CRONOLOGÍA DE JULIO ARÍSTIDES CORREA MYZKOWSKY
1890
30 de agosto: Nace en Asunción, Julio Arístides Correa Myzkowsky.
12 de octubre: El pequeño Julio es bautizado en la iglesia de la Catedral por el presbítero Juan Sinforiano Bogarín.
1901: Llega al mundo Georgina Martínez.
1913: Se produce el deceso de don Eleuterio Correa, padre de Julio. La familia emigra del país. Julio decide quedarse en su quinta de Luque.
1920: Julio Correa y Georgina Martínez contraen matrimonio.
1926: Escribe un poema para la REVISTA JUVENTUD.
1929: Aparece en la revista GUARANÍ sus DIALOGUITOS CALLEJEROS.
1933: Aparece su primera pieza teatral denominada Sandía Yvyguy.
1934: Sus poesías son publicadas en la revista GUARANIA.
1934: Georgina Martínez debuta en el teatro a causa de la enfermedad de una de las actrices.
1936: Los titulares de periódicos valoran el teatro de Julio Correa.
1943: Publica su único libro de poesía: Cuerpo y Alma,
1946: Firma su adhesión a la proclama de la Concentración Nacional Febrerista.
1945: El dramaturgo es homenajeado por la Federación Universitaria del Paraguay.
1947: Los excesos de la dictadura coaccionan la libertad de expresión y don Julio Correa va a prisión.
1953: Abril: Estrena una obra teatral en el Teatro Liceo de Buenos Aires.
Julio: Aquejado de una enfermedad crónica; fallece en ! su casa de Luque el 14 de julio.
Diciembre: Correa es condecorado póstumamente con el grado de Gran Maestre De la Orden Nacional del Mérito En El Grado de Caballero.
1962: Doña Georgina Viuda de Correa, decide convertir su vivienda en museo, con el fin de que difundir el legado dejado por su esposo.
1964: Aparece la Academia Literaria Julio Correa.
1981: Fallece doña Georgina Martínez de Correa.
1983: Se reedita sus escritos en Poesías y Cuentos Completos de Julio Correa.
2006: La Gobernación del Departamento Central adquirió el terreno con la casona de Correa.
2012: El predio del Museo se reinaugura con el nombre de Centro Cultural Departamental.
Fuente: JULIO CORREA. Por ERASMO GONZÁLEZ - Colección GENTE QUE HIZO HISTORIA N° 5 © El Lector (de esta edición). Director Editorial: Pablo León Burián. Asunción – Paraguay - junio, 2013
CORREA, JULIO
Nació en Asunción el 30 de agosto de 1890. Fueron sus padres Don Eleuterio Correa, portugués radicado en nuestro país al término de la Guerra de la Triple Alianza y de Doña Amalia Myskowsky, de origen polaca. Desaparecido el padre, la familia emigró.
Julio Correa se estableció en la casa solariega, situada en la Ciudad de Luque, en la cual permaneció hasta su muerte. Como político, fue perseguido, apresado y conoció el exilio.
En 1920, se casó con Doña Georgina Martínez. En compañía de esta nobilísima mujer de estirpe campesina, encontró el estímulo que le permitió iniciar y continuar su labor literaria. Escribió cuentos, poesía y teatro. Además fue un insuperable actor y exigente y dinámico director de teatro.
Murió el 14 de julio de 1953.
Fuente: " KARU POKÂ - DRAMA SOCIAL EN 3 ACTOS. Con Guías Didácticas del Prof. NELSON AGUILERA – Autor: JULIO CORREA , Editorial Servilibro, Asunción-Paraguay, 2007.
JULIO CORREA: Hijo de Eleuterio Correa, brasileño, y de la paraguaya Amalia Mizcowsky, hija del coronel polaco Luís Mizcowsky, combatiente de la gran Epopeya, nació en Asunción en 1890. De holgada posición económica venido a menos, los problemas socio – políticos del país encontraron en Correa, después de Barrett, su inigualada voz de protesta. Un poemario suyo, CUERPO Y ALMA, fue publicado en 1945. "Todos los días viajaba -Correa- en el tren de Luque a Asunción, y vice versa. El tren siempre estaba lleno de pueblo: vendedoras, chiperas, soldados, campesinos, y, en fin, la plebe que solo podía costearse el ínfimo pasaje de tercera para, desde los poblados comarcanos, ir a Asunción a vender sus productos. Bajo su sombrero raído, los brillantes ojos azules del poeta observaban el subir y el bajar en las estaciones de la gente humilde, y sus oídos no perdían una frase de cuanto diálogo bilingüe o en puro guaraní podía escuchar... Así, durante años, Correa fue desarrollando una intuición profunda del vivir de los humildes, de sus alegrías y adversidades, de su humor festivo o amargo, de sus problemas sin remedio. No había mejor observador y estudioso de lo popular que este hombre de talento, desaliñado, mal vestido, que pasaba casi inadvertido entre la pobre gente más pobre que él.. . Correa estudiaba al pueblo con el desinterés y el amor de un artista nato, sin sospechar acaso que en el teatro llegaría a ser su máximo intérprete..." (H. Rodríguez Alcalá).
Lo verdaderamente trascendente del aporte cultural de Correa está referido al teatro, en su polifunción de autor, director e intérprete. Las injusticias fueron temas de sus obras, candentes críticas en cáustico lenguaje. El teatro en Guaraní fije iniciado por Félix Fernández y Francisco Martín Barrios, pero fue Correa el que lo elevó a su verdadera dimensión, abocado a realidades cotidianas en las que campean los problemas políticos y sociales, y una nota distintiva, el uso del idioma autóctono, ocupando así el guaraní, una relevante función de integración. Correa llevó su teatro por todo el ámbito de la patria con gran éxito, porque representaba el drama paraguayo del latifundio y la explotación; la falta de tierra para el campesino y los vejámenes de que era objeto por patrones y las autoridades.
De sus obras citamos: ÑANDE MBAERÄ-YN, GUERRA AYÁ, TEREHÓ YEVY FRENTE-PE, PLEITO RIRÉ, PEICHA GUARANTE, SANDIA YVY-GUY, CARÚ- POKÁ, YUACHÚ-GUI REI, SOMBRERO KA'Á.
Correa falleció en 1953; su casa en Luque, con sus pertenencias, fue convertida en museo por su viuda, Georgina Martínez.
Fuente: BREVE HISTORIA DE GRANDES HOMBRES. Obra de LUIS G. BENÍTEZ. Ilustraciones de LUIS MENDOZA, RAÚL BECKELMANN, MIRIAM LEZCANO, SATURNINO SOTELO, PEDRO ARMOA. Industrial Gráfica Comuneros, Asunción – Paraguay. 1986 (390 páginas)
CORREA, JULIO: Poeta, narrador y autor teatral. Considerado el dramaturgo nacional más importante y durante mucho tiempo la figura de mayor influencia en el escenario teatral paraguayo, Correa fue también uno de los fundadores del teatro guaraní, al que aportó obras con temas de la Guerra del Chaco y al que enriqueció con la inclusión de personajes campesinos en papeles de relativa importancia y significación.-
Su obra poética publicada incluye “Cuerpo y alma” (1945) y “Obra poética” (aparecida póstumamente en 1983). De su copiosa producción teatral -cerca de unas veinte piezas-, cuatro muy conocidas son: “Sandía yvyguy”, “Guerra ayá”, “Terejó yevy fréntepe” y “Pleito riré”, todas en guaraní.-
En narrativa es autor de varios cuentos dispersos en revistas y periódicos de la época, recogidos y publicados póstumamente con el título de “Sombrero ka'a y otros cuentos” (1969). De aparición póstuma más reciente son sus “Poesías y cuentos completos” (edición a cargo de Miguel Ángel Fernández), libro publicado por Editorial El Lector en 1996.
Fuente: "BREVE DICCIONARIO DE LA LITERATURA PARAGUAYA"/ 2da. Edición – AUTORA: TERESA MÉNDEZ-FAITH , Editorial EL LECTOR, Asunción-Paraguay 1998.
CORREA, JULIO: (…) Su voz poética y su talento teatral intuitivo están presentes en los momentos de indecisión de la pos-guerra del chaco, para alentar a los soldados y calmar la ansiedad de los mismos, con escenas improvisadas y poesías solidarias. (…). Su poesía es revolucionaria, comprometida y testimonial. (…). Correa es admirado por los críticos como uno de los auténticos creadores del teatro guaraní. (…).
NARRATIVA: Cuerpo y alma (Poemario, 1943) ; Poesías y Cuentos Completos – Editorial El Lector, 1996 ; Dialoguitos Callejeros ; Nicolasito del Espíritu Santo (Cuentos) ; El padre Cantalicio (Cuentos) ; El borracho de la casa (Cuentos, 1996).-
OBRAS TEATRALES : Sandía yvyguy (1933) ; Guerra aja (1933) ; Terecho jevy fréntepe (1933) ; Péicha guarânte (1933) ; Así tenía que ser (1934) ; La culpa de lo bueno (1934) ; Po`a nda jajokói (1934) ; Ñane mba`erä`y (1934) ; Juayhugui rei (1934) ; Pleinto rire (1935) ; Karu pokâ (1941) ; Los mal comidos (1941) ; Yvy jára (1942) ; Karai Eulogio (1944) ; Honorio causa (1948) ; Toribio (1949) ; Sombrero ka`a (1951).
Figuran en POESÍAS DEL PARAGUAY los siguientes trabajos: “Bandera del 23 de octubre”; Romance del viejo amor”; “En la playa Casola”; “Romance de la novia de mis veinte años”; “Cosas de títeres”; “El viento de la añoranza”, “Serenidad”; “Visión de la cárcel”; “Adelante”; “Este mi traje viejo”; “El río es un gran poeta”; “Lobos”; “Tus manos, madre”; Para ti, Georgina”; y “La pregunta”. En Guaraní: "Péicha ğuarãnte" y "Py´apota".-
Fuente: POESÍAS DEL PARAGUAY – ANTOLOGÍA DESDE SUS ORÍGENES. Realización y producción gráfica: ARAMÍ GRUPO EMPRESARIAL/ Tel. (595-21) 373.594/ e-mail: arami@rieder.net.py– Asunción/ Paraguay.-
JULIO CORREA: Nació en Asunción el 30 de agosto de 1890 y murió en Luque el 14 de julio de 1953. En 1920 se casó con Georgina Martínez. Y al matrimonio le ha llenado con su alegría, los difíciles años de represión que los ha tocado vivir, un hijo. Hoy: el Dr. Julio Correa (h). Julio Correa escribió cuentos, poesías y teatro. Sus poesías fueron editados en el libro "CUERPO Y ALMA" en 1943, la primera edición; después en 1949 y sus poesías completas en la Editorial Alcandara, en 1983, con prólogo de Miguel Angel Fernández.
Dejó alrededor de veinte (20) obras teatrales, entre comedias, dramas y tragedias. Es el "creador del teatro paraguayo en guaraní" con Roque Centurión Miranda y José L. Melgarejo.
Conviene, sin embargo, destacar que este autor es el que ha elevado a su más alto nivel artístico el teatro en guaraní. Y sin ambigüedad alguna se identificó con los campesinos, víctimas de la represión política y económica imperante. Estrena su primera obra en 1933. Y desde entonces hasta su muerte, va escribiendo y representando sus obras, en las que al mismo tiempo es el principal actor, director y empresario. Donde llega su elenco, el pueblo estalla de emoción e indignación. Cada obra denuncia y acusa.
El idioma guaraní en su teatro es grito contra la injusticia y látigo contra los que abusan del poder político y persiguen a los campesinos... Entre sus principales obras, se pueden citar: "Sandía yvyguy", "Yvy jára", "Tereho jey fréntepe", "Pleito rire", "Ñanemba’eraỹ’ỹ", "Péicha guarãnte" y "Karu pokã".
Fuente: ANTOLOGÍA DE LAS MEJORES POESIAS EN GUARANÍ. Selección e Introducción: RUDY TORGA- Editorial El Lector, Asunción-Paraguay, 1998 (pp. 214)
CORREA, JULIO: Poeta y hombre de teatro. Nació en Asunción el 30 de agosto de 1890, hijo del brasileño Eleuterio Correa y de la paraguaya -hija del coronel polaco Leopoldo Luis Mizcowsky, muerto en las trincheras de Curupayty en defensa del Paraguay- Amalia Mizcowsky.
De familia acomodada venida a menos por los avatares de la posguerra del 64 al 70 y su incidencia en la sociedad paraguaya de su tiempo, Correa es, incuestionablemente, la máxima expresión, en cuanto a creación, del arte dramático paraguayo y el exponente más alto del teatro en guaraní, a más de inspirado poeta de neto corte social.
Casado con Georgina Martínez, notable actriz, fundó una compañía teatral con la cual recorrió cada rincón del Paraguay, llevando su mensaje de denuncia de las injusticias generadas por improductivos latifundios y explotaciones de tiempo inmemorial y su lógica consecuencia, la falta de tierras para los campesinos y los vejámenes de que eran objeto por parte de patrones, capataces y autoridades. Walter Wey, excelente y documentado investigador brasileño, pinta un retrato maravilloso del polifacético Correa: "¿Quién no conoce y admira a Julio Correa poeta, dramaturgo, empresario, rematador, negociante, contador de anécdotas y destilador número uno de venenos políticos y literarios? Tal vez las víctimas, hombres y mujeres que no fueron respetados por su talento de improvisador de versos satíricos, muchas veces pornográficos, que nunca fueron publicados, pero que todos saben de memoria. Oír a Correa recitarlos en una rueda, en la esquina de la calle Palma o en su quinta de Luque, constituyó uno de los más bellos espectáculos de nuestra vida...
Por eso ha sufrido persecuciones y no pocas veces pasó por la cárcel, para satisfacción de la saña de venganza de sus enemigos. Mientras tanto, el aplauso y la admiración del pueblo lo estimulan, y Julio Correa continúa incorregiblemente... Desciende de brasileño. El padre combatió en la guerra del Paraguay y, una vez terminada la lucha, se dejó estar en la tierra de la mujer, como otros tantos patricios... Una vez más el Paraguay vería repetirse el fenómeno de la mestización colonial. El niño creció entre el pueblo de habla guaraní, campesinos y operarios, y, desde esa época, comenzó a sentir sus ansias, a ver sus luchas titánicas para sobrevivir. Al volverse hombre se descubrió intérprete de esa gente, tanto en el teatro como en la poesía de acción social... Fue el creador del teatro guaraní, su mayor autor, y tal vez, su mejor actor... Con formidable intuición sintió que el problema máximo de Paraguay era el de distribución de tierras, pues, como escribió Justo Pastor Benítez, el paraguayo es un mero ocupante de su propia tierra.
Correa, intuyendo esa verdad, se hizo paladín de esta lucha, combatiendo el latifundio extranjero y nacional con enorme coraje... En su enorme vivienda en Luque, no vimos un solo libro. Quien traspone la puerta rematada por tres enormes efes rojas (Fe en Franco y Febrero) y por el retrato de jefe del partido, una de las pocas personas por él respetadas, puede encontrar gallinas picoteando o puercos hociqueando los rincones de la sala, pero nada que recuerde la casa de un poeta... Julio Correa es un poeta sin cultura y, Correa que lo torna más interesante, sin el mínimo deseo o preocupación de adquirirla... Las poesías en lengua española que reunió en 1945, bajo el título de Cuerpo y Alma, cerraron una época y abrieron un nuevo camino, que será ensanchado por Hérib Campos Cervera, con la introducción de la literatura de vanguardia".
Justamente es Campos Cervera, compañero generacional de Correa, quien completa esta visión del gran dramaturgo: "...
Correa sigue siendo el gran creador de imágenes de nuestro medio social y de nuestros problemas; dramas de la miseria, de la tierra, de la sangre y de los celos. Ásperas tragedias que cada día vive nuestro pueblo, mientras busca, dando mano-tones en la sombra, el camino de la libertad.
Nuestro pueblo interpreta así a Correa: como espejo de sus esperanzas más indeclinables; como un intérprete de sus dolores más hondos y de sus alegrías más profundas; de otro modo no se explica la especie de idolatría que inspira su figura cuando está en la escena, en medio de sus otros engendros. Porque Correa no se ha conformado con crear personajes; también los encarna gozando o muriendo las embriagueces y las caídas morales de sus entes humanísimos.
La estampa transfigurada de Julio, toma todos los matices que tiene la pasión, todos los furores del odio, todas las bondades de la compasión; su voz tiembla o impreca, ruge o llora, ajustándose a la exacta medida del sentimiento que se viste con el ropaje del arte para sobrevivir".
La vasta producción dramática de Julio Correa incluye "ÑANE MBA’ERA’Y" ("Lo que no puede ser nuestro"), "GUERRA AJA" ("Durante la guerra"), "KARAÍ ULOGIO" ("Don Eulogio"), "TEREHO JEVY FRÉNTEPE" ("Regresa al frente"), "PLEITO RIRE" ("Después del pleito"), “PÉICHA GUARÃNTE" ("Así nada más"), "SANDÍA YVYGUY" ("Sandía enterrada"), "KARU POKÃ" ("Poco comer"), "HONORIO CAUSA" ("A causa de Honorio"), "PO'A NDAJAJOKÓI" ("A la suerte no se la detiene"), "SOMBRERO KA’A" (expresión guaraní-española que designa al amante de la amada de una persona), entre otras.
Falleció en Luque -ciudad próxima a la capital donde se había afincado hacía décadas- el 14 de julio de 1953. La "enorme vivienda" a la que refiere Wey es actualmente el "Museo Julio Correa".
Fuente: FORJADORES DEL PARAGUAY – DICCIONARIO BIOGRÁFICO. Realización y producción gráfica: ARAMÍ GRUPO EMPRESARIAL. Coordinación General: Ricardo Servín Gauto. Dirección de la obra: Oscar del Carmen Quevedo. Tel.: 595-21 373.594 – correo: arami@rieder.net.py– Asunción-Paraguay 2001 (716 páginas).
JULIO CORREA es el artista del pueblo. Poeta, autor y actor teatral, débesele, por encima de todo otro mérito, la formación definitiva del teatro guaraní. Nacido en la Asunción, en 1890, en un hogar acaudalado y de elevada posición social, lleva en sus venas la sangre de un valiente polaco, muerto sobre las trincheras de Curupayty, en defensa del Paraguay: el coronel Leopoldo Luis Myskowsky, su abuelo materno.
Huérfano desde la adolescencia y perdida la fortuna familiar, Julio Correa vióse obligado a conquistar posiciones en la vida como el guerrero en el combate. Estudiante y empleado, alternaba ambas actividades con algunas andanzas de bohemia, propias de la edad de los ensueños y de los líricos cantos a la amada inefable. Inspector municipal, escribía versos al dorso de los recibos burocráticos, como al acaso, obligado por la inspiración que rumoreaba en su espíritu.
Pero es mejor escuchar a un compañero de Julio Correa en el relato de su biografía de escritor. Es Hérib Campos Cervera quien nos habla: "Julio Correa es un hombre cuyas facciones parecen hechas como al apuro y a cuchilladas: irregular, disimétrico y hasta feo. Unos ojos vivaces y llenos de dulzura le alumbran la cara como un relámpago de bondad que en la escena se transfigura hasta provocar lágrimas o rugidos en el público.
"En 1931, era todavía un plácido poeta lugareño que alternaba tímidamente su labor burocrática con la tarea improductiva de escribir versos. A veces el que escribe esta semblanza suya, lo encontraba atiborrando de octosílabos el dorso de sus papeletas de multas: él, inspector de pesas y medidas, no podía a veces, hacer cumplir las ordenanzas, porque el contraventor se negaba a reconocer como válidas las boletas con reversos literarios de Julio Correa.
"Un día le llamó a cumplir su destino el autor que vivía en él. Y nació SANDIA YBÎGUÎ. Salió con su obra a buscar a sus amigos: dio con Facundo Recalde, el mayor poeta civil que dio nuestra literatura – después de Ortiz Guerrero – y lo arrastró a un rincón de su casa para leérsela. Recalde la halló magnífica y quiso obligarle a que la representara inmediatamente. Pero Julio, que sufría un atroz complejo de timidez, huyó a Luque. Allí tuvo que ir a buscarlo Recalde y, materialmente, arrastrarlo hasta cierta comisión de damas, que aprobó la representación con fines de beneficencia. La historia deberá conservar los nombres de esas señoras que, por amor a Cristo, hicieron – sin querer – un gran servicio al teatro guaraní. El gran empujón estaba dado. Correa, vencida su timidez, se lanzó ardorosamente a la tarea de representar su obra. Su primer elenco fue ya reclutado entre gente del pueblo: en lo sucesivo, no explotó otra cantera que ésa para formar actores. Obreros, campesinos, hombres de la tierra y del esfuerzo, pusieron su hombro en la tarea y el milagro se produjo. Las primeras representaciones obtuvieron éxitos de tal magnitud que Julio Correa terminó por comprender que se hallaba en presencia de su camino de Damasco. A partir de ese momento, el áspero luchador que hay en él, vence al artista tímido y se echa sobre la espalda el gran fardo: la creación del teatro guaraní. Su fiebre creadora, da vida en apretada sucesión a GUERRA AYÁ, TEREJHÓ YEI FRENTE-PÉ, PEICHA GUARANTE, ÑA-E MBAERÁ I, PLEITO RIRÉ, YUACJHÚGUI REÍ, PO’Á NDA YA YOCOI, y, finalmente, YBY YARA, inédita aún, y otras dos en castellano. Total, once obras en menos de siete años; un esfuerzo que nadie hasta hoy ha realizado en el Paraguay.
"Naturalmente todas estas obras fueron estrenándose a medida que se fueron haciendo. De allí la batalla en dos frentes que tuvo que sostener – y aún sigue sosteniendo – Correa. ¿De qué podría servir que se escribiera dramas y comedias si la tragedia estaba en la falta de elemento humano que llevara los fantoches a la escena?
"Correa no se amilanó ante la magnitud de tal dificultad. Se transformó él mismo en la cabeza del grupo escénico y salió a recorrer los campos y suburbios en busca de artistas para su teatro.
"Y los encontró: él afirma que no tuvo dificultades de ninguna especie; que en el campo y en la ciudad había, preparados, magníficos artistas. La primera colaboración – la más valiosa por el fervor y compañerismo que puso en su trabajo – fue la que le ofreció su propia esposa, Georgina Correa, y luego su sobrino Enrique Correa.
"Aparece más tarde una damita joven de paraguaya belleza y sugestivo talento: Mirna Veneroso.
"Surge en escena el arte increíblemente exacto y realista del joven actor Ernesto Báez. Hay detalles conmovedores en la historia de la formación de los primeros elencos de aficionados. Un día se presentó ante Julio Correa un hombre de físico avejentado, un campesino curtido por todos los vientos y castigado por el estigma solar. Ha dejado el arado y la tierra y el vicio y el hogar, acudiendo al llamado irresistible de una vocación que se le pasea por la sangre.
"Quiere ser actor; representar los ásperos dramas de celos, despojos y luchas que escribe Julio Correa, tal vez porque lo ha vivido con la fiera intensidad de un hijo de la tierra. Se presenta un día ante el asombro de Correa y parca pero resueltamente dice en guaraní: "Me llamo Gustavo Alvizo y quiero ser artista de su conjunto".
"Y se queda para siempre. De tarde en tarde, regresa a fecundar con su esfuerzo el terrón de tierra que cultiva, pero vuelve siempre, con una fidelidad perruna, cada vez más hondamente metido en la vida de sus personajes. Un día estábamos observando un ensayo cuando vimos llegar un albañil.
"Dejó sus tachos en la puerta y se acercó al ruedo. Se llamaba Luis Martínez y tenía aún sucias de cal las manos y la azul blusa proletaria. No pidió mayores explicaciones: se incorporó al grupo, tomó su papel, lo leyó pausadamente, y al cabo de media hora "se mandaba la parte" con la soltura de un veterano.
"Al día siguiente volvió a la misma hora y repitió la hazaña. Resultó luego un actor de excepcionales condiciones que hasta ahora alterna la cuchara con la escena.
"Apareció el gran actor cómico Ramón Amarilla, cuya sola presencia en el escenario desataba tempestades de risas que llegaban hasta el hipo, y a su lado comenzaron a brillar en el Hollywood guaraní Zulema Cazal y Pastora Coronel. Y para completar la lista, otro capricho del destino: la apuntadora. Correa que no pudo conseguir un apuntador, en cambio, conquistó una apuntadora inteligente el día en que Brígida Pérez se metió en la casilla de traspunte para apuntalar la flaca memoria de los actores, a fuerza de pequeños empujones de palabras.
"Un día, un soldado que observaba y escuchaba con toda curiosidad desde una platea próxima las palabras y gestos de la apuntadora metida en su casilla, provocó un estallido universal de carcajadas al decir – en voz alta – a otros soldados que lo acompañaban: "Pe cuñá pea la i valéva: jhaé jheíva nte nicó jehí umi otro cuéra. (Esa mujer es la que vale; lo que ella dice es lo que repiten los otros).
"Hoy Julio Correa es un clásico de nuestro teatro: ha abierto la brecha valerosamente. Otros comienzan a seguir sus huellas, aunque "ninguno calza mayor coturno que el suyo". Centurión Miranda, inteligente y abnegado escritor y fino actor dramático, ha dado TUYÚ; Luis Ruffinelli, GUARINIRO. Otros jóvenes comienzan a despuntar su talento en ensayos endebles, pero llenos de promesas. Aún Correa sigue siendo el gran creador de imágenes de nuestro medio social y de nuestros problemas: dramas de la miseria; de la tierra; de la sangre y de los celos. Ásperas tragedias que cada día vive nuestro pueblo, mientras busca, dando manotones en la sombra, el camino de la libertad. Nuestro pueblo interpreta así a Correa: como espejo de sus esperanzas más indeclinables; como un intérprete de sus dolores más hondos y de sus alegrías más profundas: de otro modo no se explica la especie de idolatría que inspira su figura cuando está en la escena, en medio de sus otros engendros.
"Porque Correa no se ha conformado con crear personajes; también los encarna gozando o muriendo las embriagueces y las caídas morales de sus entes humanísimos. La estampa transfigurada de Julio, toma todos los matices que tiene la pasión, todos los furores del odio, todas las bondades de la compasión; su voz tiembla o impreca, ruge o llora, ajustándose a la exacta medida del sentimiento que se viste con el ropaje del arte para sobrevivir.
"Cuando Correa y su gente trabaja se nota que el contacto emocional es permanente, que hay una comunicación viviente – tal como lo quería Tolstoy que fuera todo arte humanamente social – entre el público que mira y oye y los actores que trabajan. Por momentos la multitud ruge y apoya o desaprueba, en voz alta, lo que se dice en la escena, Visiblemente se advierte que no es una intromisión impertinente del espectador sino un irresistible deseo de dar más fuerza a la acción representada; una fuerza elemental que irrumpe – ciega y sorda –, subrayando enérgicamente las expresiones que nombran sus deseos, esperanzas u odios. A medida que el drama desarrolla su acción, va desapareciendo todo ese límite convencional que separa al espectador del espectáculo, volviéndose todo el conjunto de una integración organizada de elementos humanos que viven un problema.
"Es tal vez este fenómeno, análogo al proceso de compenetración inefable que se producía entre las masas religiosas de la Edad Media cuando asistían a un acto de fe y terminaban colaborando en el espectáculo en algunas de las escenas más tumultuosas. Es plenamente lo que se llama un teatro de masas.
"Para un observador atento a las reacciones del público llega un momento en que resulta imposible seguir a Correa, porque es absorbido enérgicamente por la singular actuación de un personaje de mil cabezas que no figura en la obra: el público. Relataré algunas anécdotas que ilustran estas observaciones.
"Terminada la, guerra, los ex combatientes regresaron del Chaco y durante unas semanas estuvieron metidos en los cuarteles, en espera del desfile de la victoria. Comenzó a cundir entre ellos un espíritu de áspera impaciencia. Los campesinos querían volver a su gleba cuanto antes y los demás querían gozar de los derechos de la victoria, por lo menos en forma de un largo asueto.
"En esa coyuntura hubo alguien que vio en Correa al hombre necesario. Fue el coronel Félix Cabrera, uno de los eficientes, abnegados y modestos obreros de la victoria. Su profundo conocimiento de la psicología nacional le hizo comprender que Correa era la solución del problema. Lo llamó, le entregó dos camiones militares y lo introdujo en los cuarteles. Los soldados – su mejor más entusiasta público – rodearon su tosco tablado y bajo la tienda hecha con ponchos y mantas, Correa emocionaba a su auditorio noche a noche. Los soldados hasta intervenían en la representación: cuando había que detener a algún asesino en el tablado, saltaban sobre él ocho o diez soldados y lo reducían a la impotencia en un santiamén.
"Un día el camión comenzó a marchar por los caminos de Dios: se iba hacia el pueblo campesino a darle su pan espiritual. Y al terminar sus representaciones, al romper la marcha hacia más lejos, los campesinos rodeaban a Correa preguntándole si "era cierto lo que habían visto en su teatro", porque si es así – decían – es necesario ir a castigar a esos canallas que hacen tanto daño a los pobres". Dentro de su simplismo, nuestra gente comprende y vive a Correa, porque Correa los comprende a ellos y vive sus vidas y sus problemas. Ese es el secreto de su arte perdurable.
"Correa ha terminado por imponerse: es querido por su público, respetado por los intelectuales de la joven generación, que han visto en él al auténtico "pioneer" de un vasto movimiento de creación teatral. Ha dado al idioma el uso a que estaba destinado, haciendo de él, el vehículo de una noble realización de arte. Se le admira por su tenacidad sin ejemplo; tenacidad que lo ha llevado a despreciar los obstáculos y a vencerlos en cualquier forma, a veces con ingenio peregrino. Un día, el viento volteó la especie de carpa que le servía de escenario. Correa dio una vuelta por el pueblo y encontró un horno quemador de ladrillos, abandonado por sus dueños. Trasladó allí su "troupe" y ofreció su espectáculo metido dentro del horno. Su público, que lo sigue a todas partes, quedó al fresco, soportando estoicamente las inclemencias del tiempo. Otra vez se quedó sin el telón de boca. Correa colocó una lámpara en la entrada del escenario, y cuando terminó el espectáculo, apagó la luz, notificando así a su público que la fiesta había terminado.
"Otra vez necesitó una escopeta y un cuchillo. Se corrió la voz por el pueblo y al cabo de media hora tenía delante de su tienda un arsenal terrorífico: sesenta escopetas y cerca de cien cuchillos.
"Él mismo ha pintado sus telones, fabricado sus pelucas con fibras de coco, mientras su mujer ha vestido a su elenco, ha dado educación artística a más de cincuenta jóvenes, que se han largado a trabajar por su cuenta, empujados por el signo de la vocación. Sin embargo, la ingratitud de sus "pollos", le ha producido más desazón que las dificultades de público o escena. Un día, su elenco se reunió, discutió con él algunas cuestiones económicas y decidió marcharse. Correa peleó cuanto pudo con ellos pero al final, se vio superado. No dijo nada, entró en un café y escribió unos versos, COSAS DE TÍTERES, y regresó con ellos a vengarse de sus verdugos. Los reunió para despedirlos diciéndoles: "Como no puedo darles más dinero y la gloria la tienen más que yo, les diré mi adiós con este pequeño poema que he escrito para vosotros". Pausadamente, con su voz dulce de hombre bueno, lo leyó. Cuando terminó, los ojos de todos sus artistas estaban rojos de lágrimas. Y nadie se marchó.
"Ése es Julio Correa".
Las últimas obras teatrales de Correa son CARAÍ EULOGIO, estrenada en el Teatro Municipal, en 1944, y HONORIO CAUSA, llevada a escena en el mismo coliseo en 1945.
Julio Correa ha publicado un tomo de versos, CUERPO Y ALMA. La crítica lo ha recibido bien. Se ha revelado en él un poeta lírico de estro delicado. Cuando pulsa el sentimiento generoso y noble es que su canto llega, en su sinceridad, a estremecer a lector, y obliga, muchas veces, a meditar. También Julio Correa ha cultivado el cuento. Entre los trabajos de esta índole sobresale NICOLASITA DEL ESPÍRITU SANTO.
He aquí:
COSAS DE TÍTERES
Hizo el titiritero como veinte fantoches.
Durante muchas noches,
frente al pobre establo,
al Príncipe, a la Reina y al Arlequín y al Diablo,
hechos de la madera encontrada al azar,
la humilde y buena gente aplaudió sin cesar.
Dijeron en la aldea,
de los títeres: – Todos, buenos artistas son;
y el titiritero, también con esa idea,
sintió que le bailaba gozoso el corazón.
Fue a besar a sus títeres y se durmió tranquilo
en una dulce calma,
amarrados los hilos
de los fantoches a su alma.
Y despertó el titiritero de un sueño de paz
y oyó que le gritaban los títeres en coro:
Nosotros somos hombres, sí, señor, y además
el ser artista es un desdoro,
señor titiritero: pase Ud. buenas noches –
y rompiendo los hilos se fueron los fantoches.
Desierto está el retablo.
El Príncipe, la Reina y el Arlequín y el Diablo,
el Rey con su corona,
brillante de oro falso
y aquel polichinela que con sus carantoñas hiciera reír tanto,
se marcharon. Con llanto
clama el titiritero: ¡Es un cadalso
este retablo mío;
yo siento que te matan ¡ay! corazón, de frío,
de un frío que te parte
en pedazos de lágrimas, en pedazos de muerte!
¡Oh, fantoches malditos, os robásteis la suerte
de poder ser artistas, de poder hacer arte!
¡Oh, fantoches, fantoches,
fantoches maldecidos,
perdéos en las noches
de todos los anónimos, de todas los olvidos!
Os hice de tarugos,
puse en vosotros todos mis afames prolijos,
y fuisteis mis verdugos,
y hasta me abandonasteis... ¡lo mismo que unos hijos!
Fuente: HISTORIA DE LAS LETRAS PARAGUAYAS – TOMO III. Por CARLOS R. CENTURIÓN. ÉPOCA AUTONÓMICA. EDITORIAL AYACUCHO S.R.L.. BUENOS AIRES-ARGENTINA (1951), 500 pp. – Versión digital en: BIBLIOTECA VIRTUAL DEL PARAGUAY (BVP)
ÑANE RETÃ RUVICHAITE: JULIO CORREA : Julio Correa Myzkowsky (Paraguaýpe, 30 jasypoapy 1890 Luque 14 Jasypokôi 1953. Ohupyty 62 ary.) Itúva Eleuterio Correa, portugués, isy Amalia Myzkowaky, polaco remiaryrô. Okakuaa Paraguaýpe ha pe tekombo’e ndohupytypái. Imitâ guive katupyryr ruvicha. Pya’evoi oñemoî ohai hemiandu ha oñeha’â oguenohê kuatiañe’ême. Itúva omba’apo porâ, noikotevêi. Ijyvy heta ha oguereko ñemuha. Iñangirûkuéra apytépe oîhína Manuel Ortiz Guerrero ha Facundo Recalde, mokôivéva ikatupyry ha oporopytyvôkuaa. Ary 1920, omenda peteî kuña ñoha’ânga ojapokuaávare, Georgina Martínez héra. Oho oiko hikuái upe óga guasu oguerekóva táva Luque pe.
Julio Correa, ou ha oho Paraguaýpe, pyharevete osê hógagui ha ka’aruete ojerejey táva Luque pe. Facundo Recalde oguerekókuri pe kuatiañe’ê hérava Guarani. Upépe avei ohaikuri Emiliano R. Fernández. Ohupyty rire 35 ary, oguenohê kuatiañe’ê Guarani rupive umi iñe’êpoty. Ortiz Guerrero ohecharamo umi hembiapokue. Avei oguereko peteî tenda ohaiha ñemongeta tape ykepegua (dialoguitos callejeros). Heta ñe’êro ohai omoñe’ê haĝua umi mba’e ndojejapoporâiva ñane retâme. Natalicio González, ikuatiañe’ê Guarania-pe oguenohê umi iñe’êpoty. Upéi ombyatypa peteî aranduka hérava Cuerpo y Alma ryepýpe, 1943 arýpe.
Pe ñorairõ guasu Chakopeguare omyangekói chupe ohai haĝua umi ñoha’ânga, ohechukaporâségui tetâygua reko pokatu mbarete poguýpe. Tekojoja’ŷ ñane retâme oipokua mboriahúre ha oipykua mba’embyasýre ymaite guive. Ko’â mba’e ombohuguypochy Correa-pe. Mba’e vai ojejapóva ombyetiai ñane retâme. Pévare Julio Correa oñemosê hetâgui, heta avei tahachi ogueraha chupe hyepýpe, iñe’ê pohýi rupi. Techapyrâ. Patria, eres como una prostituta, que pasa de manos en manos, sin encontrar el macho que te haga parir la libertad. Ndaipóri mburuvicha ohovasáva chupe.
Julio Correa, hi’ânga mbareterasákuri. Ojesarekokuaa ha ohendukuaa umi tavayguápe. Ha’e ou ha oho pe tren-pe, ojapysakahápe. Chokokue ndoguerekói yvy oñemitŷ haĝua. Umi ka’atýre ohóva ndouveihaĝuáma. Umi mensúre oñeñemboharái, avave ndohechakuaái. Omba’aposéva ndojuhúi tembiapo. Heta ava ponandi oikoparei ñane retâre. Tembi’urâ sa’i oî ñemuhame ha umi omondáva hetave ára ha ára.
Tahachikuéra oñembosarái tavaygua rekovére. Opa tekosâso he’i umi oñamindu’úva. Umi pyrague oparupirei heñói ojapo haĝua tembiapo iky’avéva. Ohendu’ŷva ohendu, ohecha’ŷva ohecha, ojapo’ŷva ojapo, he’i’ŷva he’i. Pyrague oporomuña, oporomondýi, opaite henda rupi. Heta tapicha oñani ñane retâgui. Okyhyjéva jejukágui, ñembyepotígui ha ñembyahýigui.
Heta tetâygua ndohoséikuri ñorairôháme Chakopýre. Heta akâratî ojejuhu pore’ŷ puku rire, ñorairô aja. Heta kuimba’e tajasu oiko kuña retére oñemboharái, oharu hekovekuéra. Ñemonda ojaho’i kokue. Ñembosope oiko umi ñemuhame. Mburuvicha oñembotavy. Oikóva oiko, oñembotavýva oñembotavy. Ñane retâ taperekuéicha opyta.
Julio Correa, ndaikatúi oguerokirirî, ohai yvyjára, ñane ma’erâ’ŷ, terehojey frentepe, karu pokâ. Ko’â ñoha’ânga ha’ete ku tesaýpe ojehaiva’ekue. Tapichakuéra opyta ponandi, yvy’ŷre, vare’áre, opívo, ojejapiparei hikuái ñe’ême, ikatu’ŷva ojejokove. Ñe’ê pochy ha ñe’ê pohýi opárupi okapuparei. Tetâygua ndaha’éi mba’eve.
Ko’â mba’e Julio Correa ombyatypa ikorasôme. Ñoha’ânga rupive oguenohê mbeguekatu ijehegui, jehaisyrýpe, iñe’â ruguýpe ohai kuatiáre, umi mba’e oñandúva ha ohecháva. Ko’â tembiapópe oipytyvô mbarete chupe hembireko Georgina Martínez. Mayma ñoha’ânga ryepýpe jajuhu kuñaite, heko tetâygua porâva. Umi kuñáme omyakâ ña Georgina. Hendivekuéra oî avei kuri Teodoro S. Mongelón ha Ernesto Baéz. Avei ku Limpio-gua Mirna Veneroso. Chupe ĝuarâ ohai ñe’êpapára Teodoro S. Mongelós, nde resa kuarahy’âme. Ndaha’éi ikichiha, iñirûnte ñoha’ânga apópe.
Oîmíva táva ñane retâpýre ohecha Julio Correa ha ijaty ñoha’ânga reheguápe. Oikundaha umi tape ojuhúva ñane retâpýre. Mayma távape oĝuahê ohechuka umi hembiapokuéra. Heta he’íva, py’aguasu rupive Correa ohai umi ohaiva’ekue. Jepopetepúpe mayma tembiapo omohu’â Correa opaite hendápe. Ñane retâygua ohecharamo umi hembiapo. henyhê py’aguasu iñe’êpotýpe ha umi iñoha’ângáme.
Pévare hetaiterei umi tahachi ogueraha chupe hyepýpe térâ ñembotypýpe. He’ihaguére añetegua. Naiporâi ere añetegua, ombo’ypíne nde rekove, he’íva chupe umi mburuvicha. Julio Correa ñoha’ânga hyapu mbarete tavaygua apysápe, oñakârapu’â haĝua. Mburuvichakuéra iñangekói, inambipu’â, huguy rakupa hikuái.
Reínte umi tahachi omoinge chupe ñembotyhápe. Hekove naiñambuéi. Ojapo umi ojapova’erânte. Ára ha ára imbareteve omoî haĝua umi iñe’ê hendapete.
Julio Correa rembiapo jaikuaapava’erâ, jahechapáne, omombareténe ñane angapy. Tetâygua rembiasa asy jahechakuaa umi iñoha’ângáme. Heta oî ñande rapicha nomoneívai umi hembiapokue. Ombotove katuete. Hembiapokue ikatu ombohesape’a tavayguápe. Tesape pyahu oguerukuaa. Hekove ojejopy ohohápe.
Oĝuahêva’erâ ára jahechapa haĝua hembiapokue umi mbo’ehao ha mbo’ehaovusu rupi, ikatuhaĝuáicha umi tekove pyahu oñemoaranduvahína, ojehesape’a porâ ojapo haĝua hembiapokuéra hendapete. Ani haĝua oimo’â mba’e vai ha’eha mba’e porâ. Anive haĝua jaguata karê, opa haĝua ñrmbosarái tavayguáre.
Ko’áĝa ñane mandu’akuaa ñoha’ânga Sandia yvyguýre. Ñorairô aja heta kuimba’e ndohoséi kuri ñorairôháme. Ikokuépe umi ava ka’avo guýre ojo’o ojapo koty’i joguaha, oike upépe okañy ou jave umi tahachi hekaha umi mburuvicha rembiguáindi, oguerahaséva chupe ñorairôháme. Sapy’ánte pe kokuépe, sandiatýre, jahechakuaa umi sandi’i oikehague yvýre okakuaa haĝua, okañy, japokopoko, jajo’jo’o va’erâ yvy jajuhu haĝua sandia ra’ýpe. Pévare oje’e sandia yvyguy umi okañýva yvykuápe ani haĝua oho ñorairôháme.
Julio Correa ñoha’ânga apytépe jajuhukuaa. 1. Guerra aja (1933) 2. Terehojey frente pe (1933). 3. Sandia yvyguy (1933). 4. Peichaĝuarântema (1933). 5. Pleito rire (1935). 6. Ñane mba’erâ’ŷ (1934). 7. Po’a ndajajokói. (1934). 8. La culpa de lo bueno (1934). 9. Así tenía que ser (1934). 10. Jayhuguirei (1934). 11. Karu pokâ (1941) 12. Yvyjára (1942) 13. Karai Ulogio. (1944) 14. Toribio (1943) 15. Honorio causa. (1948) 16. Sombreo ka’a. (1951). Oguereko hetave ñoha’ânga ha heta mba’e ikatu jaikuaave chugui.
Ñe’êpapára katupyry, jeiko asy moñe’êhára. Tetârayhuhára añetegua. Tavá Luque ryepýpe, Julio Correa rogakuépe ikatu jahecha heta mba’e, ha’e oipuruva’ekue ha ña Georgina, hembireko, omohendaporâva’ekue ohechaséva ohecha haĝua. Ta’ýra pohânohára Julio Correa oî upépe. Ijaokue, vokokue, hupakue, ijagua’i retekue, ikuatiakuéra, tembipuru opaichagua jajuhukuaa upe ogape guasu guýpe.
Umi avakuéra Julio Correa oipovâva’ekue ñoha’ânga ojapo haĝua oguereko kyhyje, py’aguasu, mba’epota, mba’embyasy, tekotevê, mba’asy, tesarairei jejahéi apytépe, ñembyepoti ha ñemuña, umi jejuka oheja ñe’âre ñekytî okuerase’ŷva. Oî noîmbáiva, oñe’êreíva, noñe’êséiva, osusûva, nopyrûmbáiva, oñeme’êséva, oñeme’êse’ŷva. Mayma korapy ha koty oñembotýva, umi tajasúpe ndojokóiri. Tape yke rupi ojeipo’o jejahéi hesekuéra, ojepotágui umi oñeme’êse’ŷva. Opaichagua tekove ikatúva ñane rekombo’e, jaiko porâve haĝua, techapyrâ oî umi Julio Correa rembiapópe. Iporâ jahecha ha ñañamindu’u hese.
Ohai PEDRO ERNESTO ESCURRA FRANCO. Leer original (hacer clic) en: http://dgaleanolivera.wordpress.com/julio-correa-guaranime/ (Registro: Junio 2011).
JULIO CORREA A SESENTA AÑOS DE SU AUSENCIA (I)
Por VÍCTOR BOGADO (ACTOR y DIRECTOR TEATRAL)
¿Quién fue Julio Correa? Es una pregunta que todo paraguayo de bien debería saber cómo contestarla. Sin embargo, las nuevas generaciones casi ya lo han olvidado. Este breve recuento lo hacemos con el propósito de recordarlo al cumplirse en el presente año seis lustros de su desaparición.
Don Julio Correa Miskowsky fue un notable poeta, cuentista y dramaturgo popular con antepasados portugueses y polacos. Había nacido en Asunción, el 30 de agosto de 1890, siendo su padre don Eleuterio Correa (portugués que vino al Paraguay como funcionario administrativo del ejército de ocupación brasilero –1870 al 1878– y que, luego de la desocupación de las fuerzas armadas de ese país, decidió quedarse en nuestro país para dedicarse al comercio) y su madre doña Amalia Miskowsky, hija del coronel polaco don Leopoldo Luis Miskowsky, quien peleó en la Guerra de la Triple Alianza, habiendo fallecido en la batalla de Kurupayty en defensa de nuestro país. (Aunque otros investigadores dicen que su muerte tuvo lugar en la batalla de Humaitá).
Don Julio perteneció a una familia acomodada, la cual vino a menos por los problemas económicos que nuestro país sufrió después de la Guerra Grande. Debido a eso, la familia Correa se vio obligada a dejar su casa de Asunción y se mudó a la quinta que poseían en las afueras de Luque, en el año 1896, cuando el pequeño Julio contaba con seis años de vida. Además de sus padres, viajan sus hermanos Enrique, María, Teresa y Dina. El niño fue educado en un buen ambiente familiar, habiendo sido enviado por su padre a estudiar a un colegio en la ciudad argentina de Concepción del Uruguay, de donde luego de unos meses se escapó, volviendo al terruño. Allí convivió con niños, pobladores, obreros, vendedores ambulantes y campesinos que hablaban nuestra lengua vernácula: el dulce guaraní, con la cual escribió casi todas sus obras dramáticas.
Muy pronto fallece el padre de familia y don Julio se ve obligado a realizar una serie de diferentes ocupaciones en la capital: cobrador de impuestos, periodista, poeta, rematador, cuentista, dramaturgo, actor y director teatral. Walter Wey, investigador literario de origen brasileño, acota al respecto:
“¿Quién no conoce y admira a Julio Correa, poeta, dramaturgo, empresario, rematador, negociante, contador de anécdotas, y destilador número uno de venenos políticos y literarios? Tal vez las víctimas, hombres y mujeres que no fueron respetados por su talento de improvisador de versos satíricos, muchas veces pornográficos, que nunca fueron publicados, pero que todos saben de memoria. Oír a Correa recitarlos en una rueda, en la esquina de la calle Palma o en su quinta de Luque, constituyó uno de los más bellos espectáculos de nuestra vida…”.
“Sus inspiradores literarios fueron –entre otros– el ruso Alexéi Nikoláevich Tolstói (1882-1945), notable narrador (siendo su novela más famosa La Guerra y la Paz) y que, además, escribió teatro. Es probable que su madre, doña Amalia, le haya sugerido leer sus libros: entre ellos el español Félix Lope de Vega y Carpio (1562-1635), poeta, novelista y dramaturgo creador del teatro nacional español, a quien se le conoció como el Fénix de los Ingenios por su vasta producción literaria. El famoso don Miguel de Cervantes, autor de Don Quijote de la Mancha, lo llamó Monstruo de la Naturaleza y reconoció que había logrado el cetro de la monarquía teatral”. Lope se destaca por su obra emblemática titulada Fuenteovejuna –ciudad provinciana de España– que retrata las injusticias del Comendador contra los campesinos del lugar, quienes se rebelan y lo matan, siendo posteriormente torturados por la justicia pero más tarde perdonados por el rey. Esta histórica pieza basada en un hecho verídico podría haber inspirado a Correa a escribir su Karu Poka (traducida como “Los mal alimentados” y también como “Comer poco”).
A los 23 años toma contacto con los jóvenes escritores de la revista literaria Crónica (1913-1914) y después con los editores de las revistas Alas y Juventud, en las que aparecieron sus primeros poemas. Más tarde –en el año 1930– siguió publicando sus versos en la recordada revista Guarania.
En 1920 –a los treinta años de edad– contrae matrimonio con doña Georgina Martínez, musa inspiradora de su producción literaria y excelente actriz popular de origen campesino, con quien forma la primera compañía teatral estable y recorre todos los rincones del Paraguay.
En el campo del teatro llegó a escribir cerca de veinte obras; además, publicó varios cuentos y un poemario: Cuerpo y Alma (Buenos Aires: Editorial Difusam, 1943, publicado con la ayuda del hombre de negocios don Alfredo Jaeggli). Es necesario aclarar que después de su fallecimiento se publicaron otros dos libros sobre su obra literaria: Obra Poética (por la Editorial Alcándara en 1983) y Julio Correa Poesías y cuentos completos (edición de la Editorial El Lector, a cargo del escritor y crítico Miguel Ángel Fernández en el año 1996).
Como poeta, don Julio es ubicado entre los posmodernistas, movimiento literario creado por Rubén Darío, en el que se relatan ambientes exóticos, lejanos; sin embargo, Correa no siguió esos delineamientos, sino más bien poetiza los sufrimientos de su pueblo, de la vida diaria usando un vocabulario sencillo en castellano y, a veces, en lengua guaraní. Sobre este aspecto, Miguel A. Fernández acota: El marco estético de la poesía de Correa es pues más bien del posmodernismo, con su amplitud formal y temática. Dentro de este ámbito, el poeta atiende más a la expresividad que a las fórmulas esteticistas. El resultado es una poesía llena de fuerza, aunque a veces un tanto descuidada en sus estructuras formales.
Veamos aquí un ejemplo de la poesía correana. El poema titulado El Río es un Gran Poeta, extraída de su libro Cuerpo y Alma:
El río es un gran poeta
que va cantando su ensueño
de amor y de libertad
en la guitarra del viento.
El río es un gran poeta
que dice un poema inmenso
en el lenguaje de Dios.
No le culpéis de los muertos
que los bandidos le arrojan
desesperados de miedo,
por escapar al castigo
que llegará justiciero.
El río es un gran poeta
que dice su poema inmenso.
El va cantando… cantando…
y la magia de su estro
está gestando amorosa
el canto del hombre nuevo,
con el crujir de protesta
de todos los esqueletos
de las víctimas que el odio
cobarde le echó a su lecho.
¡El río es el gran poeta
que cantará el poema inmenso!
Don Augusto Roa Bastos, premio Cervantes 1989, lo llamó a Julio Correa el Varón Torrencial debido a su lucha férrea contra las injusticias sociales, gracias al torrente de sangre que corría por sus venas y que generaba en él hermosos sentimientos de inquietud, nobleza y una suerte de romanticismo.
Correa ejerció además el periodismo, habiendo escrito sus Dialoguitos Callejeros en un diario de Asunción y en los que sus personajes populares comentaban sobre hechos cotidianos que acaecían en la capital. Y de allí pasó a escribir su primera obra dramática en los albores de la Guerra del Chaco (1932-1935): Sandía Yvygui (escrita en 1932, y traducida como Sandía Enterrada, en la que denuncia cómo algunos hijos de poderosos evitan ir a la guerra escondiéndose en los aljibes de sus casas). Fue estrenada en 1933 por la Compañía de don Julio en el Teatro Municipal de Asunción, con gran éxito. Y desde entonces no paró de escribir para el teatro; entre sus piezas más destacadas figuran: Guerra Ajá (Durante la guerra); Terejhó yevy frentepe (Regresa al frente de guerra); Peicha guarante (Así nomás tiene que ser); Ñane mbaera’y (Lo que no puede ser nuestro); Pleito riré (Después del pleito); Karu poka (Los mal alimentados); Karai Eulogio (Don Eulogio); Yvy jara (Los dueños de la tierra); Po’a nda ja jokoi (A la suerte no se la detiene), Honorio Causa (Por culpa de Honorio); Mboriahu róga (La casa del pobre); La culpa del bueno; Sombrero Kaá (El amante). En la mayoría de sus obras surgen tres temas: la guerra con sus injusticias, las miserias de los desposeídos, y la lucha por la tenencia de la tierra, convirtiéndose de esta manera en la voz de los sin voz, el paladín de los pobres, obreros y campesinos, combatiendo siempre contra latifundistas inescrupulosos, leguleyos corruptos y patrones injustos.
El poeta Hérib Campos Cervera –su compañero generacional– ha dicho: Correa sigue siendo el gran creador de imágenes de nuestro medio social y de nuestros problemas; dramas de la miseria, de la tierra, de la sangre y de los celos. Ásperas tragedias que cada día vive nuestro pueblo, mientras busca, dando manotones en la sombra, el camino de la libertad.
Durante la guerra del Chaco, Correa lleva su compañía de teatro y su mensaje al frente mismo de batalla, pero después debido al peligro de los aviones enemigos debieron volver a la ciudad de Concepción, donde las actrices trabajaron como enfermeras del hospital militar, y los actores llevaban su música y su humor a los soldados heridos.
El escritor Roque Vallejos nos dice en su libro La literatura paraguaya como expresión de la realidad nacional: Correa es el primer auténtico representante del teatro nacional. Si bien Correa escribió en lengua guaraní, su fuerza moral y estética desbordaron el idioma nativo, y lograron invadir con su cáustica realidad la estereotipada urdimbre de la sensibilidad del país. Sin lugar a dudas, podemos aseverar que Correa ha sido el padre del teatro paraguayo en lengua guaraní. No olvidamos, sin embargo, que antes de él existieron otros autores de obras en guaraní, pero nadie escribió con la cantidad y calidad de don Julio.
Sus espectáculos teatrales muchas veces no fueron tolerados por la autoridades y dictadores de la época. Esto le valió no pocas persecuciones y varios días en la cárcel. Pero el aplauso de su pueblo lo siguió estimulando para seguir escribiendo hasta sus últimos días. Fue el rey absoluto del Teatro Municipal de Asunción, desde su primer estreno en 1933 hasta la revolución civil de 1947, en que se vio obligado a retirarse a su casona. Su elenco se disolvió y algunos de sus actores tuvieron que partir al exilio. Tal vez, todos estos hechos aceleraron el estado de salud delicado de don Julio. Pero en su casa, esa guerra entre hermanos le impulsó a escribir poemas con fuerte acento de compromiso sociopolítico. Esto se puede comprobar fehacientemente en los poemas escritos por esa época. Para tal efecto, hemos escogido Parto, el cual fue dedicado al dramaturgo Arturo Alsina:
Es el dolor de todos la angustia cotidiana
de vivir oprimidos.
La guardia pretoriana,
cáfila de bandidos,
veja, atropella, mata y encarcela
y atentamente vela
por la vida maldita de un gobierno
que anhela ser eterno
cilicio, cruz, baldón
y vampiro que chupa el corazón
inmenso de la raza
más noble y más valiente.
El azote, el puñal y la mordaza;
y la befa inclemente,
la cárcel, el destierro y el insulto
y los asesinados boyando entre el tumulto
de las olas del río,
crimen horrendamente impío,
concreción espantosa de la malignidad
que de dolor al pueblo tiene harto…
Y es nada más que el gran dolor de parto,
Y, ya está por nacer la libertad!
Correa militó en las filas de lo que posteriormente fue el Partido Revolucionario Febrerista (PRF) cuyo líder fue el coronel Rafael Franco y quien encabezó el movimiento revolucionario después de la Guerra del Chaco, habiendo gobernado el país durante un año y seis meses (del 20 de febrero de 1936 hasta el 15 de agosto de 1937 ).
En la casa estaban pintadas tres letras F, que correspondían al eslogan popular entonces de: “Fe en Franco y Febrero”, ya que dicho coronel llevó las aspiraciones populares en su insurrección de febrero del 36. Hay también influencias anarquistas en el pensamiento correano, ideas que fueron traídas al país por inmigrantes españoles y principalmente por el escritor Rafael Barrett, que compartió parte de su vida con los mensúes de los yerbales del Alto Paraná, donde estos eran engañados y explotados a principios del siglo pasado.
En su faceta de narrador, Correa nos pinta sus personajes con su sello personal, llenos de su humor irónico en cuatro cuentos, productos tal vez de su aguda observación. Ellos son: Nicolasita del Espíritu Santo, crítica a la hipocresía y maledicencia de ciertos sectores sociales; El borracho de la casa, una suerte de fábula social contra el alcoholismo con un final insospechado; El Padre Cantalicio, que nos cuenta el caso de un bautismo frustrado debido al estado de amancebamiento del padrino; y El hombre que robó una pava, basado en sus experiencias en la cárcel, por el “delito” de denunciar los errores de los gobiernos corruptos para satisfacción de la saña de venganza de sus enemigos, al decir del brasileño Walter Wey.
La poetisa Delfina Acosta sintetiza sabiamente la labor de don Julio: Julio Correa fue un hombre de múltiples talentos, pues no solamente interpretó, con la inteligencia de un político y de un humanista de su tiempo, el drama de los desnutridos, de los hombres que trabajan por una paga miserable, sino que también supo dar existencia artística a cuanto observaba en su entorno. Ubicándose en el centro exacto de un pueblo avasallado en sus derechos, escribió obras teatrales de fuerte contenido social. Existía en el Paraguay de entonces, un teatro culto, dirigido a las élites asuncenas, y un teatro no culto, cultivado apasionadamente por Julio Correa, que, humanista al fin y al cabo, no podía dejar pasar el momento histórico que le tocaba vivir a América Latina, y, en especial, al Paraguay.
Don Julio Correa falleció en su casona de la ciudad de Luque, en la madrugada del 14 de julio de 1953. Estaban junto a su lecho su fiel esposa doña Georgina y el actor de su elenco Octaviano Franco. Las últimas palabras que el poeta le dijo a Optaciano fueron: “Ñande verso, umí ñande verso kuera mante opytá” (Nuestros versos, solo nuestros versos permanecen).
Editor: Alcibiades González Delvalle - alcibiades@abc.com.py
Fuente: Suplemento Cultural del diario ABC COLOR
Publicado en fecha 7 de Julio del 2013
Fuente en Internet: ABC COLOR DIGITAL/ PARAGUAY