El Dr. Carlos Federico Abente cumplirá 100 años dentro de un poco más de siete meses, el 6 de setiembre. Había nacido en esa fecha, en 1914, en Isla Valle Areguá. Es una de las últimas glorias vivas de la época de oro de la música paraguaya en la Argentina.
De niño, Carlos vivió en Isla Valle con su madre Juana Deolinda Bogado. Con ella fue a Puerto Pinasco y de ahí se mudaron a Formosa. Allí hizo la escuela primaria; pasó luego al internado de La Fraternidad en la provincia de Entre Ríos, ensu capital, Paraná, para entrar en elcolegio nacional Justo José deUrquiza. De allí, con suamigo José Ramón Lamboglіа, el barco de su vida puso proa hacia la capital argentina para estudiarMedicina en la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Al llegar, en los primeros años de la década de 1930, los jóvenes estudiantes alquilaron una pieza cerca de la universidad a la que pretendían ingresar. Allí fue donde conoció al paraguayo que le pondría en contacto con todos los músicos: Prudencio Giménez, quien por aquella época alternaba su oficio de músico con el de maestro de pala en una panadería.
De ahí en más el estudiante de Medicina se hizo amigo de los que eran ya parte de la consolidada colectividad musical paraguaya, pero sobre todo de uno: el creador de la gua- rania, José Asunción Flores.
"Los que siempre andábamos juntos éramos Flores, Cayo Sila Godoy y Emilio Vaezken. En algún momento también se sumaría Augusto Roa Bastos'', recordó alguna vez el poeta aregüeño, que para no perder su guaraní inventaba monólogos que decía en voz alta en Entre Ríos, donde no había nadie con quien conversar en la lengua de Ñesũy Japuguái.
Alrededor de 1940 Carlos había escrito ya algunas letras para canciones. Flores conocía esto, pero sobre todo estaba al tanto del detalle que lo convenció de que Abente debía ser el autor de la letra de su guarania Ñemitỹ, compuesta algunos años antes.
SIN ESTRENO EN ASUNCIÓN
"Yo le había recitado Paraguay ruguy. Era un monólogo que yo hacia para escucharme en guaraní. Había nacido ya en Entre Ríos. Veíagigantesco todo lo que era pequeño. Isla Valle me parecía que quedaba lejos de Areguá, pero estaba ahí no más según ahora me doy cuenta. Flores quería que tuviera el mismo sentido agudo de esa poesía. Decía que era sencilla, pero aguda, ñande kutu asy (nos emociona profundamente). Yo tenía miedo porque había grandes poetas como Antonio Ortiz Mayans, Carlos Miguel Jiménez y otros", contaba.
“Yo me negué varias veces a escribir, pero Flores insistió una y otra vez. Yo traté de interiorizar el leitmotiv de la música de Flores. Cuando le acepté estaba conmigo Sila Godoy. Cuando escribí y le mostré me dijo: Iporã, kóa... kóa la aipotáva (está bien, esto es lo que yo quiero). Después fuimos trabajando juntos para ajustar la letra a su deseo, corrigiendo y agregando algunas cosas", complementa.
Asegura luego que este episodio debió darse entre 1943 y 1944.
"Flores no lo quiso estrenar en la Argentina porque decíaque debía ser el himno del labriego en Paraguay. Fue pasando el tiempo, vino la revolución de 1947 y le cerró toda posibilidad para cumplir sus intenciones. Fue estrenada recién en 1951 en Buenos Aires”, concluía Carlos.