26 POEMAS DE AMOR Y UNA CARTA DESESPERADA
Por GINA MONTANER
@ginamontaner
D.H. Lawrence fue un escritor que en su época desafió las convenciones sociales con novelas como Mujeres enamoradas. En ella las historias de amor de dos parejas se entrecruzan y hacen saltar por los aires el encorsetamiento sexual en la Europa de principios del siglo XX.
Hoy en día otras mujeres enamoradas, en concreto 26 mujeres, son dignas de una novela que también haría temblar los cimientos sociales, a pesar del tiempo que ha transcurrido desde que el autor británico causara revuelo con historias transgresoras. En este caso el epicentro del escándalo se halla en el Vaticano, donde hace unos días el papa Francisco recibió una carta suscrita por este singular grupo.
Las firmantes le confiesan a Bergoglio sus relaciones con sacerdotes. No se trata de amores de un día, sino vínculos consolidados a la sombra de los preceptos de la Iglesia. No en balde estas mujeres que viven en concubinato con curas son, al más puro estilo de un melodrama, conocidas como las “rivales del Vaticano”.
En su misiva estas “pecadoras” reivindican con ímpetu su derecho, y el de los sacerdotes que las aman, a salir del armario y vivir plenamente un amor que, a su juicio, no está reñido con la vocación de los hombres de quienes se enamoraron. Digamos que las 26 mujeres desearían recuperar las épocas fundacionales de la Iglesia, cuando el propio Pedro estaba casado, y dejar atrás unas reglas que han limitado a la curia a practicar el celibato y renunciar a formar familias.
Seguramente las mujeres se animaron a escribirle a Francisco por su talante abierto. No obstante, el actual Papa no ha dado señales de que se inclinaría a permitir que los sacerdotes pasen por la vicaría, aunque cada vez hay más de ellos que lo apoyarían o se alejan de la Iglesia cuando el llamado de la carne es más poderoso que el de la santidad. En general, y a pesar de que en otras Iglesias el casamiento del clero no parece ser un impedimento para atender las necesidades de su comunidad, el Vaticano considera que es más práctico para sus intereses el statu quo actual.
De todos modos, nada pierden las 26 mujeres (difícilmente son las únicas en el mundo que mantienen relaciones con sacerdotes) al dar este paso. Es evidente que están cansadas de la doble moral y ahora le plantan cara a un asunto incómodo que ha estado presente a lo largo de los siglos. Para ellas, a los ojos de Dios sus relaciones cuentan con la bendición que la Iglesia les niega. Pero no les basta esa comunión íntima, pues aspiran a casarse y que sus esposos puedan seguir ejerciendo el sacerdocio mientras tienen hogares de los que no debieran avergonzarse.
Bravo por las 26 mujeres enamoradas que han sacudido aún más los cimientos de la milenaria institución. Pero lo que más llama la atención de este debate, el derecho de los curas a casarse, es el silencio en torno a esa otra disquisición de la que casi nadie habla: ¿Dónde queda el derecho de las monjas a casarse? ¿Acaso hay en algún lugar del mundo 26 hombres enamorados de novicias y con mejores intenciones que don Juan Tenorio? O tal vez hay monjas que quisieran entregarle una carta al Papa, pidiéndole que valore el derecho de las religiosas a casarse y formar una familia a la vez que atienden a la congregación.
En este mundo de hombres, donde hasta en los experimentos médicos las mujeres son las grandes ausentes en las rondas de pruebas para acumular datos, una discusión de peso como la que plantean estas 26 mujeres debería traer a colación el papel de las monjas. ¿O será posible que nadie en el siglo XXI repare en estas siervas del Señor?
El papa Francisco ha sido firme a la hora de precisar que no hay cabida para que las monjas oficien misas. Más bien, se ha limitado a enaltecer de una manera muy abstracta el rol de la mujer en la Iglesia, pero sin dar ejemplos de avances concretos. Después de este esfuerzo por borrar la Letra Escarlata que estigmatiza a las “rivales del Vaticano”, habrá, también, mujeres que recorren los pasillos del convento preguntándose si su amor a Dios es irreconciliable con su amor a un hombre.
Por ahora, un puñado de mujeres querría vivir legal y abiertamente con los sacerdotes con quienes desde hace años comparten lecho. Al buzón del Vaticano han llegado veintiséis poemas de amor y una carta desesperada.
©FIRMAS PRESS
Fuente: ABC Color - Edición Impresa
Sección OPINIÓN
Lunes, 26 de Mayo de 2014
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