CRISIS, ENCRUCIJADA Y DIÁLOGO EN PARAGUAY

Por VLADIMIR VELÁZQUEZ MOREIRA

 (*) Investigador y analista en temas sociales, culturales y urbanos.

La crisis pandémica impone al Paraguay una encrucijada histórica: sobrevivir o reproducir el modelo clientelar.

Son opciones excluyentes propias de una situación límite, cuyo único parangón es la tragedia bélica o el cataclismo. De hecho, la situación de la pandemia es como una guerra. A este ritmo, habrá tantas muertes como en la Guerra del Chaco.

En las últimas tres décadas, tiempo que lleva transitando el proceso de democratización, no hemos podido construir un Estado Social de Derecho. El indicador irrebatible es la ausencia o precariedad de los servicios públicos. Se trata de la principal deuda histórica de la llamada “Transición”, la cual interpela a todos y todas, con distintos grados de responsabilidad.

Por el contrario, consolidamos el Estado clientelar, cuyos orígenes vienen de larga data, y que poco tiene que ver con lo instituido por la Constitución Nacional de 1992. Su racionalidad, que está basada en tradiciones y lógicas de afiliación o pertenencia, se contrapone con las exigencias de racionalidad técnica, perspectiva integral, cálculo y previsión, impuestas por la catástrofe global que padece la humanidad.

Los aprendizajes del primer año de gestión pública en la pandemia son contundentes: el camino habitual no es el apropiado porque conduce a la “crónica de una muerte anunciada”.

Sobrevivir, por lo tanto, supone explorar el derrotero del diálogo y la articulación en torno a acuerdos imprescindibles de cara a cambios estructurales, atendiendo, al unísono, las urgencias del presente, que son –literalmente– de sobrevivencia.

Hacerlo acarrea un esfuerzo intrépido e inédito porque va contracorriente a la cultura política dominante, la cual permea a todos los sectores políticos y la sociedad en general, y que se caracteriza por el maniqueísmo, la fragmentación, el corporativismo y el ethos autoritario.

El sistema político paraguayo debe resolver una contradicción que parece una aporía: cambiar el modelo del cual se originó y con el cual cultiva una relación de codependencia.

¿Quiénes están pensando este reto? ¿Qué implica cambiar el modelo clientelar paraguayo? ¿Cómo el mismo está imbricado con el modelo económico, las dinámicas sociales y la dimensión cultural? ¿Hay emergentes de cambio?

Son preguntas para toda la sociedad, pero particularmente para las redes de organizaciones de la sociedad civil, las plataformas de derechos humanos, las federaciones empresariales, los movimientos sociales, los comunicadores, la incipiente academia y los liderazgos emergentes en la militancia partidaria. El desafío de generar una sinergia sin precedentes para construir un Estado social de Derecho en el marco de una nueva era histórica pareciera ser un desafío insoslayable.

En este contexto, reluce la experiencia “Paraguay Ahora”, un proceso de diálogo estratégico sobre el país, protagonizado por líderes y lideresas de las nuevas generaciones que provienen de sectores diversos. Iniciado en plena pandemia (mayo, 2020), la misma avanza tejiendo puentes de comunicación y reconociendo el disenso como energía singular para la construcción de acuerdos. Su objetivo: contribuir a la construcción de una agenda país al 2030 que enlace la atención de los efectos de la crisis sanitaria con aquellos asuntos de mediano y largo plazo.

La pandemia del covid-19 es paradójica porque perturba dolorosamente el orden conocido y acentúa a un grado extremo nuestras contradicciones constitutivas. La crisis –entendida como lo viejo que no termina de morir y lo nuevo que no termina de nacer– es, parafraseando a Milda Rivarola, “el mejor momento para pensar el país que queremos porque desnuda el país que tenemos”.

Fuente: ABC Color (Online)

www.abc.com.py

Sección: OPINIÓN

Martes, 25 de Mayo de 2021

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