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BLAS BRÍTEZ
  HOMEROS DE UNA EPOPEYA FUNERARIA - Por BLAS BRÍTEZ - Viernes, 06 de Agosto de 2021


HOMEROS DE UNA EPOPEYA FUNERARIA - Por BLAS BRÍTEZ - Viernes, 06 de Agosto de 2021

HOMEROS DE UNA EPOPEYA FUNERARIA

 

Por BLAS BRÍTEZ

 

bbritez@uhora.com.py

En el poema gore sobre la culpa y el castigo, Divina Comedia, desde bien temprano aparecen las moscas y los gusanos. A las puertas del Infierno, en el Canto III. Surgen gritos de dolor de los primeros castigados que el poeta encuentra: los indiferentes, los tibios, los que vivieron “sin infamia y sin honor”, esto es, los cobardes ajusticiados ahora con una ciega vida: una especie de zombies. Caminan desnudos tras una insignia (militar, una enseña, una bandera), con moscas y avispas atormentándolos, llorando eternamente lágrimas mezcladas con sangre, de las que se alimentan cuando se derraman en los pies nuestros viejos compañeros de despojos biológicos que somos; es decir, los gusanos.

Cuando hablamos de muerte, hablamos de gusanos y hablamos de moscas. Cuando hablamos de política, también. Achille Mbembe es un filósofo camerunés que hacia 2007 concibió el neologismo necropolítica, esencialmente aplicado al neocolonialismo racista (y capitalista), como la soberanía tecnológica que decide quién vive, quién muere, en unos estados de excepción y de sitio permanentes, no siempre estatuidos jurídica ni visiblemente. No hace falta decir que Mbembe, con su crítica a la cotidiana biopolítica sanitaria que es ejercida siempre, escribe, por un poder difuso (pero al mismo tiempo bien real, agregaríamos), se metió de lleno, antes que en el aparato filosófico sobre la pandemia, en la crítica de su gestión sanitaria, arrasadora o innovadora por parte del capitalismo, sobre todo en el “tercer mundo”, donde las moscas y los gusanos siempre rondan los cadáveres reales de la política: donde hay muerte, a menudo sistemática, ejercida como poder contra los vulnerables del sistema.

Quevedo, oh poeta de lo bello y de lo feo, hizo de los gusanos una poética de la corrupción de lo físico, pero también de la corrupción de la conciencia. De algunos ejemplares contemporáneos de la política paraguaya, sobre todo entre los ostentosos de la púrpura del oro no siempre bien habida, podría decir el poeta español que “asco dentro son, tierra y gusanos”, aunque estén vivos. Cuando muertos, él dejará un epitafio sobre sus tumbas de “pecadores”, epíteto este que para Quevedo siempre tuvo un carácter eminentemente social, ciudadano, público: “Gusanos de la tierra/ comen el cuerpo que este mármol cierra,/ mas los de la conciencia en esta calma/ hartos del cuerpo comen ya del alma».

De los malabares quevedianos emergió Yo el Supremo, donde al final los gusanos de la tierra se alimentan de la conciencia del Poder Absoluto, del “poder hacer” que alguien viva, que alguien muera. Pero no son los gusanos, sino las moscas las que diseminan el polvo matemático de ese poder en la biopolítica del libro roabastiano, gestando el círculo vicioso (también infernal, dantesco) con otra vuelta de tuerca a la dialéctica del Amo y del Esclavo, en la que el dueño no siempre es dueño, ni el servidor siempre servidor; donde el poder se ejerce no solo verticalmente, sino también de forma horizontal, amable, incluso cuando se muestra necropolítico: sembrado de buenas intenciones, disfrazado de virtud.

La muerte de El Supremo es la muerte del Estado por su propia corrupción que será, a la vez, la vida efímera de las moscas alimentadas de su cuerpo (el funcionariado, el peonaje de la reproducción del poder), las que posibiliten la metamorfosis de la cosa pública en... mariposas.

En el caso paraguayo hablamos de mariposas infernales, de uras, de horribles lepidópteros. Lo que Roa Bastos/Supremo llama, finalmente, “oligarcones”. Esos que quieren “seguir viviendo hasta el fin de los tiempos de la cría de su dinero y de sus vacas”: su res privada, como un país privado; hombres y mujeres que quieren “vivir haciendo el no hacer nada”, “mancebos del garrote”, “aristócratas-iscariotes”, señores feudales del Paraguay que forman un “bando de los contrabandos”: todo eso que sabemos.

Roa Bastos nombra a las moscas furibundas de la muerte “homeros liróforos” de una “epopeya funeraria”: la del Paraguay agusanado.



Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

Sección OPINIÓN

Viernes, 06 de Agosto de 2021

www.ultimahora.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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