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GUSTAVO REINOSO

  LOS ENVENENADOS CAMPOS DE LA CENSURA - Por GUSTAVO REINOSO - Domingo, 30 de Mayo de 2021


LOS ENVENENADOS CAMPOS DE LA CENSURA - Por GUSTAVO REINOSO - Domingo, 30 de Mayo de 2021

LOS ENVENENADOS CAMPOS DE LA CENSURA


Por GUSTAVO REINOSO

 

gustavoreinoso1973@gmail.com

El espectro de la censura acompaña al cine desde sus comienzos, escribe el crítico Gustavo Reinoso a propósito de la carta que la Asociación Paraguaya de Productores y Exportadores de Carne remitió a la Unión Europea para manifestar su rechazo por la proyección del documental Los campos envenenados del Paraguay, en el XII Ciclo de Cine Europeo en Asunción.

A mediados del siglo V antes de Cristo, agobiados por el excesivo trabajo que gobernar la belicosa capital del Lacio les imponía, los cónsules de la república romana solicitaron la creación de un nuevo tipo de magistrados, exclusivamente dedicados a contar periódicamente el número de ciudadanos, elaborar las listas de senadores y vigilar la vigencia de las buenas costumbres y la moral tradicional entre los ciudadanos y el pueblo. Crearon así la dignidad del «Censor». El más famoso de ellos fue Marco Porcio Catón (239-149 a. C.), que pasó a la historia precisamente con el apelativo de «el Censor» y al que jamás debemos confundir con su bisnieto del mismo nombre, ilustre adversario de Julio César.

Catón censuraba la excesiva ostentación de joyas en el ornato femenino y la audacia en el vestir de las damas romanas, aconsejaba el ahorro, la austeridad y vender a los esclavos cuando estos envejecían para el trabajo. Líder del sector más retrógrado y conservador de la aristocracia romana cuando tuvo mando militar en España, su administración se caracterizó por la inmisericorde explotación de los recursos, la extrema crueldad con los pueblos sometidos, matanzas punitivas sin discriminar a mujeres y niños y una concienzuda honestidad con los fondos públicos. Este dechado de virtudes republicanas tenía por costumbre proclamar en público su desprecio por la literatura, el teatro, la filosofía y el pensamiento griegos, por entonces asimilados con entusiasmo por la facción cosmopolita y educada del patriciado romano, como los Escipiones. Catón, orgullosamente, declaraba su ignorancia en tales materias. Tampoco era de su agrado la medicina griega: tenía por mejor medicina los conjuros y oraciones a los dioses, antes que los tratamientos de los continuadores de Hipócrates. La prosperidad ajena lo hería profundamente; durante años torturó a los senadores romanos finalizando todos sus discursos, cualquiera fuera el tema de estos, con la frase: «Carthago Delenda est». Cartago debe ser destruida: el exterminio de una civilización entera, que resultó de la tercera guerra púnica, lo tiene como principal instigador, acontecimiento que no llego a ver. El funesto censor falleció a los 86 años, tres antes de que la destrucción de Cartago a manos Roma se cumpliera. Existe una interesante película italiana, Escipión el africano, del año 1971, sobre el enfrentamiento entre Escipión y Catón, dirigida por Luigi Magni y protagonizada por Marcelo Mastroianni como Escipión y Victorio Gassman como Catón.

El espectro de la censura acompaña al cine desde el principio, a veces solapándose con motivos razonables, cuando temas, argumentos o ideologías subyacentes en obras cinematográficas nos parecen insoportablemente despreciables. En 1915, en los Estados Unidos se estrena el filme El nacimiento de una nación, de David W. Griffith. En el aspecto técnico, la película supuso un fundamental avance en la narración visual; el uso del plano general y el plano corto, la sucesión continua de tomas y el movimiento de la cámara revolucionaron la forma de hacer películas. Es su trama lo que aún hoy, más de cien años después de su estreno, sigue generando polémica alrededor de su exhibición. La película trata sobre cómo, en una pequeña ciudad de Carolina del Norte, tras la guerra de secesión, el Ku Klux Klan impone orden y justicia reprimiendo los abusos de los negros, quienes se dedican a robar, asesinar y violar mujeres blancas en venganza contra sus ex amos. El nacimiento de una nación fue un gran éxito de taquilla, y su estreno en varias ciudades estuvo acompañado de violentos disturbios raciales; ante esto, las alcaldías de varias ciudades estadounidenses, como Chicago, Denver o Pittsburg, simplemente cancelaron su estreno.

La obra de D. W. Griffith, porta en sí misma una de las trampas peligrosas que trae aparejado el tema de la censura: la tentación de justificarla, de secundarla, de consentirla. Las deleznables premisas argumentales de El nacimiento de una nación y filmes similares no deben apartarnos de la convicción de que una película puede ser juzgada, criticada e incluso despreciada, pero jamás debe impedirse su exhibición, ni conculcarse el derecho a la expresión artística.

En todo tiempo y lugar, el humor fue un medio demoledor para denunciar o poner de manifiesto realidades incomodas para los poderosos. El 15 de octubre de 1940 se estrenaba en Nueva York El gran dictador, de Charles Chaplin; a finales de 1940, estaba previsto su estreno aquí, en Asunción, pero, según cuenta José Luis De Tone, citado por el historiador Alfredo Seiferheld en su libro Nazismo y Fascismo en el Paraguay: los años de la guerra, una primera copia de El gran dictador llegó por tren desde Buenos Aires, pero en el trayecto desde la estación a la sala de exhibición fue secuestrada por un grupo de simpatizantes nazis, que luego la destruyó en los bajos adyacentes al Palacio de López; otra copia del filme fue quemada en una manifestación nazi frente al cine teatro Granados, situado en el lugar que hoy ocupa el hotel del mismo nombre. El 25 de enero de 1941, la Municipalidad de Asunción, en uso de sus atribuciones de superintendencia de los espectáculos públicos, prohibía oficialmente la película, con la justificación de que el filme de Chaplin lesionaba los sentimientos de nacionalidad del pueblo alemán y del pueblo italiano, con cuyos gobiernos el Paraguay mantenía «cordiales relaciones de amistad». Hizo falta el bombardeo a Pearl Harbor y la debacle de la ofensiva germana contra Moscú para que el siempre cauteloso y atento a la dirección del viento Gral. Higinio Morínigo, presidente del Paraguay, retornara gradualmente a la órbita norteamericana, alejándose de las potencias del Eje. Triunfalmente y con gran éxito, El gran dictador se estrenó en Asunción el 6 de mayo de 1942, en el entonces cine Granados de la capital.

En estos días la censura ha asomado su feo rostro ante nosotros por medio de una destemplada misiva, no exenta de paradójico y un poco ridículo chauvinismo, teniendo en cuenta que muchos de los terratenientes de este país son extranjeros. En su carta, dirigida al embajador de la Unión Europea, la Asociación Paraguaya de Productores y Exportadores de Carne, APPEC, solicitaba que el documental titulado Los campos envenenados del Paraguay fuera inmediatamente retirado de la programación del XII Ciclo de Cine Europeo en Asunción, que se desarrolla en forma virtual hasta este 30 de mayo, y, a renglón seguido, exigía el retiro de cualquier apoyo de la Unión Europea a dicho documental. Naturalmente, la autoritaria solicitud fue desestimada.

El documental, o mejor dicho el reportaje periodístico televisivo Los campos envenenados del Paraguay, es una producción de Premieres Lignes, con la participación de France Televisions, dirigida por el periodista Martin Boudot, realizada en 2018. El reportaje muestra características de la explotación agrícola empresarial en nuestro país que no son un secreto para nadie: depredación de bosques, fumigación intensiva, en circunstancias violatorias de las reglamentaciones vigentes, y uso de pesticidas y agroquímicos cuyo empleo está prohibido en países europeos.

Lo fundamental del reportaje es su crónica del estudio realizado por el equipo científico liderado por la Dra. Stela Benítez Leite y el equipo del laboratorio de Toxicología Genética de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Católica «Nuestra Señora de la Asunción» y financiado por el Conacyt. El estudio consistió en el análisis comparativo del ADN de 43 niños de una localidad expuesta a la fumigación constante de plaguicidas al estar rodeada de plantaciones de soja, San Juan, departamento de Canindeyú, y otros 41 niños de una localidad libre de soja, donde se practica la agricultura orgánica sin plaguicidas, la compañía denominada Sargento Báez, en Arroyos y Esteros, departamento de Cordillera. Los resultados arrojaron que los niños expuestos a los plaguicidas tienen un alto porcentaje de células dañadas que acrecienta el riesgo genético de padecer enfermedades como cáncer, mal de Parkinson o diabetes. La difusión de estos resultados motivó la irá de los autodenominados «sectores productivos» de nuestro país.

La información contenida en el reportaje no solo no debe ocultarse sino que, por el contrario, debe impulsar mayores y mejores investigaciones para determinar fuera de toda duda los riesgos del agronegocio en continua expansión en el país. Lamentablemente, la cerril mentalidad de un sector de tanto poder económico e influencia política como los terratenientes confirma nuestro pesimismo sobre la suerte de esta tierra.


 

Fuente: Suplemento Cultural del diario ABC COLOR

Domingo, 30 de Mayo de 2021

Página 4

www.abc.com.py

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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