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Wolf Bandurek (+)
  TORMENTA, 1945 - Óleo de WOLF BANDUREK


TORMENTA, 1945 - Óleo de WOLF BANDUREK

TORMENTA, 1945

Óleo sobre lienzo de WOLF BANDUREK

80 x 66 cms.




Fuente:

UNA INTERPRETACIÓN DE LOS ARTISTAS PARAGUAYOS - SIGLO XX

Textos: MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ,

TICIO ESCOBARLULY CODAS

Asunción-Paraguay 1999

 

 

PROLOGO

La exposición "SIGLO XX - UNA INTERPRETACIÓN DE LOS ARTISTAS PARAGUAYOS" es un homenaje a aquellos que, por medio de su sensibilidad y de sus obras, dejaron un legado de imágenes representativo de la circunstancia paraguaya a lo largo del siglo. La visión panorámica de la exposición se extiende desde el academicismo a las técnicas experimentales de los artistas contemporáneos, como un puente sobre ese período de gran densidad histórica que constituye el siglo XX. En ella encontramos, lado a lado con los artistas paraguayos, a los extranjeros que eligieron el Paraguay como punto de referencia para la ejecución de sus trabajos. Diversas fueron las causas que condujeron a esos artistas extranjeros al Paraguay. En el caso de uno, Livio Abramo, se puede decir que hubo intención que sirviera de soporte para la implementación efectiva de una cooperación cultural y educacional. El Brasil participó de la creación del Instituto Paraguay-Brasil, del Instituto de Humanidades, de la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Asunción y del Colegio Experimental Paraguay-Brasil. Todo eso y las múltiples actividades llevadas a cabo por la "Escolinha de Arte" y el Sector de Artes Visuales de la Misión Cultural Brasileña primero, y más tarde, del Centro de Estudios Brasileños, son muestras de la importancia atribuida por el Brasil a la cooperación educacional y cultural con el Paraguay. Al acercarnos al fin del siglo XX sentimos la necesidad de echar una mirada hacia atrás y recordar el largo camino que hicimos juntos. Es una oportunidad para detener las labores del día a día y encontrar en las imágenes que brotaron de la creatividad de esos artistas la visión del tiempo que a cada uno le tocó vivir. Es quizás también una oportunidad para descifrar los signos de la actualidad y entender que en esa mirada hay una proyección hacia el futuro.

BERNARDO PERICÁS NETO

Embajador de Brasil - Diciembre, 1999

 

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Las obras reproducidas en esta publicación fueron parte de la muestra SIGLO XX - UNA INTERPRETACIÓN DE LOS ARTISTAS PARAGUAYOS - que reunió una parte significativa del arte paraguayo de los últimos cien años - realizada en la Galería de Arte LIVIO ABRAMO, del Centro Cultural de la Embajada de Brasil, del 3 al 17 de diciembre de 1999, con los auspicios de los Ministerios de Cultura y de Relaciones Exteriores de Brasil.

Curador de la muestra MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ

Montaje y coordinación ANA SCAPPINI

Agradecimientos: Vice Ministerio de Cultura// Museo Nacional de Bellas Artes// Centro de Artes Visuales/Museo del Barro// Verónica Torres// Pequeña Galería// Galería Belmarco// Galería Fábrica// Scappini-Lamarca - Oficina de Arte// Colecciones Privadas

Fotografía : CARLOS BITTAR PERINETTI

Cuidado de la edición: HUGO DUARTE MANZONI// SANTIAGO ALCÁZAR

 

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UN ADIÓS AL SIGLO XX

Se acaba el siglo. El tiempo cronológico será una reducción arbitraria, pero para el imaginario social es algo más que una ficción: en nuestras culturas le llamamos historia. Y algunos años después del entierro de la historia y del fin de las ideologías según algunos creyentes, resulta cada vez más claro que ni la historia ni las ideologías han llegado a su fin. El mundo sigue andando, para mal y para bien.

Fin de siglo: un momento en el río del tiempo, un instante para detenernos y echar una mirada a estos cien años pasados, en particular, ahora, a los hechos de nuestro arte enmarcados por el siglo, es decir, a las múltiples experiencias que marcaron esta historia, desde los primeros pasos hacia la modernidad, esa inasible modernidad que se inserta hoy en lo que algunos llaman posmodernidad, en todo caso eso que adquirirá un nombre en los años por venir, en el siglo XXI.

Por un lado, los viejos maestros que fundaron el arte paraguayo de este siglo, por otra parte, en el otro extremo, los que llevarán el fuego de la creación artística al tiempo nuevo: un siglo de historia del arte paraguayo. Así, seguimos andando: se hace camino (hacemos historia) al andar...

MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ

 

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INDICE

UN ADIÓS AL SIGLO XX - MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ

DEL IMPRESIONISMO A LA MODERNIDAD - MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ

ARTE NUEVO:

*.- LA MODERNIDAD QUEBRANTADA - TICIO ESCOBAR

*.- EL ARTE. PARAGUAYO Y LAS NUEVAS FORMAS DE LA BELLEZA EN LAS DÉCADAS DEL 60 Y 70 - LULY CODAS

*. HACIA EL SIGLO XXI - MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ

IMAGEN Y COLOR// DETALLES TÉCNICOS DE LAS OBRAS PUBLICADAS

 

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DEL IMPRESIONISMO A LA MODERNIDAD

Por MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ

 

En la última década del siglo XIX aparecen las primeras manifestaciones artísticas de la posguerra del 70 con dibujantes y pintores de los cuales a veces queda muy poco más que sus nombres, registrados por la prensa local de la época. Alguno, como el italiano Guido Boggiani, traía un bagaje cultural extenso y sólido; los más sólo son puntos de referencia un tanto vagos para una historia artística incipiente, que sólo en el siglo XX irá adquiriendo una configuración más definida. A Héctor Da Ponte (1879-1956), también italiano, le tocaría desarrollar una actividad más extensa y continua, convirtiéndose en el maestro de un grupo de pintores que en la primera década de este siglo van a continuar sus estudios en Europa, generalmente en Italia.

En 1954, con la exposición colectiva que varios artistas presentaron en vitrinas comerciales de la calle Palma, bajo la denominación de "Primera Semana de Arte Moderno Paraguayo", se inicia un movimiento artístico que, un poco tardíamente, afirma la modernidad estética en las artes plásticas del Paraguay.

Con esto no se quiere decir que la modernidad artística ligada a los vanguardismos históricos tiene como hito inicial en nuestras artes la fecha mencionada. En realidad, como ya hemos observado en otras ocasiones, no son pocas las manifestaciones que implican una clara voluntad de modernidad estética en varios artistas paraguayos y extranjeros desde la década del 20, por lo menos, hasta el momento (1954) en que el "GRUPO ARTE NUEVO" decide manifestarse colectivamente mediante aquella "SEMANA DE ARTE MODERNO".

De una manera muy tímida -y que no tendrá consecuencias posteriores-, en la primera generación de artistas de este siglo (especialmente en PABLO ALBORNO y JUAN A. SAMUDIO) aparecen rasgos pictóricos afines al impresionismo. Pero esos artistas, sin excepción, al terminar su período de estudios en Europa, a donde habían ido becados por el gobierno paraguayo, regresan al país y quedan sometidos a la presión del gusto local, reacio a las innovaciones que los jóvenes proponían.

Un poco diferente sería el destino de otro artista paraguayo que, con poca diferencia de tiempo, también se dirige por cuenta propia a estudiar en Europa: ANDRÉS CAMPOS CERVERA(1888-1937). El artista recala primero en la Academia de San Fernando de Madrid, donde trabaja con maestros de la talla de Sorolla y otros, se dirige luego a Italia y por último se queda en París durante los años de la guerra del 14. En ese lapso, no sólo practica la pintura sino que también toma conocimiento del grabado en metal, técnica con la cual también realizaría trabajos de excelente calidad, entre los que debe mencionarse su pequeño aguafuerte -quizá heliograbado- "EL PORTALET, VILLAJOYOSA", de 1923.

De regreso al Paraguay, realiza una exposición pictórica en 1920 (en la cual probablemente expuso su cuadro "MERCADO DE CAACUPÉ") antes de viajar nuevamente con destino a España, donde se encontraría con su destino de ceramista un año después. Sin embargo, a pesar de lo absorbente de la nueva experiencia, CAMPOS CERVERA (o JULIÁN DE LA HERRERÍA) siguió pintando y grabando esporádicamente. Las pinturas que se conservan de esos años, nos lo muestran poseedor de una sensibilidad y un refinamiento extraordinarios en el tratamiento del color y la textura, como se constata en óleos como "LA SALAMANCA", "PINO DE VILLA AURELIA" y "PINAR".

En el campo de la cerámica, JULIÁN DE LA HERRERÍAadopta en su temática los motivos del arte americano prehispánico, trabajando con ellos poco menos que obsesivamente. Pero hacia el final de su vida, en los últimos cuatro o cinco años, descubre en la humilde artesanía del mate una poderosa fuente de inspiración que aprovechará en la realización de espléndidas obras de temática popular, donde las potencias de la vida y el esplendor creativo se aúnan plenamente. Al lado de Julián de la Herrería encontramos, desde 1926, a JOSEFINA PLÁ (1903-1999), su esposa. Entre sus primeros trabajos, aparece en fechas tempranas una serie de pequeños xilograbados destinados a ilustrar textos literarios propios y ajenos en la prensa local. Los motivos y los recursos formales son diversos, pero entre esos grabados se hallan algunos de clara concepción moderna.

Por otra parte, no pasaría mucho tiempo sin que ella empezara también a trabajar en la realización de piezas cerámicas que con el transcurrir del tiempo irían adquiriendo un sabor cada vez más personal. Entre los ejemplares más antiguos que se conservan de su cerámica de ese período se encuentran piezas que anticipan los nuevos lenguajes que se irían imponiendo después de 1954.

Cuando se constituye el GRUPO ARTE NUEVO, JOSEFINA PLÁ se convierte en uno de sus puntales como artista y como crítica y teórica. Su aporte posterior al desarrollo del arte moderno en el Paraguay es conocido.

Otro pintor, JAIME BESTARD (1892-1954), se marchó a París en la década del 20, cuando esa ciudad era un centro de efervescencia vanguardista, y allí permaneció cerca de diez años. En su libro "LA CIUDAD FLORIDA" ha relatado su vida de bohemio en la capital francesa, pero en ella hay pocas referencias a las cuestiones artísticas. Cuando en algún momento se refiere a las nuevas experiencias estéticas, lo hace con displicencia. No obstante, a su regreso traía algunos cuadros que conservó hasta su muerte (como el QUAI D'ANJOU, de 1929) y que testimonian su inclinación hacia formas postimpresionistas. Años después, cuando se produce el movimiento de 1954, se alinea en el sector academicista. Sin embargo, curiosamente, en la intimidad de su taller estaba realizando en aquellos años pequeños esbozos de una gran libertad y expresividad.

ANDRÉS GUEVARA (1903-1964) salió del Paraguay siendo muy joven y nunca volvió a radicarse en él. Aquí pintó algunos pequeños paisajes de notable calidad, pero en el exterior su trabajo se concentraría en el dibujo y la caricatura, ganando con ellos una merecida reputación. En su obra la temática social tuvo expresiones de valor, en que supo equilibrar la intención significativa y el rigor formal. Pero más que los artistas nombrados hasta ahora, influyeron en el proceso de renovación del arte paraguayo dos pintores extranjeros: WOLF BANDUREK y JOÃO ROSSI.

BANDUREK llegó al país en 1936. Traía de Europa la visión de una realidad estremecida por los conflictos y la creciente intolerancia racial. En el Paraguay, su pintura presenta en su crudo dramatismo los problemas de la realidad humana y social, de suerte que su concepto de la forma (tanto en figuras humanas como en paisajes) se impregna de una carga afectiva que linda con la del expresionismo, aunque sin abandonar enteramente los recursos del aparencialismo tradicional.

JOÃO ROSSI se incorporó a las actividades artísticas del país, en 1950, como docente de pintura y de historia del arte (tareas que compartía con las de profesor de educación física). Su influencia fue decisiva. Expuso los fundamentos técnicos de la pintura contemporánea y estimuló a más de un artista joven a lanzarse a la aventura estética de la modernidad. Él mismo dio el ejemplo con su arte realizando una serie de finas acuarelas de género paisajístico y bodegones. Rossi regresó a su país, el Brasil, en vísperas del movimiento del 54, que le debe una buena parte de su impulso inicial. Cabe mencionar todavía dos nombres que aparecen poco antes de esa fecha hito. OFELIA ECHAGÜE VERA, que había estudiado en la Escuela de Bellas Artes de Buenos Aires y que realiza su primera exposición en 1946, presentando obras figurativas de sólida composición postimpresionista. Otra figura, OLGA BLINDER, hará su primera exposición individual en 1952, y su catálogo llevará textos de Josefina Plá y de João Rossi que constituyen verdaderos manifiestos de modernidad.

Es historia mejor conocida lo que sucedió después en el arte paraguayo. Aquí solamente se ha querido mostrar lo que desde 1920, o quizá desde antes, se vino haciendo, de modo aislado o marginal, en dirección hacia el arte moderno, y que por su indudable valor merece una mayor consideración crítica.

MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ

 

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ARTE NUEVO: LA MODERNIDAD QUEBRANTADA

Por TICIO ESCOBAR

 

1. ELOGIO DE LA ADULTERACIÓN.

La modernidad artística comienza tardíamente en el Paraguay.

Oficialmente, lo hace con la inauguración de una muestra del Grupo "Arte Nuevo" en 1954.

Ese mismo año se inicia la dictadura del General Alfredo Stroessner (1954-1989) cuyas sombras planearon durante casi 35 años la historia del país y cuyas marcas signan aún su presente difícil. El arte moderno cumple su ciclo a lo largo de estos 35 años; puesto que puede decirse -si posible fuera establecer una fecha exacta para tales sucederes- que alcanza la culminación de su proceso a fines de la década de los ochenta.

Marcada por las condiciones de su presente adverso, la modernidad surge en el Paraguay bajo un modelo periférico y desarticulado, profundamente contradictorio como en muchos países latinoamericanos. Sobre ese modelo se esbozó el proyecto moderno de las artes en el Paraguay. Sus bases programáticas interpretaban con bastante fidelidad los grandes principios y estrategias de las vanguardias internacionales. Sin embargo, la carga de la historia propia pesaba tanto que, bajo su lastre, aquel proyecto terminó adulterando, cuando no desconociendo, muchos de los supuestos fundamentales de la modernidad.

Ahora bien, esas adulteraciones constituyen precisamente la posibilidad mejor que tuvo el arte periférico de afirmarse como hecho diferente y propio y de escapar así al destino de copia que le tiene asignado el libreto neocolonial.

Derrida dice que lo diferente es también lo diferido: la flamante modernidad paraguaya comienza desconociendo la sintonía de los tiempos modernos: toma los elementos de la modernidad no según la vigencia de los mismos sino a partir de los requerimientos expresivos y formales de su historia particular. Reproducidos (en contra del ideal de originalidad que está en su principio), diferidos y amortiguados (más allá de sus proclamas de ruptura y de actualización permanente), convertidos en recurso personal (a contrapelo de su original vocación colectiva), tanto los principios de las vanguardias como sus estrategias terminan profundamente adulterados. Y esa saludable transgresión inicial abre muchos caminos propios al arte paraguayo.

 

2. EL NUEVO ARTE

Los antecedentes inmediatos del "Grupo Arte Nuevo", que producirá la ruptura con las formas académicas, comienza ya eludiendo supuestos modernos. En contra del guión moderno, impulsado por movimientos colectivos, cada posición posimpresionista es resumida en el Paraguay en la obra de un solo artista. Jaime Bestard se hace cargo del momento constructivo mientras que WOLF BANDUREK asume la tarea histórica de fundamentar los contenidos expresivos: el ciclo prevanguardístico se cierra y remite al siguiente momento. Integrado por un colectivo de artistas en 1954 se crea el "GRUPO ARTE NUEVO"(*), el primero en presentar ciertos rasgos propios de las vanguardias: surge con explícitas intenciones de ruptura y reúne un grupo entorno a un ideario básico definido como "moderno". (La serie de exposiciones que estrena el grupo se llama "Primera Semana de Arte Moderno Paraguayo", en indudable alusión a la brasileña).

Pero el movimiento está dispuesto a sacrificar otros rasgos de la modernidad a las exigencias de su propio tiempo: los artistas toman los recursos y argumentos de tendencias que se adaptan a las "necesidades del medio" independientemente de la vigencia que tuvieren ellos en las (sub)metrópolis (el modelo de la "primera semana" paulista tenía ya treinta y dos años). ¿Cuáles son aquellas necesidades del medio? Basado en este caso en el modelo dicotómico moderno que identifica los conflictos presentándolo en oposiciones binarias a ser resueltas, el grupo entiende que la tensión entre la autonomía del lenguaje y la fuerza de la expresión constituye la cuestión central a ser enfrentada. Lo dice en forma escueta y terminante Josefina Plá, la teórica del movimiento: "Unifica a los artistas ... su ansiedad sincera por renovar, paralelamente con la forma, el contenido de la pintura paraguaya..."!!

Esta ansiedad, ya se sabe, constituye uno de los grandes móviles del arte moderno. Ahora, la bisoña modernidad debe conciliar sus términos como puede. Lo hace recordando simultáneamente las lecciones de Bestard y las experiencias de BANDUREK: recurre tanto a una controlada organización constructiva y geometrizante como a la apasionada deformación de origen expresionista. El resultado de esa apropiación compleja es una figuración firmemente apuntalada en su construcción y enfatizada en sus sentidos dramáticos: una suerte de expresionismo "cubistizado". O más bien, cristalizado, ya que el cubismo, invocado entonces como referencia, es reinterpretado tan libremente que poco mantiene de su sentido original.

En realidad, el cubismo no tenía misión alguna que cumplir en la plástica paraguaya: no se enfrentaba a una representación naturalista bien afirmada cuyos espacios debía desarmar: sólo debía dar solidez a las formas nuevas y establecer principios ordenadores; vale decir, cumplir con esa necesidad de clarificación estructural propia del arte latinoamericano en momentos distintos de su historia quebrada.

Para concluir, resulta oportuno recordar aquí ciertos condicionamientos que incidieron en la flexibilidad de las nuevas vanguardias periféricas para acomodarse con libertad a situaciones diversas y adulterar con holgura los modelos centrales. El arte moderno creció en el Paraguay como práctica marginal y minoritaria, aislada del resto de América Latina, alejada de las grandes mayorías culturales, ignorada por las burguesías, que no veían en sus formas fuentes de utilidades ni factores de prestigio, y al costado de cualquier interés oficial. Estas situaciones impidieron ciertamente todo tipo de apoyo y fomento a sus manifestaciones e incidieron negativamente en la formación profesional de los artistas y en su proyección internacional. Pero, por otra parte, constituyeron una cierta garantía en contra de la intervención de un Estado autoritario y una burguesía ignorante y presumida.

TICIO ESCOBAR

(1) PLA, Josefina. "Movimiento renovador en nuestra pintura". Diario LA TRIBUNA. Asunción, 11.04.54.

(*) Nota del Editor: El grupo Arte Nuevo lo integraban JOSEFINA PLÁ, LILI DEL MÓNICO, OLGA BLINDERy JOSÉ LATERZA PARODI. Por las mismas fechas se incorporaron al movimiento artístico moderno del Paraguas Edith Jiménez y Hermann Guggiari.

 

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EL ARTE PARAGUAYO Y LAS NUEVAS FORMAS DE LA BELLEZA EN LAS DÉCADAS DEL 60 Y 70
Por LULY CODAS


Había quedado atrás el apogeo y la crisis que acompañaron a la Modernidad, se había levantado la incertidumbre ante sus valores e ideas: estos componentes anunciaban la Edad Contemporánea en el mundo occidental. América Latina sin embargo vivía todavía aquellas “idílicas relaciones" entre el hombre y el mundo tan característica de las sociedades pre-capitalistas. Y mientras el artista europeo perdido entre las máquinas y las luces de neón era "el héroe solitario de un nuevo romanticismo", el artista americano trataba de comprender y aprehender las normas de participación en esos extraños juegos estéticos de conjunciones espacio-temporales a cuyos códigos le era difícil acceder y más difícil aún sentirlos como propios.
Y es en ese escenario donde se instala el arte paraguayo de las décadas del 60 y 70. Los artistas del Grupo Arte Nuevo abrieron ya las primeras compuertas de nuestro encierro y sus promotores establecieron algunos importantes contactos con el lenguaje plástico de la vanguardia, pero es durante estas dos décadas cuando las artes del Paraguay van a acomodar una imagen elocuente y real que ensamble el lenguaje de nuestra cultura híbrida con esa otra realidad que caminaba en sentido contrario y con sensibilidad diferente nos hablaba de una otra belleza que se manifestaba entre yuxtaposiciones y simultaneidades.
Es en este momento cuando aparecen dos artistas que marcarán los extremos del péndulo por cuya línea oscilará todo el arte paraguayo contemporáneo: CARLOS COLOMBINO y RICARDO MIGLIORISI.
 La obra de CARLOS COLOMBINO remarca la tragedia del hombre atorado en medio de las presiones sociales, políticas, religiosas o culturales. El artista compromete su arte con los capítulos de prisiones y condenas que la historia humana va escribiendo y su obra es un canto coral a la vida y la muerte. La poética de Colombino se refuerza en dos aristas, una de geometrías que aluden a momentos de búsquedas metafísicas y otra con referentes de la realidad donde la figura se desgarra por la angustia existencial del poeta/pintor y su relato inscribe en la madera el drama humano que se imprime quemante en el espectador.
La obra de RICARDO MIGLIORISI toma la historia desde la otra orilla. Su género es la comedia y con ella aparecen como en fiestas dionisiacas los juegos de formas surreales, de ironía y de humor. Poética llena de color y fantasía; figuras que se hibridan en secuencias burlescas; mágicas imágenes diseñadas con la cruel humorada y la desvergüenza de un niño terrible.
Oscilando entre estos dos extremos expresivos, entre estas dos versiones de un mismo drama: la tragedia y la comedia para referirnos al hombre y sus historias, un grupo de dibujantes, grabadores y pintores van instalando cada vez con más seguridad todos los nuevos elementos de la nueva figuración: el cubismo, expresionismo, abstraccionismo, la surrealidad, el pop, el simbolismo o las preocupaciones conceptuales y analíticas.
El grabado se desarrolla bajo la mirada y la potencia creadora del maestro LIVIO ABRAMO y se suma a un pasado rico en el arte paraguayo. La obra de EDITH JIMÉNEZ alcanza en estos momentos su máxima calidad técnico - expresiva, el grabado de OLGA BLINDER ya está consagrado igual que el de LOTTE SHULTZ; se agrega a ellos la producción de LEONOR CECOTTO, la imagen xilográfica tradicional y el tono popular de JACINTO RIVERO y MIGUELA VERA y las nuevas técnicas mixtas o impresiones de objetos reales que aparecen en las obras de OSVALDO SALERNO y BERNARDO KRASNIANSKY. El dibujo se presenta por su parte como la catarsis de una sociedad cerrada y timorada. Una figuración fantástica o surreal conforman la obra de RICARDO YUTSMAN, LUIS ALBERTO BOH, JENARO PINDÚ, SELMO MARTÍNEZ y LUCIO AQUINO. La escultura sigue en manos de los grandes maestros: JOSÉ LATERZA PARODI y HERMANN GUGGIARI.
Y por fin, a la originalísima de IGNACIO NUÑEZ SOLERse sucede la de LAURA MÁRQUEZ, la pintura de OLGA BLINDER refuerza su expresividad, surgen los juegos surreales de MABEL ARCONDO, las experimentaciones de WILLIAM RIQUELME, ENRIQUE CAREGA y ÁNGEL YEGROS (Los novísimos) o las realidades paralelas de FERNANDO GRILLÓN, MIGUEL HEYN y FÉLIX TORANZOS.
En el espejo del arte aparecen nuevas imágenes del hombre. Diferentes temas, distintos lenguajes y otras formas se debaten entre tradiciones y modernidades. Pero el arte paraguayo se fue alejando así de ser una imitación de la Naturaleza para convertirse en una imposición a la Naturaleza. Las nuevas voces de la belleza habían llegado hasta nosotros para quedarse. - LULY CODAS.

 

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HACIA EL SIGLO XXI

Las dos últimas décadas del siglo XX han sido para el arte paraguayo años de notable productividad. El medio también se ha hecho algo más propicio: hay un mercado incipiente pero estimulante, aparecen numerosas galerías, se registra una mayor actividad crítica. El viejo maestro Livio Abramo acompaña, hasta su muerte, desde los talleres que dirige en el Centro de Estudios Brasileños, el movimiento artístico. Aparecen otras instituciones de enseñanza artística y numerosos artistas jóvenes se forman en ellas, pero también a veces al margen de las mismas. Casi en el punto de articulación de las dos décadas ocurre un hecho histórico: la caída de la dictadura y la instauración de prácticas políticas diferentes. El panorama es diferente.

En estos años se van incorporando a la vida cultural numerosos jóvenes artistas plásticos. Enumerarlos exhaustivamente y reunirlos a todos rebasa las posibilidades de esta muestra y de estas notas. Sin embargo, es necesario mencionar algunos de los que ya registran hechos de bulto en su breve historial artístico. En el compacto grupo El Aleph son insoslayables ENGELBERTO GIMÉNEZ, MARITÉ ZALDIVAR, CARLO SPATUZZA, ALEJANDRA GARCÍA, KARINA YALUK, MÓNICA GONZÁLEZ, FÁTIMA MARTINI, MARCOS BENÍTEZ. TAMBIÉN SON DIGNOS DE MENCIÓN ENRIQUE COLLAR, GUSTAVO BENÍTEZ, OSCAR CENTURIÓN, OFELIA OLMEDO, ADRIANA GONZÁLEZ y FELICIANO CENTURIÓN, de tendencia estética o formación algo diferente. De más reciente aparición, pero con un empuje y realizaciones que van más allá de lo promisorio, tenemos a LISANDRO CARDOZO, MARCELO MEDINA, GRACIELA MAYOR, ALICIA CÁCERES, NATALIA PATIÑO, ANA STRAUSS, FREDY CASCO, CLAUDIA CASARINO, PEDRO BARRAIL, SATINÁ CHAMORRO y otros.

La historia, pues, continúa. Los artistas paraguayos proyectan su obra al siglo XXI con renovadas propuestas, con lenguajes experimentales que en más de un caso se apoyan en técnicas tradicionales, mientras en otros asumen las nuevas tecnologías, en particular las de la comunicación visual, gráfica o cinética, en obras que implican también un requerimiento de participación activa de los usuarios de la producción estética.

La historia continúa, el arte está vivo, la voluntad creadora hace una pequeña pausa retrospectiva y asume los desafíos de los tiempos nuevos.

MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ



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