PARAGUAY I, VOLVER y EL ESCUDO DE DIOS
Poesías de CÉSAR ALONSO DE LAS HERAS
PARAGUAY I
Sigo pensando en ti.
Medito.
No sé por qué te quiero.
Ignoro
si algún antepasado
cruzó tus selvas y tus ríos,
dejando sangre de mis venas
y ha germinado
en este afán inexplicable.
No sé lo que me atrae,
suspenso, vivo, y anhelante.
Pero sí sé lo que me duele.
El campo inmenso, solo, desertal,
los ríos.
Un deslizar inútil, siempre
huyendo de sí mismos.
La choza, el aire.
¡Hasta me duele el cielo límpido,
tan límpido!
Me duele el ulular selvático,
el templo derruido,
y esa escuela que no existe.
El alma en carne viva,
la soledad,
el ansia remontada
y abatida.
Urutaú, me duele tu lúgubre "cantar"
aún no extinguido.
Me duele que el pájaro campana
no haya anidado
en todos los corazones de los niños.
Con todos tus caminos,
con tu esfuerzo, tus éxitos,
sigue doliéndome, callada pena,
esa extensión tan ancha y sola,
chaqueña soledad
de inenarrables gritos,
aunque la blancaflora
me salude
con un suave aleteo
de mares fenecidos.
En: Qué cercano tu recuerdo. Asunción:
Ediciones S. M. Edit. F.V.D., 1970.
VOLVER
A los amigos paraguayos que están lejos.
Hay que volver, amigo.
No dejes que una noche muy larga te lo impida.
Controla tus luceros.
Cuando sientas que va a caer la tarde
Ponte el hato a las espaldas y regresa.
Te esperan los lapachos.
Hay uno, siempre -el tuyo-, inflorecido por tu ausencia.
Te espera el manantial que ha detenido su corriente.
Veras cómo, otra vez, se desparrama.
Verás cómo florece de nuevo aquel jazmín de tus ensueños.
Hay que volver, amigo.
Hay que volver desde la pena.
Desde la pobre pena agazapada en la esquina,
para el escalofrío de una inquietud de la que huyes.
Vive como si no vivieras.
No se enraícen tus entrañas en el suelo que pisas y no es tuyo.
No es verdad que seamos ciudadanos de toda la tierra.
Te hicieron la selva y el Chaco.
Te hicieron estos ríos de tibio caudal como el de las venas.
Te hizo esta tierra roja,
la sangre de la historia de tus padres
y la esperanza que anida soñolienta
en el surco apenas iniciado.
Hay que volver, amigo.
Yo me vuelvo.
Es aquello lo mío. Aquí
sin duda tengo más. Tengo
los lazos de la sangre, el sentimiento,
la cultura de siglos,
y un porvenir que ríe en cada alba.
Pero el hilo sutil de aquella voz, el cuenco
de un cariño infantil, que añora verte,
el azahar de los naranjos
el sortilegio de algún atardecer entre las palmas,
el misterio, la angustia y el suspiro,
el dolor y el gozo eviscerante,
eso sólo está allí
y yo no puedo vivir faltándome tanta alma.
Pronto,
antes de que te clave otro lucero.
hay que volver, amigo.
Allí te espero.
Y allí, cuando te duela todo,
cuando sientas que muerde la malicia,
has de quedarte.
En: Qué cercano tu recuerdo:
Ediciones S. M. Asunción. 1970.
EL ESCUDO DE DIOS
Embraza tu escudo, Señor,
y baja de la montaña
No ves que me asedia la gente
porque hallo en Ti mi confianza
Se ríen de mí por ingenuo
-ya no se cree nada-
Pero yo, Señor, te grito
te grito con toda el alma
Tú verás lo que te haces
con éstos que me acorralan
tanto peor si no creen
yo confío en tu Palabra.
Rendido por tanta angustia
sentí que desfallecía
mi cabeza daba vueltas
se me enturbiaba la vista
Caí
Dormí Dormí Dormí
Sin sueños ni pesadillas
era como una muerte
Tú me mirabas
vacío
de todos mis pensamientos
y torturas
como un niño.
Me desperté de repente
despejado
la gente se había eclipsado
tu brazo potente
aún estaba remangado
y me mirabas
Sonreías
diciéndome con malicia
-Hubieras visto las caras
que se ponían del susto
Yo, Señor, a puño limpio
partí los dientes a muchos.
Ya no tuve más palabras
Como a un hijo
el Señor alzó la mano
la mano poderosa y tierna
y me bendijo.
En: Antologías. Asunción: Alcándara. 1984.
Fuente: POESÍAS DEL PARAGUAY – ANTOLOGÍA DESDE SUS ORÍGENES. Realización y producción gráfica: ARAMÍ GRUPO EMPRESARIAL, Dirección de la obra: OSCAR DEL CARMEN QUEVEDO. Recopiladores y autores: RAÚL AMARAL, MARÍA BARRETO DE RAMÍREZ, AÍDA ORTÍZ DE CORONEL, ELA RAMONA SALAZAR S., RUDI TORGA/ Tel. (595-21) 373.594/ arami@rieder.net.py – Asunción/ Paraguay. 2005. 781 pp.).