MANDU'A

Revista de la Construcción

Año XXXVI

N° 431

Marzo 2019

Editorial

Cooperación del sector privado, un camino para solucionar problema de edificios escolares

Dado que la corrupción impide dar una respuesta eficaz a los problemas de las escuelas y colegios del sector público en lamentables condiciones, se vuelve necesario ser creativos buscando alternativas para que la infraestructura edilicia escolar tenga condiciones dignas para que niños y jóvenes puedan estudiar en espacios acordes a su condición humana.

Casi a diario y con mayor énfasis en el inicio del periodo de enseñanza formal, se lee en los periódicos y se ve en la televisión que hay escuelas donde las obras iniciadas han quedado inconclusas, que hay aulas a punto de derrumbarse y que aún existen alumnos que estudian a la sombra de añosos árboles.

Aunque trillado el tema y sobre todo cuando se trata de educación, es necesario insistir y persistir en la necesidad de que se acelere el proceso de adecuación total de escuelas y colegios públicos existentes a lo largo y a lo ancho del país a las exigencias de contar con locales seguros y cómodos.

Uno de los graves problemas del Estado paraguayo es la calidad del gasto público. Muchas veces existen los fondos, pero no son utilizados en las obras esenciales que han de permitir respuestas significativas a las necesidades. Se los emplea en aspectos baladíes que no constituyen prioridades. El extremo perverso de las asignaciones es que gran parte de ellas van a parar en manos de corruptos.

La educación del sector público es un claro ejemplo de mala administración de los recursos y corrupción. Como se recordará, los 360 millones de dólares anuales pagados por el Brasil como compensación por utilizar la energía excedente de Itaipú que Paraguay no utiliza, están destinados al Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo (Fonacide). Del monto total, un relevante porcentaje es destinado a las municipalidades para emplearlo en la construcción y reparación de locales escolares.

La ley fue promulgada ya en el 2012 y esta es la hora en que todavía el dinero no es empleado adecuadamente por los que lo reciben en los distintos municipios. En siete años de vigencia, algunos todavía no han aprendido a emplearlos correctamente. En realidad, no es que no han aprendido sino que alegan encontrar dificultades en la aplicación de los fondos asignados para poder apañar la corrupción. A ello hay que agregar que algunos municipios, aun cuando la ley dice expresamente, que el dinero del Fonacide destinado a educación no puede ser empleado en propósitos diferentes, lo han utilizado hasta para pagar salarios. Más grave todavía son los incontables casos en los que los fondos han ido a parar a los bolsillos de autoridades sinvergüenzas.

En el 2017, cuando era ministro de Educación Enrique Riera, un estudio daba cuenta de que el 54 por ciento de los 7.000 locales escolares necesitaban algún tipo de intervención para que la infraestructura alcanzara el nivel de calidad adecuado. De ellos 500 estaban en situación crítica y 100 a punto de desplomarse sobre alumnos y profesores tal como ocurriera en el Colegio Nacional de Lambaré hace algunos años.

La incapacidad de gestión y la corrupción han sido males que han impedido dar respuestas eficaces al problema de los edificios escolares en deplorable estado. Sin embargo, dada la magnitud del problema, aun de haberse empleado honestamente cada guaraní de las asignaciones, no se hubiera completado aún lo necesario para los locales escolares.

Ante esta realidad, ¿qué hacer? Un camino posible es el mostrado por exalumnos de la Escuela General Díaz de nuestra capital quienes al ver que la construcción bajo la cual habían estudiado años atrás se estaba cayendo a pedazos, se organizaron para realizar un mantenimiento completo y reconstruirla en parte.

A partir de la iniciativa, se interconectaron, vieron con qué recursos humanos y económicos podían contar, lanzándose luego a la tarea concreta de ayudar a su escuela. Los ingenieros y arquitectos del grupo revisaron el local, hicieron un diagnóstico de su estado, propusieron los caminos de posibles soluciones y se dispusieron a buscar los 200 millones de guaraníes necesarios para el mantenimiento y la reconstrucción.

Con aportes personales y ferias de comidas fueron haciéndose de fondos que fueron empleados en las obras.

Con ese gesto demostraron la importancia de que el sector privado coopere en la solución. Rompieron así el malsano paradigma de que el Estado tiene que resolver todo y que, a lo sumo, los ciudadanos tienen que reclamar que lo haga.

Antes que esperar todo de arriba, es necesario que en cada establecimiento escolar donde haya problemas edilicios nazcan iniciativas parecidas a la de los exalumnos de la escuela General Díaz. Poco o mucho, el aporte será relevante. No valdrá la excusa de la pobreza porque con creatividad siempre se pueden superar las limitaciones económicas. Así podrá acelerarse el proceso para llegar a contar con locales escolares donde se pueda estudiar con dignidad.

Fuente Digital: Mandua.com.py (Online)

Registro: Julio 2022