APORTES

Por DELFINA ACOSTA

A lo largo de la historia han habido hombres y mujeres de distintas partes del planeta que dejaron huellas que fueron y son de valor y guía para las generaciones que vinieron.

Sigmund Freud abrió caminos para la comprensión, el estudio y el tratamiento de las complejidades de la mente humana. Tuvo sus detractores tenaces, pero avanzó –y cuánto– dedicando su existencia al estudio del psicoanálisis.

El genial escritor Miguel de Cervantes Saavedra, a pesar de las grandes limitaciones de su época (entonces no había computadora ni cosa por el estilo) y de haber estado cinco años en prisión en Argel, escribió un libro, “Don Quijote de la Mancha”, que mueve a la risa a cualquier lector y que es considerado, por su excelencia, una de las obras cumbres de la literatura universal.

Cualquiera que haya leído las aventuras y desventuras del Caballero de la Triste Figura (que así se llama también el hijo de su invención) sabe que el humor y el disfrute de una lectura que sobrepasa toda picardía se encuentran en sus páginas.

Luis Pasteur, científico francés, a través de arduas investigaciones y de perseverancia, realizó varios estudios que hasta la fecha la humanidad agradece. O debería agradecer.

Uno de los más útiles –quizás– fue haber descubierto que la fermentación es consecuencia de la presencia de microorganismos. Eliminando tales microorganismos llegó a dar con un método eficaz para que la leche llegue como un sano producto a los consumidores.

La Capilla Sixtina, del Palacio Apostólico de la Ciudad del Vaticano, había sido decorada, en la parte de su bóveda, por Miguel Angel Buonarroti. La creación de la luz, El Diluvio, El Juicio Final y otras obras de su genialidad han pasado a ser uno de los más admirables tesoros de la creatividad artística de todos los tiempos. ¿Cómo no apreciar tanta belleza y esplendor concebidos por un hombre?

El arte, que también va creciendo en forma casi pareja con la ciencia, puede llegar a tener mucha trascendencia si se apunta hacia un mundo mejor.

La capacidad que tiene el ser humano de hacer exploraciones y hallazgos en diferentes áreas del pensamiento no conoce límites.

Con la suma de los esfuerzos y del talento bien usado para un fin útil, se van rompiendo las barreras de los impedimentos que atrasan o dejan en la miseria a los pueblos.

Steve Jobs, un revolucionario de la informática, es considerado como un hombre que hizo que la era de las informaciones llegara a su cumbre al crear el primer ordenador personal. ¿Visionario? No solo eso, sino además un apasionado por una causa.

En nuestro país hay varios registros de personas que han hecho huellas. Por ejemplo el creador de la guarania, José Asunción Flores. Y qué decir de Agustín Barrios, guitarrista clásico, cuyas composiciones trascendieron fronteras. Tuvo que dejar el Paraguay. Es decir, emigrar para que su arte sea reconocido. Augusto Roa Bastos, el escritor que prestigió nuestro país, ha dejado una huella imperecedera. También Don Roque Gaona Muñoz, que en memoria de su padre, Don Roque Gaona, instituyó anualmente una premiación literaria.

Ojalá sean más los hombres y las mujeres que aporten lo mejor de su talento y de sus ganas de servir con buenos propósitos a la patria. Porque estos son tiempos de apremio, en que lastimosamente van ganando terreno la ignorancia, la corrupción y la falta de moral de tantos gobernantes.