Portal Guaraní - HOJARASCA EN LA LUNA - Autora: GLADYS DÁVALOS G.

La permanencia de este tiempo de pandemia origina un sinfín de turbaciones. A causa de la alteración de ciertas posturas, algunas personas lo asumen como un encierro y no toleran esta circunstancia. Otras, sin embargo, buscan el lado positivo y dentro de lo establecido procuran liberarse de las acciones negativas. Teniendo en cuenta esta situación decidí editar Hojarasca en la luna. ¿Por qué este título? Me agradan las hojas, su vuelo, su brote de tonos delicados y sus movimientos rítmicos al compás que le marca la brisa. También me produce cierto placer caminar sobre la hojarasca.
Además, el título Hojarasca en la luna; indica que la hojarasca representa las palabras que llegan a través de la luminosidad de la majestuosa luna de todos los tiempos, que siempre inspira y hace aflorar las ideas. Así, la suma de palabras, con cierto tinte de melodía, fue formando la prosa sellada en este libro. Las palabras “hojas” y “hojarasca” aparecen en varias partes del texto en diferentes situaciones.

También me produce cierto placer caminar sobre la hojarasca. Además, el título Hojarasca en la luna; indica que la hojarasca representa las palabras que llegan a través de la luminosidad de la majestuosa luna de todos los tiempos, que siempre inspira y hace aflorar las ideas. Así, la suma de palabras, con cierto tinte de melodía, fue formando la prosa sellada en este libro. Las palabras “hojas” y “hojarasca” aparecen en varias partes del texto en diferentes situaciones.

El diseño abstracto impreso en la tapa otorga cierto realce a la luna y a las estrellas; éstas señalan lo que uno puede imaginar y expresar a través de las palabras. Las nubes oscuras marcan este tiempo de pandemia; en la parte superior van cambiando de tono: esto indica el retroceso del mal; por lo tanto, el lucero del alba señala la esperanza de un futuro mejor.

La diseñadora de la tapa, María Ovelar, refiriéndose a su trabajo expresó:

“Abstracto, con un cielo nocturno de colores contrastantes y superficies que dan profundidad.

El mundo de la creatividad e imaginación está asociado con lo intangible, lo etéreo, los sueños y la fantasía.

Como el libro es un compendio de haikus, poemas y prosas, textos nacidos de la creatividad, lo que busqué con la portada es invitar al lector a adentrarse por el hueco abierto en el espacio propuesto e indagar en las historias de la imaginación de la autora.

Por eso vemos una especie de abismo que se abre en medio de la nada, y se extiende hacia sus coloridas profundidades, donde las nubes se acumulan y reciben al invitado antes de acceder al contenido. Mientras que la luna observa todo desde lejos y la estrella de la mañana o Venus, representante de la creatividad, del amor y de la fantasía, guía la vista al mundo por descubrir”.

En las siguientes páginas, el lector podrá escoger alguna narración, ya sea en verso o en prosa de acuerdo a su preferencia. Encontrará una serie de haikus que, como los cerezos, adornan la cultura japonesa y enlazan ideas e imágenes en distintas situaciones.

Los variados poemas exponen sentimientos de amor, de pasión; motivos de lágrimas, de sueños, envueltos todos en alegres y tristes situaciones. A través de ciertas expresiones, las páginas suman palabras sobre este tiempo de pandemia. Además, forman parte de este libro algunos microcuentos, cuentos y relatos en los cuales también está presente una amalgama de sentimientos que deseo sean de interés para los lectores.

Ser sexagenaria puede llegar a implicar un montón de sorpresas, tales como huesos doloridos, exceso de canas, arrugas, angustias, crisis nerviosas, lentitud en los movimientos, entre otras cosas. Cada persona reacciona de manera diferente. En algunas, todo sigue igual y en otras, depende de la actitud con la que enfrentan esta etapa de la vida, tan misteriosa como la vida de la cigarra.

Cuando estaba planeando qué accesorios utilizar para el casamiento de mi hija recordé que aún debía diseñar mi calzado. Ernestina, maga en este tema de exhibir los modelos de última moda y analizar los diseños que se le entrega, para después aprobar o rechazar, me agendó una cita. Antes de tomar esta decisión miré el estante. Los tengo bien cuidados, pues como la mayoría de las mujeres, amo todo tipo de zapatos, no sé... es algo innato.

Aquí están, señora –me dijo Jorgina−, que más que mi ayudante es casi mi sombra, pues hace veinticinco años vive en mi casa y está siempre predispuesta para lo que yo necesite. Luego de mirar y caminar con distintos modelos, quedé estupefacta, no conseguía andar con firmeza. Sentí que los tacos de cada uno eran muy altos y las rodillas me crujían. Inmediatamente me convencí de que al poco tiempo de estar de pie sobre uno de estos calzados, me costaría más horas de hidroterapia y reposo con Neflix.

─Esto está sucediendo por utilizar muy seguido championes, zapatillas, mocasines o chatitas; como los sentía tan cómodos me dejé dominar o quizás sea la edad. Con sesenta y dos años recién cumplidos pensé que seguiría bailando tangos con mis calzados de altos tacones que siempre me dieron seguridad. Y ahora, tan solo me queda asumir estos cambios que se instalaron en mi cuerpo.

Se-xa-ge-na-ria, ¡qué palabra! Con tan solo once letras expresan transmutación; alteración en el sueño, lágrimas ante cualquier tipo de emociones, dolores en el cuerpo, cuyos huesos son los más destacados en este estado de grandes transformaciones. Las arrugas, casi marcando un apocalipsis surcan mi piel despiadadamente; tan tersa en otros tiempos. Jamás imaginé que llegaría a estar así algún día, ─uva pasas─, dice siempre mi amiga Celina. Esto me recuerda a la madre de otra amiga, una ancianita adorable, que de repente un día, estando todas en silencio disfrutando de una agradable melodía, gritó frente al espejo: “Mbae pico Ñandejara la ejapoa che reje”. Todas terminamos riéndonos a carcajadas y en ese instante surgieron varios temas de onda como juanetes, artrosis, rótulas, vértigos, colesterol, triglicéridos, entre otros.

Luego de ese alborotado momento de chistes y risas, una de mis amigas dijo que su cuerpo es fruto de innumerables luchas, de resignaciones y de grandes victorias. Otra opinó que acepta todo lo que pueda sucederle, pues en su rostro y en su cuerpo se reflejan momentos vividos conscientemente aceptando las tempestades y buscando los mejores caminos que le llevaban a pulir ciertas situaciones. La más callada del grupo agregó, que a causa de sus rodillas y su coxis sabe lo que es ser sexagenaria; sin embargo, a pesar de las dificultades físicas, asegura que estar en los sesenta es un aprendizaje; para sobrellevar con los hijos que son nuestro mayor tesoro, con los nietos que borran las amarguras, con la familia y con los círculos de amistades que aún van aumentando. Además, recordó que su médico, ante una queja de dolor, bromeando, siempre le responde: “Son dolores del alma”, y ella, como ya está acostumbrada a escuchar eso, sonriendo agrega: ─“Sí, sé, del alma-naque”. Y ambos ríen divertidos.

Algunas coincidimos en que llegar a ser sexagenaria debería hacernos recordar el encanto de cada etapa de la vida, porque a pesar de ciertas sorpresas que asustan, siempre aparece la felicidad obsequiándonos con su magia; además, cada persona tenemos nuestras historias y de acuerdo a como las resolvemos vamos tallando nuestro recorrido, con nuestros corazones regocijados y a través de caminos abruptos cual tinieblas de luz.

La llave de la eterna alegría encaja con las arrugas, por este motivo, a pesar de ser sexagenaria es un privilegio envejecer. Tendríamos que regalarnos cada mañana una oportunidad y concentrarnos en llevar a cabo lo que nos toca hacer para seguir sintiendo el resplandor de la vida; además, pensar en la edad que ya no tenemos, disfrutando de los recuerdos de nuestra juventud y hacerla eterna. Deberíamos olvidar el desgaste de los huesos, de la rótula rota, del manguito rotador y de las artrosis. Con la existencia y el infinito amor que nos inspiran los nietos asumimos con alegría esta nueva etapa, sin descuidar ese cielo de abundantes algodones que cuanto más se asemejan a la nieve, la coloreamos con matices que puedan alegrar nuestras vistas y hacer piruetas con el viento.

* Mbae pico Ñandejara la ejapoa che reje: Jesucristo, qué es lo que me hiciste, (refiriéndose a su rostro envejecido).

Intercambiar palabras para un poema... esto ocupaba mi tiempo cuando llamó mi atención un sonido resonante seguido de alucinaciones visuales y auditivas. Traté de ubicar el lugar donde se originó y quedé mirando fijamente el estante de los libros, recordando imágenes oníricas, esparcidas en el aire.

Aparece un libro de tapa bordó con tonos despejados, saltando una y otra vez en un espacio reducido; incomprendido lloraba su dolor reclamándome la angustia de su calma tensa a causa de no leerle. Me dijo que el polvo le invade a menudo y teme un ataque de pececillos de plata sobre su cuerpo, semejante a un trozo de madera. Bulle formando burbujas que se esparcen y explotan sobre los demás libros. Yo trato de acariciarle para que se tranquilice; sin embargo, con su lomo, melodía en mi tacto, araña la rústica y fina madera que compone el estante.

Libro, ¡oh, libro!, aún no es tu turno, ya te leeré en algún momento. Traté de hacerle comprender, pero enfadado, con el ceño fruncido, me respondió que poseía las palabras más bellas del mundo. Este sí que era un libro egocéntrico, obsesionado por mi mente. Quería penetrar en ella para hackearla. Le hormiguean sus carillas, sus letras se enfurecen. Las estrofas y los títulos se desmayan; además, los números de cada página van de un lugar a otro; y se pasean ansiosos, colmados de cólera. Del libro se apodera la impaciencia apresurada.

Como no le di cabida a su osadía, hizo un ruido estrepitoso lleno de ecos..., irreflexivamente reunió a sus colegas y los ordenó leerse entre ellos o lanzarse juntos al piso, similar a una nube gris, empapados de ira airosa con el fin de crear un desorden repulsivo.

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