A FLOR DE AUSENCIA
ÑE’Ẽ APYTERE
Por MARIO RUBÉN ALVAREZ
(BILINGÜE – Castellano-Guaraní)
Editorial Servilibro,
www.servilibro.com.py
Tel.: 595 21 444770
Asunción-Paraguay 2007
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ÍNDICE
I
Destino/ Razones de la palabra/ A quemarropa/ Recuento/ Mis zapatos/ Sombra de sombras/ Vía crucis/ Tarde adentro/ Creciente/ Pablo de América / Anuncio de primavera/ La voz/ Rastros apagados/ Estación final
II
Autobiografía/ Preguntas a mi madre/ Declaración de amor a Potrero Yvaté/ A flor de ausencia/ Eternidad de nostalgia/ Intención de vuelo/ Barro y estrella/ Niño de olvido/ Compañeros/ Íntimo llamado
III
Tenaz compañera/ El alba futura/ Amo de las lenguas/ Padre Miedo/ Elegía de otoño
IV
Soledad/ Mujer para un tiempo esperado/ Ciclo vital/ Esperando un canto/ Petición/ Instante mayor/ Canto Popular/ Júbilo mojado/ Noche perpetua
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DESTINO
Toma un pedazo de lumbre,
canto, y camina, libre
a orillas de cuanto nombre la vida.
Gira, corre,
atraviesa el silencio
de tu mis íntima mudez;
ocupa, sin que te vean,
el aliento de las campanas,
el vientre de los niños de abril,
la eterna fantasía de las sombras.
Nadie sabe que vas montando
un ciego caballo de auroras,
que llevas la herencia
de los hijos del norte,
un abecedario de rosas,
un beso partido en dos
y un verso mitad madera,
mitad estrella.
Recobra en el agua
la silueta perdida
y no permitas jamás
que una nota se te ahogue
en el corazón de una madrugada.
Está escrito en los borradores
de la bruma de otoño
que eres errante,
siempre arribeño,
huérfano perpetuo del beso
cotidiano de tu madre.
Cuando se acerque tu voz a su tarde
toma un hálito de hogueras pequeñas,
blande tu puñal de clavel y resedá,
desafía al lucero mayor,
ponte sobre tres cumbres,
hiere al brillo en su mano
y, en un vaso encendido,
bebe su fuego sin respirar.
No te detengas al pie
de ninguna nostalgia;
que ninguna alegría
atrape tu afán de caminos:
sé siempre un paso alerta,
un itinerario de regreso
condenado a la partida.
Canto, jamás claudiques
por el aroma de ninguna primavera,
ni por el sabor oscuro
de un invierno sin pájaros despiertos.
RAZONES DE LA PALABRA
Para tocar la herida sangrante de mi pueblo
para beber de un solo sorbo la nostalgia
para sentir en mi carne el filo ardiente del puñal
para cantar guaranias en la noche sin estrellas
para besar la escondida sonrisa del invierno
para gozar en la hora de la siembra de aguaceros
para tocar con mis manos el pulso de la lluvia
para ser feliz en el instante del regreso
para nombrar al amor incluso por sus apodos
para ser contagiado por la inocencia de la madrugada
para saberme hombre en el nombre de una mujer
para no morirme de un síncope de silencio
para eso elegí caer en la emboscada de la palabra
A QUEMARROPA
Hecho de ceniza,
gris hasta su médula inquieta,
agosto trepa la tarde,
acorta el suspiro,
alarga el bostezo,
es humo de tiempo
que pregunta
por el secreto de la ausencia.
Mientras
el silencio se adueña del dial,
la rutina, puntual, está en el aire
ya gira el disco del tedio libretado.
De pronto,
desde quién sabe qué monotonía
me asedia una hoja en blanco,
me dispara un verbo a quemarropa
un adjetivo despavorido
y entonces,
libre de lo repetido,
me entrego
a la poesía.
RASTROS APAGADOS
Sin saber por qué la última orilla de cada tarde
lleva a los altos montes el vuelo de los pájaros
mirando los ojos perdidos de mis mayores
transitando sobre los huesos de años idos
oyendo el ayer en amarillas páginas de libros
conversando con guerreros que todavía combaten
recorriendo los esterales de la historia
pregunto por mis raíces
de compañía en compañía
de cedro en cedro
de arpa en arpa
de llaga en llaga
de mudez en mudez
pregunto por mis raíces
quiero saber dónde nacen las voces de los míos
por qué el coraje solo aparece en los discursos
quien robó la última esperanza despierta
de dónde vienen los hijos de la sumisión
para qué sirve la palabra debajo de la almohada
pregunto por mis raíces
encuentro sólo rastros apagados por la noche
heridas que prefieren el dolor del silencio
inminencia de golpes en la madrugada
cobardías que se leen al costado de los gestos
pregunto por mis raíces
sólo hay sombras que llevan a otras sombras
pistas que acaban en un precipicio
claves que sólo descifran los muertos
igual, tenaz e impaciente,
pregunto, pregunto por mis raíces.
II
AUTOBIOGRAFÍA
Vistiendo seis caldeados veranos,
apenas niño descalzo,
con la inocencia todavía intacta,
me arrancaron del aire de los míos.
En vez de picadas y carreteras
vi anchos caminos bañados en polvo;
solo en el mapa de un verde paisaje
quedaron Potrero Yvaté y Santaní.
Navegando entre camalotes
las blancas casas de Rosario
me mostraron el primer puerto de mi vida
sin confesarme aún que sería marinero sin agua.
Ya cada vez más lejanos quedaban
los nombres de la brisa antes de la lluvia,
la gradación de la luces en el alba,
las travesuras del Palo Blanco inolvidable,
los infinitos campos de mi única tierra,
el arisco alazán de mi padre Manuel,
el aroma herido del incienso,
el corral del rito cotidiano,
la ovenia de músculos siempre visibles,
el coraje de María, mi madre.
Ya en el Anaa Barthe
vi jinetes cabalgando sobre madera,
el brinco espumoso del río Paraguay,
muelles, planchadas y barrancos
eran solo fugitivas imágenes de febrero
de aquel año sesenta que me volvió caminante.
De pronto, en una bahía,
supe que todas las piedras aguardaban mis pasos,
los muros levantaron en mi asombro de campesino
su dato canto de piedra y ladrillos.
Asunción ya estaba entre mis huesos
con sus baldíos, pandorgas y bocinazos.
Empezaba a ser otro aunque nunca
sería otro del todo en el ardor del cemento.
Fue entonces cuando perdí
la novena maravilla del cuarto menguante,
el saludo de los troperos arroyenses,
el olor a quemado de las siestas de agosto,
el sueño varonil de un arma en la cintura,
el afán de ser jinete montado en un malacara,
los rozados marcados a punta de filo y sudor,
la ronca voz del poniente,
la oración a unta Bárbara en la tormenta,
el tiempo eterno contado desde un mangrullo.
Me atraparon en calzados, camisas con olor a pacholí,
anteojos para no ver la silueta de la nostalgia,
horarios aun para el suspiro más secreto,
cortesías de cartón para cada ceremonia.
En mi boca enmudeció el guarani,
mi lengua sintió la mordedura de extrañas palabras.
Ya, exiliado en la capital
aprendí la añoranza,
me cobijé debajo de nuevas memorias
y poco a poco entendí
que solo el regreso era el muelle de mi dicha.
Con medias a toda hora,
tomando la urbana sopa diaria,
educado en mucho gusto, perdón y padrenuestros,
sin embargo, nunca, nunca,
borraron de mis manos
el tibio cuerpo de la tórtola en el ñuhâ,
las semillas en el útero de setiembre,
el olor a cedrón kapi'i,
los vocablos de mis primeros asombros,
la rebelión de las hierbas antes del amarayvi,
las pezuñas en tropel corriendo hacia la aguada,
los estaqueos de los ranchos,
las bateas de almidón y jolgorio,
la tarea de caña dulce, guitarra y ñemboki,
las correrías de Perú y Pychãichĩ,
el misterio que llaman pombéro.
Desde aquellos remotos cercanos días
el techaga’u es mi sombra más verdadera.
PREGUNTAS A MI MADRE
¿Con qué canto de cigarra veraniega
le anunciaste a mi padre
que ya mi corazón inquieto
latía en tu ombligo de madre?
¿Cuántos gallos de la aurora,
olvidaron su rutinario oficio
de anoticiar la cercanía del alba
celebrando tu júbilo más nuevo?
¿Con qué colores de monte y azucena,
aguada, clavel y jeguaka
volaba la mariposa de la dicha
cazando vieron ustedes mi risa inaugurada?
¿Qué armas de hombre y memoria.
tenía en la cintura caliente
Jaguarete Careaga, dura madera de monte,
cuando derramó aquella risa que me ojeó?
¿Recuerdas todavía la miel de ni boca
en aquella tarde única por siempre
en que, por primera vez,
te di el mundo llamándote "mamá"?
De niño, cara de barro y sol,
en la pausa de mis juegos de lazo y hondita,
¿qué me gustaba más:
el eíra kesu o el kamby roca?
Alguna vez, de repente,
en algún mediodía de fuego y kurupi,
con Silvio, mi compañero de correrías,
¿huirnos sin permiso al Palo Blanco?
¿Qué vaticinaba el Bristol
en aquel día en que dijeron:
Bernardo y Eufrocina, de Costa Puku,
serán los padrinos de este niño de setiembre?
¿En qué mes de la primavera,
con un mameluco azul,
emocionado y feliz,
subí al lomo de aquel esbelto caballo alazán?
¿Será que del almacén de Salomón, Sakuapé
salió aquel solidario cajón
en que al final de un liño de maíz,
ansioso, esperaba tu, regreso?
¿Tal vez doña Simeona
y la ovenia del Karanda'yty,
en la fiesta del aroma de las guayabas,
sabían ya mi destino de caminante?
¿Amaba más, de pequeño,
los cortos aguaceros de noviembre
o las lluvias perpetuas de octubre,
en el tiempo de las sernillas en el surco?
¿Te acuerdas aún, mamá,
en qué solemne ocasión,
mis oídos oyeron por primera vez
el son de la guitarra de mi, tío Catalo?
¿Cuál de mis alegrías estaba conmigo
cuando mis abuelos Adolfo y Juan José
me ponían en la palma de la mano
la inmensa maravilla de un caramelo?
¿Qué me hacía dormir más rápido:
el torore que me cantabas en el kyha
o la promesa de un beso tuyo
en el ysapy de la siguiente alborada?
¿Qué limpia. y humilde camisa tenía
cuando, uno a uno,
mis hermanas y hermanos
sumaron sus algarabías al okára de la casa?
¿Algún arribeño acaso te dijo,
en la quietud de una siesta,
que la palabra, el silencio y la semilla
serían mis armas para las batallas de la vida?
¿Imaginaban ya ustedes, entonces,
rnirando la dirección de mis huellas,
adivinando mi afán de luceros,
que yo sería un hijo para la ausencia?
A FLOR DE AUSENCIA
Yo que soy hijo del avatiky
las aguadas
el, truco de caña, flores y envidos
la karrerape de la siesta del Palo Blanco
los tordillos con lazos en la grupa
la calesita jubilosa del quince de diciembre
el kiveve de amarilla sonrisa,
la sangre urgente de la pista de baile
el tereré fraterno de la llegada
la fuga de la moza acaso virgen todavía
los troperos de Arroyos y Caraguatay
la carreta con guampa y resedá
el amangy meciendo el sueño de abril
las noches de estrellas en la tierra
la doma del viento de agosto
los relatos de Perú y Gallo Vi' o
la ovenia
el ceibo
la rosa morotĩ
el jazmín del okupe
la inocencia que se llama jeheka
prisionero de esta hoja
¿qué hago atado a las paredes
asfixiado por el humo de las siete
acodado entre tantos modales urbanos
atrapado entre noticias, agendas y teléfonos?
Soy un havia korochire sin cielo
un tajy de pétalos sin sol
un sueño de regreso
a flor de ausencia.
Alguna vez, sin embargo,
será polvo la espera,
oiré de nuevo al rocío llamando mis nombres,
Entonces, junto al tataypy de lo mío,
recuperaré, de golpe, todo el sabor de la vida.
ÍNTIMO LLAMADO
En una tarde sin copias todavía
dejando besos a medio camino
sin más equipaje que mis sueños
a pesar de las noches que amo
la costumbre de encender maravillas
con aires de victoria en cada gesto
sabiendo la clave oculta de un lunes
el color de la nostalgia sin adornos
cómo se ahuyenta el polvo de la rutina
para que las piedras sean diamelas
los silencios inapagables voces
la ausencia un racimo de llegadas
con la añoranza herida de muerte
respondiendo a la voz que me reclama
amasando un júbilo más entero que nunca
así, desde el límite de la espera
sobre cenizas, coraje y dicha
me llama sin tregua Potrero Yvaté.
III
AMO DE LAS LENGUAS
Día a noche, sin fatiga,
golpeando en su fuego los vocablos,
desarticulando sus vínculos con el sueño,
quedó el silencio
como único dueño de las lenguas.
Su poder creció y se multiplicó
desde las orillas del agua
hasta las cuerdas de la guitarra.
Hirió al grito en la garganta,
no dejó que ningún verbo se rebelara
ni que echaran raíces en la mañana.
Ahora bosteza en los discursos
merienda con los niños sin padres,
busca nombres en la guía telefónica,
descalzo, derrama semillas en el surco,
elige el color del próximo vestido,
corrige las partituras de un concierto,
enciende homenajes a un solo amo
y cuida muy bien de que a su rebaño
no le atraigan los aromas
de lo que llama, falsa primavera.
En un peldaño clandestino,
sin embargo, a contraviento,
crece una inatajable voz de luceros
que enciende un tropel de palabras
nombrando la libertad.
PADRE MIEDO
Padre Miedo que
estás en la tierra,
en el cocido sin leche,
o orillas de cada gesto,
en el noticiero de las siete
en el verbo en tiempo futuro,
santificado
es tu nombre,
tu apodo
tu sombra
tu milésima copia
ya tu reino
habita la lengua
el párpado
la mirada
el cuarto menguante
tu voluntad se hace
a sol abierto
a luna cerrada
danos hoy
más llanto en el río
una dosis de fuego
setecientas lágrimas sin uso
perdona
los guiños de rabia
la página rebelde
y déjanos caer
en la tentación
de amor a contramano
la libertad.
ELEGÍA DE OTOÑO
Era un hombre cabal,
amaba el secreto de las hojas amarillas;
vistió siempre de canto
su corazón de madera y guitarra.
El dolor compañero
conoció el nombre de cada una de sus huellas,
pero la risa en su boca
fue un hábito perenne de primavera.
Amasó el diario pan
con la viva sal de su frente limpia y morena;
como todo mortal,
callado, guardó en su cuerpo esperanzas heridas.
Su mano transparente
secó el llanto de ojos acosados por lágrimas;
hospedó en su costado
los frágiles límites del amor y la ausencia.
Ya no habrá golondrinas
pintando de celeste mariposas en vuelo;
firme, amarrado a los años,
a su memoria no le crecerán raíces de olvido.
IV
MUJER PARA UN TIEMPO ESPERADO
Mujer remota
mujer cuya silueta
aún no pude acariciar
mujer mía
humilde
noble
sencilla
hecha de aromas
hospitalaria
adolescente
madura
mujer
para el invierno
y el verano
la ausencia
el regreso
el perdón
la gloria
y el abismo
la siesta
el amarillo
la trasnochada
la semilla
y los frutos
mujer
para la flor
y la espina
el amor
el odio
la desnudez
mujer
sin saber
tu nombre
te nombro
en versos
adoro
tu pelo claro
visto tus besos
como hechos
solo para mí
mujer
dónde reposas
cuál es el signo
de tus bostezos
cuál es la clave
para conocer
tus alegrías
recién estrenadas
mujer mía
única
gozosa
y sufriente
de todos los climas
horarios
angustias
mujer
callada
serena
con milagros
olvidados
por la primavera
mujer
atesoro
sin tiempo quizás
cada tiempo futuro
que has de traer
ya me inquietan
tus pupilas
me acosan tus abrazos
me circundan
tus caderas
no te conozco
mujer mía
sólo sé que vives
en un rumor
quieto cercano a la tarde
en alguna playa
en algún llamado
telefónico
en alguna pregunta
en alguna cortesía
en alguna cuna
de la vida
te espero
mujer.
CANTO POPULAR
Quiero un canto popular para tu boca,
una melodía fresca y dura desde tu garganta.
Un canto popular para tu boca.
Que resbale del sur hacia el poniente.
Hecho de guitarras con memoria de jazmín
con añoranzas prendidas al sabor de la cosecha.
Con todas las angustias hermanas de la espera.
Con el molde atribulado del llanto vespertino.
Llevando a cuestas, en huellas de cicatrices,
todas las alegrías y esperanzas de los hombres.
Un canto popular para tu boca siempre alerta.
Como rocío, como luz, como tormenta sin tregua.
Borrando silencios y germinando rebeldías,
quiero el rayo de un canto popular en tu boca.
JÚBILO MOJADO
Descalzo,
sintiendo que la tierra
se conecta a mi sangre,
camino bajo la lluvia
(Si pudiese elegir, mi destino
sería sin duda tu corazón).
Recobro, en cada paso mojado,
una perdida memoria de la infancia.
Casi libre, dejo que mis pies
borren la huella del tiempo,
esa terca atadura sin rumbo.
Y cierro los ojos
para que solo el júbilo
de tu recuerdo
me empape a solas.
NOCHE PERPETUA
Quiero que esta noche sea perpetua.
Que se detenga justo en el ojo de, la sombra,
detrás de las voces apagadas,
en el sueño quieto de la gente,
Que se detenga, sí,
que no se rija por su destino ciego
de caminar segura hacia el puerto del alba.
Que se detenga en una guitarra,
en un canto que nombre toda la dicha
en el momento preciso del retorno de una cigarra.
Que se detenga exactamente
allí donde tu fuego esté en su punto más alto,
donde mi ardor sea más completo.
Que se detenga, sencillamente,
sobre un minuto sin cédula
que nunca jamás llame a sus otros hermanos.
ENLACE AL POEMARIO EN CASTELLANO
DE MARIO RUBÉN ÁLVAREZ
" ÑE’Ẽ APYTERE"
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ÍNDICE
I: Iha’arõmby/ Kĩrĩrĩ/ Guyra saite/ Ñe’ẽ apytere/ Tatapu
II: Yvy’ỹ Cielito/ Ko’ẽ rekávo/ Chokokue ruguy/ Jatevu/ Ko’ẽrõ/ Mboriahu mano/ Tetã rapo pyahu/ Tupã mitãmi
III: Techaga’u rata/ Yvága Potrero Yvaté/ Che sy rovetãme/ Ñasaindy pore’ỹme/ Ahátamante che sy
IV: Yvága yvypegua/ Cielito mborayhu/ Hoky jeýva/ Mbaraka ysapy/ Vy’a reruha
V: Y memby
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