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BERNARDINO DE CÁRDENAS
19 de Mayo de 1582
 
BERNARDINO DE CÁRDENAS


Datos Biográficos

Fray BERNARDINO DE CÁRDENAS : Nace en La Paz, Bolivia, 19 de mayo de 1582, fue un fraile franciscano, obispo de Asunción y de Santa Cruz de la Sierra y Gobernador interino de la Provincia del Paraguay en 1649.

Fue en épocas de la Revolción Comunera en que Fray Bernardino de Cárdenas acuña una frase que demostraba su ideal en contra de la monarquía, la misma sostenían la idea de que el Poder del Rey no puede estar por encima de la voluntad popular, y la máxima frase que engloba el ideal comunero "VOX POPULI, VOX DEI"; "La Voz del Pueblo es la Voz de Dios"

En 1649, ya obispo de Asunción fray Bernardino de Cárdenas es electo gobernador del Paraguay por aclamación popular, invocando la Real Provisión de 1537.

Cárdenas, uno de los líderes populares más representativos y conflictivos del Paraguay colonial; muy joven ingresó en la Orden de San Francisco y dedicó gran parte de su vida a las misiones de indios. Fue propuesto para el obispado del Paraguay en 1638, llegando a su sede episcopal de Asunción dos años después. Hombre enérgico y celoso custodio de la disciplina de la Iglesia. Trató de evitar la intromisión del poder civil en los asuntos eclesiásticos, hecho que lo llevó a un enfrentamiento con el gobernador Gregorio de Hinestrosa. Cárdenas sufrió dos largos años de exilio y luego, con la mediación de la Audiencia de Charcas fue restituido a su sede; para entonces, Gregorio de Hinestrosa ya había sido removido por Diego de Escobar y Osorio.

Fray Bernardino de Cárdenas recibió el título de Gobernador, Justicia Mayor y Capitán General de la Provincia del Paraguay. Sin lugar a dudas, el obispo Cárdenas sintetizaba en su persona y en su lucha, los viejos anhelos de libertad y buen gobierno del pueblo paraguayo.

Murió en Cochabamba (Bolivia) siendo obispo de Santa Cruz el 20 de octubre de 1668 a la edad de 89 años.

Fuente: Síntesis de, wikipedia.org y ABC Color Digital 13-04-2008 – Espacio digital del MEC


 

 

CÁRDENAS, BERNARDINO DE : Obispo y gobernante del Paraguay. Nació en Chuquiabo, Alto Perú (hoy Bolivia) en 1579.

Sus padres, Celestino Félix de Cárdenas y María Teresa Ponce, pertenecían a una de las principales familias de la ciudad de La Paz “a quien con otro nombre llaman Chuquiabo”.

Ingresó en el convento franciscano de Lima a la edad de 15 años, donde cambió su nombre de pila, Cristóbal, por el deBernardo. Una vez ordenado sacerdote se dedicó a misionar entre los indígenas del Alto y Bajo Perú, convirtiéndose en el predicador más popular de los nativos: "No se sabe que haya habido otro ministro de ellos de quien se haya logrado mayor, ni a quien los indios mostrasen tanto amor y reverencia".

Después de más de veinte años de labor apostólica entre los aymará y quéchua, ejerció el cargo de "Definidor de Charcas". El concilio provincial de 1629 celebrado en Chuquisaca le nombró "Predicador y Misionero Apostólico para la conversión de los indios". Con ese cargo volvió a caminar por la senda del misionero, llevando la palabra de Dios a lugares aún desconocidos. "En esta ocupación obró cosas de grande admiración, llevando el Evangelio a partes donde hasta entonces no había llegado la palabra de Dios".

En premio a su labor misionera, el rey Felipe IV lo presentó en 1638 ante el papa Urbano VIII para ocupar la sede vacante de Asunción del Paraguay. Las bulas se expidieron el 18 de agosto de 1640.

A pesar de la tardanza de las mismas, los documentos que llegaban de España y Roma suponían a Cárdenas en su sede, prueba de que ellas se habían despachado.

Con toda la documentación posible - muestra evidente de que las bulas habían llegado a Potosí- Cárdenas se trasladó a Santiago del Estero para que el obispo fray Melchor Maldonado de Saavedra le diera la consagración episcopal.

Entre tanto, el Cabildo de Asunción rogaba al obispo Cárdenas que tomara posesión de la diócesis. Esta se hallaba vacante desde 1635 cuando fray Cristóbal de Aresti se trasladó a la de Buenos Aires.

Cárdenas recibió la consagración episcopal el 14 de octubre de 1641 y sin mástardanza se dirigió a su diócesis donde fue recibido por el gobernador Gregorio de Hinestrosa, los cabildos secular y eclesiástico, el clero regular y secular y el pueblo en general. En marzode 1642 llegaron al fin las bulas de su institución, las que fueron leídas en la Catedral de Asunción. Nadie dudó de la validez de su consagración hasta el día en que el obispo quiso visitar las reducciones jesuíticas de su diócesis. El conflicto entre Cárdenas y los padres de la Compañía se extendió al poder civil y el gobernador Hinestrosa ordenó el secuestro y expulsión de fray Pedro de Cárdenas Mendoza, religioso franciscano, a lo que el obispo respondió con la excomunión"por haber puesto manos violentas en un sacerdote".

Aunque la lucha aparente seguía siendo entre el obispo y el gobernador, allí se enfrentaban dos poderes, el pueblo amparado porel obispo Cárdenas y los jesuitas encabezados por Hinestrosa. Cárdenas tenía el respaldo del Cabildo y la gente de Asunción; el gobernador se apoyaba en el poderío jesuítico.

Luego de desconocer la autoridad del Obispoaduciendo la nulidad de su consagración, Hinestrosa desterró a Cárdenas y éste desde el exilio acudió a la Real Audiencia de la Plata y al juez metropolitano. Estos tribunales condenaron la conducta delgobernador y ordenaron al Obispo que volviera a su diócesis.

El pueblo recibió a su Obispo con aplausos y algarabía y a la muerte del gobernador Diego de Escobar, sucesor de Hinestrosa, el Cabildo lo nombró gobernador el 4 de marzo de 1649. Durante un corto interinato, Cárdenas, el caudillo indiscutible del "común", desterrrá del Paraguay a los jesuitas.

Su elección fue desautorizada por la Audiencia y el Virrey. En setiembre de ese mismo año se alzó un ejército de indios de las reducciones jesuíticas que invadió Asunción provocando muerte, robo y saqueo. Entre tanto los jesuitas, juntamentecon algunos prebendados rebeldes a la autoridad del Obispo, erigieron una catedral cismática en el Colegio de la Compañía, mientras mantenían preso al Obispo en la Catedral de Asunción. Terminada la revuelta con la victoria de las fuerzas indígenas, los rebeldes trasladaron al Obispo a la casa de Alonso de Aranda, aliado de los jesuitas; allí permaneció en un calabozo por espacio de once días y luego lo desterraron en una "balsa maltratada" rumbo a Santa Fe.

La Real Audiencia ordenó que fuese restituido a su Iglesia y el Cabildo de Asunción envió una carta al Obispo en 1655,rogándole que bendijera la ciudad, levantando la maldición que pesaba sobre ella ya que desde su expulsión la misma sufría terribles males. Cárdenas volvió entre los indígenas del Alto Perú mientras nombró a fray Diego Villalón como procurador general y comisionado para defender su causa en las cortes de Roma y Madrid. Entre los poderes que el Obispo dio a Villalón ibaincluida la renuncia al obispado del Paraguay, con fecha 8 de julio de 1658. Dos años después el Rey manda a Cárdenas que olvide las acciones pasadas y vuelva a su sede. El Obispo, ya octogenario no quiso regresar. Murió siendo Obispo de La Paz, el 20 de octubre de 1668.

Fuente: FORJADORES DEL PARAGUAY – DICCIONARIO BIOGRÁFICO. Realización y producción gráfica: ARAMÍ GRUPO EMPRESARIAL. Coordinación General: Ricardo Servín Gauto. Dirección de la obra: Oscar del Carmen Quevedo. Tel.: 595-21 373.594 – correo: arami@rieder.net.py– Asunción-Paraguay 2001 (716 páginas).

 

 

FRAY BERNARDINO DE CÁRDENAS. SU LABOR MISIONAL

Los cronistas de la Orden indican Chuquiabo -como entonces se llamaba comúnmente la ciudad de La Paz (Bolivia)- como lugar del nacimiento de Bernardino de Cárdenas, quinto Obispo franciscano electo para la Diócesis del Río de la Plata. Sus padres, Celestino Félix de Cárdenas y María Teresa Ponce, pertenecían a una de las principales familias de la ciudad de La Paz.

Desde aquí seguiremos al padre W. Priewasser, quien escribiera en Oruro, el 18 de marzo de 1916, una de las obras más completas sobre este personaje, Fray Bernardino de Cárdenas, en defensa del mismo. No obstante, surgieron obras posteriores y recientes sobre todo del lado de la Compañía de Jesús, que no tienen empacho en difamar la figura del consagrado Obispo del Paraguay.

Luego de pasar su infancia en la ciudad natal, viajó con su padre a Lima y a la edad de 15 años ingresó a la Orden Seráfica, en el Convento de San Francisco de Jesús de Lima, y allí cambió su nombre de Cristóbal por el de Bernardino.

Una vez ordenado sacerdote se dedicó a misionar entre los indios del Alto y Bajo Perú, convirtiéndose en el predicador más popular de los nativos: "No se sabe haya habido otro Ministro en ellos, de quien se haya logrado mayor, ni a quien los Indios mostrasen tanto amor, y reverencia...".

Es así, que se procuró convertir a los indios chunchos, nombre con el que generalmente se designaba a las tribus desconocidas, que no eran los chiriguanos.

El 22 de mayo de 1621 el Padre Comisario General en Lima extendió una patente en la que nombraba al padre Cárdenas lector y predicador, jefe de la misión de los Chunchos, concediéndole un sacerdote y un lego como compañeros.

Al regreso de las regiones de los "lecos", Fray Cárdenas fungía de Definidor Provincial, oficio que le había sido conferido en el mencionado capítulo de Lima (1621). En setiembre de 1623 se le eligió por segunda vez Guardián del convento de La Plata, pero Cárdenas no acepto por motivos de humildad y volvió al convento paceño.

Entretanto, una nueva sublevación indígena del pueblo de Songo, lo tuvo como mediador especial, quien con su paciencia y persuasión conjuro el alzamiento una vez más.

En el año 1625, Cárdenas se hallaba de nuevo en el convento de Chuquisaca, pero siendo bastante reducida la población de Charcas, y considerando la multitud de indiada en Potosí -especialmente de mitayos-, pidió al Superior de la Provincia permiso para poder pasar al convento de esta última ciudad.

Lo cierto es que su prestigio iba siempre en aumento, puesto que en 1629 asiste al concilio provincial de La Plata como consultor teólogo. Se le otorgó el título y encargo de Predicador contra los indios idólatras, apostatas de la fe, etc., "porque en la persona de VE concurren las prendas necesarias, celo ardiente, ejemplar vida y predicación en las dos lenguas generales de indias".

Después de más de veinte años de labor apostólica entre los aymarás y quechuas ejerció los cargos de "Definidor, Vicario Provincial y Visitador en la Provincia de Charcas". El Concilio Provincial de 1629 celebrado en Chuquisaca, lo nombró "Predicador y Misionero Apostólico para la conversión de los indios". Con ese cargo volvió a caminar por la senda del misionero, llevando la palabra de Dios a lugares aún desconocidos;

"En esta ocupación obró cosas de grande admiración, llevando el Evangelio a partes donde hasta entonces no había llegado la palabra de Dios, extirpando idolatrías y ritos gentílicos, predicando casi todos los días dos y tres sermones a Españoles y a los Indios, en las dos lenguas generales de el Perú..."

Charlevoix, en su descripción de fray Cárdenas, pasa de la procesión penitente de los frailes de Chuquisaca (1614) -que según él acarreó la destitución del Padre Guardián-, al Concilio Argentino, omitiendo naturalmente todos los méritos de aquel franciscano adquiridos para la sociedad civil y la juventud en la Orden durante 15 años.

No menos perseguidor de Cárdenas, se muestra curiosamente el padre Astrain, quien después de ponderar a los jesuitas, que hacia treinta años se asentaron en Asunción, y tener una época de tranquilidad, expresa que dé "de repente se vieron sobrecogidos por una borrasca, la más fiera que jamás padeció la Compañía en el Nuevo Mundo". El autor de esta persecución, loco, según unos, criminal, según otros, fue D. Fray Bernardino de Cárdenas, Obispo de la Asunción del Paraguay. "Por otra parte -prosigue Astrain-, son tan inverosímiles, tan inesperados y tan contradictorios los hechos de D. Bernardino, que cuesta trabajo al historiador, no solamente establecer la verdad de lo que sucedió, sino también calificar a un hombre, que unas veces parece loco rematado y otras criminal digno de un presidio". "Juzgamos razonable lo que el P. Charlevoix observa, que en momentos de exaltación y de cólera perdía realmente la cabeza el Sr. Obispo del Paraguay, y no era tan culpable como pudiera creerse, si obrara con serenidad y conocimiento de lo que hacía".

Con el mismo afán de perjudicar a Cárdenas, considerándolo como "perseguidor, "perjuro", "calumniador" y "extravagante" y otras municiones de grueso calibre, es la obra reciente de Rouillon Arrospide.

Por los buenos frutos se conoce al buen árbol, y algunos contemporáneos nos refieren sobre el misionero Cárdenas.

"Y no cumpliera en esta parte a historiador -escribe el P. Córdoba y Salinas en su Crónica-, si pasara en silencio lo que otros debidamente estampan y dignamente celebran del R. P. Bernardino de Cárdenas... de otras muchas hazañas espirituales, que por su medio se han conseguido, para bien de los indios y gloria de la Iglesia, a quien Dios ha comunicado el don de lenguas generales de los indios, con tan conocido fruto, que no ha habido ministro alguno de estos reinos que lo hecho mayor de estos tiempos, ni a quien los indios hayan tenido tan singular amor y reverencia, siguiéndolo a millares, llamándolo padre de los pobres, predicador apostólico y ángel de su guarda, con que obligó a todos los prelados, arzobispos, obispos y padres del santo concilio provincial argentino, a que le nombrasen por su legado, para la extirpación de la idolatría en su arzobispado y sufragáneos; en cuya ejecución no dejó pueblo, estancia, quebrada, ni retiro de indios, por inaccesible que fuese, donde no publicase el reino de Dios. Llevóles la luz del Evangelio en partes donde jamás había llegado, extirpando maravillosamente las idolatrías, desterrando ritos gentílicos, derribándoles más de doce mil ídolos, predicando casi todos los días dos o tres sermones a españoles y a indios, en las dos lenguas generales del Perú, siendo innumerable el concurso que le seguía, saliendo los indios de sus cuevas, cimas y retiros, a buscarle y a oírle, con que han sido innumerables las almas, que ha ganado para Dios.

El P. Mendieta. Comisario provincial, escribe acerca del padre Bernardino: "que era incansable en el ejercicio de la predicación y vida apostólica, dotado de la gracia divina y del don de todas las lenguas generales de los indios con tanto fruto, que no ha habido ministro igual en aquellos reinos, siguiendo a millares".

En premio a su labor misionera, el rey Felipe IV lo presentó en 1638 ante el Papa Urbano VIII para ocupar la sede vacante de Asunción del Paraguay. Uno de los que oyeron en aquellas famosas tierras, dice el P. Astrain, fue el famoso oidor y docto canonista D. Juan de Solórzano, tan conocido en el orbe literario por su obra De Indiarum jure. Parece probable que a la recomendación de este hombre, individuo entonces del Consejo de Indias, se debió que Fray Bernardino fuese propuesto por Felipe IV para Obispo de la Asunción. La Audiencia de Lima y el Ayuntamiento del Cuzco, escribieron cartas al Rey, elogiando la persona de Fray Bernardino de Cárdenas cuando se trató de promoverle a la Silla Episcopal del Paraguay.

"Apenas llego a Lima la noticia de esta promoción, el humilde Fray Bernardino empezó a darse tono y se transformó de repente en D. Bernardino de Cárdenas, mostrándose dondequiera con la autoridad e ínfulas de obispo."

En la segunda mitad del año 1638 debe haber recibido fray Bernardino la primera Cédula de Felipe IV (con fecha 21 de febrero de 1638) en la que le comunicó su elección para el obispado paraguayo. Como consecuencia le llego la siguiente Carta Real, expresando: "...os ruego y encargo, que luego, que ésta recibáis, os partáis a dicha Provincia, y llegando, que seáis, presentéis la diha elección la carta que le escribo, y ya con ésta, en que le encargo os dé poder para que gobernéis en él, entre tanto que llegan las bulas.... Yo el Rey."

Los reyes católicos tenían por concesiones pontificias, el derecho de patronazgo real, dentro de sus posesiones, habiendo sedes vacantes, a la silla apostólica a los que creyeren ser dignos para tan eminente dignidad, razón por la cual el presentado por el monarca llevaba desde entonces el titulo de obispo electo, puesto que el Papa confirmaba, casi invariablemente, al electo, mediante bulas.

La Cédula para el Cabildo de Asunción, lleva fecha 27 de febrero de 1638, y el Rey decía: "sus bulas se despacharán y enviarán con toda brevedad posible para que puede ejercer su oficio pastoral..."

Las bulas a favor de Fray Bernardino de Cárdenas se expidieron el 18 de agosto de 1640, despachándose los documentos en Madrid el 28 del mismo mes y año, es decir 14 meses antes de la consagración en Tucumán.

Los motivos de la tardanza de la Santa Sede fueron, parece ser, las discordias que existían entre Felipe IV y Urbano VIII, con motivo de las guerras en Europa.

A pesar de la tardanza de las mismas, los documentos que llegaban de España y Roma suponían a Cárdenas en su sede, prueba de que las bulas se habían despachado.

No obstante, los padres Astrain y Rouillon S.J., afirman que Cárdenas fraguó una carta con la fecha errónea del 12 de diciembre de 1638, en la que el cardenal Antonio Barberini ya lo trataba como Obispo. Al llegar a Salta en 1641 consultó a los jesuitas si era suficiente para consagrarse como tal. El Rector del colegio, que no tenia mayor experiencia en asuntos canónicos, le dio respuesta favorable. En busca de más autoridad, escribió al P. Diego de Boroa, Rector del Colegio de Córdoba, que tenía carácter de universidad. Esta vez, tras una consulta madura a teólogos y canonistas, recibió un fallo unánime en contra. Don Bernardino se enfureció e hizo pedazos la carta en que Boroa le comunicaba la respuesta, pero se cuido de no tratar con nadie el asunto.

FRAY CÁRDENAS ES CONSAGRADO OBISPO EN OCTUBRE DE 1641

Con toda la documentación posible -muestra evidente de que las bulas habían llegado a Potosí- Cárdenas se trasladó a Santiago del Estero para que el obispo Fray Melchor Maldonado de Saavedra le diera la consagración episcopal. Sus enemigos alegan que la toma de posesión no fue legítima, y aunque la consagración del Obispo era válida, no le era lícito ejercer las funciones de tal y ambos Obispos, el consagrado y el consagrante, tenían necesidad de absolución y dispensa. El Papa Alejandro VII concedió ambas el 27 de febrero de 1658 a los dos Obispos. El hecho ha quedado en los tratados de derecho canónico como ejemplo clásico de la necesidad absoluta de recibir las bulas apostólicas antes de proceder a una consagración episcopal.

A un siglo de la epopeya inicial de la conquista, otros eran los métodos y los rumbos de la colonización laica y de la conquista espiritual. De un lado la omnipotencia virreinal, del otro una comunidad religiosa adueñada de las zonas más ricas de la Provincia.

Conculcados los fueros de la ciudadanía y sus principios políticos, condenada la Provincia a los rigores de una estructuración económica ruinosa, la Ciudad de Asunción apenas si podía contener el dolor de sus miserias y protestar contra las injusticias.

En este estado de cosas aparece en el escenario asunceno el Obispo Fray Bernardino de Cárdenas, de cultura franciscana, el medio social, el momento político y clamor popular profundizan su fe en los reclamos del pueblo de la Provincia, y proclama desde el pulpito los derechos de la ciudadanía.

LAS VIRTUDES DE CÁRDENAS

Para conocer las virtudes de este eminente prelado conviene referir su método de vida.

No queriendo seguir la costumbre de vivir en una casa episcopal, escogió por morada suya una pieza baja que estaba adjunta, incorporada a la iglesia mayor, con puerta interior a ella y ventana a la calle. Los que fueron después sus enemigos, quisieron, según se contaba, varias veces asesinarlo intentando penetrar por esta ventana, pero siempre al Obispo hallaron despierto, puesto en oración o meditando.

Sus alhajas, como el báculo, el pectoral, etc., no valían más de 200 pesos.

En todo tiempo madrugaba muy temprano, decía misa al amanecer para toda la gente pobre y menesterosa que no tenía vestido para presentarse de día, confesaba a éstos y les daba la comunión. Predicaba siempre en esta misa, explicando el Evangelio del día.

A las 6 de la mañana rezaba las horas en coro con todos los Clérigos jóvenes. Concluido el rezo se hincaba de rodillas todas las misas rezadas que se decían desde las 7 hasta las 9, a esta hora se llamaba con repiques al pueblo, y el Obispo se confesaba con el cura de la Catedral; si volvía a celebrar una misa cantada, cuando había de usar de la facultad de binar, exponía también otra vez el Evangelio, y era tal su facilidad para predicar que no repetía ningún discurso de la mañana.

Concluida la misa a la hora de costumbre se recogía en su habitación, tomaba un poco de agua caliente con azúcar, permanecía sólo hasta la hora de comer al mediodía, y no lo hacía antes de dar de comer a sus pobres. Comía en la misma mesa que escribía en la que tenía también sus libros, la capacidad era de cuatro palmas de ancho por cinco de largo.

Su comida no pasaba de dos potajes; acabada ésta, se recogía hasta las dos de la tarde, hora en que rezaba en el coro con los clérigos; después hasta las cuatro leía rúbricas del misal y explicaba casos de condénela.

Hasta el anochecer se ocupaba de asuntos de su dignidad y recepción de visitas, etc. A las 6 p.m. acostumbraba enseñar personalmente el catecismo a los niños, preparaba todo lo necesario para el día siguiente en los altares, después se confesaba para no incomodar a su confesor, haciéndole despertar antes del amanecer.

Oración y otras prácticas acostumbraba hacerlas hasta las 21 horas, cuando cenaba un guisado con pan y vino en pequeñas cantidades, era toda su cena. Sus ayunos eran frecuentes. A las diez se recogía y quedaba completamente solo.

Para sus gastos y los de su iglesia no tenía más que la limosna dada por el Rey en las cajas de Potosí.

No variaba su sistema a no ser para asistir a los enfermos, llevarles el viático y asistir a los entierros, para lo cual a veces ayudaba personalmente. El trabajo, la oración, he aquí el lema de este Obispo.

CÁRDENAS ES REIVINDICADO POR LA IGLESIA Y LA MONARQUÍA

La Real Audiencia de la Plata anuló el fallo del juez conservador el mercedario, Fray Pedro de Nolasco, ordenando que el Obispo "fuese restituido a su Iglesia". Entretanto, Cárdenas afrontaba un largo y penoso viaje 1-umbo a Charcas para luego establecerse en la ciudad de Potosí.

Años más tarde, 1655, el Cabildo de Asunción envió una carta a su Obispo, Fray Bernardino de Cárdenas, rogándole que bendijera la ciudad, ya que desde su expulsión la misma sufría terribles males:

"...estamos seguros que no ha de desampararnos... hasta habernos dado remedio a tantas desdichas, trayendo a su consideración el sentimiento con que esta ciudad ha estado a su obediencia y jurisdicción... deseando volver al estado en que se hallaba antes de las maldiciones con que se ve hoy castigada esta ciudad. A su Vssa. Ilma. pide y suplica... alce su consagrada mano para echarnos su bendición y alzar las maldiciones cuyos efectos sentimos, que con esto quedamos seguros alcanzar esta ciudad de la divina clemencia el reparo de tantos males...".

Aunque no haya quedado constancia de la respuesta del obispo al angustioso pedido del Cabildo y pueblo del Paraguay, es de suponer que el corazón bondadoso de Cárdenas no pudo quedar indiferente al clamor de sus hijos y que presto levantó su mano para bendecir y perdonar las ofensas recibidas.

Mientras seguía misionando entre los indios del Alto Perú, Cárdenas nombró a Fray Juan Diego Villalón como procurador general y comisionado para defender su causa en las cortes de Roma y Madrid. En los poderes que el Obispo dio a Villalón iba incluida la renuncia al obispado del Paraguay, pedido que Cárdenas en una carta-poder dirigida al citado fraile desde Chuquito, en fecha 8 de julio de 1658.

Dos años después, el Rey manda al obispo Cárdenas que olvide las acciones pasadas y vuelva a su sede del Paraguay:

"...He tenido por bien de resolver que volváis a residir en vuestra Iglesia, y así os ruego y encargo, que luego que recibáis este despacho... ejecutéis vuestro viaje a la dicha Iglesia Catedral del Paraguay a ejercer vuestro oficio pastoral, y llegado que seáis a ella procederéis como Padre piadoso, olvidando todas las ocasiones pasadas y admitiendo a vuestra gracia con amistad y amor paternal a los que en alguna manera se apartaron de ella mediante las dichas inquietudes".

El obispo Cárdenas, ya octogenario no quiso volver a su diócesis. Murió siendo Obispo de La Paz el 20 de octubre de 1668.

Fray Bernardino de Cárdenas fue un prelado austero, virtuoso y penitente. Aunque la historiografía jesuita lo vea diferente, los que estudiaron su vida y obra sin apasionamiento alguno lo consideran como un misionero apostólico y un religioso ejemplar. "Hay quienes le atribuyen los dones de profecía y de milagros, como puede constatarse en varios casos de su azarosa vida".

Escribió algunas obras como: MANUAL Y RELACIONES DE LAS COSAS DEL PERÚ; MEMORIAL, presentado al Rey de España para la DEFENSA DE DON BERNARDINO DE CÁRDENAS CONTRA LOS JESUITAS; HISTORIA INDIARUM EL INDIGENARUM y otras.

Fuente: LA PRIMERA REVOLUCIÓN COMUNERA 1649. Por JUAN BAUTISTA RIVAROLA PAOLI © El Lector (de esta edición). Director Editorial: Pablo León Burián. Coordinador Editorial: Bernardo Neri Farina. Director de la Colección: Herib Caballero Campos. Diseño de Tapa y Diagramación: Jorge Miranda Estigarribia. Corrección: Rodolfo Insaurralde. Asunción – Paraguay, Diciembre, 2012 (92 páginas)



Enlaces de visita recomendada:

1.- EL ILMO. DON FRAY BERNARDINO DE CARDENAS. Por WOLFGANG PRIEWASSER. Asunción: ACADEMIA PARAGUAYA DE LA HISTORIA, 2002. 715 pp.. Editado con el auspicio del FONDEC

2.- ELECCIÓN DE FRAY BERNARDINO DE CÁRDENAS, EN 1649. Por RAFAEL ELADIO VELÁZQUEZ. Separata de HISTORIA PARAGUAYA. Anuario de la Academia Paraguaya de la Historia. Asunción, 1973 (41 páginas)



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