DE PROMESA EN PROMESA

Por DELFINA ACOSTA

Al mundo vinieron hombres extraordinarios como John Lennon, quien con su tema musical “Imagine”, convertido en una suerte de himno de la paz, levanta los corazones y pone un toque de esperanza en la mirada de las gentes.

El genial compositor Ludwig van Beethoven, a pesar de su sordera y de los numerosos problemas económicos que tuvo que afrontar, logró componer sinfonías, sentado frente al piano, que perduran a través del tiempo.

¿Cómo no rendirse de emoción al escuchar su celebrado “Himno a la alegría”? La buena música produce tantos placeres en el ánimo.

El poeta español Antonio Machado, autor de varios libros de poesías que bien merecen –todavía– un tributo, con escribir estos dos versos: “Caminante, no hay camino/ se hace camino al andar”, dijo tanto. Ojalá los jóvenes, los estudiantes, los amantes de la lectura, las nuevas generaciones de nuestro país, busquen sus obras.

El pastor baptista Martin Luther King fue un gran pacifista estadounidense. De hecho, obtuvo el premio Nobel de la Paz en 1964.

Convencido de que debía luchar sin pausa y sin temor para que los negros llevaran una vida mejor en un ambiente hostil, fue más que un idealista para transformarse en héroe. Tomó valientemente la causa de las gentes de color que sufrían los efectos violentos de la segregación en los colegios, en las calles y que perdían sus empleos.

No supo de cansancios. Hasta la fecha se lo recuerda. Su nombre inspira a las personas de buena voluntad.

Augusto Roa Bastos, Premio Cervantes 1989, ha logrado mediante su extraordinaria obra literaria (Yo el supremo, Hijo de Hombre, La vigilia del almirante) que seamos conocidos en el extranjero. Y eso deberíamos agradecerlo y tenerlo presente en nuestra memoria.

Si algo, si por lo menos una milésima parte de la creatividad, el estoicismo, la formación cultural, el afán de pelear por una noble causa tuvieran nuestros gobernantes, qué distinta sería la situación en nuestro país.

Pero ocurre que ellos están mucho más interesados en ir llenando sus bolsillos rápidamente con cuanto vamos aportando a través del pago de nuestros impuestos.

Van de promesa falsa en promesa falsa. Cómo fastidian. Se han habituado, tal parece, a mentir sin descaro al pueblo que no reacciona.

Muchos de nuestros gobernantes no ven o no quieren ver la realidad del Paraguay pues están cegados por la ambición y el poder. El caso puntual y concreto es que están dejando a miles de paraguayos sumidos en el atraso, la ignorancia y la pobreza. Ser pobre es triste y hasta casi inhumano según mi criterio.

Por otro lado, la inseguridad en las calles de Asunción se ha convertido en un grave problema para muchas personas. ¿Cómo hacer para ir por la noche a un brindis, a una reunión de amigos, pues existe el peligro latente de ser atacados por los delincuentes que no solamente pueden llevar nuestro dinero, sino acabar con nuestras vidas?

Seguimos aguardando la solución para este problema de parte de las autoridades.

Merecemos llevar una vida digna. Trabajamos a diario honradamente, cumplimos con las leyes, pagamos nuestros impuestos en forma regular, tenemos la conciencia limpia, no damos ni pretendemos dar lecciones o cátedras de moral y civismo. A veces nos preguntamos: ¿Qué pasará contigo, Paraguay?