RAIMUNDO MAÑOTTI -poeta, músico y compositor nacido en Zeballos Cué el 15 de marzo de 1938- vivió, a principios de la década de 1960, obsesionado por viajar a Concepción y Pedro Juan Caballero, tal vez al Brasil después.
El arpista Alfonso González había regresado de tierras brasileñas y le había dicho que las posibilidades de triunfar eran muchas.
Como Raimundo tenía un trío de guitarras junto a Manuel Aquino y Mauricio Ovelar--, con el dúo Aquino-Mañotti, pensó que era la oportunidad de salir de Asunción para buscar un éxito con mayores posibilidades para el arte que profesaban.
Habló con sus compañeros y ninguno de ellos quiso aventurarse. "Entonces me iré solo. Ya encontraré por el camino quien me acompañe" pensó el que estaba decidido a emprender viaje. "Con ese proyecto, amplié mi repertorio de guitarra y de canto. Mi convicción era firme", añade.
"Fue por aquel entonces que compuse Concepcionera. Lo que se me ocurrió es que para llegar a la capital del primer departamento debía llevar alguna obra. Y pensé en rendirles un homenaje a las bellas hijas del norte. No le conocía a ninguna concepcionera, a nadie en particular. Pero me inspiré y me salió una letra en castellano. Iba a ser mi carta de presentación", cuenta del poeta-músico que vive y trabaja en Zeballos Cué.
Como Darío Gómez Serrato era no solo su maestro sino también su amigo, le llevó la letra. "Le gustó la letra y me dijo que debía llevar música. Me dio a elegir entre Dionisio Valiente y Víctor Giménez para que uno de los dos me compusiera la música. Elegí a Valiente. Fui junto a él, le expliqué mi intención y le puso la melodía al poco tiempo", relata Mañotti. El tiempo transcurría y el desaliento se apoderó del que en un momento dado parecía capaz de conquistar solo la vasta geografía norteña. "Mbegue katúpe ojupi cherehe petei piri. Ndahasevéima la che año. Che rasyma ha mba'e voi (De a poco, empecé a sentir un estremecimiento. Ya no quería ir solo. Llegué a llorar inclusive)", rememora.
Un buen día se encontró de nuevo con don Darío. Le preguntó si por qué no estaba donde había dicho que se iría. Le explicó que cambió de planes. "Entonces, me pidió mi letra y me sugirió una modificación que yo acepté. Mis versos originales decían porque te tengo concepcionera/ya para siempre en mi corazón. El me indicó que pusiera, al no viajar: y que te quedes concepcionera/ya para siempre en Zeballos Cué. Así dejé y así lo grabó Aparicio Martínez, conocido con su nombre artístico de Tucho Rivera", comenta.
"Hace algún tiempo me encontré con Tucho y me contó que esa obra mía hizo que se decidiera por el camino de la música. Tuvo tanto éxito con la grabación que lo empujó a continuar. Me contó incluso que lo volvería a grabar en Alemania recordando sus primeros pasos en el camino de la música", relata el que, finalmente, optó por no subir las aguas del río Paraguay hasta el puerto de Concepción. De todo aquello, como testimonio, le quedó la polca Concepcionera. "Su éxito fue grande, lo cual me sorprendió mucho", concluye.