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WILLIAM BAECKER
  NO HACE FALTA DECIRLO, 1998 - Poesías de WILLIAM BAECKER)


NO HACE FALTA DECIRLO, 1998 - Poesías de WILLIAM BAECKER)
NO HACE FALTA DECIRLO, 1998
 
Poesías de WILLIAM BAECKER
 
Ediciones y Arte Editora
 
Colección LA ROSA NACIENTE
 
Octubre, 1998
 
Asunción-Paraguay
 
Versión digital:
 

Un soñador vuelve: William Baecker
Ha sido motivo de sincera emoción,
encarar, de pronto, presencias
que creímos selladas por definitivos
desengaños, para siempre.
Josefina Plá
 
 
 
.
 
WILLIAM BAECKER, 1.943, ganador, en poesía, del Premio de Literatura ROQUE GAONA 1995, en este quinto volumen de su revelación poética, parece ser que el amor - tema que el autor maneja con incuestionable delicadeza deja de ser aquél sentimiento de recuerdo y dolor de sus obras anteriores para ser algo vigente que late en cada uno de estos poemas.
 
En efecto, el amor de ahora abre las puertas de la esperanza con los brazos en cruz, como aguardando el minuto que irremediablemente llegará.
 
Poemas escritos como para decirlos en voz baja, como para que se los susurre, desprovistos de retórica o innecesarios adjetivos, contagiados con esa virtud reservada a los poetas que calan hondo: con humildad, con la clara sencillez que no puede significar más que versos nacidos de la verdad y de la esperanza.
 
Los últimos versos del primer poema sintetizan, a nuestro juicio, el contenido de todo el libro:
 
No hace falta decirlo,
 
lo dicen todos:
 
nos amamos
 
y eso basta.

- 1 -
 
No hace falta decirlo:
lo dicen todos.
Los días no regresan,
sin embargo,
regresarán los nuestros,
los que fueron
infinitos minutos
que sellaron palabras y silencios.
No hace falta decirlo,
lo dicen todos:
nos amamos
y eso basta.


- 2 -
 
Yo que soy agonía permanente
y permanente sueño de adorarte,
a veces quiero ser como otro sueño
para decir tu nombre sin nombrarte.


- 3 -
Para que no me escuches
repetiré en silencio
vocablos que conoces:
aquellos
que besaron tu frente
con la dulce tristeza de adorarte
y la oculta alegría.
 
de no olvidar jamás
la palabra
esperanza.

 
- 4 -

Enmudecer
 
Mirarnos fijamente
hasta el punto infinito de los ojos
donde el tiempo eterniza
relámpagos de amor y soledades.
 
Saber callar.
Oficiar de ignorante, de insensible,
y, sin embargo, arder como una pira
nutrida de esperanzas y de olvidos.
 
Callar. Arder.
Morirse lentamente,
adivinar la cruz de abiertos brazos
para ser lo que fuimos en silencio:
ese sitio de amor
en el punto infinito de los ojos.
 
 
- 5 -
 
En mi ritual de todas las mañanas
beso el aire y te nombro:
-buen día, amor, te digo-
y el aire
 
me envuelve con la llama
de tu beso.
 
- 6 -
 
¡Qué importa
si no puedes decirme!
 
Me sucede, también, que muchas veces
-hilvanando detalles-
yo quisiera decirte
que acaso las palabras que silencias
son las mismas que guardo
porque entiendo
que ellas pueden, de pronto,
herir de muerte
esta dulce ilusión que nos alumbra.
 
Así de simple
son las cosas a veces:
referimos
decirnos alegrías que no existen
mientras muere en los labios
el deseo de amar que enmudecemos
 
¡Qué importa
si no puedes decirme
lo que sientes!


- 7 -
 
Como en los viejos libros
de pronto nos volvemos
un poco historias mal contadas
o arrebatados cuentos sin memorias.
Las cosas son así:
anónimas monedas que olvidamos
en viejos anaqueles del recuerdo.
De pronto,
y muy de vez en cuando,
eclosiona entre tantas vaguedades
la inenarrable angustia de adorarnos.
 
- 8 -
 
No intentes comprenderlo:
esas cosas
suceden
porque somos así:
un poco de alegría sin quererlo
y un mucho de tristezas
casi siempre.
Por eso
suceden esas cosas.
Ni tú ni yo quisimos,
sin embargo,
de pronto ardimos porque acaso
entendimos que es tarde,
porque ahora
es tiempo de dejar la puerta franca,
abierto el corazón
¡y liberarnos!

- 9 -
 
Juguemos a los dados
o a cara o cruz, si quieres.
Hay cosas
que parecen venir desde el futuro:
se presienten,
se las pueden oler sobre la piel,
se las tocan
y se pueden
adivinar palabras que decimos
en el más absoluto silencio.
¡Cosas tan raras
que suceden a veces!
Juguemos a los dados
o a cara o cruz,
de todos modos
está echada
la suerte.
 
 
- 10 -
 
Soy, a veces, dos hombres:
el uno que te ama
y el otro que te olvida.
A veces soy como ese otro
que me dice ignorarte
y te olvida, lo sé, porque ese otro
soy yo mismo otra vez para adorarte.
 
 
- 11 -
 
No importa lo que fue, lo que hemos sido.
Es probable
que tantos desaciertos cometidos
no impidan que podamos
-dormida la tristeza 
y el corazón al viento-
decirnos, frente a frente,
más que siempre
te quiero.
 
 
- 12 -
 
Sucedió porque sí,
porque debía ser.
Vuelve a su cauce el agua de mis días
para volver a ser remanso,
vapor y nubes, 
y otra vez arco iris
besar tu delicada geografía.
Como ves,
nada se pierde,
nada puede escaparse de nosotros.
El círculo se cierra nuevamente
acaso porque fuimos
copa y licor
confundidos
en un solo relámpago.
Somos
ese terrible amor
que no puede ocultar tu fantasía
y que sin disimulo
me nubla de tristeza la sonrisa.
Porque debía ser
se nos vuelve rutina
la esperanza.
 
- 13 -
Van y vienen las cosas.
Emigran como pájaros.
Como pájaros
regresan otra vez
a sus viejas querencias. 
Van y vienen.
Vivimos
un mundo acompasado de alegrías
que de pronto se acuesta con tristezas;
vivimos con tristezas
que ofician de mentiras y sonrisas.
Y así,
como las altas nubes,
se van desvaneciendo en las alturas
las aladas sonrisas y tristezas.
Sólo queda atrapada
esta angustia indecible
de adorarnos. 
 
- 14 -
No vuelvas la cabeza.
Lo que pasó se fue
como otras cosas
dejadas al olvido.
Quedó sólo el amor,
aquel instante
que acaso no supimos disfrutar
porque era urgente
vivir la fantasía de engañarnos.
No vuelvas la cabeza.
Tal vez nos encontremos
de repente.
 
- 15 -
Como la faz oculta de la luna
todas las cosas
tienen su fase oscura:
Fue así
como mi fase clara fue mi verso triste, 
mi alegría el dolor
de amarte tanto.
 
- 16 -
 
Te lo dije una vez
-hace tiempo y no tanto-
todo puede acabar,
nunca el amor, mi amor.
Y en regresando al tiempo que vivimos 
repito las palabras que te dije
con duplicado amor
porque se acercan
los días de las anchas soledades
cuando tú y yo seremos 
dos átomos cargados de esperanzas
que mueren cada día
para nacer estrellas.
 
- 17 -
Hemos llegado, al fin,
donde mueren las voces:
nos basta
un gesto imperceptible de los labios
o el tímido ademán de una caricia 
que se esfuma en el aire.
Hemos llegado, ¡al fin!
Pertenecernos es sólo una palabra
pues eres tan de mí
-como yo tuyo-
que sólo en el lenguaje del silencio
la angustia de adorarnos
¡es un canto de amor
en llamarada!
 
- 18 -
Ven a dormir conmigo,
necesito
sentir la soledad de mi epidermis
nutrirse de la tuya;
necesito 
que al fin de la modorra y del deseo
tus labios y los míos
-bajo el amparo largo del silencio-
nos digan
con un beso de noches encendidas,
¡cuánto tiempo olvidado,
cuánto dolor en vano compartido
y cuántas veces
quedaron apagadas nuestras voces
en volcanes de amor que no estallaron!
Ven a dormir conmigo,
necesito
el temblor de tu voz,
la caricia sencilla de tus manos,
la luz de tus luciérnagas,
el ardiente calor de tus entrañas
¡quemándome la cruz
de la esperanza! 
 
- 19 -
Tal vez cuando los días nos separen
y estemos tan distantes
-como solos-
te acordarás que fuimos
fulgor de eternidades
que no marcó el reloj
de nuestras cosas.
No lo marcó, yo sé por qué,
y lo sabes, también, porque en nosotros
hay algo que se muere cada día
y hay algo que renace:
el amor. 
 
- 20 -
No sé que decirte.
Pienso, a veces,
que ya estaba tu nombre
escrito en mis memorias del futuro.
Entonces me pregunto:
¿por qué
cuando el fuego
nos abrasa y consume
no estamos juntos?
No sé
que oscuros torbellinos
-mariposas al viento-
nos alejan y acercan.
Sólo sé
que el tiempo no transcurre
cuando el amor persiste.
 
- 21 -
Hoy brindaré contigo:
he pedido champaña
y copas para dos.
Es un día de fiesta.
El acre gusto alegre del brebaje
se enciende en nuestros ojos
y un calor casi eléctrico
termina en la humedad de un largo beso
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
¡Qué importa que no estés!
¿Es necesario, acaso, que te vea,
que acaricie
tu claro territorio,
que te diga en secreto
la cierta certidumbre
que somos llamarada,
diamante y agua,
ardor de vida que devora el tiempo?
¡Qué importa si no estás!
Nos amamos. Y punto.
 
- 22 -
Tu ombligo,
diminuto brocal
donde insufló el amor
el sublime misterio de la vida,
corazón del mundo,
dormida sima
que adorna la blancura de tu vientre;
caracola de carne,
callada flor eternamente abierta:
secreto oído de mis voces;
imperfecto
círculo
donde mueren las lenguas
de mi ardiente deseo.
Tu ombligo. 
 
- 23 -
 
Si imaginaras...
Si imaginaras
cómo te imagino,
tal vez silenciarías
esas cosas hirientes 
que me dices a veces.
Si imaginaras
con cuánto amargo silencio
repito diariamente
la oración de tú cálido nombre,
tal vez silenciarías...
Si imaginaras
de qué profundo abismo de mí mismo
emerge este cariño,
este antiguo deseo de adorarte,
esta ilusión que tengo
de ver brillar tus ojos con luz propia,
tal vez silenciarías...
Si imaginaras
cómo anhelan mis labios
amanecer sobre los tuyos
para decirte amor sin más palabras
que el latido profundo
que nace de sus llamas...
Si imaginaras,
tal vez silenciarías.
 
- 24 -
 
Y no te engañes:
sólo el amor perdura.

Así como el amor, es la poesía:
un monte de ansiedades y tristezas,
un sepultar relámpagos de angustias
que, al final de las cosas, son primeras.

Y no te engañes.

Así son las quimeras:
Después de los otoños, los inviernos
Anuncian otra vez la primavera.

Por eso digo, a veces,
-hablando de poesía-
que el dolor que me causa amarte tanto
es el puro placer de la agonía.

Y no te engañes:
después de los silencios y amarguras,
después de las primeras alegrías,
sólo el amor perdura.

 
- 25 -

Ya quisiéramos ser como ese sueño
que tantas veces hemos malogrado:
como ese cielo y esa oscura sima
que ignoran las memorias del pasado.

Ya quisiéramos ser, pero, callados,
se nos fueron los días, compañera,
como se van los barcos:
con resabios de amargas alegrías
y alegrías amargas de resabios.

Porque quisimos ser como ese sueño,
como esa sima y ese claro cielo,
hoy renace el misterio de adorarnos.


- 26 -
Solo con mis cosas
y entre mis cosas, tú;
no porque seas
una cosa entre tantas
sino
porque entre tantas cosas,
tú.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

*******

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