EL GRAN PUEBLO CHILENO
Por DELFINA ACOSTA
El pueblo chileno es patriota. Desde el tallo más débil de un niño hasta la voz del hombre que trabaja, incansablemente, la tierra.
Esa es la impresión que siempre he tenido de los habitantes de Chile porque han sabido hacer su historia con sudor, heroísmo y dignidad.
Leer nomás a Pablo Neruda, que escribía versos marcados por el espíritu libertador, a los mineros de Chile, para convertirse después, junto con la poetisa Gabriela Mistral, en un referente de la poesía social de Latinoamérica, me hace pensar que el destino lo hace el hombre, a medida que transcurre y vence al polvo de la adversidad.
Luego el pueblo, la gente, el ánimo siempre dispuesto y a punto de abrir la puerta, el ser común que es de trabajar, de bajar y de subir las distancias, y de prosperar, pues no hay nada más natural para los chilenos que buscar el pan caliente de cada día ya en el fondo de la Tierra como en su artesanía, en sus libros, en su tecnología y en el engranaje del progreso con que es ungida su frente.
Superó, con sufrimiento, pero superó, el terremoto que hizo temblar los hogares en este año. Un año marcado por la fatalidad.
Su gente de rasgos marcados por un acentuado empeño viene a confirmar la regla de que el ser humano es capaz de adaptarse a las más terribles condiciones. Y de vencerlas, si cabe la oportunidad.
En el sufrimiento se mide a un pueblo. Y Chile sale siempre airoso después de cada prueba. Y no se fatiga de gritar, con entusiasmo, el nombre de su país, porque se identifica plenamente con la sangre que corre por las venas de sus antepasados.
El rescate de los treinta y tres mineros fue una prueba de heroísmo que el mundo vio con los ojos bien abiertos y con el corazón lleno de admiración.
Ojalá muchos países de Sudamérica sean iluminados por la razón y tomen como modelo de trabajo y de progreso a esta tierra donde el vino suma sus deleites, en los viñedos, y el sentido de la esperanza va con paso de hombre fuerte y abrigado por sus calles.
A partir de ahora Chile será más grande.
Se contará su historia en todos los idiomas.
Ha dado una lección de coraje y perfeccionismo a todas las naciones del mundo.
"Usted subirá primero, compadre". "No, de ninguna manera; yo voy después de usted", se decían los mineros atrapados, en las horas de angustia.
El sentimiento de solidaridad llenó el cántaro.
Y de sus aguas generosas muchos debimos de haber bebido y aprendido. Aprender que la sociedad es equidad, igualdad de derechos y anhelo de justicia.
Se sintió el patriotismo chileno a través de las pantallas de televisión en muchísimos hogares.
En Chile conviven generaciones de hombres y mujeres que han aprendido que el trabajo y la educación pasan de época en época como el bien más preciado.
Con un pasado traumático bajo el régimen dictatorial de Pinochet, este país supo recomponerse y estar a la altura de este siglo.
Hizo su duelo por los asesinados y torturados.
Ahora emerge como una potencia económica.
Solamente puedo decir, desde la emoción del rescate de los mineros, qué grande es el pueblo chileno.
Fuente: ABC Color
Sección: OPINIÓN
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Viernes, 15 de Octubre de 2010
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