SI HACE FALTA, VOLVERÍA A PELEAR POR MI PATRIA, AFIRMA VETERANO

Por DELFINA ACOSTA

El excombatiente de la Guerra del Chaco Fermín Maidana nació en Yuty el 7 de julio de 1914. Está casado con Felicia Arzamendia, una mujer   nacida en San Juan Nepomuceno en 1921. Ambos unieron sus vidas en 1941. Tienen 10 hijos (de los cuales 9 están vivos), 34 nietos y 22 biznietos.

Más que voluntariamente, o sea, con un ferviente deseo de pelear por su país, que estaba en guerra contra Bolivia, Fermín Maidana se presentó en la comisaría de San Juan Nepomuceno cuando contaba  18 años de edad.   

"Había muchos jóvenes que se escondían en los lugares más impensados porque le tenían miedo a la guerra, pero yo estaba consciente y contento de la decisión que tomé", cuenta el excombatiente quien dice sentir pena por la juventud paraguaya que ya no va al cuartel.
Para ir rumbo al Chaco partió de San Juan Nepomuceno  a Villarrica. Por tren llegó a Asunción. Luego se dirigió hasta el sitio donde ahora está edificado el Estadio "Defensores del Chaco", que en la década del treinta era una gran casa vieja y abandonada.

Con otros jóvenes combatientes permaneció aproximadamente una semana en dicho lugar. Después pasó a Villa Hayes, y desde Villa Hayes partió caminando hasta el Fortín "General Aquino". Fue en ese Fortín donde se formó el Regimiento de Caballería Nº 8, llamado también "Coronel Oviedo", Segunda División y Tercer Cuerpo.

Un largo camino aún lo esperaba, porque caminando, siempre caminando, llegó hasta la ruta entonces llamada "Cabeza de Tigre". Luego siguió caminando, ya sin llegar a tener conciencia de los días que pasaban ni de las fechas...

Cuando le hago la inevitable pregunta relacionada con el problema de la sed que devoraba tanto a paraguayos como a bolivianos en la guerra, Fermín Maidana me cuenta que una vez que hubo transcurrido más de tres días y se había perdido la esperanza de que apareciera el camión aguatero, él y otros soldados divisaron una planta de samu’û a lo lejos. "Ordeñamos el samu’û; salió de él un precioso líquido para apagar la sed", dice.   

Cuenta con sentido del humor y un tanto de filosofía, que la vida es linda, y que no hay razones para desmoralizarse ante los problemas porque el ingenio humano no tiene fin.   

Salud de hierro  
 
Fueron sus madrinas de guerra, en Villarrica, Ada María Aguayo. En San Juan Nepomuceno, Martina Cardozo de Mieres, y en Asunción, Francisca Mandiola. De ellas tiene el mejor de los recuerdos porque oraban para que regresara sano y salvo de la guerra del Chaco. Y así fue en efecto. Don Fermín tiene una salud de hierro. No trajo ninguna lastimadura, ningún rasguño siquiera de la guerra.   

Para que el lector tome nota de la capacidad y del heroísmo del excombatiente entrevistado para esta página, basta con nombrar que prestó servicios en once fortines. Por supuesto, los once fortines fueron atacados por los soldados bolivianos, también con mucho heroísmo. Y fue en esos fortines donde don Fermín dio muestras de su valentía. "Tumbó" a muchos bolí hasta llegar a perder la cuenta...   

Durante la guerra extrañó mucho a su familia, pero el deber de servir a la patria era superior a cualquier sentimiento. No conoció el miedo. Su motivación la encontró en Eusebio Ayala Velázquez, que era un valiente oficial de carrera.   

Al preguntarle si volvería a ir a la guerra para defender a Paraguay, se queda un momento con la mirada fija en la lejanía, y luego responde en forma contundente que sí. Aún en su casa, con su esposa y una hija viuda, no se permite descanso. "El descanso es a veces ocio", comenta de muy buenas ganas. Como camina sin dificultad, barre el patio del hogar y hace pequeños arreglos y reparaciones de albañilería.  Su lema es no estar pirevai. Eso sí: que no le falte su tabaco para naquear.

Fuente: ABC Color

Sección: POLÍTICA

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Viernes, 11 de Junio de 2010

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