ANA DÍAZ (1580)
ANA DÍAZ (1580)
a Fernando Guibert
Ana Díaz,
mujer fundacional,
heredera del aire mestizo,
el cemento te debe su palabra
y el hierro su oración.
Descubriéndole mensajes a la selva,
río abajo,
despeñando el verdor
que en las orillas
crecía entre raíces
volcadas hacia el viento,
el viento cimarrón que coronó tu vientre
y el perfume ancestral
que está en la sangre,
cuando es más que canto al costado del misterio
la noción de la noche
sobre el mundo;
entregándole al tiempo
tus cabellos ardidos de luciérnagas,
de oscuros esplendores
y arrebatos;
tú, virgen del agua llana,
de la amarga marea,
del desierto prendido apenas
a los comienzos de la pampa,
con su vértigo de salitre
y sus estrellas,
a la hora en que alguien se va
para mirar por dentro
su estatura;
tú, amante de la luna,
o quizá de algún pecho entre barrancas,
agrios cardales,
voces con mando de historia,
ofreciendo noticias de tu cuerpo,
brizna aún de la tierra,
lumbre inicial
de amor en Buenos-Ayres.
Alguien buscó en tu sombra
la verdad del jazmín,
el recuerdo que recorre en tinieblas
la leyenda,
los sones que declinan
la vez que sólo una vertiente
de silencio
se detiene a esperar a la aventura.
Alguien quiso
que el cárdeno terrón
fuera tu hijo,
tuviera forma, latitud, ósea nostalgia,
virtudes de la guerra a lo imposible,
y te rodeó de asombros,
hizo crecer el origen
del instinto
y te llamó a su barca de soldado,
a su arcabuz de capitán,
a su velamen de navegante
o simple embarcadizo.
Por aquel entonces
una ciudad nació desde tus hombros,
pobladora de muertes, maravillas,
y también letanías de miseria;
desde entonces
vives en errantes guitarras,
junto a las algas de la costa,
si otro alguien
convoca el regazo
de tu nombre
y en la ciudad que tiene los límites
de tu piel
y guarda en algún barrio
sus aromas,
con la frente azotada
de presentimientos y relámpagos,
con su corazón en cruz
para tu ausencia,
agradece a tus maternales
pasos asuncenos
esta versión de la esperanza.
Ana Díaz,
mujer fundacional,
heredera del aire mestizo,
todavía
el cemento te debe su palabra
y el hierro su oración.
.
(1968)
(De: El león y la estrella, 1986)
Autora: TERESA MÉNDEZ-FAITH
Intercontinental Editora, 1995
Asunción-Paraguay, 362 páginas
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