EL LAGRIMERO DE LOS AGRONEGOCIOS

 Por BLAS BRÍTEZ

@Dedalus729

 Azara lo describía con un agujero debajo del ojo al que llamó "lagrimero". El sitio en el que se depositan las lágrimas del guasu puku, el ciervo de los pantanos que habita zonas de Brasil, Argentina y Paraguay. El animal sufre la desequilibrante destrucción de su hábitat por la construcción de represas, la agricultura extensiva y el rociado de agrotóxicos desde avionetas infaustas. Un reporte periodístico mostró la semana pasada fotos de ciervos muertos en caminos y esteros en Ñeembucú. Allí, desde que Horacio Cartes inauguró un complejo industrial de capital brasileño, Villa Oliva se ha convertido en un centro privilegiado de los agronegocios en torno a la producción de arroz.

Los humedales del departamento son de los más grandes e importantes con que cuenta el país. El extractivismo arrocero incluye el uso intensivo del agua del Tebicuary para sus cultivos. Pescadores han denunciado su contaminación: mortandad de peces y problemas sanitarios para pobladores ribereños. Ñeembucú es, junto con Boquerón, el departamento en que más ha crecido la agricultura mecanizada durante el año pasado, duplicando las hectáreas sembradas, según el Informe sobre Agronegocios en Paraguay de BASE-Investigaciones Sociales, Con la soja al cuello 2017.

La participación paraguaya (gran parte proveniente del Ñeembucú) en el mercado mundial exportador de arroz es del 2%. De ese volumen, casi el 80% está destinado al mercado brasileño cuyo capital, como hemos dicho, está relacionado con la explotación en el departamento. El caso del monocultivo arrocero es paradigmático como muestra de un negocio concentrado en un puñado de personas —de fuera y dentro del país— que a menudo se embolsan 200 millones de dólares anuales y tributan miserablemente a un costo medioambiental y humano altísimo. Aunque siempre su aparato publicitario lo niegue.

Elaborado por un equipo multidisciplinario, la publicación es el diagnóstico (con datos del Ministerio de Agricultura y Ganadería y de otras instituciones oficiales) de una catástrofe ambiental y humana de dimensiones considerables y de efectos perdurables que abarca todo el país. Cuando se ve que es una exigua oligarquía (y capitales multinacionales) la que empuja al resto del país a esta catástrofe social, se observa también que la misma tiene un carácter criminal e impune. Solo algunas muestras: hay 2.900 hectáreas menos de alimentos en Paraguay hoy, cuando ya era escandalosamente poco, e "importamos" en ese rubro por más de 450 millones de dólares anuales; en 2002, había 180.000 cabezas de ganado para consumo interno: en 2016 no sobrepasaron las 7.000. Para la exportación: casi 2 millones. En medio de estos datos, el país de gua'u del agronegocio y el país de verdad de los alimentos cada día más caros y contrabandeados.

La economista Verónica Serafini muestra cómo la devolución del IVA a los sojeros ha superado cuatro veces su magro aporte al Fisco mediante el Iracis. También revela la "facturación fraudulenta" mediante empresas cuya jurisdicción final se encuentra en paraísos fiscales o "guaridas". En los flujos ilícitos durante los últimos diez años, el 97% correspondió a la facturación comercial fraudulenta. Gran parte de ese flujo está vinculado "al negocio de la soja", explica.

Abel Irala, por su parte, muestra cómo de las 18 rutas construidas o en construcción, 15 de ellas están ligadas a zonas extractivistas. De las otras tres, dos son rutas empedradas y una es un asfalto de 1 kilómetro en Caazapá... Para la lágrima.

Estamos ante la profundización del proyecto de una minoría —una aristocracia rural de nuevo cuño a la que ni siquiera le hace falta residir en el país, no ya en el campo— que ha asaltado el Estado para su provecho. Esa minoría llama "inseguridad", entre otros motes ideológicos, a los efectos devastadores de su insaciada acumulación de capital. Convive en las ciudades, consumiendo productos suntuarios en un pequeño mundo suntuario, con una población por debajo de la línea de la pobreza a la que ella ha arrastrado, contaminando y expulsando (cuando no criminalizando y asesinando).

Fuente: ULTIMA HORA (Online)

Sección OPINIÓN

Lunes, 19 de Marzo de 2018 - 02:00

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