesa, y el amu acubardose.


MANUELA

¡Un gato!

NIEVES

¡Y negro!

GABACHO

¡Mala profecía!





Escena IX



Dichos. El PEPÍN con el documento en la mano, pálido y descompuesto.



PEPÍN

¡Manuela, escucha!

MANUELA

¿Mi Pepín, qué tienes?


PEPÍN

Vas a decirme la verdad, sin filfas,


ni embustes, ni camelos, ni farándulas,


cual si estuvieras en presencia misma


del juez de guardia o del sereno.


MANUELA

¡Juro!

 

PEPÍN

Di, cuando eras muchacha...

MANUELA

¡Qué ignominia!


PEPÍN

¡Fuiste madre!

MANUELA

¡Lo fui!

PEPÍN

¿De quién?, ¿de un niño?


MANUELA

¡No!

PEPÍN

¿No? Ya lo adivino, ¡de una niña!


MANUELA

¡Sí!

PEPÍN

¡Me muero! ¿Y qué fue de la inocente?


MANUELA

¡En el torno la puse y en mi vida


la he vuelto a ver!


PEPÍN

¿Y el padre?

MANUELA

¡Un caballero!


PEPÍN

¡Valiente caballero!

MANUELA

En la Bombilla


le conocí una tarde y merendamos


siendo yo lavandera.


PEPÍN

Di, y la niña,


¿recuerdas si tenía en la muñeca


derecha...?


MANUELA

¡Sí, un lunar!

PEPÍN

¡Me muero! ¡Quita!


¡Déjame!


MANUELA

¿Dónde vas?

PEPÍN

Arriba, ¡al cuarto


principal de esta casa! ¡Es un enigma!


¡Luego te lo diré! ¡Me muero! ¡Espera!


¡Infeliz! ¡Infeliz! ¡Bajo en seguida!


 (Sale a la calle precipitadamente.) 


GABACHO

¿Qué le pasa al Pepín?

MANUELA

Lo ignoro.

NIEVES

¡Algo


le pasa que él oculta a su familia!




(La MANUELA se sienta desalentada y la rodean el GABACHO, la NIEVES y algunos convidados.)






Escena X



El PEPÍN va a entrar en el portal de don CASTO cuando éste sale, y se encuentran los dos.



PEPÍN

¡Aclárese este horrible misterio!


¿Es usted el vecino de aquí arriba?


CASTO

¿Es usted el tabernero de aquí abajo?


PEPÍN

Yo soy.

CASTO

Y yo también.

PEPÍN

Pues necesita


mi corazón abrirse en su presencia.


CASTO

¡También el mío!

PEPÍN

¡Horrenda simpatía!


Yo iba al cuarto de usted.


CASTO

¡Yo a la taberna!


PEPÍN

Y antes de entrar en la mansión querida


por la postrera vez quiero que hablemos.


CASTO

¡Sí, hablemos!

PEPÍN

¡Saque usted una cerilla!


CASTO

¡Ya sé para lo que es! ¡Ahí va!

 (Saca una cerilla y la enciende.) 

PEPÍN

¡La mano!


  (CASTO le da la mano y el PEPÍN le ve el lunar. Luego viceversa.)  


¡Dios mío!


CASTO

¡Santo Dios! ¡Señal maldita!


PEPÍN

¡Por este documento lo sé todo!


CASTO

Me lo han robado de mi mesa misma.


PEPÍN

El Gato me lo dio.

CASTO

¡Gato imprudente!


PEPÍN

¡Intenciones me dan de hacerlo trizas!


CASTO

¡Es inútil!

PEPÍN

¿Por qué?

CASTO

Porque éste es copia


y la matriz está en la escribanía.


¡Entremos! En mi casa arde un infierno.


Desolada quedó mi pobre hija.


PEPÍN

¡Quiero verla! ¡Es mi tía!

CASTO

¡Luego! Antes


hay que ver a tu esposa y prevenirla.


Mi hija está sola arriba con su hermano,


que era su amante y nadie lo sabía.


PEPÍN

¡Otro lío!

 (Horrorizado.) 

CASTO

¡En mis años juveniles


el torpe amor me envenenó la vida!


¡Vamos! ¡Dame un abrazo! ¡Es el primero!


PEPÍN

¡Y el último!

 (Llorando.) 

CASTO

¡No digas tonterías!


 (Quedan abrazados un momento y sollozando. Luego entran en la taberna.) 


MARTÍN

¡Antón!

ANTÓN

¡Martín!

MARTÍN

¡También se abrazan éstos!


ANTÓN

¡Cosas del mundo!

MARTÍN

¡Cosas de la vida!


MANUELA

¡Pepín!

 (Yendo hacia él.) 

NIEVES

¡Padrastro!

 (Ídem.) 

GABACHO

¡Suegro!

 (Ídem.) 

PEPÍN

¿La recuerdas?


 (A CASTO.)  


CASTO

Un poco vieja está, pero es la misma.


PEPÍN

¿Conoces al señor?

 (A MANUELA.)  

MANUELA

¡Esas facciones...!

 

CASTO

Treinta años hace ya...

 (Balbuceando.) 

MANUELA

¡Virgen santísima!


CASTO

¡De la Bombilla...!

MANUELA

¡Oh, Dios!

CASTO

¡A la Moncloa!


MANUELA

¡Jesús!

CASTO

¡De la Moncloa a la Bombilla!


MANUELA

No siga usted.

 (Tapándose la cara con las manos.) 

CASTO

¡Manuela!

 (Sollozando.) 

PEPÍN

 (Desfallecido.) 

¡Es a mis fuerzas


superior este trance de familia!

 

 (Cae con un síncope. Todos acuden a levantarlo y poco después vuelve en sí.) 


MANUELA

¡Se muere mi Pepín! ¡Agua!

GABACHO

¡Aguardiente!


NIEVES

¡Peleón!

TORIBIO

¡Cariñena!

NICOMEDES

¡Manzanilla!


 (Le sirven de toda clase de vinos y él prueba de todos uno tras otro.) 


MANUELA

Enfrente está la Casa de Socorro;


¡que llamen al doctor!


TORIBIO

¡Voy en seguida!


 (Sale, atraviesa la calle y entra en la Casa de Socorro. En este momento se oye la voz de ISABEL que habla con DIEGO en el cuarto principal.) 


ISABEL

Diego, ¡el infierno entre los dos se cruza!

 

¡No puedo ser tu esposa!


DIEGO

¡Isabel mía!


ISABEL

¡Soy tu hermana!

DIEGO

¡Maldita sea mi suerte!


ISABEL

¡Húndase el firmamento! ¡La justicia


levantará mi cuerpo de las losas!


DIEGO

Isabel, ¿dónde vas?

ISABEL

¡Muero tranquila!


  (Se arroja por el balcón que da a la calle, cayendo encima del SERENO que está dormido en la acera. El GUARDIA la ve caer, se acerca a ella y luego sigue paseándose.) 


SERENO

Me caso con doscientos veinticinco,


que me ha roto dieciséis costillas.


GUARDIA

Aquella acera no es de mi distrito.


MARTÍN

¡Antón!

ANTÓN

¡Martín!

MARTÍN

¡Que se rompió la crisma!




(DIEGO saliendo precipitadamente y mirando el cadáver

de ISABEL. El SERENO le detiene.)



DIEGO

¡Qué horror! ¡Huyamos!

SERENO

¡Preso!

DIEGO

¿Yo?

SERENO

¡A la cárcel!

 

¡Usted la ha suicidado!


DIEGO

¿Yo? ¡Mentira!


SERENO

¡Andando!

DIEGO

¡Padre!

 (Gritando.) 

SERENO

¡Que te ensarto!

DIEGO

¡¡Padre!!


SERENO

Que toco el pito.

DIEGO

¡¡Padre!!

SERENO

¡Chilla! ¡Chilla!


 (Se lo lleva a empujones.) 





Escena XI



Dichos. La RITA y la PACA, que vienen llenas de arañazos y desgreñadas.

Luego TORIBIO y el MÉDICO, después el GATO.



RITA

¡Ya nos hemos zurrado!

PACA

¡Y de lo lindo!


RITA

Vamos a ver quién es la preferida.


 (Entran en la taberna y detrás de ellas ANTÓN y MARTÍN.)  


RITA

¿Qué es esto?

 (Acercándose al grupo que rodea a PEPÍN. MANUELA hace gestos de indignación al verlas.)  

PACA

¿Qué sucede?

ANTÓN y
MARTÍN

¡Buenas noches!


RITA

¡Mi padre!

PACA

¡Mi marido!

ANTÓN y
MARTÍN

¡Amigas mías,


buenas tunas estáis!


RITA

¡Déjame, padre!


PACA

¡Déjame, esposo!

ANTÓN y
MARTÍN

Bueno, no haya riña.


TORIBIO

Aquí está ya el doctor.

 (Entrando.) 

MANUELA

¡Venga en buen hora!


MÉDICO

Buenas noches.

MANUELA

Acérquese en seguida.


Diga cuál es su mal si es que lo sabe,


porque siendo doctor en medicina


el que usted no supiera lo que tiene


no piense usted que a mí me extrañaría.


PEPÍN

¡Es inútil! ¡Me muero!

 (Casi expirando.) 

MÉDICO

A ver el pulso.


 (Al tomarle el pulso repara en el lunar.) 


¿Qué veo? ¡Este lunar! ¡De mi familia


es la señal de raza! ¡El distintivo!


¡Es el sello! ¡La marca! ¡La divisa!


MANUELA

¡Qué dice usted! ¡A ver! ¡Dios soberano!


  (Mirándole el lunar a PEPÍN.)  


¡Ahora lo entiendo todo!


PEPÍN

¡De rodillas!


 (Todos se arrodillan a su alrededor.) 


¡Me muero de un ataque a la cabeza!


¿Quién entre tanto lío no las lía?


MÉDICO

Pero, ¿es usted mi hermano, o mi sobrino,


o mi primo...?


PEPÍN

¡No sé, que ése lo diga!


 (Por don CASTO.)  


MÉDICO

¿Ése?

CASTO

¡Yo no! ¡Me voy a los infiernos!


 (Sale a la calle precipitadamente.) 


¡Éste debe ser hijo de la Elisa!


¡Qué estoy viendo! ¡Isabel! ¡Muerta! ¡Qué espanto!


 (Cae sobre el cadáver de ISABEL. Luego se levanta, saca una pistola y al ver que está allí el GUARDIA la esconde y se va paseándose por la calle. Después el GATO entra en la taberna.)  


¡Casto, tus faltas purga en la otra vida!


 (Vase.) 


MÉDICO

Pero bien, ¿quién soy yo?

PEPÍN

¡Nuevo pariente!


¡No me abandone usted, Manuela mía!


¡No puedo ser tu esposo! Eres mi...


MANUELA

¡Calla!


PEPÍN

Doce horas hace que en la sacristía


de mi parroquia me casé contigo,


y al salir por el pórtico a hurtadillas


te di un beso de amor; ¡no fue el primero!


Eres mi...


MANUELA

¡Por favor, no lo repitas!


PEPÍN

¡¡Eres mi abuela!!

GATO

¡Horror!

MÉDICO

¿Usted?

NIEVES

¡Ay, madre!


MARTÍN

¡Antón!

ANTÓN

¡Martín!

MARTÍN

Los dos de la familia


somos también, puesto que hermanos somos.


ANTÓN

Y es justo dar satisfacción cumplida.


Señora, usted es mi suegra.


 (A MANUELA.) 


MANUELA

¿Yo?

TODOS

¿Qué dice?


ANTÓN

Mi esposa, que Dios haya, era su hija,


pues tenía el lunar en la muñeca


y era inclusera.


MANUELA

¡Es cierto! ¡Ay, hija mía!


ANTÓN

Y este nieto de usted es hijo mío,


a quien no he vuelto a ver desde la víspera


del día que nació.


PEPÍN

¿Tú eres mi padre?


MARTÍN

Y yo tu tío.

RITA

¡Y yo tu hermana Rita!


PACA

¡Y yo tu tía Paca!

NIEVES

¡Y tú eres nuestro


sobrino!


GATO

¡Y mi venganza está cumplida!


GABACHO

¡Bribón! ¡Vente conmigo si eres hombre!


GATO

¡Donde quieras!

GABACHO

Has muerto a mi familia


y o te he de echar las tripas por la boca


o hemos de ver quién tiene...


GATO

¡No prosigas!


 (Salen los dos a la calle y desaparecen.) 


MÉDICO

¿Pero cuál es mi origen, caballeros?


¡Yo tengo mi lunar que me acredita!


PEPÍN

¡Padre! ¡Tío! Acercaos.

ANTÓN y
MARTÍN

¿Qué se te ofrece?


PEPÍN

¡Si tuvierais la cara un poco limpia,


yo no tendría inconveniente en daros


el ósculo fatal de despedida!


¡Ya me faltan las fuerzas! ¡Ya no veo!


Amigos, acercaos...


 (Todos le rodean.) 


¡Dios os bendiga!


MANUELA

¡Que venga don Leandro! ¡Don Leandro!


NIEVES

¿Quién es ese señor?

MANUELA

¿No lo adivinas?


¡El juez inexorable! ¡El juez severo,


que borre de una vez tanta desdicha!


PEPÍN

¡Ya veo brujas, duendes y fantasmas!


¡Adiós, esposa! ¡Adiós, abuela mía!


 (Cae muerto. Todos se arrodillan delante del cadáver, menos ANTÓN y MARTÍN. El GABACHO aparece en medio de la calle con la navaja ensangrentada de haber matado al GATO y limpiándola con un pañuelo. En este momento se oye un tiro que supone haber dado muerte a don CASTO.)  


MARTÍN

¡Antón, qué cosas pasan en la escena!


ANTÓN

¡Martín, el cielo quiera que no sigan!



(Empiezan a tocar la gaita, la música de la orquesta y las campanas a fuego.)




(Telón rapidísimo.)




 

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