HISTORIAS DE LA VIDA PARA SER LEÍDAS UNA Y OTRA VEZ

DIEGO MARTÍNEZ

Por DELFINA ACOSTA

Diego Martínez es por sobre todo fundamento un ser humano de profunda sensibilidad, y eso lo convierte en una figura querida y respetada dentro de los medios periodísticos. En su nuevo libro, Telarañas, editado por Servilibro, nos va mostrando los diversos colores de la vida, con un lenguaje fluido y marcado por la sinceridad que ya lo caracteriza.

El lector podrá reconocer en Telarañas a muchos personajes de nuestra sociedad y también, por qué no, podrá verse a sí mismo.

Hay un relato suyo que llamó vivamente mi atención. Guarda relación con una suerte de mural de los hombres que acuden a hacer sus necesidades en los baños públicos. En las paredes quedan las reflexiones, los pensamientos, las iras, las vulgaridades, las expresiones genuinas de seres anónimos que buscan dejar sentada una expresión en torno al mundo, a sus amores, a sus sueños, a sus frustraciones.

“Los baños, con ese panorama, son la galería de los anónimos, el paseo de los rebeldes, el muro de los lamentos de los anárquicos, enamorados y enojados”, escribe el autor y creo que dice una verdad contundente. Por mi parte, pienso que habría que hacer una suerte de historial de los sanitarios públicos en algún boletín o revista, para quien desee suspender por un momento los libros de poesía y de cuentos, y leer la otra cara de la moneda.

Haciendo recorridos diarios por los lugares marginales de Asunción, este apasionado periodista de la televisión encontró lo que podría ser catalogado como el refugio de los niños abandonados a su suerte. Se refería a los chicos olvidados por los políticos y la sociedad. Ellos vivían, mejor dicho sobrevivían, bajo el viaducto de Calle Última y Eusebio Ayala, en Asunción. En el tiempo en que redactó la crónica, el autor recordó que aquellos chicos no solamente debían tragarse el frío y la indiferencia de una sociedad consumista, sino que inhalaban cola de zapatero. Y sí, se drogaban porque solo tenían eso al alcance: drogas. Pegados al maldito vicio que los destruía tan tempranamente, asaltaban a los transeúntes que pasaban por el sitio, sea cual sea la hora. Eran pequeños malvivientes. Tenían navajas y cuchillos caseros. La policía hacía la vista gorda ante su presencia. “Las ONGS ni aparecen por esta zona”, expresa el autor del texto. Se habían convertido en pirañitas, en adictos al crack. Y bien se sabe que el crak es una droga altamente adictiva que produce estragos en el organismo.

En torno a los niños de la calle, citó el caso de una niña de 14 años que ya tuvo relaciones sexuales a los doce. La pequeña tenía registradas 84 entradas en la comisaría de la jurisdicción. Y yo sé, por mi parte, que hay muchas más como ella, viciadas ya. Este relato es muy fuerte. No se puede permanecer indiferente durante el momento de su lectura. En fin, el libro de Diego Martínez está lleno de dolor, de vivencias callejeras y de esperanzas.

Hay muchos relatos que en su esencia tan profundamente humana muestran cómo somos, en nuestra diversidad, los paraguayos. Y hay sostenes de la obra levantadas con la fidelidad y la pasión a la causa del periodismo abrazada por este notable, genuino y sensible valor de la nueva generación de periodistas del Paraguay.

POESÍA PARAGUAYA

RÍO DE LAS CORONAS

En un instante de candor
- tristes náufragos de la desidia -
cantamos
arrastrados
por la sucia corriente de la desesperación
arrojados
hacia un mar blanco
de pereza y fastidio.

Entonces solitario
frente a los hombres
te has reclinado
desnudo
como un fuego fatuo y delirante
viejo verdugo de almas dóciles
arrastrando sobre la arena
tu callada cadena
disfrazada de sombras.

Qué lentas corren tus ondas
cegándonos con el limo
de la impotencia.

Como un mendigo descalzo
entre murmullos
nos conduces quedamente sin saberlo
hacia la playa anónima
de un cementerio sin nombre.

Escucha en el silencio
las hormigas del tedio
negro kupi’i de nuestras almas
socavando lentamente entre bostezos
la fresca savia de nuestras vidas.

¿Recuerdas acaso las siestas
de engaño húmedo y sofocante?
¿Olvidas tu absurdo y tibio destino?
Duerme río de nuestra historia
el sueño final de los que nunca
llegaron a abrir los ojos.

OSVALDO GONZÁLEZ REAL

Fuente: Suplemento Cultural del diario ABC COLOR

Domingo, 06 de Mayo de 2012

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