NUESTRO LENGUAJE

   Por DELFINA ACOSTA

Tenemos una manera de hablar, de decir las cosas, de expresarnos, de conversar con las demás personas, y esa manera viene a ser la continuidad del estado de nuestro humor.   

Hay gentes que son conocidas por su incapacidad para llegar a un buen trato. Su lenguaje desabrido e intolerante hace que uno se aparte de su área, y vaya corriendo a buscar la compañía de un perro o de un ser humano tolerante, alegre y por demás entretenido.   

Por ahí hay gente a la que saludas con la mejor sonrisa, y le preguntas cómo está, y te sale con este viejo verso: "Mal, pero acostumbrado".   

Creo que es importante que, aún estando en condiciones anímicas irregulares, marquemos nuestro territorio con un lenguaje rico en afanes optimistas. Porque, después de todo, si nuestra lengua se convierte en un órgano que solamente cumple la función de maldecir y de esparcir ondas negativas, muy pobre función estaríamos cumpliendo dentro del planeta.   

En cierta medida, somos lo que decimos.   

Y ocurre, a veces, que tratamos de desenvolvernos con un lenguaje animado, aunque estemos mal, y nuestro ánimo va absorbiendo lo que decimos, de tal manera que acabamos superando nuestros sentimientos tristes.   

Lo que sale de nuestra boca, debe tener una función: presentarnos ante la sociedad como personas gentiles, con las cuales es posible entablar una amistad y marcar correspondencia gentil.   

Todo ayuda a quien dice bien.   

Todo disminuye a quien dice mal.   

La diplomacia en la conversación diaria juega un papel vital dentro de nuestra existencia.   

Hagamos que nuestros interlocutores se sientan bien en nuestra compañía y que tengan un buen recuerdo de nuestra persona.   

El lenguaje de la naturaleza es grandioso.   

Las aves, las coloridas y las grises, cantan en lo alto de un limonero, y las copas de los árboles del campo elevan un ritmo armónico, por demás divino, al pasar el viento venido de lejos.   

Por otra parte, cuando superando nuestro decaimiento, decimos que estamos bien, muy bien, estamos enviando un mensaje positivo a nuestra mente, y al ratito nomás ya nos encontramos en perfecto estado.   

Cómo comprendo a la gente triste que solo sabe decir cosas tristes. ¿Pero qué se puede hacer por esa gente?   

Luego está el lenguaje del alma.   

Cuando Dios baja a nosotros, nuestro espíritu entra en un estado de gozo, de felicidad, y todas las cosas nos parecen gratas al corazón.   

El plagueo es una plaga.   

Cuántas personas nos crucifican diariamente con su plagueo.   

El plagueo es negativo, aún cuando parece estar justificado.   

La gente que maneja un lenguaje armonioso tiene éxito en la vida.   

Todos queremos tener éxito.   

Tomemos conciencia de la importancia que juega nuestra expresión pública. Y también privada. A solas, a escondidas, aprendamos a decir que la vida es buena, que estamos agradecidos por nuestra salud, que cada día que entre por una puerta a nuestra existencia, lo vamos a encarar con fuerza de voluntad y energía.

Fuente: ABC Color

Sección: OPINIÓN

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Miércoles, 07 de Julio de 2010

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