MANDU'A

Revista de la Construcción

Año 38

N° 451

Noviembre 2020

Editorial

PERSEGUIR A LOS QUE CRITICAN ES UN GRAVE RETROCESO

Cuando el sistema judicial, olvidando los principios del Derecho, se pone al servicio de un grupo político coyuntural para perseguir a los que critican al Gobierno –entiéndase compuesto por los tres poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial-, hay un grave retroceso en la democracia.

La democracia se funda en el disenso, en la libertad de expresión y en el respeto a las opiniones que no concuerdan con las de uno. Si esas formas propias de una sociedad civilizada son coartadas, se enciende una luz amarilla de severa advertencia para todos los ciudadanos: significa que el autoritarismo desde el poder pretende desarticular la esencia de la comunidad democrática.

En el Paraguay, a pesar de haber transcurrido más de 30 años desde la caída de la dictadura del tirano Alfredo Stroessner, su forma de ejercicio del poder –sobre todo en el partido que gobierna, salvo un paréntesis de cinco años, el país en la llamada era democrática-, sigue viva, inmersa en las actitudes de los que conducen el destino del país en las diversas esferas. Hasta hoy la democracia no se ha convertido en una cultura capaz de articular con sus criterios la convivencia ciudadana.

Hasta hace poco, los gobernantes –en sus distintos niveles-, mal que mal,  hacían algún esfuerzo por respetar a quienes desde los partidos, movimientos políticos o la sociedad civil se han mostrado contrarios al rumbo por el que llevan al país.

Sin embargo, en los últimos tiempos, se ha visto que hay un avance significativo en la instrumentación del aparato judicial –fiscales, jueces…- para reprimir a quienes cuestionan el accionar del Gobierno. De haber sido hechos puntuales, ocasionales, no hubiera llamado la atención. De hecho, a lo largo de tres décadas de ejercicio democrático, hubo circunstancias en las que la Justicia se alineó a la voluntad de políticos inescrupulosos que los utilizaron para sacar de en medio a quienes los molestaban. Eran, sin embargo, episodios aislados.

Ahora, mirando los hechos, se está observando que los políticos con afanes autoritarios están cerrando filas para dejar de lado a quienes les enrostran verdades que no pueden desmentir y que no están dispuestos a enfrentar con argumentos y coraje. Por eso es que en el Parlamento usan su mayoría para imponer sanciones a quienes se atreven a enfrentarlos. Por eso también es que usan el aparato judicial para revertir el estado de cosas creado a partir del ataque de la Policía a la sede de un partido político. Y por eso igualmente es que hay serias acusaciones, con amenazas de prisión, para quienes alzan su voz en defensa de la mayoría contra el mal gobierno.

La persecución a María Ester Roa, activista de un grupo de escrache ciudadano, fue el punto de partida de la represión desde el ámbito judicial a las voces críticas. A partir de ahí llegaron los demás episodios de la misma nefasta índole.

Ante esta realidad, por de pronto, urge tomar conciencia de lo que está ocurriendo. No hay que ser ingenuos: hay un plan para anular a los críticos llegando incluso a usar la estructura judicial con ese propósito. Ello implica un grave retroceso en la vida democrática que, con sus imperfecciones, es el único modo de construir una sociedad civilizada.

Es necesario, entonces, utilizar todos los recursos que la misma democracia proporciona para salir al paso de los que de manera lenta pero segura pretenden hacernos regresar a tiempos que ya debieron haber sido superados. Hay que evitar que el proyecto autoritario puesto en marcha por el poder de turno avance apostando por una democracia que respete el derecho a criticar a los que gobiernan según sus intereses y no según los de los ciudadanos.

Fuente Digital:  Mandua.com.py (Online)

Registro:  Febrero 2021