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CAVE OGDON
  JOSÉ CUBILLA, SOLANO BENÍTEZ Y EL SENTIDO DE LA ARQUITECTURA SOSTENIBLE - Por CAVE OGDON - Domingo, 06 de Febrero de 2022


JOSÉ CUBILLA, SOLANO BENÍTEZ Y EL SENTIDO DE LA ARQUITECTURA SOSTENIBLE - Por CAVE OGDON - Domingo, 06 de Febrero de 2022

JOSÉ CUBILLA, SOLANO BENÍTEZ Y EL SENTIDO DE LA ARQUITECTURA SOSTENIBLE


Por CAVE OGDON


La casa que figuraba en los bosquejos no había sido diseñada por Roark, sino por la roca en la cual estaba asentada. Ayn Rand, El manantial.

Un futuro común

Si la primera mitad del siglo XX fue la época de los horrores bélicos y la explosión del consumismo, podría decir que su segunda mitad lo fue de la aparición de las primeras grandes dudas con respecto al impacto ambiental negativo por parte de la sociedad industrial y el porvenir del medio ambiente y los recursos disponibles a largo plazo.

Hacia fines de los años ochenta, a partir del informe Our common future (también conocido como Informe Brundtland, en alusión a su impulsora, la ministra noruega Gro Brundtland) presentado en 1987 en las Naciones Unidas, el cual reflexionaba sobre la viabilidad de un desarrollo con condiciones que permitiesen a las generaciones futuras disponer de recursos, comienza a hablarse del concepto de “desarrollo sostenible”. Este serviría como marco a lo que más tarde se denominaría arquitectura sustentable o ecológica.

El interrogante acerca de cómo satisfacer las necesidades del presente sin sacrificar las del futuro, cómo trascender el consumo irresponsable, característico de la lógica “usar-desechar”, incidió, entre otras disciplinas, en la arquitectura, en sus teóricos y ejecutores, si bien no de una manera generalizada y topándose con grandes renuencias.

En 1993, la Unión Internacional de Arquitectos incorporó el principio de sostenibilidad en la arquitectura. Un hecho no menor puesto que, cinco años después, fue posible la aparición de una primera declaración formal de principios de arquitectura sustentable gracias al trabajo de la Escuela de Arquitectura y Planeamiento Urbano de la Universidad de Michigan. Ya a comienzos del siglo XXI, en 2005, se avanzaba en la materia con el Primer Seminario de Arquitectura Sustentable, Sostenible y Bioclimática en la ciudad de Montería (Colombia).

Una intervención amable

Hoy es posible entender la arquitectura sostenible como aquella que aspira a intervenir en el espacio de su realización optimizando al máximo los recursos naturales de que dispone para así minimizar el impacto ambiental que pueda generar una determinada construcción. Aunque reflejada en última instancia en una ejecución concreta, comprobable en el medio físico en que se localice, se trata en el fondo de una forma de concebir el diseño arquitectónico, el cual buscará, en consecuencia, orientarse por parámetros bioclimáticos (orientación paisajística, hidrografía, ecosistemas del entorno), privilegiando la naturalidad en la ventilación e iluminación de un edificio y el empleo de materiales de construcción respetuosos con el medio ambiente.

Otros aspectos sensibles en este modo de encarar un proyecto arquitectónico tienen que ver con la gestión responsable de los residuos de construcción, la implementación deseable de energías renovables (energía solar o geotérmica) y la tentativa de conciliar, en un equilibrio armónico, las singularidades de la construcción con el entorno. En ese sentido, podemos observar mucho de esto en la instalación de jardines verticales en la fachada edilicia, algo que no solo permite crear un aspecto visual más amigable con el paisaje, sino un pequeño ecosistema que convive con otras estructuras artificiales.

En definitiva, la arquitectura sostenible representa un ejercicio de reflexión acerca de la manera en que nos desarrollamos como comunidad dentro de un ecosistema que, al igual que una membrana, es afectado por cada acción o estímulo que le imprimamos. De allí la necesidad de que el diseño de, digamos, una vivienda, incorpore consideraciones relativas a técnicas y materiales respetuosos con el medio ambiente, las condiciones objetivas del entorno, el consumo eficiente de energía y la reutilización de desechos.

Este tipo de arquitectura también revela una arista de contenido ético y social, pues presupone un relacionamiento con los posibles habitantes del lugar a ser intervenido y su inclusión en el desarrollo del proyecto, mediante acciones que contribuyan a su bienestar en diferentes niveles y que, inclusive, los transformen en actores sustanciales del proceso. Pensemos, en este punto, en obras que apelan a la sustentabilidad a través del empleo de ladrillos fabricados por los lugareños con la misma arcilla de su hábitat natural.

Indudablemente, la aplicación de la sustentabilidad en el hacer arquitectónico guarda relación con la imaginación holística y el compromiso para con los seres humanos de hoy y de mañana. Esta aproximación al espacio, más que avanzar con voluntad invasiva, lo que pretende es rodear el entorno como en busca de “huecos”, de posibilidades latentes sugeridas por la misma naturaleza, celosa de su delicado equilibrio.

Podemos observar un ejemplo de ello en el trabajo del arquitecto tailandés Suriya Umpansiriratana, cuyo enfoque se basa en la conciencia de la naturaleza mediante la construcción de estructuras ligeras y volúmenes espaciosos que crean una sensación de paz. En 2008, construyó el templo budista de Chonburi en Tailandia, con materiales extraídos de la jungla tailandesa.

Otro caso es el de la arquitecta iraquí Salma Samar Damluji, quien ha dedicado gran parte de su labor al estudio y preservación de El Hadramout, en la República del Yemen, una región especialmente representativa de antiguos conocimientos relativos a la “arquitectura de tierra”.

Una práctica ética

La arquitectura sostenible cuenta, en realidad, con numerosas corrientes y definiciones que se cruzan, sin embargo, en una misma práctica a nivel global. En ese aspecto, podemos mencionar el Global Award For Sustainable Architecture (Premio Global de Arquitectura Sostenible, en español) como uno de los principales espacios de referencia en materia de discusión sobre qué entendemos actualmente por arquitectura y desarrollo sostenibles, así como de visibilización de enfoques arquitectónicos innovadores y holísticos en comunidades de distintas regiones del mundo.

Cada año, el premio reconoce a cinco arquitectos por su contribución al desarrollo sostenible y un enfoque participativo de la arquitectura en las necesidades de las sociedades. Se trata de uno de los premios de mayor relevancia cultural en el campo de la arquitectura contemporánea, pues reúne a arquitectos de todo el mundo que comparten la ética de la arquitectura sostenible y la reflejan en sus proyectos, de modo a que sea posible fomentar la definición de la arquitectura como un agente de empoderamiento, autodesarrollo y derechos cívicos.

Fue instituido en 2006 por la arquitecta e investigadora Jana Revedin, en colaboración con la Cité de l’Architecture & du Patrimoine. En 2010 fue puesto bajo el patrocinio de la Unesco. Desde su creación ha contribuido a formar una comunidad con visión de futuro de investigación y experimentación colectiva en proyectos de desarrollo urbano. Entre los arquitectos galardonados en virtud de su contribución a la arquitectura sostenible se encuentran Wang Shu, Alejandro Aravena, Carin Smuts, Francis Kéré, por mencionar solo algunos nombres.

Recientemente fueron premiados los arquitectos paraguayos José Eduardo Cubilla, Solano Benítez y Gloria Cabral. Los otros distinguidos son Teresa Moller (Santiago de Chile); Severiano Porto (Manaus, Brasil), fallecido en 2020 y representado por Marcos Cereto, docente de la Universidad Federal de Amazonas; y Richard Sennett (Nueva York), sociólogo reconocido por sus estudios acerca de los nexos sociales en el entorno de la ciudad y los efectos de la vida urbana en los individuos en el mundo actual. Su libro Carne y piedra: el cuerpo y la ciudad en la civilización occidental (1994) es una de sus obras clave.

La última edición del premio fue, en realidad, en 2019, pero su concesión se pospuso hasta 2021 como consecuencia de la pandemia a nivel mundial. Se trata de la primera vez que arquitectos de nuestro país obtienen este galardón. Cabe mencionar que, al momento de la nominación, Gloria Cabral integraba el Gabinete de Arquitectura, junto a Solano Benítez.

José Cubilla: “¿Cómo generar el refugio ideal para la vida misma?”

Para José Eduardo Cubilla (Joseto), el figurar entre los arquitectos seleccionados por la Unesco significa esencialmente una pauta de acierto en términos del desarrollo de una arquitectura vinculada con lo social y lo ambiental en Paraguay. Según nos cuenta, de lo que se trata “es de entender la contemporaneidad a partir de los problemas que existen hoy en día: la superpoblación, el uso indiscriminado de los recursos, la falta de reflexión sobre nuestro actuar en el mundo”.

No obstante, considera que la idea de sostenibilidad no puede nunca ser un objetivo, sino que prefiere entenderla como “el inicio de toda investigación”. Y agrega: “Nos preocupa que se utilice esa palabra para justificar algunas acciones que realmente no se sostienen en el tiempo”.

En ese sentido, cabe afirmar que, en el caso de sus proyectos arquitectónicos, lo sostenible guarda estrecha relación con el sentido común. “La sostenibilidad es como respirar. Debería ser el abc a partir del cual podamos imaginar los hechos arquitectónicos en los lugares de la forma más amable posible con el entorno”, dice.

Para Cubilla, la arquitectura siempre genera un impacto donde se despliega, por lo que toda intención arquitectónica conlleva una tentativa de comprensión de la contemporaneidad, no como moda o tendencia, sino como estado actual del mundo. “Es un tiempo en el que necesitamos repensar lo que hacemos, cómo impactamos en los lugares, cómo actuamos en las ciudades y en los territorios, cómo afectamos a un entorno”.

Proyectar estructuras humanas en equilibrio con un espacio anterior ya existente significa considerar un abanico de operaciones que tienen que ver con aspectos biofísicos, socioculturales, logísticos, así como con los materiales disponibles, las ventajas ofrecidas por la naturaleza y la dinámica de la comunidad.

“¿Cómo generar el refugio ideal para la vida misma?”, señala Cubilla como la pregunta clave que un arquitecto debe formularse a la hora de analizar las herramientas que permitan la generación de mejores y más dignos lugares de convivencia.

Solano Benítez: “El discurso del arquitecto se escribe con piedras”

Solano Benítez observa en el premio concedido por la Unesco una constatación interesante entre las que pueden ser las ideas de un arquitecto y las prácticas mediante las cuales las materializa. “El discurso del arquitecto se escribe con piedras. Su palabra se construye. Todos sus valores deben poder estar dichos desde la obra, desde el hacer. No basta decir que un edificio es sustentable para que lo sea. Y, al contrario, no basta abrir los labios para poder constatar, a través de la arquitectura, cuando se trata de un hacer sustentable”, dice.

En ese sentido, afirma que el hecho de que un jurado especializado seleccione obras sustentables sin más procedimiento que el verificar que sean trabajos que permitan a los seres humanos vivir mejor en relación con la disponibilidad de sus recursos, la naturaleza y sus semejantes, habla de un trabajo cotidiano que, al igual que en numerosos países del mundo, también ha comenzado a desarrollarse en Paraguay con miras a un mayor equilibrio con el entorno y la forma de habitar unos con otros. Para Solano, la finalidad de toda arquitectura sostenible es velar por la habitabilidad de los seres en cuanto humanos, si bien se trata de un concepto variable a través del tiempo.

“Lo fascinante de la gran aventura humana es que la arquitectura se moviliza para cuidar la vida de las personas, ya sea usando agua congelada en forma de hielo para construir un iglú o armando una enramada de espesor importante para que los calores no terminen por deshidratarlas y calcinarlas. En ese sentido, utiliza el principal recurso común de todos los seres humanos, la inteligencia, para enfrentarse a su medio. Mediante la capacidad de aplicarla, intenta ese mejor vivir. Pero esa construcción se hace no solo en soporte de la vida individual o de decisiones unilaterales, sino en función de la habitabilidad de los humanos en cuanto se reconocen como colectivo, como seres que conviven, se custodian mutuamente, se cuidan, se protegen y se amparan”.

En todo caso, la discusión que genera este reconocimiento internacional radica en qué tipo de desarrollo urbano queremos como sociedad en un mundo de recursos finitos y complejos problemas habitacionales. En tiempos de exacerbada individualidad, de desatención por parte de las personas de su relacionamiento con los demás habitantes del planeta, Solano destaca la importante lección a que puede conducir esta distinción. “Qué fantástica lección nos da un premio como este, donde se celebran dos haceres en un mismo territorio, constatando que dos maneras de pensar, dos maneras de convocar la materia, son delicadas e importantes para la humanidad”.

Finalmente, refiriéndose a los proyectos que desarrolla desde hace años en nuestro país, demuestra gratitud por la oportunidad que ha tenido siempre de continuar un discurso que refleje una determinada concepción de habitabilidad con miras a un mundo mejor: “Aunque los trabajos se desarrollen en distintas locaciones, en realidad son obras que integran un solo y unitario discurso que se resuelve en el tiempo. Creo que la posibilidad de poder sostener estas ideas, de poder ir dejando la suficiente cantidad de testimonios de una manera de pensar, es un privilegio absoluto. Más, teniendo en cuenta que vivimos en una época en la que se pondera la inmediatez de una forma exacerbada, donde la novedad, la falta de compromiso y la estrategia de simplemente estar distraído y abandonar la custodia de los otros es lo corriente. Una suerte de ‘sálvese quien pueda’. Tal vez lo más interesante de mi ejercicio es poder mostrar que estas ideas tienen su réplica en arquitectura y en distintos otros haceres, lo cual nos permitiría construir una sociedad mejor en amparo de nuestros días”.


* CAVE OGDON (Asunción, 1987) es escritor. Ha publicado cuentos y novelas. Algunas de sus obras son Los incómodos (Arandurã, 2015, mención honorífica certamen literario Roque Gaona), Papeles de encierro (Arandurã, 2017), Luz baja (Aike Biene, 2018) y Perros del pantano (Póra, 2021).

Fuente: www.elnacional.com.py

Sección CULTURA

Domingo, 06 de Febrero de 2022



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