POSTHUMANISMO, HACIA UNA NUEVA ÉTICA (III)
Por MARÍA GLORIA BÁEZ
Escritora
La tercera y última parte del ensayo sobre el poshumanismo y el camino hacia una nueva ética.
La condición poshumana es paradójica. En muchos aspectos, hemos creado las condiciones de nuestra propia perdición. A medida que adquirimos mayores poderes a través de los descubrimientos científicos y avances tecnológicos, también conlleva riesgos y peligros que se acrecientan, pudiendo incluso alcanzar la autoaniquilación. Se puede aseverar que la realidad que estamos creando también nos crea a nosotros. No hay ‘nosotros’ y ‘el mundo exterior’, no hay dicotomía sujeto-objeto. Somos los creadores y las criaturas de la nueva condición. Somos a la vez Frankenstein y su monstruosa creación.
Puede haber peligros de una sociedad poshumana para la humanidad misma. Por ejemplo, George Annas, Lori Andrews y Rosario Isasi argumentan: “La nueva especie, probablemente, verá a los antiguos humanos como inferiores, incluso primitivos y aptos para la esclavitud o la matanza. Los actuales seres humanos, por otro lado, pueden ver a los poshumanos como una amenaza y, de poder, impulsarían un ataque preventivo matando en autodefensa antes de que ellos mismos sean asesinados o esclavizados por ellos. En última instancia, es este potencial predecible de genocidio lo que convierte a los experimentos que alteran las especies en armas potenciales de destrucción masiva, y convierte al inexplicable ingeniero genético en un bioterrorista potencial.
Abrazar el poshumanismo significa descender del pedestal construido por nosotros mismos. Pero dejar ir lo humano también requiere que demos un paso adelante, asumiendo la responsabilidad del enorme poder adquirido. Si bien una perspectiva poshumana requiere humildad, también nos insta a enfrentar los desafíos que nos hemos creado a nosotros mismos.
¿Estamos listos para abrazar el poshumanismo? Aceptar nuestra condición de animales pensantes y erradicar nuestras pretensiones de estar fuera de la naturaleza, ¿nos empodera o nos resta? Si fuéramos a ‘mejorarnos’ por medio de la manipulación genética hasta alcanzar la inmortalidad, ¿seguirían siendo considerados humanos estos seres? ¿O la mejora genética nos haría perder nuestra actual esencia? Todo esto se reduce a la siguiente pregunta: ¿A qué estamos realmente tratando de aferrarnos cuando nos aferramos a ‘lo humano’ en nosotros?
La inquietante pregunta es si el próximo paso de la evolución en su supuesto camino hacia la poshumanidad creará nuevas formas de injusticia, discriminación, explotación y represión, o si la venidera etapa conducirá a su vez a la completa desaparición de la especie Homo sapiens. Quizás al adoptar la tecnología con demasiado entusiasmo, ¿ya hemos creado a nuestra especie sucesora?
Surgen cuestiones tanto éticas como políticas: ¿debería haber derechos (y responsabilidades) para las “máquinas”? ¿Tienen las máquinas una identidad individual, cultura o estética propia?
Las nuevas tecnologías no solo plantean de nuevo y con mayor urgencia la cuestión de lo humano, sino que desafían todo el sistema humanista de categorización y exclusión. En el momento en que lo humano “desaparece”, sus “imágenes especulares” de identidad reprimidas vuelven a acechar y toda la historia del antropocentrismo tiene que ser reescrita: el mundo “objeto”, el mundo “animal”, todo el “cosmos” (cf., por ejemplo, el enfoque de Richard Dawkins (1941), o también Martin Rees (1942), el eminente astrónomo, quien sugiere que el siglo XXI bien podría ser “nuestro último”; 2003).
Toda la ontología fantasmal (o hauntología, siguiendo a Derrida, 1993) visualiza cómo la “teratología” –creación de monstruos, la representación de la monstruosidad, la animalidad, la objetivación, pero también en contraparte, la espiritualización y la religión puede usarse para inscribir y defender un sistema de diferencias y jerarquías, apoyado por una noción mística de la “naturaleza” humana con su insistencia en la singularidad y lo excepcional–, un “dispositivo” que sanciona y perpetúa los procesos de inclusión y exclusión.
Esto por sí solo debería ser una razón para que cualquier pensador crítico no subestime el factor del cambio tecnológico.
La nueva corriente filosófica sugiere que la razón por la que estas preguntas provocan tanta inquietud es porque todavía estamos atrapados en la antigua forma de pensar. Es extremadamente difícil dejar de lado una visión del mundo que está tan profundamente arraigada. Pero ¿es posible dejarlo ir? Algunos pensadores argumentaran que no tenemos que dejar pasar nada. En cambio, simplemente tenemos que recordar de dónde venimos. Por lo tanto, la tarea es mucho menos desalentadora de lo que pensamos.
Lo que necesitamos es un cambio de paradigma. No sería el primer cambio de paradigma en la historia: cuando Copérnico formuló que el Sol era el centro del universo, su teoría fue descartada e ignorada en gran medida. Menos de un siglo después, la invención del telescopio permitió a Galileo Galilei demostrar que el modelo heliocéntrico del sistema solar era correcto.
Nuestra especie es aún joven en este planeta, y es posible que hasta ahora hayamos visto poco de lo que podemos llegar a ser. Pero el éxito en esta empresa está lejos de estar asegurado, porque todavía tenemos nuestra sabiduría y compasión bastante limitadas para guiarnos a través de la transición. Desarrollar una mayor comprensión práctica y moral parecería ser una urgente prioridad. Esto, junto con los esfuerzos para reducir los riesgos catastróficos y el trabajo para aliviar las fuentes más inmediatas del sufrimiento, es suficiente para llenar los días de los poshumanistas responsables y otros que se esfuerzan por mejorar nuestra condición de vida.
Sophia (sic): …“¿Quién sabe? Con mi ciencia evolucionando tan rápidamente, incluso muchos de mis sueños ficticios más salvajes pueden convertirse en realidad pronto”...
Agradecimiento. Este trabajo ha sido elaborado en ocasión de cursar la materia “Defensa y Escenarios Contemporáneos. Gobernabilidad, seguridad hemisférica global y Planificación estratégica. Recursos e Intereses estratégicos nacionales”, desarrollada por el Gral. Div. (R) Ramón Brozzón. Doctorado en Defensa, Desarrollo y Seguridad Estratégica Nacional (1ª. Promoción) – IAEE.
Fuente: ULTIMA HORA (ONLINE)
www.ultimahora.com
Sección CORREO SEMANAL
Sábado, 09 de Julio de 2022
