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DAVID VELÁZQUEZ SEIFERHELD
  LA FAMILIA EN EL PARAGUAY: FRAGMENTOS HISTÓRICOS (Parte II) - Por DAVID VELÁZQUEZ SEIFERHELD - Domingo, 18 de Diciembre de 2022


LA FAMILIA EN EL PARAGUAY: FRAGMENTOS HISTÓRICOS (Parte II) - Por DAVID VELÁZQUEZ SEIFERHELD - Domingo, 18 de Diciembre de 2022

LA FAMILIA EN EL PARAGUAY: FRAGMENTOS HISTÓRICOS

(Parte II)
 


Por DAVID VELÁZQUEZ SEIFERHELD


 




Pregunte a cualquier mujer paraguaya de bien, “¿cuándo, en los años recientes, las actitudes comenzaron a cambiar notablemente acerca del lugar de la mujer en la vida social y económica del país?”. La respuesta inmediata es siempre la misma: “Después de la Guerra del Chaco”. Informe del Departamento del Trabajo de los Estados Unidos, 1946

En esta segunda entrega, compartiremos algunos fragmentos que consideramos importantes, para entender cómo las instituciones del trabajo y la seguridad social influyeron, o pretendieron influir, en la familia.

Las instituciones del trabajo fueron creadas a partir de 1936, cuando se estableció el Departamento Nacional de Trabajo (DNT), como parte de la tregua política y sindical decretada por Rafael Franco. Si bien entre los fines del DNT aparece la regulación del trabajo de la mujer y de la niñez, no fue sino bajo la presidencia de Félix Paiva, quien llegó al poder como resultado de un golpe militar contra Franco, el 13 de agosto de 1937, que aparecieron las primeras normas que vinculaban de manera sistemática el trabajo de las mujeres y cierto tipo de familia. Entretanto, el gobierno de Franco amplió disposiciones ya existentes, como la obligación de que las industrias establecieran servicios de salud para sus empleados y familiares.

El trabajo era un contrato más, contemplado en el Código Civil, el cual establecía un marco general de limitaciones a la autonomía laboral de las mujeres. Por otra parte, otras normas, como la regulación de las 8 horas diarias de trabajo, el seguro de accidentes de trabajo, las disposiciones sobre el trabajo en minas, o la prohibición del pago en vales en los yerbales y obrajes, no constituían una unidad orgánica, sino que eran el resultado de la casuística. El establecimiento del DNT, en este sentido, comienza a dotar de cierta organicidad a aquel corpus disperso, aunque en ausencia de un código del trabajo en aquellos años, el Código Civil seguía siendo la norma principal de referencia.

Los beneficios familiares y la seguridad social

Aquí no se protege a la mujer embarazada, ella tiene que seguir luchando hasta el último día para ganarse el sustento diario. Y así, señores, viene el aborto, así nacen los niños enclenques, madres con poca leche, niños raquíticos: vienen los disturbios de los primeros días y meses y mueren con facilidad. Manuel Riquelme, 1935

El 9 de diciembre de 1937, el gobierno de Paiva decreta medidas que trascendieron en el tiempo: un conjunto de medidas adicionales a las del código penal, para reprimir el aborto; el establecimiento de la bonificación familiar por hijo y el permiso por maternidad en el trabajo con goce de sueldo. El decreto fue el 2.848, “Por el cual se establece la profilaxis y represión del aborto criminal y se estimula la natalidad”.

La bonificación familiar por hijo comenzó como una iniciativa de empresas europeas, a inicios del siglo XX, alineadas a la Doctrina Social de la Iglesia, especialmente a las orientaciones de la Rerum Novarum¸ la encíclica sobre los obreros. El alejamiento de las mujeres del hogar, para trabajar, no era bien visto no solo por la Iglesia Católica, sino por los sectores conservadores en general. Que las empresas por cuenta propia (para evitar la intromisión del Estado) establecieran un sobresalario por cada hijo legítimo de varón trabajador casado, evitaría, se pensaba, que las esposas se vieran en la obligación de trabajar. El trabajo fuera del hogar, y de la educación de los hijos, no se correspondía con la naturaleza de la mujer, “nacida para las labores domésticas”.

En relación con el decreto del gobierno paraguayo, el mismo fue ampliado por otro, promulgado el 24 de diciembre de 1937, que restringía el beneficio de la bonificación familiar a la condición de que “el hijo procreado sea legítimo y resida en el territorio nacional”. Otra medida importante fue la prohibición de despido de las mujeres embarazadas, así como de los varones casados que aguardaban la paternidad.

Para el cuidado de la salud familiar, por otra parte, en 1938 fue creado un servicio dirigido a las embarazadas y gestantes: la Escuela de Visitadoras Polivalentes de Higiene, antecedente de la actual Escuela de Trabajo Social. El servicio estaba orientado a formar, entre las mujeres, personal adecuado para el cuidado de quienes concurrían a los servicios de maternidad y a las parturientas. Brindaban, al mismo tiempo, educación en temas de higiene y puericultura a las madres. Su labor no se restringía al hospital sino que, además, visitaban a las mujeres en sus hogares. Ese mismo año comenzó a exigirse un certificado médico prenupcial a los contrayentes, con la idea de prevenir posibles afecciones durante el embarazo que pusieran en riesgo la vida de las mujeres y/o de sus hijos.

Puede quizás pensarse que la disminución, tenue pero sostenida, de los porcentajes de “ilegitimidad” de hijos que aparece en la primera parte de estas notas, guarde alguna relación con estas y otras disposiciones similares, por ejemplo, la creación del Instituto de Previsión Social.

El Instituto de Previsión Social

A inicios de 1943, la dictadura de Morínigo unificó los seguros existentes: maternidad, accidentes y jubilaciones, bajo la administración de un único organismo: el Instituto de Previsión Social. La administración general del Instituto recayó en el Ministerio de Salud Pública, que pasó a denominarse Ministerio de Salud Pública y Previsión Social. En el considerando del Decreto-Ley 17.071 del 18 de febrero de 1943, se mencionan, entre otras, las siguientes razones:

  • “Cuidar de la Maternidad es función fundamental de toda Sociedad civilizada”;

  • “Para gozar plenamente de las libertades fundamentales, todo varón y mujer deben estar biológica y económicamente protegidos frente a los riesgos sociales y profesionales, en función de una solidaridad organizada”; y,

  • “La aspiración común es el mejoramiento constante del bienestar material y espiritual de la familia”;

  • “Mejorando la higiene y cuidando la salud de las personas, disminuirán las defunciones, con lo que aumentará la vitalidad de la Nación, y su progreso será más rápido.”

El IPS también asumió funciones de vigilancia del cumplimiento de las normas sobre permisos y beneficios familiares, y en más de una ocasión advirtió y sancionó a empresas que violaban dichas normas, aun cuando los problemas sobrepasaban largamente los recursos disponibles. Además, promovió inversiones de sus recursos en, por ejemplo, viviendas económicas para trabajadores.




Las diferencias salariales entre hombres y mujeres

El 2 de octubre de 1943 se estableció, por Decreto-Ley 620 del General Morínigo, el salario mínimo, “remuneración suficiente que le permita subvenir a las necesidades de una vida decorosa”, teniendo en cuenta “el costo de vida de una familia obrera”, y que debía ser percibido por “todo trabajador sin diferencia de sexo ni de nacionalidad” (artículo 1º). Sin embargo, un poco más de tres meses después, el 25 de enero de 1944, por Resolución 5 del Departamento Nacional del Trabajo, se estableció que:

“El salario mínimo fijado para el trabajo de mujeres será equiparado al de los varones siempre que el rendimiento en el trabajo sea igual, previa constatación por el Departamento Nacional del Trabajo”.

En general, y hasta 1961, formó parte de las escalas salariales, la diferencia de asignaciones entre varones y mujeres por el mismo trabajo. Una resolución de 1951, del Departamento Nacional de Trabajo, expresa:

“Que el Superior Gobierno de la Nación debe amparar a la mujer en la retribución de sus trabajos por el papel preponderante que ella cumple en el seno de la sociedad y dadas las circunstancias de que muchas y gran parte de ellas laboren impelidas por la necesidad urgente de vivir, y ya que carecen de los medios o el apoyo necesario para afrontar las necesidades cotidianas propias y de la familia”.

“Que no obstante, constituir un principio ecuménico de igualdad de retribución del hombre y la mujer en igual trabajo y mediando igual productividad, el Honorable Consejo de Salarios, y por su parte el Honorable Consejo del Departamento Nacional de Trabajo han considerado no observar estrictamente este principio en salvaguarda de intereses muy elevados de la familia, fundamento y base de nuestra sociedad que no debe ser descuidado en todos los casos” […]

Estas disposiciones nos permiten notar la estrecha relación entre los conceptos de mujer-familia- madre, muy fuertemente vinculados con la doctrina de la Iglesia Católica, aunque asumidos también por otros referentes intelectuales y sectores conservadores.

La aprobación del Código del Trabajo, por Ley 729 de agosto de 1961, también le dio al salario mínimo un carácter familiar: “considerándolo como jefe de familia”, señala la norma. Igualmente, establece como base “el salario de vida de la familia obrera”. El código también prohibió las discriminaciones salariales por sexo, aunque estas continuaron, incluso hasta hoy en algunos casos y áreas.


 
 

El cuidado de la salud de la niñez

Las expectativas respecto de la salud de la niñez condicionaban también los proyectos familiares. En el Paraguay, durante décadas, la morbimortalidad infantil fue considerada el problema social principal, aunque las posibilidades reales de atención de la problemática eran inversamente proporcionales a los exiguos medios con que contaba para ello el Estado. La salud escolar constituyó una preocupación central.

El primer servicio médico escolar fue creado en 1910, pero para 1917 solo tenía dos profesionales. Luego, en 1926, fue creado el Cuerpo Médico Escolar, que inicialmente dependió de la Dirección General de Escuelas, pero luego, en 1932, pasó a ser parte de la Facultad de Medicina; y en 1936, con la creación del Ministerio de Salud Pública, pasó a formar parte del mismo bajo la denominación de Inspección Médica Escolar. En 1940 se realizó la primera encuesta sobre mortalidad infantil y, ese mismo año, se creó el servicio de comedores escolares, financiado con el 15% de las rentas municipales y, si fuera necesario, con recursos complementarios de las familias. Entretanto, en 1938, se creó la Sociedad Paraguaya de Pediatría y Puericultura.

La distancia entre las buenas intenciones y la realidad queda en evidencia en cuadros como el siguiente, en el que se nota cómo hasta fines de la década de 1950 los porcentajes de mortalidad infantil eran alarmantes.


 
 

El papel de la educación en la reproducción del imaginario sobre las mujeres y el trabajo

Reproducimos a continuación ideas que fueron parte del discurso, básicamente negativo, sobre las mujeres y el trabajo fuera del hogar, aparecidas en libros escolares, secundarios y universitarios de época. El rechazo estaba vinculado por entero al papel que se atribuía a la mujer en tanto madre y parte de la familia.

“3º. Hace posible que los niños sustituyan a los adultos en el trabajo, acarreando esta situación un grave daño a los adultos sin favorecer a los niños. Favorece, así mismo, el empleo de las mujeres en grandes empresas, causando iguales perjuicios, si no más, que en el caso de los niños”. Cartilla de Economía. Escuela Nacional de Comercio, 1917, al referirse a las desventajas de la división del trabajo.

“Que las exigencias de la sociedad moderna, el progreso de la civilización industrial bajo el impulso de nuevas condiciones económicas, arrojan a la mujer, las más de las veces fuera de su voluntad, en el peligroso torbellino de la vida colectiva; todo lo cual hace indispensable que se facilite a la mujer los medios necesarios para que no sea vencida en la lucha por la vida que ella emprende con igual tenacidad que el hombre. […] se impone como una solución perentoria y urgente la creación del Colegio Nacional de Niñas, que además de poner término a la inconveniente promiscuidad de sexos en un mismo instituto de enseñanza, permita la inclusión en su plan de estudios de algunas asignaturas necesarias para completar la educación femenina”. Decreto 4.369 del 10 de febrero de 1938, de creación del Colegio Nacional de Niñas.

“La posición de la mujer en el campo económico es compleja. Su verdadera misión: la de maternidad, la eleva a un rango moral de altísima jerarquía que le acuerda títulos de representar sujeto más pronunciadamente social que económico […] Sólo la presión de necesidades sin entrañas, el padecimiento de una pobreza más o menos excesiva, obliga a los hombres a tolerar que la mujer alterne y comparta con ellos las responsabilidades de la producción económica. […] Ella es, como madre, la reina pudorosa del hogar y dentro de esa órbita de influencia, maneja con mano hábil y criterio justo los recursos económicos que aporta el hombre para la crianza y sustento de la familia. […] Cuando la mujer se entrega decididamente a patrocinar y regentear empresas económicas, deserta de su esfera propia, y se produce respecto de ella una subversión de papeles con desnaturalización de su augusta misión, que le hace correr el peligro de caer en un hermafroditismo psíquico. Debe preservársele de semejante degeneración en homenaje al bienestar y grandeza de la familia”. Emilio García, Economía Política, 1942.

“El excesivo trabajo de las mujeres les es sumamente dañino, por ser ellas más débiles que los varones; el trabajo conjunto con hombres lleva a la inmoralidad; los nonatos aumentan en proporción terrorífica, así como la mortandad de los lactantes; las obreras casadas no pueden descuidar su familia y su hogar; el resultado es el descuido de los niños y el apeligramiento de la paz doméstica y de la moral del hombre, cuyo hogar se ve tan descuidado”. Rodolfo Ritter y Juan Berthomier, Apuntes de economía política, 1952.


 

Pocas eran las voces disidentes con respecto a estas ideas negativas acerca del mundo, el trabajo y la condición de las mujeres. Una de ellas fue la del jurista Luis Frescura y Candia, que en su obra Curso de Legislación del Trabajo, de 1940, señaló: “Sería del todo injusto el incapacitar a las mujeres a ganarse el sustento honradamente con su trabajo, en este siglo de las luces que preconiza con inusitado énfasis la igualdad de los sexos y la total emancipación de la mujer”.

(Continuará…)


Fuente: www.elnacional.com.py

Sección CULTURA

Domingo, 18 de Diciembre de 2022



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