A RUBÉN BAREIRO SAGUIER(*)
¿Cómo despedir a una persona que no se va? ¿Cómo poblarnos de tristeza cuando nos deja tanta felicidad? ¿Cómo hundirnos en nuestras pequeñeces cuando sus palabras nos subliman? ¿Cómo se apaga un alma cuando la gloria lo ilumina? ¿Cómo decir adiós al que viene? ¿Cómo sentir ausente al que está?
Don Rubén Bareiro Saguier, estrella rutilante de la generación del cincuenta, marca junto con Augusto Roa Bastos, el más internacional, perenne y formidable dueto que hayan producido alguna vez las letras nacionales. Miembro del PEN Club Internacional desde hace décadas, y asiduo colaborador de nuestra revista bianual, su pluma ágil y fresca, rápida y barroca, inquisidora y perturbadora, signada de duelo o sellada en júbilo, constituyó siempre la más alta cumbre de nuestra narrativa y nuestra poesía, y el crisol donde se fundían la curva y la quebrada, la belleza y la perfección, a tal punto que navegando por una desgracia, lo hermoso asomaba a cada giro de expresión, a cada ímpetu de su frase, a cada vuelco de su poderoso verbo.
Delicado artesano del término, paciente orfebre del vocablo, arquitecto estructural de sueños, le gustaba ordenar concienzudamente el infinito e intrincado rompecabezas de las letras. Tanto así, que con una pala escarbaba los recovecos de la frase y con machete filoso desbrozaba la maraña de la oración, mientras que con cincel de escultor modelaba el mármol de su prosa y de su verso. La enmarañada urdimbre del vocablo escondido, de la frase que se oculta sin ningún motivo, del término que hace falta para completar la imagen, esta incertidumbre que a todos nos atosiga y la tranquilidad de encontrarlo que no a todos alcanza, pareciera que nunca turbaron su pluma, pareciera que nunca tumbaron su idea, ni desafinaron su lira. Pintor de paisajes imaginarios, y a veces no tanto, era capaz de volver la siesta indiferente, tórrida, indolente, en un campo de juego, un circo de feria, una fiesta campestre, un recreo de niños, una Biografía de Ausente, unos Pétalos al viento, unos Ojos por Diente, donde los personajes cobraban la vida, y se atiborraban de muerte.
Maestro insigne del arte, el Paraguay siempre estuvo en su corazón y su mente, y el río, siempre el río, y el naranjo que cubre el campo, siempre el naranjo. El río que para él es una serpiente de céfiro... y el naranjo que desde chico le dio su simiente. Entre Rubén y el que les habla, hubo momentos en que no existió la armonía, pero el respeto mutuo siempre estuvo presente. Rubén era un hombre de sonrisa fácil, de malicia ausente, de hablar pausado, de amistad presente. Lento en la ira, rápido en el perdón, fugaz en la discordia, inmenso en el amor. En la victoria humilde, en la derrota altivo, en el razonamiento noble, en el dilema digno, en el lujo austero, en el trabajo certero...
Rubén, hasta ahora recuerdo, el día aquel en que estando en Servilibro con Vidalia Sánchez, una mañana de noviembre del 2005 te llegó la noticia de que ganaste el Premio Nacional de Literatura y me regalaste un ejemplar dedicado de La Rosa Azul. Y allí, una vez más, resaltaste la palabra Guarnipitán, que era donde convergían nuestras raíces, el punto focal que nos unía, y que evoca el río de céfiro y el naranjo, siempre el naranjo... Solo ayer me enteré que mi madre Virginia y Rudy Heyn fueron tus compañeros en la primaria, aquí en la escuela Carlos Antonio López, que está del otro lado del verdor de la plaza.
Hace ya 84 años bajo el signo hídrico de acuario viniste a la vida, en un pueblo enamorado del río que en la amnesia del tiempo perdió sus tantos nombres y apellidos, títulos y señoríos. Naciste en un tiempo en que Villeta era puerto naranjero y en los campos bañados por el sol, el fruto doraba los altozanos con su rojo candor. De pequeño la sensibilidad coronó tu espíritu y la pluma de Cervantes reposó en tu diestra. Tus ojos claros y soñadores te llevaron a inventar primaveras y días de gestas y ante la injusticia rasgaste las hojas en señal de protesta. Obligado fuiste a Francia y te nutriste de Víctor Hugo y de Molière, de Balzac y Yourcenar, de Sartre y de Voltaire. Aun así y rodeado de la lengua gala no te olvidaste del guaraní, y el urucú de tus labios cultivó la rica savia del Pycasumí. Por esas cosas del destino o la Providencia, quiso Dios en esas raras coincidencias llevarte el mismo día en que hace un lustro atrás llevó de entre nosotros a Helio Vera, con quien compartiste sueños y letras, arte y papel, tinta, pluma y afán. Hace muchos años atrás te indicaron que ya no vivirías, que ya eras hombre muerto, que debías labrar tu testamento. Pero como señalaste en una entrevista, desde entonces y hasta ahora simplemente seguiste amaneciendo. Ya pasaron los desvelos, los sinsabores, los apresamientos y el largo exilio. El verano que moría rezongaba nuevos madrigales en tu risa... Hasta este marzo fatal en que te llegó el tiempo...
Te fuiste un día de otoño como las hojas que lleva el viento, con las primeras sombras de la noche, que de pronto sollozó una nueva estrella en el firmamento. Te fuiste en el Tricentenario triunfal de tu Villeta natal que llora en su momento de máximo regocijo al más grande e ilustre de sus hijos. Te fuiste como ola de río, como sombra en silencio, como soledad y olvido, como sueño de estío, y el naranjo, siempre el naranjo, volvió a morir de tristeza...
Pero Rubén... un día de éstos... un día de éstos, nos volveremos a encontrar. Iremos de pesca a un recodo del río, o a la orilla del mar. Tú me contarás de gestas, y yo te hablaré del azar, y en una nube de sueños tú me enseñarás a pescar... a pescar las estrellas y La Víbora de la Mar. En un céfiro plateado, sobre el Guarnipitán, tú vestirás traje blanco y sombrero panamá, yo me vestiré de fiesta con saco de tartán. Un pedacito de cielo tú me revelarás. En un alcázar de flores, brillará un altar, donde los ángeles y la Poesía de los eternos amores te vendrán a cantar. Un arcoíris hermoso será tu tobogán. Tú me contarás tus cuitas, yo te miraré jugar. Con tus ojos infinitos y tu risa manantial, me narrarás de los vuelos, que a la Gloria van, y de rosas azules y naranjos dorados, que ricos frutos dan... y libaremos juntos el vino perenne, el vino sagrado, de la amistad, en un recodo del río, o a la orilla del mar... camino celeste de la eternidad.
Un día de estos, MAESTRO, un día de estos, MAESTRO... nos volveremos a encontrar...
(*) Discurso pronunciado en representación del PEN Club del Paraguay, el viernes 28 de marzo de 2014, en la Casa de la Cultura de Villeta del Guarnipitán, en ocasión del sepelio del Premio Nacional de Literatura y Maestro del Arte Don Rubén Bareiro Saguier, al pie de su Pindó Cosmogónico.
OSCAR PINEDA
Fuente: SEP DIGITAL - NÚMERO 2 - AÑO 1 - ABRIL 2014
HOMENAJE A RUBÉN BAREIRO SAGUIER
SOCIEDAD DE ESCRITORES DEL PARAGUAY/ PORTALGUARANI.COM
Asunción - Paraguay
RUBÉN BAREIRO SAGUIER
Nació en Villeta del Guamipitán, Paraguay, en el año 1930. Es uno de los miembros destacados de la generación del ‘50 Abogado de la Universidad Nacional de Asunción, 1953. Licenciado en Letras, Universidad Nacional de Asunción, 1957. Doctor de Estado en Letras y Ciencias Humanas, Universidad Paul Valery, Montpelier III, 1991.
Fundó el Ateneo Yiriato Díaz Pérez y dictó la Cátedra de Literatura Hispanoamericana en la Facultad de Filosofía. Fundador y director de la Revista Alcor.
Poeta, ensayista, periodista, narrador, docente, crítico literario, líder intelectual, fundador de Academias Literarias, todas actividades desarrolladas con gran entusiasmo y en las que se ha destacado por su talento, su dedicación, su amplia cultura, por lo cual obtuvo muchos premios y distinciones.
El premio Casa de las Américas le valió el destierro de su país, se exilió en Francia, país en el cual fue docente y luego Embajador de Paraguay.
Gracias a su trabajo, la palabra guaraní toma su lugar en los medios académicos más prestigiosos y se afirma con fuerza como un instrumento imprescindible para un nuevo proyecto de sociedad en el Paraguay
Luego de la caída de la dictadura, regresa a Paraguay y toma asiento en la Asamblea Constituyente de 1992 donde plantea la cuestión de la oficialización de la lengua guaraní como un asunto político fundamental.
Distinciones: Primer Premio - Concurso Ateneo Paraguayo, Asunción, 1952. Primer Premio - Concurso de Cuentos - Revista Panorama. Asunción, 1954. Mención Especial - Concurso de Poesía Latinoamericana - Revista Imagen. Caracas, 1970.
Primer Premio - Concurso Internacional de Cuentos - Casa de las Américas. La Habana, 1971. Declarado Maestro de Arte - Literatura - Congreso de la Nación -Asunción, septiembre 2005. Premio Nacional de Literatura - Asunción, 2005.
Condecoraciones: Comendador de la Legión de Honor. Francia, 1997. Gran Cruz de la Orden Nacional del Mérito. Paraguay, 1998. Comendador de las Palmas Académicas, Francia, 1999. Gran Oficial de la Orden Nacional de Mérito. Francia, 2003. Orden Nacional del Mérito, Grado Don José Falcón, Ministerio de Relaciones Exteriores, Asunción, 2005.
Obra: Biografía de Ausente, Pacte du sang, A la víbora de la mar, Literatura guaraní del Paraguay, Antología personal de Augusto Roa, Estancias/ Errancias/Querencias, Antología poética, Augusto Roa Bastos, caída y resurrección de un Pueblo, Prison, Anthologie de la poésie paraguayenne du XX siécle, en colaboración con Carlos Villagra Marsal, De nuestras lengua y otros discursos, De la literature paraguayenne: un processus Colonial, entre otras.
Fuente: OJO POR DIENTE - RUBÉN BAREIRO SAGUIER - PREMIO NACIONAL DE LITERATURA 2005. Colección ACADEMIA PARAGUAYA DE LA LENGUA ESPAÑOLA – TOMO I. Editorial SERVILIBRO. Dirección editorial: VIDALIA SÁNCHEZ. Prólogo: ANA PIZARRO, escritora y ensayista chilena.. Tapa: CAROLINA FALCONE. Asunción – Paraguay, diciembre 2012 (144 páginas)
RUBÉN BAREIRO SAGUIER (1930-2014) es uno de los miembros más distinguidos de la Generación de 1950. Nace en Villeta, estudia jurisprudencia en la Universidad de Asunción, donde obtiene el título de abogado en la facultad respectiva y de licenciado en la de Filosofía. Funda el Ateneo Viriato Díaz Pérez. Despierta en él muy temprano la vocación pedagógica. Dicta la cátedra de literatura hispanoamericana en la segunda facultad nombrada y de raíces griegas en colegios secundarios. Es, además, un líder intelectual desde su primera juventud, como fundador de tres academias y, sobre todo (con Julio César Troche), de la revista Alcor, que en 1955 aparece bajo el nombre de Cuenco. Espíritu generoso, idealista, entusiasta, Bareiro Saguier entiende la vida intelectual como un apostolado. Deseoso de enriquecer su cultura parte para París a fin de cursar estudios superiores de humanidades en la Sorbona; pero no renuncia a la dirección de Alcor. Actualmente es docente de la Facultad de Letras de la Universidad de París y trabaja en un libro sobre la narrativa de la guerra del Chaco.
Ensayista y crítico, publica en revistas nacionales y extranjeras ensayos sobre la cultura de su país. Colabora en la obra dirigida por Joachim Montezuma de Carvalho Panorama das literaturas das Américas con un estudio relativo al Paraguay inserto en el tercer volumen. En francés da a la estampa su trabajo "Le Paraguay, nation de métis"; en el volumen XXX N° 58, de la Revista Iberoamericana, da a luz su estudio "El criterio generacional en la literatura paraguaya".
Como cuentista gana el premio en el concurso de la revista Panorama con el relato "El clown", el año 1954.
"Como periodista" -escribe Josefina Plá- "merece Rubén Bareiro Saguier un puesto especial en el panorama de la cultura artística y literaria paraguaya, y no sólo de los últimos lustros. La fundación... de la revista Alcor asume importancia extraordinaria... Actualmente es la única puerta de acceso solvente a la vida artística y literaria nacional para el extranjero que desea tener una idea del nivel de estas manifestaciones en nuestro medio. En Alcor han colaborado desde su fundación las más valiosas plumas paraguayas en todos los órdenes del pensamiento, tanto entre las pertenecientes a promociones maduras, como aquellas que van apareciendo promisoriamente en el horizonte de las letras... [Además] por sus páginas han desfilado y siguen desfilando interesantes colaboraciones de personalidades extranjeras, elaborando así la vinculación efectiva de nuestras letras con los otros medios latinoamericanos".
Poeta, publica en revistas paraguayas sus primeras composiciones, que no va a incluir en su primer poemario. Sólo después de un largo tiempo de voluntaria expatriación en París, se decide a publicar un libro que titula Biografía de ausente, y que aparece en Madrid, en 1964.
"Biografía de ausente" -afirma la escritora arriba citada "es un poemario vertebrado en la evocación de un ambiente y un friso de figuras entrañables para nuestro autor. El ausente -el poeta- reconstruye esas figuras familiares y queridas en mediatas formas de proceso intuicional; pero al revivirlas pedazo a pedazo, imagen a imagen, reconstruye también a través de esos perfiles la propia imagen perdida. El poeta sólo puede definirse, verse -sustancia evasiva del tiempo- a través de esos perfiles suscitados de hermanos, padre, esposa, amigos. Cada uno de estos personajes es un espejo en el cual, él, el ausente, en el espacio y en el tiempo, busca reconstruir el propio contorno desmigajado. Esto es el libro: una sucesión de relámpagos que añaden, uno tras otro, un tramo al diseño ya desvanecido que el poeta trazó en el tiempo y en el espacio".
LECTURAS: Biografía de ausente, Madrid, 1964.
BIBLIOGRAFIA: Josefina Plá, "Aspectos de la cultura paraguaya. Literatura paraguaya en el siglo XX", Cuadernos Americanos, año XXI, Vol. CXX, enero-febrero, 1962; de la misma autora, ver "A literatura paraguaya", sobretiro publicado en 1962 por la Associagao Brasileira do Congresso pela Libertade de Cultura; también; "Poesía paraguaya actual", Journal of Inter-American Studies, Vol, , N° 4, October, 1967, y el articulo en el Pequeño diccionario de literatura paraguaya que viene publicándose en el semanario asunceno Comunidad, Carlos R. Centurión, Historia de la cultura paraguaya, Vol. II, Asunción, 1961; Efraím Cardozo, Historia de la cultura paraguaya, Vol. lI, Asunción, 1961; Efraím Cardozo, Historia cultural del Paraguay, Vol. II, Asunción, 1964.
RUBÉN BAREIRO SAGUIER (Villeta,1930). Actual Embajador del Paraguay en Francia, Bareiro Saguier vive en París con su bien conocido savoir-faire su alto cargo. En París el escritor ha vivido mucho tiempo como profesor y después como desterrado, hasta que la dictadura fue derribada en su país de origen.
Bareiro es autor de varios libros en más de un género; poesía, narrativa, ensayos. En colaboración con Carlos Villagra Marsal, es autor de una antología bilingüe: Poésie paraguayenne du XXe siécle, Editions Patiño, Geneve, Suisse, 1990.
Además tiene él su propia antología poética, Rubén Bareiro Saguier, Anthologie poétique, bilingue, París (Editios la Porte, 1998).
Como cuentista obtuvo el premio Casa de las Américas en 1971, por su libro Ojo por diente. En 1984 dio a luz el volumen El séptimo pétalo del viento. Esta obra trae una "Conversación con Augusto Roa Bastos, diálogo del autor con el Premio Cervantes ya nombrado. Esta conversación que se llevó a cabo "en algún rincón de París", ocupa casi una veintena de páginas y abunda en sagaces observaciones críticas.
Sobre Roa Bastos Bareiro Saguier ha publicado dos ensayos, Augusto Roa Bastos; semana del autor, 1986, y Augusto Roa Bastos, caídas y resurrecciones de un pueblo, 1989.
Tocante a las colecciones de cuentos mencionadas arriba. Bareiro publicó una nueva edición excelente, Cuentos de las dos orillas, Asunción, 1998.
En la biografía de Bareiro Saguier hay un episodio que no debe olvidarse: estando el escritor de visita en su país el año 1972, el gobierno dictatorial de entonces ordenó la prisión del escritor por haber recibido el premio cubano de Casa de las Américas. Fue entonces cuando un gran número de célebres intelectuales de todo el mundo pidió su libertad. No se darán aquí todos los nombres por ser tantos, y sólo se citarán algunos pocos: Jean-Paul Sartre, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Ernesto Sábato, Simone de Beauvoir, Roland Barthes, Fernando Savater, Vicente Aleixandre, Marta Lynch, Manuel Puig, etc., etc. H.R.A.
Fuente: HISTORIA DE LA LITERATURA PARAGUAYA. Por HUGO RODRÍGUEZ – ALCALÁ. Universidad de California, RIVERSIDE - Colección Studium-63 - México 1970 © HUGO RODRÍGUEZ – ALCALÁ/ DIRMA PARDO CARUGATTI. Editorial El Lector, Diseño de tapa: Ca´avo-Goiriz. Asunción – Paraguay. 1999 (434 páginas)
BAREIRO SAGUIER, RUBÉN : Villeta del Guarnipitán, Paraguay, 1930. Abogado-Universidad Nacional de Asunción-1953/ Licenciado en Letras-Universidad Nacional de Asunción-1957/ Doctor de Estado en Letras y Ciencias Humanas - Universidad Paul Valèry-Montpellier III - 1991.-
Escritor, Profesor, Investigador.-
Recibió numerosas distinciones entre las que podemos destacar el Primer Premio del Concurso Internacional de Cuentos – Casa de la Américas (La Habana-1971).-
Algunos de sus trabajos publicados son:
* CUENTO Y NOVELA (en colaboración con Manuel Argüello).1960;
* PARAGUAY, NATION DE MÉTIS, Le Havre, Institut de Pychologie des Peuples – 1962;
* BIOGRAFÍA DEL AUSENTE, Madrir, 1964;
* OJO POR DIENTE, Caracas. 1972;
* A LA VÍBORA DE LA MAR, Asunción. 1977;
* LITERATURA GUARANÍ DEL PARAGUAY (compilación, prólogo, notas y cronología), Caracas. 1980;
* ANTHOLOGIE DE LA NOUVELLE HISPANO-AMÉRICAINE (en colaboración con Oliver de León)-París. 1981;
* ESTANCIAS/ERRANCIAS/QUERENCIAS, Asunción. 1982;
* EL SÉPTIMO PÉTALO DEL VIENTO, Asunción. 1984;
* AUGUSTO ROA BASTOS, CAÍDA Y RESURRECCIONES DE UN PUEBLO, Montevideo. 1988;
* DE NUESTRAS LENGUAS Y OTROS DISCURSOS, Asunción. 1990; FIESTA PATRONAL (texto con fotografías de Fernando Allen). 2004;
* LA ROSA AZUL, (2005, Premio Nacional de Literatura de ese año).
(Fuente: "REVISTA DEL PEN CLUB DEL PARAGUAY/ POETAS-ENSAYISTAS-NARRADORES”/ IV ÉPOCA-Nº15 - Arandurã Editorial, Asunción-Paraguay, Mayo 2008 ).
BAREIRO SAGUIER, RUBÉN : Poeta, narrador, ensayista y crítico literario. Abogado y licenciado en Letras por la Universidad Nacional de Asunción, Bareiro Saguier reside desde hace muchos años en París, donde durante mucho tiempo se ha desempeñado como catedrático universitario de literatura hispanoamericana y lengua guaraní.-
En diciembre de 1991 la Universidad Paul Valéry de Montpellier le otorgó el «Doctorat d'Etat ès Lettres et Sciences Humaines», título académico máximo del sistema universitario francés, tradicionalmente reservado a nominados franceses, salvo raras excepciones.
Desde julio de 1994 representa a su país como embajador del Paraguay en Francia. Crítico y ensayista de renombre y uno de los escritores paraguayos más conocidos en el exterior, Bareiro Saguier es cofundador (con Julio César Troche) de la revista literaria Alcor (1955). En 1971 se le concedió el prestigioso premio «Casa de las Américas» por su colección de cuentos “Ojo por diente” (1973).
En narrativa publicó después “El séptimo pétalo del viento” (1984), una segunda antología de cuentos; y su labor ensayística incluye, además de numerosos ensayos críticos, los siguientes estudios: “Literatura guaraní del Paraguay” (1980), “Augusto Roa Bastos"; semana de autor (1986) y “Augusto Roa Bastos; caídas y resurrecciones de un pueblo” (1989).-
De su obra poética se destacan los poemarios “Biografía de ausente” (1964), “A la víbora de la mar” (1977) y “Estancias, errancias, querencias” (1985). Es también coeditor (con Carlos Villagra Marsal) de “Poésie Paraguayenne du XXe Siècle”, antología bilingüe (español-francés) publicada en Suiza en 1990.-
(Extracto del libro "BREVE DICCIONARIO DE LA LITERATURA PARAGUAYA"/ 2da. Edición – Autora: TERESA MENDEZ-FAITH - Editorial EL LECTOR, Asunción-Paraguay 1998)
PREGUNTAS A RUBÉN BAREIRO SAGUIER
ELEMENTOS PARA UNA BIOGRAFÍA PERSONAL
1. LUGAR DE NACIMIENTO
Nací en la Villeta del Guarnipitán, un pueblo legendario a orillas del río. Allí pasé mi infancia empapado de sueños, de olores vegetales, de estrellas con rocío por la noche. Mis primeros recuerdos son los del río, lustral y azul, y los de otro río, de aromado oro en las calles, ampliado en la plazoleta inmensa del puerto por donde se embarcaba la naranja que producía todo el país. Y las flores de diamela, de embalsamada blancura, que también se exportaban hacia otros lugares, para mí remotos, en el sur, desde donde subía el misterio de mundos lejanos. De todo ese tiempo sin tiempo pasado en la "tierra sin mal", me queda el sabor, el olor de las frutas del patio: guayabas, mandarinas, chirimoyas, yvapurús, naranjas, aguacates, guavijús, granadas, pindós, limones, aratikús... El canto de los pájaros inaugurando la mañana, mugidos, relinchos, el ladrido del perro tan amigo. Y el trote del caballo zaino, al que después de ordeñar las vacas acercaba su ración de maíz, de alfalfa, de afrecho. ¡Cómo olvidar el pedazo de viento en que me convertía, camino al río, adonde lo llevaba a nadar hacia el fin de la mañana! Un espeso bosque de cigarras inundaba el sueño calcinado de la siesta y cuando el poniente empezaba a apagar su gran incendio, multiplicado por el río del atardecer, comenzaba el espacio inquietante de la noche.
Ese territorio cuyo centro era el fogón en que se atizaban los cuentos de pocas, entierros y pomberos, que luego silbaban, refulgían, trepidaban en las grietas del entresueño. Como a los antepasados guaraníes, la noche me producía incertidumbre, me empapaba en miedo y en el olor crecido del jazmín nocturno. Hasta que el amanecer me devolvía a mi gozo de luces, de trinos, de colores.
Ese fue el universo de mi infancia en el Guarnipitán, ritmado por los vientos, los aromas, las lluvias, los escalofríos nocturnos, por las luces -más tenues, más intensas- que iban marcando el paso de los sueños, las faenas y los días.
2. FECHAS IMPORTANTES
¿Las fechas importantes en mi vida? Aparte de la de mi nacimiento, de la que no tengo memoria, son más bien ciertos acontecimientos capitales que marcan mi existencia los que intentaré evocar. Acontecimientos que son hitos -o ritos- iniciáticos.
El primero implica el aprendizaje de la muerte. En el curso de mi segundo año, una enfermedad por poco me liquida. Cuando ya los médicos me declararon, una noche, "caso perdido", ... amanecí: el milagro del renacimiento con el día, después de atravesar el territorio de la noche, que arropa entre sus pliegos de sombra la opacidad de la muerte. Quedé reducido a piel y hueso, lo que marcó también mi infancia, alejándome de los juegos violentos para hacerme concentrar en la práctica de la lectura y la bolita, del trompo y la ensoñación.
Esa primera iniciación me permitió renacer varias veces de otras tantas amenazas nocturnas: operaciones graves, pestes malignas y represiones sangrientas y siempre volvía a amanecer. La oposición guaraní muerte-noche/ vida-día funcionaba siempre. Ese aprendizaje de la muerte, por la lógica de los opuestos, ha sido al mismo tiempo un aprendizaje de la vida. Hay una intensidad duplicada en el gozo vital cuando se anduvo pisando el umbral de la sombra. Por encima de ese juego de luces y de sombras, no puedo dejar de evocar una experiencia relacionada con ello. A los 30 años de mi vida, cuando murió mi padre, supe que no era inmortal. Fue mi primera toma de conciencia cabal y desgarrada de la muerte. El segundo acontecimiento fue el aprendizaje de la prisión, de la injusticia. Tenía 11 años, en Villeta, cuando un día vinieron a buscar a mi padre. Eran policías al servicio del dictador cíe entonces. Como no lo encontraron, el comisario del pueblo hizo que, en compensación, me retuvieran a mí, para descargar su ira seguramente. Unas horas expuesto en la ventana de la comisaría, para escarnio ante la mirada de mis compueblanos, me hicieron comprender, experimentar en carne viva la injusticia, tanto más dolorosa porque la arbitrariedad se ensañaba contra la inocencia infantil. Pese a las inmensas ganas, no lloré aquel mediodía estival en que conocí la antesala del infierno de la prisión. Esa experiencia iniciática me preparó para las posteriores. Ninguna fue tan desgarradora, ni la cárcel vieja (1), ni Tacumbú, ni las "estancias" en las distintas comisarías o dependencias de la policía política. Sólo quizá la última, en la inmensa soledad de una celda de la División de Investigaciones, en 1972, antes de ser expulsado de mi país. Creo necesario señalar que esas privaciones injustas de libertad constituyen, en los momentos sombríos de la historia patria, pruebas de dignidad, certificados de "buena conducta" cívica.
Como en el caso anterior, la misma lógica de los opuestos ha funcionado. La exposición del niño -al que la indignación salvó del llanto- detrás de las rejas en la comisaría de Villeta, en contraste con el oprobio buscado, constituyó el rito iniciático de 1a libertad y de la justicia. Y esto tiene que ver con el tercer acontecimiento.
Terminada la escuela primaria, por falta de instituciones de enseñanza media en Villeta, tuve que emigrar a Asunción, a fin de proseguir los estudios. Obligado a abandonar el este del Edén, esta partida fue para mí el aprendizaje del exilio. Ése que estoy padeciendo, en forma radical, desde 1972, y 10 años más de manera menos evidente. Porque para mí la conciencia plena del exilio se concretó el día en que un esbirro de la dictadura me negó la renovación del pasaporte, por "orden superior". Esa no validez del pedazo de papel, que me vedaba el regreso a la tierra, constituyó un golpe muy duro, desgarrador, porque me convirtió en refugiado, en apátrida legal. Hasta que superé ese complejo injustificado: la arbitrariedad espuria no podría jamás negarme la patria de mi sangre, la comarca de mis sueños, la tierra de mis huesos. Mi reacción se hizo en la palabra, que para un escritor es la acción. Algún autor latinoamericano residente en París considera "la escritura como un acto de exilio". Para mí es todo lo contrario. La escritura es una recuperación plena de mi patria, una forma de rebrotar raíces, ramas, flores, pájaros, cantos. Si se pretendió borrar mi nacionalidad a través del escamoteo de un miserable pedazo de papel, la respuesta de afirmación en mi condición irrenunciable de paraguayo es el pedazo de papel en que escribo, en que ratifico mi esperanza, mi convicción de una patria digna y libre. La lógica de los opuestos funciona así una vez más.
Como decía, creo que ciertos acontecimientos son más definitorios que las fechas, porque los mismos marcan el trayecto de la vida, bordan el tejido de la palabra. Y ayudan a configurar eso que llaman destino. En mi caso particular, el regreso pleno a mi tierra, mi reincorporación, mi presencia física -la otra nunca la perdí-, sencillamente porque mi existencia es una gota inseparable del río de su historia.
3. ESTUDIOS
Los estudios más definitivos son, quizá, los que hice en mi infancia, en mi pueblo. Los posteriores no han sido sino, la confirmación del rumbo inicial, modificándolo en trayectos, completándolo, llenándolo de contenidos. Pero toda la savia ha ido pasando por el filtro de las raíces. Bachiller en las horas difíciles del 47 (2). Estudiante rutinario de derecho y abogado sin entusiasmo en un tiempo sin justicia en nuestro país. Terminé la carrera de letras, luego de una apasionada vida estudiantil en la que, como dirigente universitario y preso político consuetudinario, aprendí algo más que literatura. Pero también literatura, pues en esa época la Facultad contaba aún con profesores excelentes, como Viriato Díaz-Pérez y Mariano Morínigo, para citar sólo dos nombres de "especialistas" que fueron mis maestros. El aprendizaje complementario y esencial lo hice al lado de maestros amigos, como Rafael Oddone y Arturo Alsina, en la primera etapa de mi quehacer cultural. No puedo dejar de citar otros nombres de personajes que, posteriormente, me aportaron mucho: Josefina Plá, Efraím Cardozo, César Alonso, Carlos R. Centurión, Gabriel Casaccia, León Cadogan, Augusto Roa, Jean Andreu, entre otros. Y naturalmente, me influyó mucho el diálogo permanente, el intercambio encendido con mis compañeros de afanes, algunos de los cuales están en estas páginas, compartiendo un espacio dialogante, como lo hiciéramos en las páginas de "Alcor", en las reuniones de la Academia Universitaria, en el patio de la Facultad o en las mesas de "El Rubio", "El Central" o "La Preferida".
En la Universidad francesa aprendí el rigor analítico, las exigencias científico-metodológicas y la sensibilidad humanista, combinación en la que la cultura de este país tiene una admirable tradición. Hice una formación como alumno y como profesor. Considero que enseñando es como más se aprende. En efecto, por un lado se renuevan constantemente los conocimientos, por las necesidades pedagógicas, y por el otro, se va adaptando la percepción del mundo en función de lo que se recibe de las nuevas generaciones, de los alumnos. Es este doble juego de dar y recibir el que me ha empujado a consagrarme a la docencia. Inclusive ahora que tengo un estatuto de investigador pleno, he podido conservar un seminario para candidatos al doctorado, lo que me permite continuar enseñando... que, como dije, es para mí una forma de aprender.
4. VIAJES
El largo deambular del exilio, la insaciable curiosidad y las intervenciones en reuniones culturales y políticas, me han llevado a muchos sitios. Creo que, en cierta medida, se trata del cumplimiento de un destino intuido en la infancia, cuando los arribeños y embarcadizos llegados de remotos lugares al puerto naranjero del Guarnipitán iban creando la sed de conocer el mundo, preconcebido en la ensoñación infantil. Hay sitios que me marcaron más que otros: Jerusalén, Veracruz, Estambul o Nueva York, Viena, Quito, Budapest o el siempre recomenzado encanto de Venecia. Pero cada vez más me ratifico en lo que alguna vez escribí:
"El frío del camino/ se me sube a los huesos/ por los hoyos del cuero/ que calca en cada suela/ la forma exacta de mi patria".
Entonces comprendo que cada nuevo viaje es una etapa del regreso a la tierra, aunque para ello deba cumplir el periplo más largo, que define muy bien Herib Campos Cervera en esta bella e intensa metáfora: "Rohayhu asyetégui tape ipukuvéva ahenonde'áva" (3).
Y en el fondo de la memoria redescubro los viajes más vehementes, más ardorosos que jamás haya realizado: los que emprendía de Villeta a Asunción en la lancha "Liguria" -partía al amanecer-, un niño con el pecho cargado de angustiosa curiosidad y los ojos velados por una neblina de inexplicable nostalgia.
5. LA NECESIDAD DE ESCRIBIR
Escribir es, en efecto, para mí una necesidad. Cada frase, cada poema, cada cuento, cada libro es el resultado de una profunda carga que se va acumulando, hasta que la tormenta desencadena el agua de la palabra. La necesidad de transponer el asco y el rechazo ante la degradación de mi sociedad, da origen a parte de mi escritura. La infancia y el exilio transitan por páginas y páginas y páginas. Las obras de erudición o de análisis que he escrito parten de un interés evidente por un tema, pero su realización obedece a menudo al acicate de una propuesta exterior más profunda. Las otras -las que transitan la dimensión imaginaria, las que vuelven visibles mis fantasmas- las escribo con la sangre, con las tripas, con las manos de los sueños, con las uñas de las pesadillas. En ellas, en su elaboración, hay algo de automatismo, pero no al estilo de los surrealistas, pues existe siempre una razón de partida. No creo en la gratuidad de la escritura ni en el inicio ni en las consecuencias. Escribo por algo y para alguien; obedezco en ello a una necesidad de comunicar, de comunicarme. Considero que la escritura no se agota en su componente estético: debe ser sostenida por una armazón ética. No hablo de la ideología ni del discurso, sino del espinazo que la sustenta, de las nervaduras que la sensibilizan, de las venas que la irrigan.
6. QUÉ SIGNIFICA LA POESÍA PARA MÍ
La poesía es, para mí la forma más intensa de esa "necesidad de escribir", si es que en ella se pueden establecer gradaciones. Y esto porque en la poesía la palabra se libera de muchas ataduras y moldes racionales. Y la escritura adquiere un lenguaje figurado, se concentra, se retuerce, se distiende, se oscurece, se ilumina, para expresar lo inexpresable. Es una manera de vaciar los recovecos del alma, de perder el equilibrio en ese vértigo que conduce de la raíz anclada en la tierra a los lindes del viento, que separa el cielo del purgatorio y que desemboca en el infierno. La palabra cotidiana es así transformada, por los filtros y las retortas de la poesía en excremento del dolor y de la esperanza, en abono de la muerte, en semilla de la vida.
NOTAS
(1) Demolida en 1952, la "cárcel vieja" se encontraba al lado de la Catedral, en donde hoy día funciona la Universidad Católica. Allí nos amontonaban en compañía de los presos comunes, quienes oficiaban de "jefes de celda".
(2) Año de una cruenta guerra civil en Paraguay.
(3) En guaraní: "Porque tanto quiero alcanzarte es que el camino más largo emprendo".
Co-textes N° 14 - 1987 Rubén Bareiro Saguier C.E.R.S. (UFR II) Univérsité Paul-Valéry Montpellier III
Fuente: CAMINO DE ANDAR - POESÍA ÉDITA. Edición ajustada por el autor: RUBÉN BAREIRO SAGUIER- Estudio Crítico de MARIO BENEDETTI. Mensaje de ANDRÉ GLUCKSMANN. Editorial Servilibro, Asunción-Paraguay 2008 (206 páginas).
Títulos digitalizados en BIBLIOTECA VIRTUAL MIGUEL DE CERVANTES
o DE NUESTRAS LENGUAS Y OTROS DISCURSOS.
o OJO POR DIENTE.
o EL SÉPTIMO PÉTALO DE VIENTO.
Entrada secundaria de:
· LITERATURA DEL PARAGUAY. VOL. II (DE LOS DÍAS COLONIALES A 1939) / VIRIATO DÍAZ-PÉREZ ; prólogo por RUBÉN BAREIRO SAGUIER ; anotaciones RAÚL AMARAL.
EDITORIAL SERVILIBRO - COLECCIÓN RUBÉN BAREIRO SAGUIER “Premio Nacional de Literatura año 2005” , Asunción-Paraguay – 2006/ 2007
Tomo 1 - OJO POR DIENTE - PREMIO “CASA DE LAS AMÉRICAS” . Carta de presentación de AUGUSTO ROA BASTOS. Introducción: LOS PRETEXTOS, EL CONTEXTO, EL TEXTO por RUBÉN BAREIRO SAGUIER. Febrero 2006 - 169 páginas
Tomo 2 - EL SÉPTIMO PÉTALO DEL VIENTO (CUENTOS). Introducción: CONVERSACIÓN CON RUBÉN BAREIRO SAGUIER por AUGUSTO ROA BASTOS. Febrero 2006 - 229 páginas
Tomo 3 - LA ROSA AZUL (CUENTOS) . A modo de comentario: RUBÉN BAREIRO SAGUIER: UNA OBRA, UN HOMBRE, UN PUEBLO por ORLANDO JIMENO-GRENDI. Abril 2005 – 173 páginas
Tomo 4 - AUGUSTO ROA BASTOS . CAÍDAS Y RESURRECCIONES DE UN PUEBLO . Julio 2006 – 251 páginas.
Tomo 5 - DIVERSIDAD EN LA LITERATURA DE NUESTRA AMÉRICA - VOLUMEN I . Setiembre 2007 – 237 páginas.
Tomo 6 - DIVERSIDAD EN LA LITERATURA DE NUESTRA AMÉRICA - VOLUMEN II . Setiembre 2007 – 190 páginas.
Tomo 7 - CAMINO DE ANDAR (POESÍAS ÉDITAS) . Edición ajustada por el autor. Estudio Crítico de MARIO BENEDETTI. Mensaje de ANDRÉ GLUCKSMANN. Enero 2008 – 197 páginas.