INDIGNOS DEL REKUTU

 POR MARIO RUBÉN ÁLVAREZ

alva@uhora.com.py

Ahora que hatatî jevýma las elecciones municipales, se escucha hasta en sueños que muchos intendentes no han hecho nada relevante por las comunidades que les votaron y aspiran al rekutu.

Las excepciones deberían abarcar a los pocos que han hecho mal sus deberes y están en deuda con sus electores. En nuestro país, esa lógica funciona al revés: remite a los escasos ejemplos de intendentes que van a terminar su mandato dejando recuerdos positivos imborrables.

Bastará con que cada uno mire su entorno para constatar que la mayoría de los intendentes siguen manteniendo las calles y los caminos vecinales —en el caso de las municipalidades que cuentan en su jurisdicción con áreas rurales, las compañías—, en deplorable estado, llenos de baches, con puentes borrachos que se balancean en el aire.

De la recolección de basuras, ni hablemos. En este capítulo, el único punto a favor que se les puede anotar a algunas intendencias es la puntualidad alemana con la que las empresas tercerizadas cobran la mensualidad por el retiro de los residuos. No recogen los deshechos, pero siempre traen la factura.

Algunos intendentes llegan al colmo de cobrar por el servicio de recolección de basura cuando se paga el impuesto inmobiliario sin que ni siquiera las municipalidades cuenten con una carretilla que levante al menos las cervecitas ryrukue y las botellas vacías de gaseosas de los lugares públicos. Es un robo descarado, ya que no existe contraprestación alguna.

El dinero del Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo (Fonacide) ha dejado completamente al desnudo las graves limitaciones de los municipios. En el mejor de los casos, el problema es de gestión. Los intendentes no saben cómo usar la plata y ni siquiera se ocupan de averiguar los procedimientos, que no son del otro mundo. En el peor, es corrupción.

Un problema grave es que en la mayoría de los 249 municipios no hay gente capacitada y con ganas de ejercer un control ciudadano aunque más no sea para que los gobernantes locales sepan que alguien les está mirando.

Las juntas municipales, por lo general, no sirven de mucho. Son piezas de la incapacidad manifiesta. No legislan, aprueban todo lo que los intendentes les piden y que son capaces de solicitar la intervención de la comuna si no cobran sus dietas. Las coimas para acelerar la aprobación de planos de loteamientos son parte de su rutina.

En lo único en lo que muchos intendentes trabajan sin descanso es a favor de sí mismos. Se llenan la boca de supuestas obras de progreso, cuando en realidad lo único que avanza es su patrimonio.

Estos son los que desean repetir la inoperancia y la corrupción.

Fuente:  ULTIMAHORA.COM (ONLINE)

Sección OPINIÓN

Viernes, 06 de marzo de 2015

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